Pese a la polémica existente hoy día en el seno espirita con relación al florecimiento de un espiritismo más orientado hacia la religión y el servicio al prójimo de lo que volcado al estudio empírico del fenómeno, me atrevo a colocar a continuación, la opinión (podría decir esclarecimiento) de Ramatís con respecto al interrogatorio que se le hizo con respecto a la finalidad y misión que tiene el espiritismo (doctrina kardeciana) desde su aparición y sincretización interreligiosa.
Aclaración: lo que leerá a continuación no es un determinante de directriz para la doctrina espirita (aclaratoria que hago a los espiritas ortodoxos decantados por la pureza doctrinaria) y puede tomarse como una opinión. No se admiten en el presente tema conductas proselitistas y sectarias orientadas a la difamación de este u otro autor de libros espiritas ni agresiones ideológicas dirigidas hacia adeptos de otras ideologías.
EXTENSIÓN Y PROFUNDIDAD DE LAS COMUNICACIONES MEDIÚMNICAS
Pregunta: ¿Por qué motivo les resulta imposible a los desencantados, describir exactamente a través de los médiums la realidad del Más Allá? Eso nos ayudaría a eliminar definitivamente las dudas, bastante comunes, que existen en todos los géneros de trabajos mediúmnicos y terminaría por darnos un concepto amplio de la vida inmortal. ¿No es verdad?
Ramatís: Es muy difícil para los encarnados que viven en el mundo de la tercera dimensión, comprender con claridad los fenómenos y manifestaciones que se producen de "este lado", cuyo plano es regido por dimensiones inconcebibles para la física humana. Aún más, los estados vibratorios vividos por los desencarnados superan cualquier concepción dinámica de la velocidad concebida por los terrícolas.
Nuestras comunicaciones hacia el mundo físico, como lo hacemos en este momento, son transmitidas por intermedio del cerebro periespiritual del médium, exceptuando el cerebro físico. Nuestro médium, por ejemplo, a fin de hacer coherente nuestros relatos del Más Allá, moviliza todos sus esfuerzos de memorización espiritual tratando de evocar los hechos vividos en su peregrinaje por el mundo astral, cuando era desencarnado, es decir, en el espacio de tiempo que media entre dos encarnaciones, y por excelencia, las dos últimas.
Materializa nuestros pensamientos por medio de los signos gráficos de la escritura a medida que lo inspiramos y procura relacionarlos con las imágenes y conocimientos almacenados en su subconsciente, de ese tiempo que vivió fuera del cuerpo físico. Los dictados mentales los escribe y trata de colocarlos en la frontera de los dos mundos, para darles más tarde el retoque y ajuste necesario y que sea comprensible en lenguaje humano. Como nosotros no disfrutamos en el presente del cerebro físico que nos sirvió en la última existencia física en la Indo-China, solamente actuamos por el periespíritu del médium, sin intervenir para nada en el cerebro material. En caso contrario, si procediéramos sobre su cerebro material, tendría que ser un médium completamente sonambúlico, porque su facultad nos permitiría actuar directamente sobre su sistema cerebro-espinal en combinación con el conjunto de ganglios nerviosos.
En consecuencia, se ve obligado a recepcionar la "mitad' de la realidad espiritual de nuestro mundo; después le incumbe compensar la otra mitad con las sugestiones e imágenes terrenas que conoce, ajustándolas en forma comparativa y que supone es la fenomenología astral.
Ese es uno de los motivos por qué la mayoría de los médiums no consiguen hacer una descripción exacta del Más Allá, conforme al dictado que le proporcionan los espíritus desencarnados. Durante la comunicación mediúmnica se produce una fuerte reducción vibratoria por parte de las entidades comunicantes, debido a su gran esfuerzo para tomar contacto con la materia, para exponer con éxito los fenómenos del mundo oculto. Es obvio que esa reducción vibratoria sólo ocurre con los espíritus superiores, pues los desencarnados imperfectos, o malévolos, a veces vibran en una frecuencia inferior a la del propio médium.
