ayuda nesesito informacion

kevyn monges escribió:

Holaa A todos y Bendiciones de Dios padre Todopoderoso y de la reyna, Mmm porfa alguien conose algo sobre indio pluma roja todo lo ke sepan porfavor escribanlo se lo agradesco de corazon!!

kevyn monges escribió:

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kevyn monges escribió:

Holaa A todos y Bendiciones de Dios padre Todopoderoso y de la reyna, Mmm porfa alguien conose algo sobre indio pluma roja todo lo ke sepan porfavor escribanlo se lo agradesco de corazon!!

Por : Celia escribió:

El indio Pluma Roja
Había una vez un poblado indio situado en una gran pradera, a la orilla de un río de aguas limpias y transparentes.

El poblado estaba formado por varias tipis. Todas las tiendas parecían iguales pero había una más grande que las demás. Dentro de ella, sobre el suelo, sólo había una gran alfombra de bonitos colores y en ella se reunían  por las mañanas todos los indios de la tribu para decidir las cosas importantes que iban a realizar durante el día. Era la hora de la Asamblea.

- Hoy iremos a jugar a la pradera, o … debemos recoger leña, o iremos a cazar, o a pescar, o a recolectar frutos…

Para poder formar parte de la Asamblea había que cumplir unas normas:

-  Respetar el turno de palabra
-  Levantar la mano para hablar
-  Escuchar a los demás….

Y estar sentado con los pies cruzados , la espalda derecha y no molestar.

Pero había un indio, Pluma Roja. ( ¿Porqué le llamaban así?) que no respetaba esas normas. Siempre interrumpía, nunca se estaba quieto, no escuchaba, no levantaba la mano para hablar. Así es que un día los demás indios, cansados de su comportamiento, decidieron echarle de la tienda.

Cuando salió a la pradera no estaba preocupado. Pensó que se lo iba a pasar muy bien corriendo y saltando sobre la hierba. Y al principio así fue, pero a medida que pasaba el tiempo se aburrió y al acercarse a la tienda donde se estaba celebrando la asamblea oyó hablar y reírse a los demás. Entonces pensó que él quería estar allí  participando como todos.

-¿Qué tengo que hacer para estar ahí?. Claro, respetar las normas: debo estarme quieto, respetar el turno de palabra, levantar la mano para hablar, permanecer sentado con los pies cruzados y no molestar a los compañeros.

Dispuesto a conseguirlo se pasó largo rato entrenándose y cuando lo consiguió pidió permiso para entrar y demostrarles que ya sabía respetar las normas. Después de pedir perdón se sentó con los pies cruzados y muy calladito, sólo participó cuando tenía algo importante que decir y levantando la mano antes.

Al final de la Asamblea los demás indios estaban asombrados de lo bien que se había portado y él, que había aprendido, procuró seguir portándose bien siempre.

Libro de Olalla Pons escribió:

Pluma Roja, es un guerrero lakota predestinado a ser el jefe de su pueblo.
Pero no puede cumplir tal responsabilidad hasta hallar el significado de la visión que le dio su nombre, por ese motivo decide emprender un viaje iniciático donde conocerá a Lady Georgiana Herbert, condesa de Shaftesbury.
Georgiana, tras dar por muerto a su esposo en una batalla en la cual se han visto sorprendidos, escapará ilesa y en el camino de huida se encontrará con Pluma Roja. El amor y el deseo surgirán de inmediato y juntos decidirán emprender el viaje de regreso hacia la Nación Lakota.
Pero Pluma Roja no es más que una ensoñación de Eliza, una joven del siglo veintiuno aficionada a la escritura, que no está dispuesta a entregar tan fácilmente su corazón a Julio, un domador del club de hípica donde entrena y que le recuerda al protagonista de su novela. Juntos se verán envueltos en una serie de situaciones que les transportarán constantemente a sus vidas pasadas.
¿Lograrán Julio y Eliza comprender sus visiones? ¿Volverán a estar juntos Pluma Roja y Georgiana?
No te pierdas esta apasionante historia de amor. Un amor que se aloja en el alma y perdura más allá del tiempo. Una historia de amor truncado por la intolerancia, que logrará vencer la injusticia del hombre y transportará al lector a un mundo mejor y lleno de esperanza.

Una pequeña introducción
Pluma Roja es un personaje que surgió de mi primera novela, “La concha de nácar”, actualmente publicada en internet.

