Vampirismo y parasitismo espiritual
1. Conceptos:
“Acción por la cual Espíritus involucionados, arraigados a las pasiones inferiores, se imantan a la organización psicofísica de los encarnados (y desencarnados), chupándoles la substancia vital.” (Martins Peralva – Estudiando la Mediumnidad)
“El parasitismo espiritual (o vampirismo) es un proceso grave de obsesión que puede ocasionar serios daños a aquellos que se hacen huéspedes (el obcecado), llevándolo a la locura o hasta incluso a la muerte.” (Espiritismo de la A a la Z, citando Suely Caldas Schubert, Obsesión/Desobsesión: profilaxis y terapéutica espirita. 9 ed. Rio: FEB, 1994, p. 192)
2. Especies:
1-Espíritus muy apegados a las sensaciones materiales prosiguen, tras la sepultura, a buscar las sensaciones que disfrutaban cuando encarnados, vinculándose a los encarnados que vibran en faja idéntica, parejas de pasiones desequilibrantes.
2-Los obsesores, por venganza y odio, se ligan a sus víctimas con la intención de absorberles la vitalidad, debilitándolas, en búsqueda de mayor dominio.
3-Existen aquellos que, ya libertos del cuerpo físico, se ligan, inconscientemente, a los seres amados que permanecen en la corteza terrestre, pero sin el deseo de hacer el mal.
4-Entre los encarnados, existen personas que viven permanentemente chupando las fuerzas de otros seres humanos, que se dejan pasivamente dominar.
Vampirismo reciproco:
El vampirismo puede, todavía, comportarse a forma de vampirismo reciproco, donde ambos espíritus envueltos se alimentan de los fluidos enfermizos de su compañero, apegándose a él instintivamente.
Un ejemplo es el caso relatado en la obra “En los Dominios de la Mediumnidad”, donde un hombre desencarnado y una mujer encarnada viven en régimen de esclavitud mutua, nutriéndose de la emanación uno del otro. Ella busca ayuda en la sesión del trabajo desobsesivo realizado por un centro espirita y, con el concurso de entidades abnegadas, consigue el apartamiento momentáneo del espíritu obsesor. Bastó que el espíritu fuese retirado para que ella lo fuese a procurar, reclamando su presencia.
3. Causas efectivas:
-Desarreglos emocionales (tristeza, cólera, miedo, etc.)
-Glotonería.
-Excesos alcohólicos.
-Cigarro.
-Desvíos sexuales.
En el capítulo III de la obra “Misioneros de la Luz”, merecen destaques los pasajes donde André Luiz y Alexandre observan médiums que presentan algunos de los desarreglos anteriormente mencionados:
3.1. Sexo:
Persona observada: joven que se excitaba en el desenvolvimiento mediúmnico, frecuentando un centro en una ciudad brasilera, en que el Espíritu Alexandre era mentor. Casado hace 8 meses, sin embargo, era atraído irresistiblemente para ambientes malignos, no resistiendo las atracciones de actividades enfermizas en el campo sexual, volviéndose por esto incluso punto de atracción para entidades groseras en el mundo espiritual, que actuaban a la manera, imperceptibles como vampiros.
Observación de André Luiz:
“-Las glándulas generadoras emitían flaquísima luminosidad que asfixiada por deslizamientos de corpúsculos negros, a caracterizarse por espantosa movilidad. Comenzaban la movimentación bajo la vejiga urinaria y vibraban a lo largo de todo el cordón espermático, formando colonias compactas en las vesículas seminales, en la próstata, en las mucosas uretrales, invadían los canales seminíferos, y luchaban con las células sexuales, aniquilándolas. Las más vigorosas de aquellas fieras microscópicas, se situaban en el epidídimo, donde absorbían, famélicas, los embriones delicados de la vida orgánica. Estaba asombrado. ¿Qué significaba aquel acervo de pequeñitos seres oscuros? Parecían imantados unos a los otros en la misma faena de destrucción. ¿Serían expresiones mal conocidas de la sífilis?”
Respuesta de Alexandre: “– No, André, no tenemos ahí bajo los ojos el espiroqueta de Schaudinn, ni cualquier nueva forma susceptible de análisis material por bacteriólogos humanos. Son bacilos psíquicos de la tortura sexual, producido por la sed febril de placeres inferiores. El diccionario médico del mundo no lo conoce y, en ausencia de terminología adecuada a sus conocimientos, llamémosle larvas, simplemente. Han sido cultivados por este compañero no solo por la incontinencia en el dominio de las emociones propias, a través de experiencias sexuales variadas, sino también por el contacto con entidades groseras, que se afinan con las predilecciones de él, entidades que visitan con frecuencia, a la manera de imperceptibles vampiros. El pobrecito todavía no puede comprender, que el cuerpo físico es apenas leve sombra del cuerpo periespiritual, y no se capacitó de que la prudencia, en materia de sexo, es equilibrio de la vida, y recibiendo nuestras advertencias sobre la templanza, cree oír remotas lecciones de aspectos dogmáticos exclusivo, en el examen de la fe religiosa. (…)”
3.2. Alcohol:
Persona observada: caballero maduro, que intentaba la psicografia, en la misma reunión de desenvolvimiento mediúmnico.
