Pizarro354 escribió:En ese sentido pues dudo mucho que, siendo nosotros mediums, cajones, materias, condicionemos nuevas energías que puedan manifestarse de cualquier corriente y dudo mucho que nuestra Madre Maria Lionza sea tan egoísta para no permitir la llegada de otros espíritus que entraron en sintonia con nuestro ambiente energético, ( dar un mensaje, abrirse paso para hacer una misión , para cerrar algún detalle que dejo en vida..X ) tal como lo han hecho poco a poco los Vikingos.
Tal es el caso de los santeros que siendo médiums con facultades claras, muchos de ellos vienen al culto a María Lionza y en plena Sesión aparece el "muerto" como lo llaman en su propia terminología que se mueve entre Espíritus de indios, otros africanos y otros de géneros diversos que predican una enseñanza distinta a la suya pero que en ningún momento concurren a impedirle la entrada ni al santero [que es de otra religión], ni al "muerto" [que hace vida en otra religión], ¿no es eso fraternidad? y si bien existen los famosos roces, entendemos que es una situación asociada al grado espiritual en que se encuentran cada uno de ellos, pero aquí lo relevante es que, puede un invitado siempre que no venga a perturbar la marcha espiritual de lo que se realiza, manifestarse e incluso ayudar respetando las normas. Y debe ser así, ésto debido a que los Espíritus que andan con uno, que tienen afinidad con aquella creencia y liturgia, y anda con nosotros incluso en los entornos totalmente opuestos, ¿qué sería de la vida humana si teniendo Espíritus de ex hechiceros al entrar en una Iglesia Católica la inquisición volviera? y expongo ese ejemplo queriendo exagerar la situación.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.