El término "obsesión" lo emplea la psicopatología para indicar una alteración mental, caracterizada por pensamientos insistentes que dominan y atormentan a una persona, que no puede desechar o librarse de ellos, aun cuando sabe que no tienen fundamento. En el espiritismo, el término adquiere mayor profundidad, puesto que abarca toda la sintomatología y extiende la causa hasta los agentes espirituales que la provocan. En efecto, el fundador del Espiritismo, Allan Kardec, determinó que la obsesión es el dominio que los espíritus inferiores o ignorantes ejercen sobre ciertas personas con el fin de enseñorearse de ellas y someterlas a su voluntad, por el placer que experimentan causando daño, o por diversidad de motivos y empleando variados recursos, provocando efectos psicológicos y morales, alterando su conducta y efectos orgánicos, y afectando su salud física.
Cuando un espíritu quiere obrar sobre un individuo lo envuelve, digámoslo así, con su periespíritu como si fuera una capa. Entonces, al penetrarse los dos fluidos, los dos pensamientos y las dos voluntades, se confunden. El espíritu puede entonces servirse de ese cuerpo como si fuera el suyo propio, haciéndole obrar a su voluntad. Si el espíritu es bueno, la acción es dulce y benéfica y no induce a hacer sino cosas buenas; si es ignorante e inferior, estimula a ejercer acciones inconvenientes. Cuando estas influencias adquieren carácter pernicioso y persistente, en lugar de provechoso, hablamos de obsesión.
Los espíritus que producen las obsesiones son de escasa evolución moral, actúan perversamente, o como burlones, engañando y manipulando a sus víctimas. La obsesión es un hecho natural y no sobrenatural, relacionado con la patología física y espiritual, cuyas raíces y mecanismos se hallan en la inferioridad moral de la mayoría de los seres que pueblan nuestra humanidad. Los espíritus buenos no hacen experimentar ninguna contrariedad; aconsejan, combaten las influencias de los inferiores y si no se les escucha se retiran. Los inferiores, en cambio, se unen a aquellos sobre los cuales pueden hacer presa. Si llegan a tomar imperio sobre alguno, se identifican con su propio espíritu y le conducen como a un verdadero niño.
La obsesión es una relación bilateral: de una parte alguien que debe y de la otra, alguien que se cree con el derecho de cobrar. La imperfección moral es el sustrato general en el que se desarrollan los procesos obsesivos. Por lo tanto, en toda obsesión se divide la responsabilidad entre el agresor y el agredido. La víctima facilita psicológica y fluídicamente la penetración del obsesor en su campo mental. Hay obsesores que actúan sin una razón determinada por el placer de molestar o dañar, pero la mayoría de las veces hay causas concretas y específicas:
-Venganzas: El origen del conflicto puede estar en la existencia actual o en vidas anteriores, y el motivo está relacionado con la “cobranza” de un mal perpetrado por la víctima de hoy contra el obsesor de ahora, quien a su vez, fue la víctima de ayer.
-Conductas desordenadas: Los vicios, el descontrol sexual, el desequilibrio o mal uso de las facultades mediúmnicas son entre otras, las actuaciones que atraen a entidades inferiores, deseosas de dominar a las personas, y encuentran en estas acciones brechas psíquicas para imantarse/pegarse a sus víctimas hasta colocarlas bajo su dominio.
-Pensamientos morbosos: El pensamiento es una vibración que tiene sus repercusiones. Puede afectar a personas, animales o plantas, así como producir alteraciones en los objetos físicos. Cada pensamiento es una onda psíquica que sintoniza con quienes se encuentran en la misma frecuencia vibratoria, por lo que atraemos o rechazamos a los seres encarnados o desencarnados, según la calidad de los pensamientos que emitimos.
Otras causas de la obsesión:
-Espíritus desencarnados aferrados con quienes mantuvieron relaciones afectivas.
-Estados de abatimiento o de depresión que facilitan la penetración psíquica del obsesor.
-Prácticas indiscriminadas de evocación de espíritus.