Observación de André Luiz:
“– Se asemejaba el cuerpo a un tonel de configuración caprichosa, de cuyo interior escapaban ciertos vapores muy leves, más incesantes. Se le veía la dificultad para sustentar el pensamiento con relativa calma. No tenía ninguna duda. Debería él hacer uso de alcohol en cantidad. El aparato gastrointestinal parecía totalmente ensopado en aguardiente, puesto que esta substancia invadía todos los vacíos del estómago y comenzando a hacerse sentir en las paredes del estómago, manifestaba su influencia hasta el bolo fecal. Me espantaba el hígado enorme. Pequeñitas figuras horripilantes, se postraban, voraces, a lo largo de la vena porta, luchando desesperadamente con los elementos sanguíneos más nuevos. Toda la estructura del órgano se mantenía alterada. Terrible ingurgitación. Los lóbulos cilíndricos, modificados, abrigaban células enfermas y empobrecidas. El bazo presentaba anomalías extrañas.”
Esclarecimiento de Alexandre:
“– Los alcohólicos lo aniquilaban despacio:
a. Este compañero permanece completamente desviado en sus centros de equilibrio vital.
b. Todo el sistema endocrino fue alcanzado por la actuación toxica;
c. Inútilmente trabaja la medula para mejorar los valores de la circulación;
d. En vano se esfuerzan los centros genitales para ordenar las funciones que le son peculiares, porque el alcohol excesivo determina modificaciones deprimentes sobre la propia cromatina;
e. En vano trabajan los riñones en la excreción de los elementos corrosivos, porque la acción perniciosa de la substancia en estudio anula diariamente gran número de nefronas;
f. El páncreas, viciado, no atiende con exactitud al servicio de desintegración de los alimentos;
g. Larvas destructivas exterminan las células hepáticas;
h. Profundas alteraciones modifican las disposiciones del sistema nervioso vegetativo;
i. Si no fuese por las glándulas sudoríparas, se le volvería imposible la continuación de la vida física.”
3.3. Glotonería:
Persona Observada: dama simpática y dichosa al desenvolvimiento de la mediumnidad de incorporación, en la misma reunión;
Observación de André Luiz:
“– Flaquísima luz emanaba de su organización mental y, desde el primer instante, le notara las deformaciones físicas.
a. El estómago se dilatara horriblemente;
b. El hígado, considerablemente aumentado, demostraba indefinible agitación;
c. Desde el duodeno a la sigmoidea, se notaban anomalías de bulto;
d. Guardaba la idea de presenciar no el trabajo de un aparato digestivo usual, y sí, de vasto alambique grasiento, oliendo a vinagre de condimentación activa;
e. En gran parte del vientre superpoblado de alimentación, se veían parásitos conocidos, más allá de ellos, divisaba otros corpúsculos semejantes a babosas voracísimas que se agrupaban en grandes colonias desde los músculos y las fibras del estómago hasta la válvula íleo-cecal. Semejantes parásitos atacaban los jugos nutritivos, con asombroso potencial de destrucción.”
Esclarecimiento de Alexandre:
“– Tenemos aquí una pobre amiga desviada en los excesos de alimentación. Todas sus glándulas y centros nerviosos trabajan para atender las exigencias del sistema digestivo. Descuidada de sí misma, cayó en la glotonería grosera, volviéndose presa de seres de baja condición.”
4. Proceso de vampirización:
4.1. Producción de las larvas mentales:
La cólera, la intemperancia, los desvaríos del sexo y los vicios de la personalidad forman creaciones inferiores, llamadas larvas mentales, que son el alimento de las entidades infelices, portadoras de vigoroso magnetismo animal, contaminando el medio ambiente donde quiera que el responsable por su producción circule. Forman nubes de bacterias variadas, obedeciendo al principio de las afinidades.
4.2. El contagio:
Para nutriste de este alimento, el desencarnado se agarra a los compañeros de ignorancia todavía encarnados, chupándoles la substancia vital.
El médico Dias da Cruz recuerda que “toda forma de vampirismo está vinculada a la mente deficiente, ociosa o inerte que se rinde a las sugestiones inferiores que la exploran sin defensa” y explica la técnica utilizada por los espíritus vampirizadores, situándola en los procesos de hipnosis.
Por acción del hipnotizador, el fluido magnético se derrama en el campo mental del paciente voluntario, que le obedece el comando. Una vez neutralizada la voluntad del sujeto, las células nerviosas estarán subyugadas a la invasión de esta fuerza. Los desencarnados de condición inferior, consciente o inconscientemente, utilizan este proceso en la cultura del vampirismo.
Se yuxtaponen al aura de las criaturas que les ofrecen pasividad, chupándoles las energías, toman cuenta de sus zonas motoras y sensoriales, inclusive los centros cerebrales (lenguaje y sensibilidad, memoria y percepción), dominándolas.
