Se tiene hoy en día claro que absolutamente todos los seres humanos son médiums, la sensibilidad de cada uno varia en intensidad y de ahí es que derivan que unos hagan de la mediumnidad algo más palpable. Existen también los médiums con especialidades (modalidades) que se trata de individuos que recibieron una preparación en el mundo espiritual antes de nacer para que en determinado momento puedan desenvolver un tipo de trabajo, podría ser incorporación, videncia, psicografía, etc., que no están limitados a religión, doctrina o práctica alguna porque aunque la persona vaya a un espacio donde solo se estime la incorporación no quiere decir que el resto de sus modalidades no existan, simplemente las ignora y así mismo ignora los trabajos que debe realizar con las mismas.
En relación a tus sensaciones, lo único que eso demuestra es que hay espíritus a su alrededor y que posiblemente se traten de espíritus del umbral o bajo astral, según los conceptos católicos serían espíritus que viven en el purgatorio y que cuando hay influencia espiritual existe una amplificación de la sensibilidad de la persona para que se haga consciente de lo que tiene consigo. Lo interesante de su caso es que hay una diversidad de manifestaciones donde varia los mismos sintamos, siendo unos más desagradables que otros y eso refleja que posiblemente sean muchos los espíritus que estén a su alrededor entrando en contacto con usted. Creo que la única manera de comprobar la existencia de la mediumnidad es mediante la consulta con otro médium bien orientado o por el ejercicio lo cual no es recomendable sin la revisión previa debido a que generalmente ningún médium está en su inicio en condiciones para ejercer de ninguna manera.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.