La preparación de la bóveda espiritual
La preparación de la bóveda debe hacerse con el máximo esmero, en primer lugar deberemos buscar un lugar donde prepararla, debe ser un lugar espacioso y tranquilo. Para la preparación de la Bóveda se necesitaran los siguientes Elementos:
Una mesa.
1 mantel Blanco.
6 Vasos y 1 copa grande con agua (preferentemente transparentes).
1 crucifijo.
1 Candelabro.
1 vela.
flores.
Imágenes de santos católicos.
Todos aquellos elementos que los muertos del cuadro espiritual hayan pedido.
Si vamos a celebrar una reunión espiritista o misa
Una pequeña palangana.
Agua.
Agua Bendita.
Cascarilla.
Colonia.
Tabaco.
Caña.
Fotos de los familiares muertos.
La palangana que se pone al pie de la Bóveda espiritual es para hacerse cada uno de los miembros que asistan a la reunión una limpieza espiritual tan pronto se haya rezado la primera Oración. En la palangana se pondrá Agua, colonia muy fresca, cascarilla, pétalos de flores y un poco de agua bendita.
El Espiritismo nos enseña de qué modo los Espíritus pueden estar entre nosotros. Están con su cuerpo fluídico espiritual, y en la apariencia que nos lo harían reconocer si se hicieran visibles. Cuanto más elevada es su jerarquía, tanto más grande es su poder y radiación; así es que poseen el don de ubicuidad, y pueden encontrarse en diferentes puntos simultáneamente; basta para ello un destello de su pensamiento.
Con estas palabras, Jesús quiso manifestar el efecto de la unión y de la fraternidad; no es el mayor o menor número el que lo atrae, puesto que, en vez de dos o tres personas, hubiera podido decir diez o veinte, sino el sentimiento de caridad que anima a los unos ya los otros; pues para esto, basta que haya dos. Pero si estas dos personas ruegan cada una por su lado, aun cuando se dirijan a Jesús, no hay entre ellas comunión de pensamientos sobre todo si no están movidas por un sentimiento de benevolencia mutua, si se miran también con prevención, con odio, envidia o celos, las corrientes fluídicas de sus pensamientos se rechazan en lugar de unirse con mutua simpatía, y entonces no están unidas en nombre de Jesús; sólo es el pretexto de la reunión, y no el verdadero móvil.
Si El nos dijo: vendré por cualquiera que me llamare, eso no implica el que sea sordo a la voz de una sola persona; es que exige ante todo el amor al prójimo, del que se pueden dar más pruebas cuando son muchos, que estando en el aislamiento, y que todo sentimiento personal lo aleja. De todo esto se desprende, que si en una reunión numerosa, dos o tres personas solamente se unen de corazón por el sentimiento de una verdadera caridad, mientras que los otros se aíslan y concentran en sus pensamientos egoístas y mundanos, El estará con los primeros y no con los otros. No es, pues, la simultaneidad de palabras, de cantos o de actos exteriores los que constituyen la reunión en nombre de Jesús, sino la comunión de pensamientos conformes al espíritu de caridad personificado en Jesús. Tal debe ser el carácter de las reuniones espiritistas formales, en las que se espera sinceramente el concurso de los buenos Espíritus.