Obsesión Espiritual: Un problema que se manifiesta de varias formas
Osvaldo Shimoda
Osvaldo Shimoda
“(...) Existen problemas obsesivos en varias expresiones, como los de un encarnado sobre otro; de un desencarnado sobre otro; de un encarnado sobre un desencarnado y, genéricamente, de éste sobre aquél.”
-Manoel Philomeno de Miranda.
(Sementes de Vida Eterna, Autores diversos. Psicografía de Divaldo Pereira Franco, cap. 30).
La obsesión espiritual, en su calidad de enfermedad aún no catalogada en los tratados de patología médica (la medicina clásica, por estructurarse en visión cartesiana, puramente organicista del ser, no tiene en cuenta la existencia del alma, del espíritu) es uno de los más antiguos flagelos de la humanidad, prolongándose, por tanto, desde hace milenios. Pero ¿por qué?
Partiendo del principio de que somos seres en evolución (estamos todos subordinados a una de las Leyes Universales, la Ley de la Reencarnación. Aunque no quiera reencarnarse, el ser tendrá que hacerlo, excepto aquellos que ya se han liberado del ciclo kármico; en estos casos, tendrán el libre albedrío de elegir si quieren reencarnarse o no), obviamente en vidas pasadas hemos practicado atrocidades, barbaries, perjudicando a nuestros semejantes (es importante resaltar que el velo del olvido no nos deja recordar lo que hicimos en el pasado) y, con eso, hemos creado enemigos, espíritus obsesores.
Así, mientras que el ser humano alimente sentimientos de odio y venganza, la obsesión espiritual seguirá existiendo. Escribí en artículos anteriores en mi Web que el 95% de los pacientes que acuden a mi consultorio tienen una influencia espiritual obsesora como causa primaria (principal) o secundaria (agravante) de su(s) problema(s) y tan sólo en un 5% la causa es puramente psicológica, creada por el propio paciente en esta vida (infancia, nacimiento, útero materno) o en vidas pasadas.
Por tanto, la obsesión espiritual como enfermedad del alma, merece ser estudiada de forma seria y profunda para que podamos mejorar la calidad de vida del enfermo.
A cuenta de esto, escribí también un artículo en mi Web, cuyo título es “Terapia Médica y Terapia Espiritual: Por qué dividir si podemos sumar”, la importancia de aunar los dos abordajes terapéuticos.
Bajo este aspecto, la Terapia Regresiva Evolutiva (T.R.E.) – la Terapia del Mentor Espiritual – Abordaje psicológico y espiritual breve, canalizado por mí a través de los Espíritus Superiores del Astral, ha sido creada no para sustituir a la medicina, sino para complementarla. Mejor explicando: la medicina cuida del organismo físico y la T.R.E. del alma, del espíritu. Esa es mi esperanza, que las dos puedan un día caminar lado a lado, formando una aparcería.
Es conocido por la mayoría de las personas, que la influencia espiritual obsesora se da de un desencarnado para un encarnado. Sin embargo, en la observación clínica con mis pacientes, he podido percibir seis formas de obsesión espiritual:
1) Desencarnado para encarnado.
2) Encarnado para desencarnado.
3) Desencarnado para desencarnado.
4) Obsesión recíproca.
5) Auto-obsesión y
6) Encarnado para encarnado.
1) Desencarnado para encarnado: Aprovechándose de su estado de invisibilidad, el espíritu obsesor ejerce su acción nociva sobre el obsedido, manipulando su campo de energía de diversas formas posibles e inimaginables, usando armas espirituales (artefactos fluídicos, por tanto no detectables por ningún aparato médico terreno sofisticado, como la resonancia magnética), parásitos, energías sembradas, llegando a crear dolencias graves en el encarnado, con fiebres, inflamaciones, dolores y otros síntomas orgánicos, confundiendo así el raciocinio del médico y dificultando el tratamiento adecuado.
2) Encarnado para desencarnado: Hay casos de encarnados, que durante el sueño, en espíritu, (desdoblados), van detrás del desencarnado para vigilarlo y/o perjudicarlo en el astral inferior (tinieblas), por estar dominados por sentimientos de odio, rebelión y venganza.
3) Desencarnado para desencarnado: Es común en las sesiones de regresión que el paciente recuerde una vida pasada en que después de su desencarne, se encontró en el umbral (tinieblas) con su(s) desafecto(s) y entabló con él (ellos) un embate espiritual.
