No siempre lo que se expresa en una sesión es un espíritu, adicional a los espíritus auténticos están los burlones, pero adicional a ello existen personas tan subjetivas que en realidad no caen en trance por influencia de otro espíritu sino que se produce un cambio de consciencia que le induce a adoptar un patrón típico visto, aprendido y repetido, es decir, su subconsciente ha creado una personalidad alterna o muchas personalidades alternas y aunque esta persona se corte, fume, beba litros de licor no quiere decir que es autentico lo que allí esta, el cuerpo humano cuando esta en un estado de consciencia alterado puede lograr lo inimaginable sin sentir dolor alguno ni mucho menos realizar grandes esfuerzos, en el espiritismo cristianos kardecista se le conoce a esto como animismo y es muy común aunque ustedes no lo crean, le ocurre especialmente a aquellas personas mas fascinadas con determinados espíritus que apenas sienten un escalofríos su mente los lleva a interpretar las cosas y gracias a ello cambian todo. Por esto los psicólogos no creen en la autenticidad de las sesiones espiritas porque ellos pueden referirlo todo al subconsciente y es que de hecho lo explica todo, no existen maneras de "recibir" solo existe trance e incorporación en aquellos que tienen esa cualidad desarrollada, muchos utilizan muletillas para facilitar el cambio de consciencia como lo son el licor y el tabaco que tienen ese efecto en el organismo de la persona, incluso si todos los presentes sienten su presencia puede referirse a sugestión colectiva, por lo tanto desde ahora piensen que existen espíritus renombrados, existen burlones y existen trances anímicos o sugestivos.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.