De acuerdo con Marlene Rossi Severino Nobre, miembro de la Asociación Médica Espirita de Brasil (Extraído de la Revista Cristiana de Espiritismo nº 12, paginas 30-32), los espíritus inferiores desencarnados producen substancias destructivas que alcanzan los puntos vulnerables de sus víctimas.
Estas substancias, conocidas como simpatinas y aglutininas mentales, tienen la propiedad de modificar la esencia del pensamiento de los encarnados, que vierten continuos de los fulcros energéticos del tálamo, en el diencéfalo. Este ajuste entre desencarnados y encarnados es hecho automáticamente, en absoluto primitivismo en las líneas de la naturaleza. Los obsesores toman cuenta de las neuronas del hipotálamo, “acentuando la dominación sobre el haz amielínico que lo liga al córtex frontal, controlando las estaciones sensibles del centro coronario que ahí se fijan para el gobierno de las excitaciones y produciendo en sus víctimas, cuando contrariados en sus designios, inhibiciones de funciones viscerales diversas, mediante influencia mecánica sobre el simpático y el parasimpático”. (Evolución en Dos Mundos, Francisco C. Xavier, 11ª ed, 1989, pg. 117-118). A propósito, Allan Kardec (La génesis, 29ª ed., FEB, pg. 305) relata que “en los casos de obsesión grave, el obsidiado termina como que envuelto e impregnado de un fluido pernicioso, que neutraliza la acción de los fluidos saludables y los repele…” Todavía orienta el Codificador (misma obra, pg. 285), que “siendo el periespíritu de los encarnados de naturaleza idéntica a la de los fluidos espirituales, él los asimila con facilidad, como una esponja se remoja de un líquido. Estos fluidos ejercen sobre el periespíritu una acción tanto más directa cuando, por su extensión e irradiación, el periespíritu con ellos se confunde. Actuando estos fluidos sobre el periespíritu, este, a su turno, reacciona sobre el organismo material con quién se encuentra en contacto molecular. (…) Si los efluvios malos son permanentes y enérgicos, pueden ocasionar desordenes físicos; no es otra la causa de ciertas enfermedades.”
5. Las entidades exploradoras.
“Vampiro es toda entidad ociosa que se vale, indebidamente, de las posibilidades ajenas y, en si tratando de vampiros que visitan a los encarnados, es necesario reconocer que ellos atienden a los siniestros propósitos a cualquier hora, desde que encuentren guarida en el estuche de carne de los hombres.” (Misioneros de la Luz, André Luz, psicografia de Francisco Cándido Xavier cap. 4.1)
Habiendo vivido mucho más de sensaciones animalizadas que de sentimientos y pensamientos puros, algunas criaturas, más allá del sepulcro, prosiguen imantados a los ambientes domésticos que les alimentaban el campo emocional. A los infelices que cayeron en semejante condición de parasitismo, las larvas sirven de alimento habitual.
En el libro “Evolución en dos Mundos”, André Luiz compara los parasitas existentes en los reinos inferiores de la Naturaleza a los “parasitos espirituales”, pues los medios utilizados por los desencarnados, que se vinculan a los que permanecen en la esfera física, obedecen a los mismos principios de simbiosis perjudicial.
Reportándose a los ectoparásitos (los que limitan su acción a las zonas de superficie, como los mosquitos sobre la piel) y los endoparásitos (los que se alojan en las entrañas del cuerpo al que se imponen, como la infestación de elementos saprófagos), el autor traza un importante paralelo entre estos y la acción de los obsesores:
Desencarnados actuando como ectoparásitos: absorben las emanaciones vitales de los encarnados que con ellos se armonizan. Son los que se aproximan eventualmente a los fumadores, los alcoólatras y de todos aquellos que se entregan a los vicios y desarreglos de cualquier especie.
Desencarnados actuando como endoparásitos: conscientes los que, “tras enterarse de los puntos vulnerables de sus víctimas”, toman cuenta de su campo mental “imponiéndoles al centro coronario la substancia de los propios pensamientos, que la víctima pasa a acoger cual si fuesen los propios.” (Evolución en dos Mundos, André Luiz, psicografia de Francisco Cándido Xavier – Waldo Vieira, cap. XIV a XV, 5… ed. FEB.).
Los obsesores utilizan también las formas ovoides, para intensificar el cerco sobre sus víctimas, imantándolas a estas, para instalar el parasitismo controlado por la interferencia hipnótica de los verdugos, el obsidiado pasa a vivir en el clima que estos crearon, agravado por las ondas mentales altamente perturbadoras de los ovoides, viendo inclusive los clichés mentales que proyectan en fenómenos alucinatorios u oyéndoles las acusaciones en la acústica de la mente.
El cuerpo espiritual se transforma en un cuerpo ovoide en tres casos:
1. El hombre salvaje cuando retorna, tras la muerte del cuerpo denso, al plano espiritual, se siente atemorizado frente de lo desconocido. El desierto cósmico lo asusta, bien como la visión de Espíritus, incluso los buenos y sabios, pues cree estar frente a dioses y, por esto, se refugia en la choza que le sirvió de morada terrestre. Añora por retornar a la taba donde viviera y al convivio de los suyos y alimentarse de las vibraciones de los que le son afines. En estas condiciones se establece en él el monoideísmo, es decir, idea fija, abstrayéndose de todo lo demás. El pensamiento que le fluye de la mente permanece en circuito viciado, continuamente. Es el monoideísmo auto-hipnotizante. No habiendo otros estímulos, los órganos del cuerpo espiritual se retraen o se atrofian, tal como ocurre a los órganos del cuerpo físico.