4) Obsesión recíproca: En cierta ocasión, una paciente hizo regresión y descubrió que en varias encarnaciones ella y su suegra se alternaban como obsesora y obsedida (entonces sin grado de parentesco) y ahora, en la vida actual, ambas habían venido encarnadas disputando nuevamente el mismo hombre (que vino como marido e hijo, respectivamente). No se contuvo y lloró copiosamente. Aproveché el momento y le propuse perdonar a su suegra. Ella me respondió: “¿Cómo puedo perdonar a esa maleante? No lo consigo”.
Aclaré a la paciente que la única manera de que ambas cortasen el cordón energético, el lazo psíquico que las unía en varias encarnaciones, era a través de la oración del perdón, de la reconciliación. No sirvió de nada, la paciente me dijo que no estaba aún en condiciones de perdonarla. Este es un ejemplo de que las personas se unen no sólo por el amor, sino también por el odio.
5) Auto-obsesión: Kardec, el codificador del Espiritismo, decía: “El hombre no raramente es obsesor de sí mismo. Algunos estados enfermizos y ciertas aberraciones que se lanzan a cuenta de una causa oculta, derivan del Espíritu del propio individuo.”
Estoy plenamente de acuerdo con él. No obstante, muchos pacientes prefieren eludir la culpa de sus problemas atribuyéndolos a los espíritus obsesores. Son enfermos del alma, obsesores de sí mismos atormentados por sus propios pensamientos negativos, enfermizos.
6) Encarnado para encarnado: Son personas obsediendo a otras personas en todas las relaciones humanas: Padres e hijos, hermanos, marido y mujer, suegra y nuera, jefe y empleado, etc. En las relaciones amorosas esas obsesiones son consecuencia de un “amor” tirano, déspota, posesivo, celoso, que cercena, que sofoca la libertad del otro.
Entre padres e hijos, crea una verdadera simbiosis parasitaria, como si ambos fuesen un único organismo, tal es el grado de dependencia mutua.
Lo mismo ocurre también en las relaciones afectivas, donde la pareja cultiva una relación tóxica, enfermiza, destructiva.
En esos casos, el cónyuge ejerce en la vida del paciente lo mismo que una droga en los viciados. Es la dependencia afectiva.
En el trabajo, la obsesión espiritual se manifiesta en aquel jefe que persigue sistemáticamente de todas la formas posibles, humillando, torturando psicológicamente al empleado para minar, acabar con su autoestima y su confianza en sí mismo.
A continuación, véase el caso de una paciente, cuya suegra hizo para ella varios trabajos de magia negra.
Caso clínico:
Problema de relación con la suegra.
Mujer de 45 años, casada.
Acudió a mi consultorio a cuenta de su problema de relación con la suegra. Ésta nunca había aceptado el matrimonio de su hijo. La paciente se enteró de que su suegra le había hecho varios trabajos de magia negra para acabar con su matrimonio.
Se quejaba también de que constantemente sentía las extremidades de su cuerpo, manos y pies helados. Hizo todos los exámenes médicos necesarios y sin embargo no descubrió la causa de su problema. Esto la tenía sin disposición, cansada, sin ánimo para trabajar.
Hizo todos los tratamientos médicos disponibles, incluso la acupuntura, no obstante, sin éxito.
En la 3ª sesión de regresión, la paciente me relató:
“Veo una ciudad bonita, calma, tranquila. Es de noche, las calles son empedradas. Las casas están iluminadas por lamparillas.
Soy alta, delgada, cabellos atados, negros, piel clara. Es otra vida. Es como si alguien estuviese tirando por mí, diciendo alguna cosa, pero no consigo oír.”
- ¿Consigues ver a quien te habla? – Pido a la paciente.
“No, pero noto que es un ser espiritual; no consigo identificar si es del bien o del mal. No obstante, siento que está muy angustiado. Noto también un peso en mi espalda (es común cuando una persona está obsedida que sienta un peso, una fuerte presión en la espalda, los hombros o la nuca, debido a que el obsesor se pone pegado, arrimado al obsedido. Esto explica la expresión popular “encosto” (en portugués, alguien que está arrimado o pegado a otro).
