Un tema interesante y polémico en primera instancia porque quienes conocieron a este señor en vida aseguran que fue un rezandero y no un brujo/hechicero; hay una historia por ahí que lo asocia a artimañas y tretas con miras a encantar a las mujeres haciendo ver a este señor como un sinvergüenza pero ya sabemos por la historia e idiosincrasia de nuestro pueblo cómo ocurre el proceso de asociación de caracteres ya que el puritano siempre va a quitarle los aspectos imprudentes y otros le van a añadir rasgos atractivos de su personalidad queriendo transformar una imagen en algo que le sea más cercano a lo que es intentando forjar una especie de relación y aceptación.
Mucha gente va a venir a decir que en la conversación con éste señor él mismo habrá alegado y hasta lo habrá visto tratar asuntos oscurecidos pero en la verdad los Espíritus son seres abstractos por lo que la psicología juega un papel relevante en cuanto a la manifestación y naturaleza de aquello que se presenta. Hay un arquetipo formado en el subconsciente individual y colectivo y en cada manifestación se alcanza a ver ese anímico factor que personaliza la incorporación definiendo la moral o la sinvergüenzura, lo caritativo o lo ganancioso y así en adelante reduciendo el margen de flexibilidad y libertad para la manifestación abierta del Espíritu como tal. En ese sentido, no sorprende que este señor se presente brujo, hechicero y capaz de jugar sucio a quien sea si la mente de quien lo concibe así alimenta ese concepto mientras otro más educado y disciplinado en cuanto a su mente y conceptos podrá dominar mejor la posibilidad de por la afinidad manifestar un Espíritu bueno más acorde a las virtudes que se le atribuyen positivas que aquella que se produce con relación a conceptos bajos y que suele ser atractivo foco para Espíritus que sí se sienten cómodos en medio de ese pensar. Ahí también entra el asunto del barón del cementerio que es un personaje abstracto sin historia definida principalmente porque no es un personaje histórico sino una concepción sincrética y que se ideó para personificar al jerarca que tomó poder en un cementerio e impuso gobierno sobre los Espíritus que allí se encuentran aprisionados a su situación kármica y que llega a Venezuela por la curiosidad de personas que buscaban llenar espacios y fue así como nació un arquetipo ideal para manifestarse estos Espíritus, un filtro para definir una personalidad que puedan exhibir en el plano de las formas que es el mundo material donde todo debe tener nombre y personalidad para tener aceptación por parte de las mentes más materializadas con relación a lo espiritual.
En el caso expuesto donde se asocia al chamarrero con el barón del cementerio lo que hay es un sincretismo donde se asocia a un personaje con otro representando uno un disfraz como los eventos históricos que llevaron a la preservación de los credos africanos en medio de la imposición católica en la época de la opresiva esclavitud en América Latina y que además de eso sugiere la evocación del barón del cementerio indiferente de que se haya mencionado con anterioridad al chamarrero ya que de inicio lo que la mente de ese sujeto concibe es que ambos son el mismo personaje por lo que entra en juego el papel del inconsciente, una canalización indisciplinada que opera en función de esa ideología. Considero peligrosa esta asociación porque la naturaleza de los Espíritus que tienen afinidad con el arquetipo del barón del cementerio suelen ser de naturaleza dominadora con lo que van a querer imponer dominio sobre la persona que le evoca queriendo instalar aceptación y una devoción muchas veces fanática, siendo así el que no quiera ser victima de una obsesión espiritual va a encontrar grandes decepciones ya que esto incluso se repite entre personajes como san la muerte y Exú que por fuertes convicciones degeneradas terminamos en presencia de Espíritus que incluso llaman al sacrificio humano. Cabe recordar que los Espíritus moldean su apariencia a partir de la mente y apenas les falta simpatía por un modelo de personalidad y hasta se visten con sus facciones descritas por el folclore; en los cementerios desde el inicio de los tiempos siempre han habido jerarcas ya que ahí opera la mafia de los perturbadores y dominadores, los verdugos que proporcionan condiciones de expiación para los que quedan sujetos al cadáver y que necesitan en medio de ese oscurecido panorama reformar su consciencia y llegar al arrepentimiento como primer paso para rehabilitarse y conseguir escapar de ese lugar y del dominio de este impetuoso dictador, a la larga de la historia mil nombres se le han asignado y hasta se les han dado atributos positivos aunque no las hay por el hecho de auxiliar el desencarne o posibilitar la muerte de los vivos cuando un mandato superior los incentiva a conspirar para provocar la muerte de alguien que ya le llegó su hora pero en tal caso el crédito pertenece al gobierno superior y no a ellos que apenas son los matones, la mano de obra que ejecuta una voluntad. Esos son los barones de los cementerios, que contratan, esclavizan y mueven a los Espíritus de los difuntos bajo el objetivo de conseguir recursos fluídicos para mantener su alimentación razón por la cual también se asocian a las formas de obsesión y perturbación ya que se involucran a vampirismo si el recurso de la ofrenda no llega para darles su cuota del día.
Aclaro una cosa, entre la creencia y la realidad yo no tengo conflictos con relación a los que creen y guardan devoción ya que incluso son ellos que por un concepto de devoción se exponen a lo que viven por voluntad propia, yo apenas comento lo que ocurre detrás de la creencia procurando traer discernimiento respecto al panorama en especial si ya la campaña de intromisión se hace bajo el sincretismo con otras figuras ya que inconscientemente es así como ellos [los Espíritus] se ganan un espacio en la colectividad.
Yo no creo en las escalas, creo que forman parte de un dogma de una estructura religiosa debido a que un Espíritu lo que requiere es conocimiento y competencia a la hora de actuar sobre un trabajo especifico y un chamarrero en su condición no necesita degenerar su estado espiritual para tratar con asuntos específicos, basta con modificar el patrón de vibración para ponerse en correspondencia con aquello que va a realizar a fin de tener el periespíritu lo bastante denso para tareas más físicas o hacer lo contrario para funciones más elevadas. En tal caso, debe y seguirá siendo el mismo personaje, no otro con otra personalidad y rasgos de personalidad. En el mediumnismo en general es lo que ocurre, salvo excepciones donde se divide la personalidad de un Espíritu se observan esas modificaciones pero como parte de un credo y no como una regla a la que están sometidos todos los Espíritus en especial cuando hay corrientes que flexibilizan su modo de actuar y se les permite ver modificar la naturaleza de sus fluidos sin observar cambios ni de personalidad ni de su apariencia fluídica, apenas se observa variación en la naturaleza de los fluidos lo que si no se observa por las facultades intelectuales se percibe por la intensidad sensitiva de la persona. A veces lo que ocurre es que los Espíritus se alternan dejando pasar a otro con el conocimiento necesario pero bajo la misma identidad para complementar entre todos y poder solucionar pero eso solo es comprensible a la luz de quien no concibe que los Espíritus son realmente quienes dicen ser sino que son formatos de ellos manifestarse. Creo que es complejo este último asunto, pero bueno yo lo explico para dejar clara razones, por lo demás lo referido al barón del cementerio sí no tiene ningún problema de comprensión debido a que trata el aspecto histórico-espiritual de su procedencia y la realidad entorno a ello.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.