2. Desencarnados, en profundo desequilibrio, aspirando a vengarse o portadores de vicioso apego, envuelven e influyen a aquellos que les son objeto de persecución o atención y se auto-hipnotizan con las propias ideas, que se repiten indefinidamente. En consecuencia, los órganos peri-espirituales se retraen, por falta de función, asemejándose entonces a ovoides, vinculados a las propias víctimas que, de modo general, les aceptan, mecánicamente, la influenciación, por sentir culpa, remordimiento, odio, egoísmo, externados en vibraciones incesantes, bajo el comando de la mente. Se configura, en este caso, la parasitosis espiritual.
3. Los grandes criminales, al desencarnar, al verse atormentados por la visión repetida y constante de los propios crímenes, vicios y delitos, en alucinaciones que los vuelven dementes. Los clichés mentales que exteriorizan les vuelve el flujo del pensamiento vicioso, resultando en el monoideísmo auto-hipnotizante. Y tal como en los casos anteriores, pierden los órganos del cuerpo espiritual, transubstanciándose en ovoides.
6. El combate al vampirismo
6.1. Reencarnaciones Expiatorias: son consecuencias de la ley de acción y reacción, constituyéndose en el curso utilizado por la Providencia para devolver el equilibrio a los espíritus, cuando la reconciliación por el amor se vuelve inviable. La familia consanguínea es el instrumento utilizado por la Providencia para promover el rescate de los espíritus envueltos. Inicialmente, reencarna el que tuviera más méritos, siendo iniciado para recibir como madre a alguien que tenía débitos a ser rescatados relativamente a la maternidad, una vez que la gestación traerá el malestar generado por el asedio del vengador. Desde las primeras ligaciones fluidicas del reencarnante al cuerpo físico, pasando por la infancia, adolescencia y hasta alcanzar la fase adulta, el espíritu que retorna continúa padeciendo de la influencia de su desafecto, que le permanece enlazado por la fuerza de sentimientos negativos. Una vez más el instituto de la familia es usado por la Providencia para que el reencarnante, a través de uniones conyugales probatorios, ofrezca a su verdugo un nuevo cuerpo, como hijo consanguíneo, para que el amor de paternal o maternal lo envuelva y promueva el rescate de los equívocos practicados en el pasado.
6.2. Transformación del Ser: el arma fundamental de combate al vampirismo es la transformación del Ser, visualizando las mejores condiciones de su campo electromagnético. Así, quién sufre con tal influencia espiritual negativa puede de ella librarse a través del servicio en el bien, con la práctica del amor al prójimo. Al reconocer su culpa, puede comenzar a construir la cura reajustándose y sirviendo como ejemplo a su perseguidor. Es conveniente recordar las enseñanzas de Kardec cuando afirma que “los espíritus inferiores no pueden soportar el brillo y la impresión de los fluidos más etéreos. No morirían en medio de estos fluidos porque Espíritu no muere, pero una fuerza instintiva los mantenía apartados de allí como la criatura terrena se aparta de un fuego muy ardiente o de una luz muy deslumbrante.” (La Génesis, cap. XIV, ítem 11).
Sin esta transformación, las tentativas externas de desligamiento de las entidades infelices no encuentran suceso. No ayuda el trabajo de retirada de los vampiros, incluso inconscientes, si el encarnado invoca mentalmente las entidades, atrayéndolas nuevamente para su convivio. Lo mismo puede ser dicho con relación a la doctrinación de las entidades. Aunque efectuada con perseverancia y métodos precisos, la medida exige tiempo y tolerancia fraternal, pudiendo encontrar obstáculos en el hecho del encarnado haberse convertido en poderoso imán de atracción.
6.3. Oración: la oración es el más eficiente antídoto del vampirismo. La oración es vibración, energía, poder. La oración provoca un estado psíquico que revela nuestro origen divino y nos coloca en contacto con las fuentes superiores. Dentro de esta realización, el Espíritu, en cualquier forma, puede emitir rayos de espantoso poder. Toda criatura que cultiva la oración, con el debido equilibrio del sentimiento, se transforma gradualmente, en foco irradiante de energías de la divinidad.
En el Capítulo IV de la obra “Misioneros de la Luz”, hay el relato de la oración de Cecilia, que rezando por el esposo, es cercada por luces sublimes, rogando por la iluminación del compañero al que parecía amar infinitamente. Su corazón se transformaba en un foco ardiente de luz, del cual salían innumerables partículas resplandecientes, proyectándose sobre el cuerpo y sobre el alma del esposo con la rapidez de minúsculos rayos. Los corpúsculos radiosos se concentraban en masa, destruyendo las pequeñas formas horripilantes del vampirismo devorador.