Se trataba de un secundario, aunque muy importante para la novela. El padre del protagonista, un Gran Jefe Lakota con una trágica historia de amor y pasión a sus espaldas. Ciertamente, mientras escribía “La concha de nácar” nunca pensé que algún día Pluma Roja pudiera reencontrarse con el gran amor de su vida, Georgiana, hasta que Eliza, una joven del siglo XXI tuvo la siguiente visión…

Así que me vi obligada a dedicarle a mi querido Jefe, el final feliz que merecía.
Personajes

Pluma Roja, es un joven Lakota que puede presumir de un linaje tan antiguo que se remonta a tiempos donde hasta los más ancianos han perdido memoria. Su familia es una de las más respetadas e influyentes, y también la que más caballos y riquezas posee. Pero no solo por ese motivo todos apuntan hacia él como futuro jefe. Pluma Roja, es además, un gran guerrero que ha ganado innumerables batallas, un excepcional cazador capaz de alimentar a su familia, y un hombre muy respetado por el enemigo, por su fiero temple, inteligente diplomacia y exquisita educación. Posee todas las cualidades que debe tener un buen líder; carisma, compromiso y goza del respeto y la confianza de su pueblo.

También es un hombre tierno, comprensivo y muy generoso en el amor, y sobre todo, extremadamente paciente. Por eso logrará conquistar a Georgiana.

“Divisó el poblado y el orgullo le inundó el pecho. Sonrió hasta que casi le dolieron las mejillas. La manada de caballos de interminables colores pacía en la pradera junto al río. Los tipis ya estaban alzados y los niños pululaban alrededor de ellos, ajenos a cualquier otra cosa que no fueran sus juegos infantiles. Las mujeres jóvenes, que regresaban del río saludaban sonrientes a los valientes cazadores que orgullosos gritaban de júbilo.

Ese era su pueblo y lo amaba.”

WordPress.com escribió:

La pluma roja – parte I
Publicado en 16 julio, 2008 de martindelarosa
En la tribu de los indios Tahoe existía una tradición por la que el primogénito del jefe, al alcanzar la mayoría de edad, debía elegir a una joven para desposarse, de entre las chicas de la aldea que se presentasen candidatas para ello, y mantener, de esta forma, la seguridad de la descendencia y la continuidad del liderazgo hereditario. En caso de que se tratase de una mujer, sería el joven guerrero que ostentase el título del más fuerte en la tribu, quien contraería matrimonio con ella.

Así que desde niño, Moweti estuvo esperando a que la hermosa Topanga, la hija del jefe Chowa, llegase a ese día. La había conocido una mañana en que jugaba a esconderse con otros chiquilos y había acabado entrando por descuido en el tipi del jefe Chowa. Al verla por primera vez, en la penumbra de la tienda, con su cara blanca y su hermosa sonrisa, cepillándose su larga melena oscura de cabello liso y suave, se prometió a sí mismo que algún día la haría su esposa.

Aunque recibió una dura reprimenda por entrar allí sin permiso, Moweti no olvidó su promesa. Y se preparó a conciencia durante los años siguientes para convertirse en un gran guerrero, que se hiciera digno del aprecio de la bella Topanga.

Fruto de su esfuerzo en el entrenamiento, sus habilidades en la caza, el combate, y la monta, fueron reconocidas. Tras largos años e innumerables pruebas superadas con éxito, el jefe Chowa la entregó la pluma roja, que simbolizaba la fortaleza del mejor guerrero Tahoe.

Finalmente, Topanga se hizo mayor. Y tras la ceremonia de celebración de entrada a la edad adulta, toda la tribu se reunió para realizar el anuncio de la boda entre Topanga y Moweti.

Moweti estaba nervioso y feliz. Todos le arropaban y le deseaban suerte. El pueblo entero se reunió formando un círculo. En el centro, el jefe Chowa y el chamán de la tribu esperaban junto con Topanga la llegada de Moweti. Éste salió del círculo para acercarse a ellos, y no pensaba más que en tomar la mano de Topanga, cuando el alboroto de la gente le distrajo. Algo había ocurrido.

Miró hacia un lado y vio cómo otro hombre se apartaba del círculo para caminar hacia él. Era Tiweni.

Tiweni había sido amigo suyo desde la infancia. Al crecer, también habían entrenado y cazado juntos, y habían rivalizado para demostrar su fuerza. Si estaba allí en ese momento, sólo podía significar una cosa. Tiweni se puso a su altura y le miró fijamente antes de clavar su lanza en el suelo entre ambos. Era un desafío.

Según la costumbre, tenía derecho a ello. El duelo debía emprenderse de forma inmediata. Aquel que se alzase con la victoria sería declarado como el más fuerte y se casaría con Topanga.

Se retiraron las armas. Dejaron libre el espacio para ellos. Se les dieron las porras de lucha ceremonial. Moweti se quitó la pluma roja y se la entregó al chamán, que se la devolvió al jefe Chowa. Sonaron los tambores. Chowa dio la orden y empezó el combate.