-Conductas supersticiosas, estados místicos o fanáticos.
-Espíritus sin intención de perjudicar pero que sienten placer en acercarse a alguien, a quien transmiten, sin saberlo, los síntomas de la enfermedad que los llevaron a la muerte.
Referencias:
https://eltemplodelaluzinterior.com/2008/06/21/espiritus-de-la-obsesion/
Bendiciones .
Cuando un espíritu quiere obrar sobre un individuo lo envuelve, digámoslo así, con su periespíritu como si fuera una capa. Entonces, al penetrarse los dos fluidos, los dos pensamientos y las dos voluntades, se confunden. El espíritu puede entonces servirse de ese cuerpo como si fuera el suyo propio, haciéndole obrar a su voluntad. Si el espíritu es bueno, la acción es dulce y benéfica y no induce a hacer sino cosas buenas; si es ignorante e inferior, estimula a ejercer acciones inconvenientes. Cuando estas influencias adquieren carácter pernicioso y persistente, en lugar de provechoso, hablamos de obsesión.
Los espíritus que producen las obsesiones son de escasa evolución moral, actúan perversamente, o como burlones, engañando y manipulando a sus víctimas. La obsesión es un hecho natural y no sobrenatural, relacionado con la patología física y espiritual, cuyas raíces y mecanismos se hallan en la inferioridad moral de la mayoría de los seres que pueblan nuestra humanidad. Los espíritus buenos no hacen experimentar ninguna contrariedad; aconsejan, combaten las influencias de los inferiores y si no se les escucha se retiran. Los inferiores, en cambio, se unen a aquellos sobre los cuales pueden hacer presa. Si llegan a tomar imperio sobre alguno, se identifican con su propio espíritu y le conducen como a un verdadero niño.
La obsesión es una relación bilateral: de una parte alguien que debe y de la otra, alguien que se cree con el derecho de cobrar. La imperfección moral es el sustrato general en el que se desarrollan los procesos obsesivos. Por lo tanto, en toda obsesión se divide la responsabilidad entre el agresor y el agredido. La víctima facilita psicológica y fluídicamente la penetración del obsesor en su campo mental. Hay obsesores que actúan sin una razón determinada por el placer de molestar o dañar, pero la mayoría de las veces hay causas concretas y específicas:
-Venganzas: El origen del conflicto puede estar en la existencia actual o en vidas anteriores, y el motivo está relacionado con la “cobranza” de un mal perpetrado por la víctima de hoy contra el obsesor de ahora, quien a su vez, fue la víctima de ayer.
-Conductas desordenadas: Los vicios, el descontrol sexual, el desequilibrio o mal uso de las facultades mediúmnicas son entre otras, las actuaciones que atraen a entidades inferiores, deseosas de dominar a las personas, y encuentran en estas acciones brechas psíquicas para imantarse/pegarse a sus víctimas hasta colocarlas bajo su dominio.
-Pensamientos morbosos: El pensamiento es una vibración que tiene sus repercusiones. Puede afectar a personas, animales o plantas, así como producir alteraciones en los objetos físicos. Cada pensamiento es una onda psíquica que sintoniza con quienes se encuentran en la misma frecuencia vibratoria, por lo que atraemos o rechazamos a los seres encarnados o desencarnados, según la calidad de los pensamientos que emitimos.
Otras causas de la obsesión:
-Espíritus desencarnados aferrados con quienes mantuvieron relaciones afectivas.
-Estados de abatimiento o de depresión que facilitan la penetración psíquica del obsesor.
-Prácticas indiscriminadas de evocación de espíritus.
-Conductas supersticiosas, estados místicos o fanáticos.
-Espíritus sin intención de perjudicar pero que sienten placer en acercarse a alguien, a quien transmiten, sin saberlo, los síntomas de la enfermedad que los llevaron a la muerte.
Referencias:
https://eltemplodelaluzinterior.com/2008/06/21/espiritus-de-la-obsesion/
Bendiciones .