7. Casos de vampirismo en la literatura espirita.
Más allá de aquellos mencionados en el transcurrir del presente trabajo, a título de ilustración, son innumerables los casos de vampirismo narrados en la literatura espirita, con destaque para aquellos ilustrados por André Luiz:
Nuestro Hogar – El caso de la mujer cercada de puntos negros, que, llegada del Umbral, implora socorro del otro lado de la puerta. El socorro es negado, en virtud de tratarse de un fuerte vampiro, cuyos puntos negros representaban cincuenta y ocho niños asesinados al nacer.
Obreros de la Vida Eterna – Escenas de vampirismo en una sala de hospital. “Entidades inferiores, retenidas por los propios enfermos, en gran viciación de la mente, se postraban en lechos diversos, infringiéndoles padecimientos atroces, chupándoles vampirescamente preciosas fuerzas, bien como atormentándolos y persiguiéndolos”.
En los Dominios de la Mediumnidad – (capitulo X) El caso de la Joven Parricida (pág. 71 a 79) y el caso Pedro (capitulo IX) “una convulsión epiléptica, el obsesor ligándose a Pedro, siguiéndose en convulsión generalizada tónico-clónico, con relajamiento de esfínteres. El mentor Aulus afirma ser posesión completa o epilepsia esencial y analiza que, en el sector físico, Pedro está inconsciente, no tendrá recuerdo de lo ocurrido, pero está atento en espíritu, archivando la ocurrencia y enriqueciéndose.”
Liberación – (pág. 140 y 141) el caso de la joven Clorótica, que mantenía una ligación mental con sus obsesores, permitiendo el dominio completo de su mente, que utilizaban como si fuese la de ellos. Se encontraba prácticamente desposeídos de su libre albedrío y sus reacciones no más le pertenecían, pues expresaban la voluntad de las entidades que funcionaban como sus estuches. Y el caso Margarida-Gregorio (p. 110), donde el personaje Gregorio vampiriza la antigua compañera de nombre Margarida, cuando es solicitado por el mentor Gúbio a interrumpir la vampirización que colocaba la vida de Margarida en peligro, afirma tener necesidad del alimento psíquico que solo la mente de Margarida puede proporcionar.
Entre la Tierra y el Cielo – (cap. III) el caso de Odila-Zulmira: la joven señora es Zulmira, y la hermana desencarnada que le vampiriza el cuerpo es Odilia, la primera esposa de Amaro, dolorosamente transfigurada por el celo al que se recogió. Empeñada en combatir a aquella que considera enemiga, se imanta a ella, a través del vehículo periespiritual, en la región cerebral, dominando la complicada red de estímulos nerviosos e influenciando los centros metabólicos, con lo que le altera profundamente el paisaje orgánico.
En el Mundo Mayor – (pág. 37 a 74) el caso Pedro-Camilo, 20 años bajo la actuación de un único obsesor. Durante este periodo, el quimismo espiritual o la fisiología del periespíritu se desequilibró y, consecuentemente, desencadenó disturbios orgánicos, entre los cuales la amenaza de ablandamiento cerebral.
8. Conclusión:
Dias da Cruz, en el libro “Instrucciones Psicofonicas” Espíritus Diversos, a través de mensajes psicografiados por Francisco C. Xavier, afirma ser imperativo el uso de los antisépticos del Evangelio para garantizar la higiene mental-psíquica. Y prosigue:
“Voluntad para con todos, trabajo incansable en el bien, optimismo operante, deber irreprensiblemente cumplido, sinceridad, buena voluntad, olvido integral de las ofensas recibidas y fraternidad simple y pura, constituyen sustentáculo de nuestra salud espiritual.”
(…) Procurando, pues, el Señor y aquellos que lo siguen valiosamente, por la recta conducta de cristianos leales al Cristo, vacunemos nuestras almas contra las flagelaciones externas o internas de la parasitosis mental.”
La práctica del bien rompe los sentimientos inferiores, produciendo, más allá de la propia transformación de quién lo practique, también la de aquellos que a él se agrega por los vínculos del odio y de la venganza, por el ejemplo de fraternidad.
De este modo, los espíritus vengadores, al encontrar la victima transformada por el esfuerzo en la práctica del bien, de la misma forma como fueran atraídos por sus debilidades, serán contagiados por la nueva situación y, en consecuencia, desestimulados a proseguir la persecución.
Es posible concluir que por la práctica de la caridad, es posible obtener la transformación moral necesaria para modificarse y a los enemigos, evitándose dolorosos rescates reparatorios.