Pregunta: Esa dificultad mediúmnica en el intercambio con las entidades, ¿no podría reducirse atrayendo al médium un poco más hacia el mundo interior del astral, es decir, haciéndole ver la realidad del plano que moráis?
Ramatís: Algunas veces conseguimos atraerlo hacia el plano donde accionamos y tuvimos bastante éxito. Pero la facultad de nuestro médium actual es más intuitiva; a veces su inspiración emotiva en sintonía con la inspiración intelectiva le hace presentir el fenómeno de la comunicación, que "escucha" a través de la voz inmaterial de los espíritus. Es una mediumnidad que evoluciona en concomitancia con la evolución moral e intelectual del médium, proporcionándole gradualmente la visión panorámica y profunda de las cosas inmateriales. Siendo el hombre un espíritu inmortal y cuando más se expande la centella espiritual que existe en la intimidad de su ser, también abarca mayor área de realidad del Creador. E1 apresuramiento moral del espíritu le faculta para participar con más intensidad en la vida oculta, mientras que su aceleración mental le permite juzgar con eficiencia y exactitud aquello que provechosamente le facilita el poder del sentimiento crístificado.
Aunque el médium que estamos utilizando no vea ni oiga los asuntos que le estamos transmitiendo, los siente en su intimidad periespiritual. Después los reúne por medio de su inspiración intelectiva y coordina la exposición para el mundo exterior. Ciertas veces no consigue ajustar a tiempo los vocablos exactos para exponer correctamente nuestro pensamiento, ni logra identificar con precisión alguna de las ideas que le proyectamos en el cerebro periespiritual. En ese momento se ayuda apresuradamente con el vocablo más viable que tuviera a tono en su mente, aunque esa interpolación provisoria no sea fielmente la que debe escribir.
En el momento que le dictamos demora en buscar las palabras o términos que definan aquello que recibe de nosotros, pues interrumpiría el flujo de la inspiración y perdería el tema esencial del mensaje enfocado. Más tarde, cuando revisa el trabajo psicografiado, vuelve a estar bajo nuestra inspiración, siendo intuido para que sustituya palabras o frases que puedan distorsionar la fidelidad del mensaje que le fue transmitido desde el Espacio. Y cuando más revisa y corrija el fruto de nuestra mutua colaboración, también se aproxima al contenido exacto que elaboramos en favor de nuestros lectores.
En base a la diversidad vibratoria existente entre los dos planos, material y astral, actuamos en el médium bastante distanciados del elemento fluídico que nos es familiar y natural, obligándonos a trabajar bajo las leyes opresivas del mundo físico. Va a cumplirse un milenio que desencarnamos en la Indo-China y debido al tiempo transcurrido todo nos parece más grosero y extraño cuando debemos penetrar nuevamente en su campo magnético, para poder actuar sobre las cosas y los seres del mundo físico. Ese magnetismo denso actúa nocivamente en nuestra organización periespiritual, que se encuentra condicionada a las energías libres de "nuestro plano". Lo mismo sucedería en el mundo físico, si alguien se apartara de la Tierra para vivir exclusivamente en la estratosfera, habituándose definitivamente al oxígeno rarificado, donde encontraría inmensa dificultad para volver a adaptarse a su antigua respiración, ni bien intentase regresar al suelo terráqueo.
De esa forma debemos bajar hasta el nivel de comprensión y percepción del médium, que es un espíritu encarnado y de temperamento sensible a las formas del mundo físico. Durante el tiempo que actuamos sobre los médiums, nos distanciamos bastante de las leyes que rigen el campo vibratorio sutilísimo del mundo astral donde vivimos normalmente, para someternos dócilmente a la acción de las leyes comunes que rigen a los fenómenos bioquímicos de la Tierra.
Cuando analizamos los diversos fenómenos inherentes a la Tierra, verificamos la gran diferencia que se manifiesta en la regencia de las leyes que disciplinan las relaciones humanas y los diversos estados físicos de la materia. Los movimientos ligeros que el hombre realiza en la superficie terrena, son contrarrestados ni bien se sumerge en el agua, debiendo movilizar recursos diferentes para no sucumbir por falta de oxígeno.
