Muy buenas, hermana!
No sé si he entendido bien, corríjame si me equivoco.
¿Una persona siendo agredida con un trabajo arriba de la Bóveda Espiritual?
Si he entendido bien, la doy mi opinión:
La Bóveda Espiritual es un canal que tiene la intención de canalizar (valga la redundancia) los fluidos espirituales de los seres guías que administran y acompañan a un ser humano en particular. Estamos hablando, por tanto, de entidades de moral superior que (en mi humilde experiencia) no suelen ser muy participes de pseudo-hechicerías con ese tipo de intenciones.
Una Bóveda Espiritual que atraiga fluidos de espíritus de bajo astral dispuestos a este tipo de cosas, desde luego no es una Bóveda Espiritual, si no un mero centro de atención de espíritus de dudoso origen. Bien sea por mala praxis a la hora de constituirla, incorrecto desarrollo del espiritista, o bien por la ausencia del permiso necesario de parte de las entidades de alta luz que son las que deben de autorizar a los espiritistas dicha constitución.
En ese caso, el dueño de "Bóveda" no merece otra cosa que lástima...
Se procede como cualquier otra agresión mágica de origen dudoso, y peligrosidad aún más dudosa. De hecho si usted propone este tema en el foro de Palo Mayombe por ser usted iniciada, incluso me atrevería a decir que esa situación es un paseo por el campo para cualquier Nganga correctamente fundamentada.
De todas formas busque por aquí más opiniones, en particular le aconsejo a los médiums (y usuarios de este foro)
Adal Cobos y
ChicoXavier, así como al propio
Espiritista (el Admin) a pesar de que tal vez su especialidad sea más el espiritismo marialioncero en particular, pero no dudo que su conocimiento del ámbito espiritual pueda resultar inspirador también para este caso. Otro buen aporte se lo podría dar el Tata
Akelarre, que también comparte a menudo con nosotros en este espacio.
Que esté bien.
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Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
(José Martí, 1891, Cuba)