El Papa Francisco le acercó una silla a un guardia suizo
ROMA.- El Papa Francisco le acercó una silla a un guardia suizo, porque estuvo todo la noche de pie. Y también le ofreció pan y jamón para que se alimente.
Cuando el Papa Francisco salía de su departamento en Santa Marta, se encontró con un guardia suizo fuera de su Puerta. El Sumo Pontífice le pregunto qué hacia ahí, y que si había estado despierto toda la noche.
- “Si”, le contestó el guardia.
- ¿De pie? preguntó el Papa Francisco. ¿No se ha cansado?
- ”Es mi deber Su Santidad, por su seguridad”.
El Papa Francisco, lo miró, regresó a su departamento, y después de unos minutos regresó trayendo entre su manos una silla.
- "Al menos siéntese y descanse", dijo el Sumo Pontífice.
El guardia le contestó:
- "Discúlpeme Su Santidad, pero no puedo, las reglas no lo permiten”.
- ”¿Las reglas? dijo Francisco”.
- ”Mi capitán Su Santidad“, respondió el Guardia.
- “Bueno, pero yo soy el Papa y le pido que se siente”.
Más tarde, el Papa Francisco regresó con un poco de pan y jamón, lo entregó al guardia y le dijo:
- ”Bon apettit hermano mío“.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.