Pregunta: Dado que el hipnotizador consigue dirigir la mente del "sujeto" en trance, ¿no podríais serviros con más fidelidad de vuestro intermediario, si lo sometieseis a una fuerte hipnosis?
Ramatís: Esa hipnosis anulando la voluntad del médium, sería flagrante violación de nuestra parte, pues solamente los espíritus maquiavélicos, obsesores o entidades inescrupulosas no escatiman esfuerzos para accionar hipnóticamente sobre las criaturas reencarnadas o desencarnadas, cuando desean transformarlos en sus prolongaciones vivas para satisfacer bajos deseos. No es permitido violar la mente de nadie, aunque esa intervención pueda favorecer nuestras comunicaciones con los encarnados. Los médiums también se encuentran situados en un plan de trabajo colectivo y organizado por otros espíritus benefactores y responsables por su evolución que los ayudan a desenvolver la conciencia espiritual, como verdaderos jardineros divinos que acompañan el crecimiento de la flor cuando comienza a entreabrirse paulatinamente, en vez de debilitarla con una vida artificialmente prematura.
Si el médium que nos sirve en este momento fuese escogido en el Espacio para la transmisión fidedigna de nuestros pensamientos, no tengáis la menor duda que hubiera sido totalmente sonambúlico. Pero es portador de la mediumnidad intuitiva y raras veces se comporta como médium semi-mecánico. Además, el trabajo espiritual que desenvolvemos por su intermedio hacia el mundo físico, está basado en la ejecución por la facultad de la intuición.
Aunque intentásemos la hipnosis del médium, apenas nos serviríamos de su bagaje semiconsciente, o memoria acumulada, a causa de sus experiencias reencarnatorias, y también tendríamos que enfrentarnos con los automatismos instintivos y estratificaciones psicológicas, como es común en las prácticas hipnóticas. No convendría forzarlo para que incidiera en su memoria del pasado, cuando nuestro principal objetivo es mantenerlo despierto para poder comunicar los importantes mensajes para el presente, que deberá servir a determinadas personas como orientación educacional de su espíritu. No hay dudas que con una actuación tenaz y persistente sobre los encarnados débiles de voluntad y situados en ambientes lesivos, terminarían rápidamente en completa hipnosis. Pero, como dijéramos anteriormente, eso es más apropiado a los espíritus delincuentes, que solapadamente debilitan las defensas espirituales de sus víctimas, hasta dominarlas y hacer verdaderos instrumentos vivos de degradación en la materia.
Pregunta: Tratándose de una tarea benefactora, ¿no sería mejor alcanzar el éxito deseado por lo Alto, a través de un médium que aún actuando bajo hipnosis de la entidad espiritual fuera dócil a las ideas superiores, en vez de enfrentarse con su voluntad y desconfianza mediúmnica?
Ramatís: Preferimos enfrentar la voluntad y la mente del médium, aunque posea desconfianza sobre nuestros relatos y que suponga ser el producto de su elucubración mental. Como no alcanza a identificar con seguridad el insólito fenómeno del cual participa con nosotros, casi en estado de vigilia, es razonable entonces que algunas veces restrinja nuestra influencia comunicativa, suponiendo que es su propia intervención anímica. Cuando dictamos estos mensajes necesitamos trasponer cuidadosamente su barrera de prevención psicológica y demás condicionamientos naturales de su existencia humana.
Como el asunto tratado trascienda sus conocimientos, nos opone mayor resistencia mediúmnica, porque desconoce anticipadamente todo cuanto le intuimos. En otros aspectos, cuando enfrentamos obstáculos más fuertes, procuramos ayudarnos con la facultad semi-mecánica de nuestro médium, como en el caso de las consideraciones que le son adversas o extrañas.
Pregunta: Ya que sois contrarios a la hipnosis mediúmnica, para el mejor aprovechamiento del médium, ¿cuáles serían los recursos o providencias a tomar a fin de alcanzar éxito en vuestras comunicaciones?