Por Fernanda Louro Figueras
BIBLIOGRAFIA
Espiritismo de A a Z, FEB
Evolución en dos Mundos - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Misioneros de la Luz - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Nuestro Hogar - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Obreros de la Vida Eterna - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
En los Dominios de la Mediumnidad - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Liberación - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Entre la Terra y el Cielo - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
En el Mundo Mayor - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Estudiando la Mediumnidad - Martins Peralva
Revista Cristiana de Espiritismo nº 12, páginas 30-32, Marlene Rossi Severino Nobre, Associação Médico-Espírita do Brasil
El Génesis, FEB, Allan Kardec
El Libro de los Médiums, FEB, Allan Kardec
Instrucciones Psicofonicas - Espíritos Diversos, FEB- Francisco C. Xavier/ Dias da Cruz
“Acción por la cual Espíritus involucionados, arraigados a las pasiones inferiores, se imantan a la organización psicofísica de los encarnados (y desencarnados), chupándoles la substancia vital.” (Martins Peralva – Estudiando la Mediumnidad)
“El parasitismo espiritual (o vampirismo) es un proceso grave de obsesión que puede ocasionar serios daños a aquellos que se hacen huéspedes (el obcecado), llevándolo a la locura o hasta incluso a la muerte.” (Espiritismo de la A a la Z, citando Suely Caldas Schubert, Obsesión/Desobsesión: profilaxis y terapéutica espirita. 9 ed. Rio: FEB, 1994, p. 192)
2. Especies:
1-Espíritus muy apegados a las sensaciones materiales prosiguen, tras la sepultura, a buscar las sensaciones que disfrutaban cuando encarnados, vinculándose a los encarnados que vibran en faja idéntica, parejas de pasiones desequilibrantes.
2-Los obsesores, por venganza y odio, se ligan a sus víctimas con la intención de absorberles la vitalidad, debilitándolas, en búsqueda de mayor dominio.
3-Existen aquellos que, ya libertos del cuerpo físico, se ligan, inconscientemente, a los seres amados que permanecen en la corteza terrestre, pero sin el deseo de hacer el mal.
4-Entre los encarnados, existen personas que viven permanentemente chupando las fuerzas de otros seres humanos, que se dejan pasivamente dominar.
Vampirismo reciproco:
El vampirismo puede, todavía, comportarse a forma de vampirismo reciproco, donde ambos espíritus envueltos se alimentan de los fluidos enfermizos de su compañero, apegándose a él instintivamente.
Un ejemplo es el caso relatado en la obra “En los Dominios de la Mediumnidad”, donde un hombre desencarnado y una mujer encarnada viven en régimen de esclavitud mutua, nutriéndose de la emanación uno del otro. Ella busca ayuda en la sesión del trabajo desobsesivo realizado por un centro espirita y, con el concurso de entidades abnegadas, consigue el apartamiento momentáneo del espíritu obsesor. Bastó que el espíritu fuese retirado para que ella lo fuese a procurar, reclamando su presencia.
3. Causas efectivas:
-Desarreglos emocionales (tristeza, cólera, miedo, etc.)
-Glotonería.
-Excesos alcohólicos.
-Cigarro.
-Desvíos sexuales.
En el capítulo III de la obra “Misioneros de la Luz”, merecen destaques los pasajes donde André Luiz y Alexandre observan médiums que presentan algunos de los desarreglos anteriormente mencionados:
3.1. Sexo:
Persona observada: joven que se excitaba en el desenvolvimiento mediúmnico, frecuentando un centro en una ciudad brasilera, en que el Espíritu Alexandre era mentor. Casado hace 8 meses, sin embargo, era atraído irresistiblemente para ambientes malignos, no resistiendo las atracciones de actividades enfermizas en el campo sexual, volviéndose por esto incluso punto de atracción para entidades groseras en el mundo espiritual, que actuaban a la manera, imperceptibles como vampiros.
Observación de André Luiz:
“-Las glándulas generadoras emitían flaquísima luminosidad que asfixiada por deslizamientos de corpúsculos negros, a caracterizarse por espantosa movilidad. Comenzaban la movimentación bajo la vejiga urinaria y vibraban a lo largo de todo el cordón espermático, formando colonias compactas en las vesículas seminales, en la próstata, en las mucosas uretrales, invadían los canales seminíferos, y luchaban con las células sexuales, aniquilándolas. Las más vigorosas de aquellas fieras microscópicas, se situaban en el epidídimo, donde absorbían, famélicas, los embriones delicados de la vida orgánica. Estaba asombrado. ¿Qué significaba aquel acervo de pequeñitos seres oscuros? Parecían imantados unos a los otros en la misma faena de destrucción. ¿Serían expresiones mal conocidas de la sífilis?”
Respuesta de Alexandre: “– No, André, no tenemos ahí bajo los ojos el espiroqueta de Schaudinn, ni cualquier nueva forma susceptible de análisis material por bacteriólogos humanos. Son bacilos psíquicos de la tortura sexual, producido por la sed febril de placeres inferiores. El diccionario médico del mundo no lo conoce y, en ausencia de terminología adecuada a sus conocimientos, llamémosle larvas, simplemente. Han sido cultivados por este compañero no solo por la incontinencia en el dominio de las emociones propias, a través de experiencias sexuales variadas, sino también por el contacto con entidades groseras, que se afinan con las predilecciones de él, entidades que visitan con frecuencia, a la manera de imperceptibles vampiros. El pobrecito todavía no puede comprender, que el cuerpo físico es apenas leve sombra del cuerpo periespiritual, y no se capacitó de que la prudencia, en materia de sexo, es equilibrio de la vida, y recibiendo nuestras advertencias sobre la templanza, cree oír remotas lecciones de aspectos dogmáticos exclusivo, en el examen de la fe religiosa. (…)”
3.2. Alcohol:
Persona observada: caballero maduro, que intentaba la psicografia, en la misma reunión de desenvolvimiento mediúmnico.