Aunque no lo vea (la paciente intuye la presencia espiritual), tengo la impresión de que ese ser espiritual está con sus dos manos presionando, cerrando mis oídos. Me produce agonía, y cuando quito sus manos, las mías empiezan a hormiguear (la paciente siente el cuerpo o partes del cuerpo hormiguear debido a la presencia, al campo de vibración de ese ser espiritual).
Él hace eso para que yo no pueda escuchar las cosas buenas, sólo las malas (pausa).
Percibo ahora que ese ser espiritual es mi suegra. Ella también fue mi suegra en esa vida pasada (en esta terapia el paciente tiene que utilizar mucho de su intuición, pues muchas cosas no las llegará a ver.)
Es como si hubiese entre nosotras una guerra espiritual. Ella, en espíritu, en esa vida pasada, me ahoga, y mis piernas quedan heladas, pues es como si ella entrase por mis piernas (el periespíritu – cuerpo espiritual – es fluídico, por eso es muy ligero, como gas, humo, niebla) y yo quedo sin fuerzas. Ella me sujeta también por la espalda, quedo sin defensa. Siento que mis brazos hormiguean también, perdiendo las fuerzas, y ella cierra con las manos mis oídos.
Con eso, siento mi cabeza hueca (cuando los pacientes están obsedidos, suelen relatar también que se sienten “idos”, “aéreos”, con la cabeza pesada).
Noto que mi suegra siente mucha rabia, odio de mí. Yo reñía mucho con ella a causa de su hijo. En esa vida pasada ella tampoco quería que me casara con él, debido a los celos que sentía. En espíritu ella me dice que no ha sido querida ni amada por el hijo. Por eso ella sentía rabia, celos de mí, pues él me amaba mucho (pausa).
Tengo la sensación de que la llevo cargada a cuestas y, con esto, ella absorbe toda mi energía, mis fuerzas.”
Al final de la sesión, orienté a la paciente para que hiciese la oración del perdón a su suegra, mandándole mucha luz.
El propio Cristo, gran médico de las almas, predicaba el amor y el perdón, la reconciliación para casos de interferencia espiritual
En la 4ª sesión (la última), la paciente me dijo que se había olvidado de hacer la oración del perdón (fue un acto fallido de la paciente, pues yo le había recetado por escrito esa oración). Ella no conseguía comprender por qué se había “olvidado” completamente de orar para su suegra.
Al hacer regresión me relató:
“Veo una luz blanca, muy intensa. Es bastante grande, viene de lo alto e incide sobre mí. A decir verdad es un gran foco de luz.
Noto mi cuerpo helado (periespíritu), pero ese foco de luz es caliente, agradable. Ella me envuelve, pero tengo miedo.”
- ¿Miedo de qué? – Pregunto a la paciente.
“Tengo miedo de merecer esa luz. Es como si no me sintiese digna de recibir esa luz, debido a las cosas malas que hice en el pasado, y que intento ocultar a mí misma y a los demás.”
- ¿Qué intentas ocultar? – Le pregunto nuevamente.
“Un montón de pecados, de maldades que cometí. Me veo agachada, toda encogida. Esa luz entra por el centro de mi cabeza, pero mi corazón, mi pecho, permanecen “helados” todo el tiempo. Siento un dolor en el pecho. La impresión es que guardo muchas penas, sufrimiento, angustia y tristeza de mi pasado.”
- Pregunta a tu mentor espiritual si él tendría algo que decirte en relación a esas penas de tu pasado – pido a la paciente.
“Dice que no necesito saberlo, que eso no importa. Lo que importa es resolverlas, quitar mi culpa, liberarme de ella. Dice que tengo un corazón muy duro, que necesito rescatar la capacidad de amar. Necesito quitar las penas, los rencores de mi corazón.
Me pide que haga la oración del perdón, según usted me había prescrito. Al hacer la oración del perdón voy a modificar mis actitudes, limpiar mi corazón y tener un crecimiento espiritual mayor. Dice además que el alma se nutre de la plegaria, de las oraciones.
Dice que he venido en la encarnación actual para poder perdonar a mi suegra y romper el hielo de mi corazón.