Ramatís: Muchas veces el éxito de nuestras comunicaciones depende de la preparación que efectuamos en el médium durante el sueño, a distancia del cuerpo y cuando es sometido a cierto tratamiento técnico por los magnetizadores de "este lado" que le acentúan su receptividad mediúmnica y la dinámica psicográfica. En noches tranquilas lo trasladan a las principales escenas y lo adoctrinan sobre los asuntos que al día siguiente deberá psicografiar por nuestro intermedio. Esa providencia le ayuda muchísimo, avivándole el contenido de las comunicaciones posteriores y que recibe durante su salida en cuerpo astral.
Además, esas dificultades están previstas por todos los espíritus conscientes de sus trabajos junto a los encarnados en el servicio de esclarecimientos fraternos, precisando servirse de los médiums intuitivos o semi-mecánicos, cuya voluntad no pretenden violentar.
Aunque existen múltiples facultades mediúmnicas, que se agrupan bajo la denominación de intuitivas, mecánicas, sonambúlicas, incorporativas, videntes, de fenómenos físicos o terapéuticos, siendo unas más nítidas y favorables, y otras más intelectivas y objetivas, lo cierto es que aún así no "hablamos" ni "escribimos" por simples autómatas de carne. Los médiums, en verdad, son organizaciones vivas y señores de su memoria estructurada en los milenios pasados, cuyas concepciones particulares varían tanto sobre el plano físico, como en el mundo invisible.
En nuestras almas siempre se impone un cierto atavismo intelectual, hábito filosófico o cristalización psicológica del pasado que nos distingue particularmente entre los demás seres, siendo un bagaje que nos obliga a encarar los asuntos "nuevos" bajo los "viejos" moldes que nos han sido muy familiares. En los médiums ese condicionamiento del pasado se transforma en fuertes barreras, difíciles de remover por parte de los espíritus comunicantes. Sólo los espíritus persistentes y esforzados, después de mucho tiempo de adaptación junto a su mediador, logran la eficacia deseada.
Pregunta: A pesar de los obstáculos y dificultades que nos decís, ¿aún encontráis conveniente la prosecución de las comunicaciones mediúmnicas entre los encarnados y desencarnados, aunque no se alcancen grandes éxitos?
Ramatís: No debéis olvidar que nos estamos refiriendo particularmente a la acostumbrada negligencia y desconfianza con que los encarnados acostumbran a recibir las noticias del Más Allá por vía mediúmnica. Aunque existan muchas dificultades y grandes fracasos en el intercambio mediúmnico, los espíritus laboriosos y benefactores alcanzan razonables éxitos con los objetivos previamente trazados por lo Alto. En general, todos los obstáculos mediúmnicos, en el servicio de comunicación espiritual, son consecuencias previstas y evaluadas por la Técnica Sideral.
Dentro de la ética y responsabilidad con que los espíritus bondadosos aceptan en el Espacio sus misiones salvadoras, los resultados conseguidos posteriormente les compensa el esfuerzo realizado en favor de los encarnados. Los médiums estudiosos de la doctrina espirita y devotos a las prácticas de las enseñanzas evangélicas del Cristo, logran afianzar los deseos del Espacio por su conducta y dedicación al Bien, consiguiendo transferir provechosamente hacia la Tierra los mensajes que descienden de las esferas elevadas para la humanidad imperfecta.
Pregunta: Como nos habéis dicho que existen muchas dificultades para el contacto directo de las entidades superiores con los médiums, ¿nos podréis informar si tienen los mismos tropiezos cuando procuran inspirar al hombre común, exceptuando de la prueba mediúmnica?
Ramatís: El hecho en sí no es que los espíritus superiores inspiren a los hombres, o que éstos causen obstáculos; por regla general, los hombres son difíciles de ser inspirados. Son pocos los que viven sin estar encadenados a los intereses inmediatos del mundo físico; realmente, sufren la actuación hipnótica de los fluidos densos producidos por su esfera mental, ligándolos familiarmente a las carnadas bajas del astral inferior. Los espíritus benefactores realizan muchos esfuerzos para despertar a sus pupilos a través de la sugestión mental e influirles el corazón, a fin de apartarlos de la fascinación mórbida ejercida por las pasiones y tesoros efímeros del mundo material. Una vez expuesto esto ¿cómo podrían los espíritus atravesar los fluidos densos, plomizos y pegajosos, que comúnmente se ciernen sobre las criaturas sedientas de sensaciones inferiores?
