Se trata de una leyenda muy difundida en el poblado que reza de la siguiente manera: Se acercaba la hora de la media noche, y Ramón iba por el camino real, acompañado de su esposa y su hija primogénita Rosa. Era uno de esos días muy fríos y nublados en donde apenas se puede ver a medio metro de distancia debido al manto blanco y espeso que forma la niebla. La pequeña Rosa estaba muy cansada, ya que llevaban muchas horas de camino debido a que venían de Herrán, Colombia, donde asistieron a la misa del primer viernes de mes. La esposa de Ramón sintió una actitud extraña de la niña; al cargarla temblaba de manera muy extraña. De repente sintió cómo los perros de las casas vecinas al camino comenzaron a aullar como locos y los gallos cantaban como si sintieran un peligro cercano. !Apure mija!, fueron la palabras de Ramón mientras se persignaba. Al cruzar el camino hacia su casa, tomó a su mujer bruscamente de la mano apartándose del camino y se escondiódetrás de una mata de fique. A los pocos segundos escucharon un ruido como si de la montaña hubiese bajado en una avalancha de piedras, y al momento vieron bajar una gran sombra negra con grandes cachos que se desplazaban a gran velocidad. Luego de ese gran susto quedaron desconcertados, pero no detuvieron el paso hasta llegar a su hogar. La mujer preguntó a su esposo por lo sucedido y él contestó: Dios y la Virgen nos protegieron; eso que vimos es el capataz –el diablo– que baja buscando almas para llevarlas para el otro lado. de la piedra Se cuenta que un 28 de junio, un grupo de trabajadores de Las Lajas, entre ellos Richard Capacho, Natividad Masaroba, Gonzalo Bautista, Dionisio Bautista, Belén Lizcano, Jesús Bautista, José Lizcano, estaban picando piedra para una obra en la comunidad. Hacia las dos de la tarde, cuando estaban picando una laja grande se percataron de que la roca no se abrió, y luego se sorprendieron al ver en ella la imagen de la Virgen. Aunque muchos la veían con claridad otros decían que no la distinguían. Llamaron a más personas de la comunidad para que observaran lo que habían encontrado. Al ser consultado el párroco de la comunidad afirmó que la imagen de la piedra se parecía a la Virgen del Carmen. Más tarde fue llevada a la capilla y poco a poco fue tomando un color brillante. Actualmente se guarda allí con mucha devoción y es considerada la protectora de la de la aldea.