El dolor en el pecho se hace muy fuerte, es como si mi corazón estuviese de veras “congelado”, por eso duele. Dice además que no he venido a esta terapia para hacer regresión, ni saber detalles de mi pasado, pues eso no me aportaría nada. En verdad, lo que me ayudará es liberarme de mi suegra, perdonándole a través de la oración del perdón para que podamos encontrar la luz del amor y del perdón, por tanto, de la reconciliación. Dice que esa etapa en que tomé conciencia a través de él de la importancia del perdón y del amor, ha sido cumplida y que más adelante él me intuirá el momento propicio para acudir nuevamente a la T.R.E.”
Tras la sesión, la paciente me dijo que se sentía bien, muy bien, ligera, con el corazón caldeado.
Partiendo del principio de que somos seres en evolución (estamos todos subordinados a una de las Leyes Universales, la Ley de la Reencarnación. Aunque no quiera reencarnarse, el ser tendrá que hacerlo, excepto aquellos que ya se han liberado del ciclo kármico; en estos casos, tendrán el libre albedrío de elegir si quieren reencarnarse o no), obviamente en vidas pasadas hemos practicado atrocidades, barbaries, perjudicando a nuestros semejantes (es importante resaltar que el velo del olvido no nos deja recordar lo que hicimos en el pasado) y, con eso, hemos creado enemigos, espíritus obsesores.
Así, mientras que el ser humano alimente sentimientos de odio y venganza, la obsesión espiritual seguirá existiendo. Escribí en artículos anteriores en mi Web que el 95% de los pacientes que acuden a mi consultorio tienen una influencia espiritual obsesora como causa primaria (principal) o secundaria (agravante) de su(s) problema(s) y tan sólo en un 5% la causa es puramente psicológica, creada por el propio paciente en esta vida (infancia, nacimiento, útero materno) o en vidas pasadas.
Por tanto, la obsesión espiritual como enfermedad del alma, merece ser estudiada de forma seria y profunda para que podamos mejorar la calidad de vida del enfermo.
A cuenta de esto, escribí también un artículo en mi Web, cuyo título es “Terapia Médica y Terapia Espiritual: Por qué dividir si podemos sumar”, la importancia de aunar los dos abordajes terapéuticos.
Bajo este aspecto, la Terapia Regresiva Evolutiva (T.R.E.) – la Terapia del Mentor Espiritual – Abordaje psicológico y espiritual breve, canalizado por mí a través de los Espíritus Superiores del Astral, ha sido creada no para sustituir a la medicina, sino para complementarla. Mejor explicando: la medicina cuida del organismo físico y la T.R.E. del alma, del espíritu. Esa es mi esperanza, que las dos puedan un día caminar lado a lado, formando una aparcería.
Es conocido por la mayoría de las personas, que la influencia espiritual obsesora se da de un desencarnado para un encarnado. Sin embargo, en la observación clínica con mis pacientes, he podido percibir seis formas de obsesión espiritual:
1) Desencarnado para encarnado.
2) Encarnado para desencarnado.
3) Desencarnado para desencarnado.
4) Obsesión recíproca.
5) Auto-obsesión y
6) Encarnado para encarnado.
1) Desencarnado para encarnado: Aprovechándose de su estado de invisibilidad, el espíritu obsesor ejerce su acción nociva sobre el obsedido, manipulando su campo de energía de diversas formas posibles e inimaginables, usando armas espirituales (artefactos fluídicos, por tanto no detectables por ningún aparato médico terreno sofisticado, como la resonancia magnética), parásitos, energías sembradas, llegando a crear dolencias graves en el encarnado, con fiebres, inflamaciones, dolores y otros síntomas orgánicos, confundiendo así el raciocinio del médico y dificultando el tratamiento adecuado.
2) Encarnado para desencarnado: Hay casos de encarnados, que durante el sueño, en espíritu, (desdoblados), van detrás del desencarnado para vigilarlo y/o perjudicarlo en el astral inferior (tinieblas), por estar dominados por sentimientos de odio, rebelión y venganza.
3) Desencarnado para desencarnado: Es común en las sesiones de regresión que el paciente recuerde una vida pasada en que después de su desencarne, se encontró en el umbral (tinieblas) con su(s) desafecto(s) y entabló con él (ellos) un embate espiritual.
4) Obsesión recíproca: En cierta ocasión, una paciente hizo regresión y descubrió que en varias encarnaciones ella y su suegra se alternaban como obsesora y obsedida (entonces sin grado de parentesco) y ahora, en la vida actual, ambas habían venido encarnadas disputando nuevamente el mismo hombre (que vino como marido e hijo, respectivamente). No se contuvo y lloró copiosamente. Aproveché el momento y le propuse perdonar a su suegra. Ella me respondió: “¿Cómo puedo perdonar a esa maleante? No lo consigo”.
