Hacia la década de 1930, en San Cristóbal del Estado Táchira, el pasaje acueducto era un lugar sumamente tranquilo y pocas personas en hora de la noche transitaban por él. Respecto a ese lugar se cuentan historias de personas que en la noche lo transitaban; como es el caso del sonido de cascos de caballo proveniente desde el liceo Simón Bolívar hacia la parte alta de la ciudad para luego perderse en la montaña. Se dice que era un jinete envuelto en una capa oscura que montaba una potranca alazana cuyos cascos no tocaban el piso pero que sin embargo parecía que sus herraduras echaban chispas en el concreto y se iluminaban las calles oscuras. A esta aparición los lugareños la llaman la potranca del diablo.