Observación de André Luiz:
“– Se asemejaba el cuerpo a un tonel de configuración caprichosa, de cuyo interior escapaban ciertos vapores muy leves, más incesantes. Se le veía la dificultad para sustentar el pensamiento con relativa calma. No tenía ninguna duda. Debería él hacer uso de alcohol en cantidad. El aparato gastrointestinal parecía totalmente ensopado en aguardiente, puesto que esta substancia invadía todos los vacíos del estómago y comenzando a hacerse sentir en las paredes del estómago, manifestaba su influencia hasta el bolo fecal. Me espantaba el hígado enorme. Pequeñitas figuras horripilantes, se postraban, voraces, a lo largo de la vena porta, luchando desesperadamente con los elementos sanguíneos más nuevos. Toda la estructura del órgano se mantenía alterada. Terrible ingurgitación. Los lóbulos cilíndricos, modificados, abrigaban células enfermas y empobrecidas. El bazo presentaba anomalías extrañas.”
Esclarecimiento de Alexandre:
“– Los alcohólicos lo aniquilaban despacio:
a. Este compañero permanece completamente desviado en sus centros de equilibrio vital.
b. Todo el sistema endocrino fue alcanzado por la actuación toxica;
c. Inútilmente trabaja la medula para mejorar los valores de la circulación;
d. En vano se esfuerzan los centros genitales para ordenar las funciones que le son peculiares, porque el alcohol excesivo determina modificaciones deprimentes sobre la propia cromatina;
e. En vano trabajan los riñones en la excreción de los elementos corrosivos, porque la acción perniciosa de la substancia en estudio anula diariamente gran número de nefronas;
f. El páncreas, viciado, no atiende con exactitud al servicio de desintegración de los alimentos;
g. Larvas destructivas exterminan las células hepáticas;
h. Profundas alteraciones modifican las disposiciones del sistema nervioso vegetativo;
i. Si no fuese por las glándulas sudoríparas, se le volvería imposible la continuación de la vida física.”
3.3. Glotonería:
Persona Observada: dama simpática y dichosa al desenvolvimiento de la mediumnidad de incorporación, en la misma reunión;
Observación de André Luiz:
“– Flaquísima luz emanaba de su organización mental y, desde el primer instante, le notara las deformaciones físicas.
a. El estómago se dilatara horriblemente;
b. El hígado, considerablemente aumentado, demostraba indefinible agitación;
c. Desde el duodeno a la sigmoidea, se notaban anomalías de bulto;
d. Guardaba la idea de presenciar no el trabajo de un aparato digestivo usual, y sí, de vasto alambique grasiento, oliendo a vinagre de condimentación activa;
e. En gran parte del vientre superpoblado de alimentación, se veían parásitos conocidos, más allá de ellos, divisaba otros corpúsculos semejantes a babosas voracísimas que se agrupaban en grandes colonias desde los músculos y las fibras del estómago hasta la válvula íleo-cecal. Semejantes parásitos atacaban los jugos nutritivos, con asombroso potencial de destrucción.”
Esclarecimiento de Alexandre:
“– Tenemos aquí una pobre amiga desviada en los excesos de alimentación. Todas sus glándulas y centros nerviosos trabajan para atender las exigencias del sistema digestivo. Descuidada de sí misma, cayó en la glotonería grosera, volviéndose presa de seres de baja condición.”
4. Proceso de vampirización:
4.1. Producción de las larvas mentales:
La cólera, la intemperancia, los desvaríos del sexo y los vicios de la personalidad forman creaciones inferiores, llamadas larvas mentales, que son el alimento de las entidades infelices, portadoras de vigoroso magnetismo animal, contaminando el medio ambiente donde quiera que el responsable por su producción circule. Forman nubes de bacterias variadas, obedeciendo al principio de las afinidades.
4.2. El contagio:
Para nutriste de este alimento, el desencarnado se agarra a los compañeros de ignorancia todavía encarnados, chupándoles la substancia vital.
El médico Dias da Cruz recuerda que “toda forma de vampirismo está vinculada a la mente deficiente, ociosa o inerte que se rinde a las sugestiones inferiores que la exploran sin defensa” y explica la técnica utilizada por los espíritus vampirizadores, situándola en los procesos de hipnosis.
Por acción del hipnotizador, el fluido magnético se derrama en el campo mental del paciente voluntario, que le obedece el comando. Una vez neutralizada la voluntad del sujeto, las células nerviosas estarán subyugadas a la invasión de esta fuerza. Los desencarnados de condición inferior, consciente o inconscientemente, utilizan este proceso en la cultura del vampirismo.
Se yuxtaponen al aura de las criaturas que les ofrecen pasividad, chupándoles las energías, toman cuenta de sus zonas motoras y sensoriales, inclusive los centros cerebrales (lenguaje y sensibilidad, memoria y percepción), dominándolas.