Aclaré a la paciente que la única manera de que ambas cortasen el cordón energético, el lazo psíquico que las unía en varias encarnaciones, era a través de la oración del perdón, de la reconciliación. No sirvió de nada, la paciente me dijo que no estaba aún en condiciones de perdonarla. Este es un ejemplo de que las personas se unen no sólo por el amor, sino también por el odio.
5) Auto-obsesión: Kardec, el codificador del Espiritismo, decía: “El hombre no raramente es obsesor de sí mismo. Algunos estados enfermizos y ciertas aberraciones que se lanzan a cuenta de una causa oculta, derivan del Espíritu del propio individuo.”
Estoy plenamente de acuerdo con él. No obstante, muchos pacientes prefieren eludir la culpa de sus problemas atribuyéndolos a los espíritus obsesores. Son enfermos del alma, obsesores de sí mismos atormentados por sus propios pensamientos negativos, enfermizos.
6) Encarnado para encarnado: Son personas obsediendo a otras personas en todas las relaciones humanas: Padres e hijos, hermanos, marido y mujer, suegra y nuera, jefe y empleado, etc. En las relaciones amorosas esas obsesiones son consecuencia de un “amor” tirano, déspota, posesivo, celoso, que cercena, que sofoca la libertad del otro.
Entre padres e hijos, crea una verdadera simbiosis parasitaria, como si ambos fuesen un único organismo, tal es el grado de dependencia mutua.
Lo mismo ocurre también en las relaciones afectivas, donde la pareja cultiva una relación tóxica, enfermiza, destructiva.
En esos casos, el cónyuge ejerce en la vida del paciente lo mismo que una droga en los viciados. Es la dependencia afectiva.
En el trabajo, la obsesión espiritual se manifiesta en aquel jefe que persigue sistemáticamente de todas la formas posibles, humillando, torturando psicológicamente al empleado para minar, acabar con su autoestima y su confianza en sí mismo.
A continuación, véase el caso de una paciente, cuya suegra hizo para ella varios trabajos de magia negra.
Caso clínico:
Problema de relación con la suegra.
Mujer de 45 años, casada.
Acudió a mi consultorio a cuenta de su problema de relación con la suegra. Ésta nunca había aceptado el matrimonio de su hijo. La paciente se enteró de que su suegra le había hecho varios trabajos de magia negra para acabar con su matrimonio.
Se quejaba también de que constantemente sentía las extremidades de su cuerpo, manos y pies helados. Hizo todos los exámenes médicos necesarios y sin embargo no descubrió la causa de su problema. Esto la tenía sin disposición, cansada, sin ánimo para trabajar.
Hizo todos los tratamientos médicos disponibles, incluso la acupuntura, no obstante, sin éxito.
En la 3ª sesión de regresión, la paciente me relató:
“Veo una ciudad bonita, calma, tranquila. Es de noche, las calles son empedradas. Las casas están iluminadas por lamparillas.
Soy alta, delgada, cabellos atados, negros, piel clara. Es otra vida. Es como si alguien estuviese tirando por mí, diciendo alguna cosa, pero no consigo oír.”
- ¿Consigues ver a quien te habla? – Pido a la paciente.
“No, pero noto que es un ser espiritual; no consigo identificar si es del bien o del mal. No obstante, siento que está muy angustiado. Noto también un peso en mi espalda (es común cuando una persona está obsedida que sienta un peso, una fuerte presión en la espalda, los hombros o la nuca, debido a que el obsesor se pone pegado, arrimado al obsedido. Esto explica la expresión popular “encosto” (en portugués, alguien que está arrimado o pegado a otro).
Aunque no lo vea (la paciente intuye la presencia espiritual), tengo la impresión de que ese ser espiritual está con sus dos manos presionando, cerrando mis oídos. Me produce agonía, y cuando quito sus manos, las mías empiezan a hormiguear (la paciente siente el cuerpo o partes del cuerpo hormiguear debido a la presencia, al campo de vibración de ese ser espiritual).
Él hace eso para que yo no pueda escuchar las cosas buenas, sólo las malas (pausa).
