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Guías (hilos de cuentas) en la Umbanda

Conocidas también como “Cordón de Santo”, “Collar de Santo” o “Guías”, son ritualisticamente preparadas, o sea, imantadas de acuerdo con la tónica vibracional de quien las irá a utilizar (médium y entidad) y conforme el objetivo al que se destinan.

Están compuestas de cierto numero de elementos (cuentas de cristal o loza, caracoles, Lagrimas de Nuestra Señora, dientes, paja de la costa, etc.), distribuidos en un hilo (de acero, nailon o fibra vegetal), obedeciendo a una numerología y una cronología adecuada; o todavía, de acuerdo con las determinaciones de una entidad en particular.

Las cuentas de loza recuerdan, por su composición, la mezcla de agua y barro, material usado para crear el mundo y los hombres, por eso son las más usadas.

¿Para quién sirven?

-Tienen el poder de elevación mental. Si se son utilizadas durante un trabajo espiritual, tienen la función de servir como punto de atracción e identificación de la vibración principal y/o falange en particular, actuante en aquel trabajo, sirviendo así como elemento facilitador de la sintonía para el médium incorporado. Ellas nos auxilian en nuestras incorporaciones, pues estas atraen la “energía” particular de cada entidad, captando y emitiendo buenos fluidos, formando así, un círculo de vibraciones benéficas alrededor del médium que las usa.
-Sirven como pararrayos. Si hay una carga grande, en vez de esta carga llegar directamente al médium, ella es descargada en las guías, y si estas no aguantaran revientan.
-Pueden ser utilizadas por el médium, para “sacar” una determinada vibración, de forma a proporcionarle alivio en sus momentos de aflicción.

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.