En su mayoría los hombres caminan por las calles de las ciudades dentro de sus auras ovoides conformadas por el bajo eterismo animal de la Tierra, cuales impermeables confeccionados de fluidos densos y aceitosos. Algunos se destacan por las manchas terrosas y rojizas que emanan de su aura nebulosa, atrayéndoles el deseo sexual subvertido, otros presentan el color escarlata llameante, identificando el odio que sustentan contra sus probables adversarios de la vida en común. En el manto de fluidos densos que los envuelve, como la cerrazón opaca de las mañanas frías, cerniéndose sobre el río lodoso, se acentúan los fragmentos coloreados de los más inimaginables tonos.
Son las tonalidades que marcan los buenos y malos pensamientos, los deseos impuros y los sentimientos altruistas. Algunos colores tienden a diluirse bajo el impulso de las ideas benevolentes; otros se retuercen en el fluido pegajoso que se exuda de la efervescencia del instinto animal, revelando a los desencarnados el carácter de los hombres. Los espíritus gozadores siguen aferrados a los encarnados, que son como usinas vivas de fluidos malos, alimentándose voluptuosamente de las peores intenciones y proyectando los cuadros más sensuales en la mente sin educación. Sugieren las aventuras condenables, estimulan el odio, la violencia, la avaricia, la deshonestidad y la venganza; exaltan el orgullo, activan el amor propio herido o subvierten la conciencia al juzgar las intenciones inofensivas y los gestos menos condenables del prójimo.
En ese torbellino ruidoso y heterogéneo de las ciudades de la Tierra, debido al estado primario y evolutivo de su humanidad, predominan las contiendas políticas, las guerras fratricidas, las competencias comerciales, la posesión y el deseo animal, formándose el manto vigoroso y denso de los fluidos nocivos, exhalados pródigamente por el astral inferior. Entonces todo el orbe se encuentra envuelto por un aura sucia y grasosa, en medio de cuya cerrazón astral las almas benefactoras se mueven dificultosamente para abrir claros de luz para los terrícolas aún entontecidos por las pasiones camales.
Pero en base a que el Espíritu de Dios palpita en la intimidad de todas las cosas o seres de su Creación, también en medio de las pasiones nocivas y entre los dolores más acerbos, permanece la Sublime Luz en continua expansión centrífuga y agradable transfusión angélica. En el futuro la Tierra también será vestida con un aura refulgente, divina cabellera de luz que ha de sustituir el manto de fluidos opacos y tristes del presente.
He ahí por qué es suficiente la actuación de un puñado de ángeles que sirven al mundo físico, cual rayos de luz que neutralizan la acción deletérea de esos millares de espíritus diabólicos, desintegrando por medio de los fotones siderales, las camadas microbianas del astral inferior, y a su vez proporcionan nuevos caminos de progreso espiritual al hombre terreno. Esas almas abnegadas son la divina esperanza de lo Alto para afirmar en la materia los fundamentos de la nueva humanidad, pues viven en todos los órdenes sociales y actúan en los diversos trabajos del sector humano. Despiertan conciencias perturbadas, orientan voluntades débiles, higienizan los ambientes enfermos y son una invitación constante hacia la vida angélica, para que el hombre se libere de la influencia grosera de la materia.
Toda criatura es luminiscente centella espiritual del Creador, cubierta por el pesado vestido de los fluidos primitivos, pero también es un constante nexo con los abismos de la animalidad o con las auroras refulgentes de la angelitud.
Sin duda alguna que mientras el alma viva sumergida en el mar de los fluidos asfixiantes de la vida inferior, aún exige los más heroicos esfuerzos de las entidades sublimes, que tanto realizan para intuirla hacia el Bien, como ayudarla a liberarse rápidamente del yugo satánico, simbolizado por las pasiones animales.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.