Percibo ahora que ese ser espiritual es mi suegra. Ella también fue mi suegra en esa vida pasada (en esta terapia el paciente tiene que utilizar mucho de su intuición, pues muchas cosas no las llegará a ver.)
Es como si hubiese entre nosotras una guerra espiritual. Ella, en espíritu, en esa vida pasada, me ahoga, y mis piernas quedan heladas, pues es como si ella entrase por mis piernas (el periespíritu – cuerpo espiritual – es fluídico, por eso es muy ligero, como gas, humo, niebla) y yo quedo sin fuerzas. Ella me sujeta también por la espalda, quedo sin defensa. Siento que mis brazos hormiguean también, perdiendo las fuerzas, y ella cierra con las manos mis oídos.
Con eso, siento mi cabeza hueca (cuando los pacientes están obsedidos, suelen relatar también que se sienten “idos”, “aéreos”, con la cabeza pesada).
Noto que mi suegra siente mucha rabia, odio de mí. Yo reñía mucho con ella a causa de su hijo. En esa vida pasada ella tampoco quería que me casara con él, debido a los celos que sentía. En espíritu ella me dice que no ha sido querida ni amada por el hijo. Por eso ella sentía rabia, celos de mí, pues él me amaba mucho (pausa).
Tengo la sensación de que la llevo cargada a cuestas y, con esto, ella absorbe toda mi energía, mis fuerzas.”
Al final de la sesión, orienté a la paciente para que hiciese la oración del perdón a su suegra, mandándole mucha luz.
El propio Cristo, gran médico de las almas, predicaba el amor y el perdón, la reconciliación para casos de interferencia espiritual
En la 4ª sesión (la última), la paciente me dijo que se había olvidado de hacer la oración del perdón (fue un acto fallido de la paciente, pues yo le había recetado por escrito esa oración). Ella no conseguía comprender por qué se había “olvidado” completamente de orar para su suegra.
Al hacer regresión me relató:
“Veo una luz blanca, muy intensa. Es bastante grande, viene de lo alto e incide sobre mí. A decir verdad es un gran foco de luz.
Noto mi cuerpo helado (periespíritu), pero ese foco de luz es caliente, agradable. Ella me envuelve, pero tengo miedo.”
- ¿Miedo de qué? – Pregunto a la paciente.
“Tengo miedo de merecer esa luz. Es como si no me sintiese digna de recibir esa luz, debido a las cosas malas que hice en el pasado, y que intento ocultar a mí misma y a los demás.”
- ¿Qué intentas ocultar? – Le pregunto nuevamente.
“Un montón de pecados, de maldades que cometí. Me veo agachada, toda encogida. Esa luz entra por el centro de mi cabeza, pero mi corazón, mi pecho, permanecen “helados” todo el tiempo. Siento un dolor en el pecho. La impresión es que guardo muchas penas, sufrimiento, angustia y tristeza de mi pasado.”
- Pregunta a tu mentor espiritual si él tendría algo que decirte en relación a esas penas de tu pasado – pido a la paciente.
“Dice que no necesito saberlo, que eso no importa. Lo que importa es resolverlas, quitar mi culpa, liberarme de ella. Dice que tengo un corazón muy duro, que necesito rescatar la capacidad de amar. Necesito quitar las penas, los rencores de mi corazón.
Me pide que haga la oración del perdón, según usted me había prescrito. Al hacer la oración del perdón voy a modificar mis actitudes, limpiar mi corazón y tener un crecimiento espiritual mayor. Dice además que el alma se nutre de la plegaria, de las oraciones.
Dice que he venido en la encarnación actual para poder perdonar a mi suegra y romper el hielo de mi corazón.
El dolor en el pecho se hace muy fuerte, es como si mi corazón estuviese de veras “congelado”, por eso duele. Dice además que no he venido a esta terapia para hacer regresión, ni saber detalles de mi pasado, pues eso no me aportaría nada. En verdad, lo que me ayudará es liberarme de mi suegra, perdonándole a través de la oración del perdón para que podamos encontrar la luz del amor y del perdón, por tanto, de la reconciliación. Dice que esa etapa en que tomé conciencia a través de él de la importancia del perdón y del amor, ha sido cumplida y que más adelante él me intuirá el momento propicio para acudir nuevamente a la T.R.E.”
Tras la sesión, la paciente me dijo que se sentía bien, muy bien, ligera, con el corazón caldeado.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.