De acuerdo con Marlene Rossi Severino Nobre, miembro de la Asociación Médica Espirita de Brasil (Extraído de la Revista Cristiana de Espiritismo nº 12, paginas 30-32), los espíritus inferiores desencarnados producen substancias destructivas que alcanzan los puntos vulnerables de sus víctimas.
Estas substancias, conocidas como simpatinas y aglutininas mentales, tienen la propiedad de modificar la esencia del pensamiento de los encarnados, que vierten continuos de los fulcros energéticos del tálamo, en el diencéfalo. Este ajuste entre desencarnados y encarnados es hecho automáticamente, en absoluto primitivismo en las líneas de la naturaleza. Los obsesores toman cuenta de las neuronas del hipotálamo, “acentuando la dominación sobre el haz amielínico que lo liga al córtex frontal, controlando las estaciones sensibles del centro coronario que ahí se fijan para el gobierno de las excitaciones y produciendo en sus víctimas, cuando contrariados en sus designios, inhibiciones de funciones viscerales diversas, mediante influencia mecánica sobre el simpático y el parasimpático”. (Evolución en Dos Mundos, Francisco C. Xavier, 11ª ed, 1989, pg. 117-118). A propósito, Allan Kardec (La génesis, 29ª ed., FEB, pg. 305) relata que “en los casos de obsesión grave, el obsidiado termina como que envuelto e impregnado de un fluido pernicioso, que neutraliza la acción de los fluidos saludables y los repele…” Todavía orienta el Codificador (misma obra, pg. 285), que “siendo el periespíritu de los encarnados de naturaleza idéntica a la de los fluidos espirituales, él los asimila con facilidad, como una esponja se remoja de un líquido. Estos fluidos ejercen sobre el periespíritu una acción tanto más directa cuando, por su extensión e irradiación, el periespíritu con ellos se confunde. Actuando estos fluidos sobre el periespíritu, este, a su turno, reacciona sobre el organismo material con quién se encuentra en contacto molecular. (…) Si los efluvios malos son permanentes y enérgicos, pueden ocasionar desordenes físicos; no es otra la causa de ciertas enfermedades.”
5. Las entidades exploradoras.
“Vampiro es toda entidad ociosa que se vale, indebidamente, de las posibilidades ajenas y, en si tratando de vampiros que visitan a los encarnados, es necesario reconocer que ellos atienden a los siniestros propósitos a cualquier hora, desde que encuentren guarida en el estuche de carne de los hombres.” (Misioneros de la Luz, André Luz, psicografia de Francisco Cándido Xavier cap. 4.1)
Habiendo vivido mucho más de sensaciones animalizadas que de sentimientos y pensamientos puros, algunas criaturas, más allá del sepulcro, prosiguen imantados a los ambientes domésticos que les alimentaban el campo emocional. A los infelices que cayeron en semejante condición de parasitismo, las larvas sirven de alimento habitual.
En el libro “Evolución en dos Mundos”, André Luiz compara los parasitas existentes en los reinos inferiores de la Naturaleza a los “parasitos espirituales”, pues los medios utilizados por los desencarnados, que se vinculan a los que permanecen en la esfera física, obedecen a los mismos principios de simbiosis perjudicial.
Reportándose a los ectoparásitos (los que limitan su acción a las zonas de superficie, como los mosquitos sobre la piel) y los endoparásitos (los que se alojan en las entrañas del cuerpo al que se imponen, como la infestación de elementos saprófagos), el autor traza un importante paralelo entre estos y la acción de los obsesores:
Desencarnados actuando como ectoparásitos: absorben las emanaciones vitales de los encarnados que con ellos se armonizan. Son los que se aproximan eventualmente a los fumadores, los alcoólatras y de todos aquellos que se entregan a los vicios y desarreglos de cualquier especie.
Desencarnados actuando como endoparásitos: conscientes los que, “tras enterarse de los puntos vulnerables de sus víctimas”, toman cuenta de su campo mental “imponiéndoles al centro coronario la substancia de los propios pensamientos, que la víctima pasa a acoger cual si fuesen los propios.” (Evolución en dos Mundos, André Luiz, psicografia de Francisco Cándido Xavier – Waldo Vieira, cap. XIV a XV, 5… ed. FEB.).
Los obsesores utilizan también las formas ovoides, para intensificar el cerco sobre sus víctimas, imantándolas a estas, para instalar el parasitismo controlado por la interferencia hipnótica de los verdugos, el obsidiado pasa a vivir en el clima que estos crearon, agravado por las ondas mentales altamente perturbadoras de los ovoides, viendo inclusive los clichés mentales que proyectan en fenómenos alucinatorios u oyéndoles las acusaciones en la acústica de la mente.
El cuerpo espiritual se transforma en un cuerpo ovoide en tres casos:
1. El hombre salvaje cuando retorna, tras la muerte del cuerpo denso, al plano espiritual, se siente atemorizado frente de lo desconocido. El desierto cósmico lo asusta, bien como la visión de Espíritus, incluso los buenos y sabios, pues cree estar frente a dioses y, por esto, se refugia en la choza que le sirvió de morada terrestre. Añora por retornar a la taba donde viviera y al convivio de los suyos y alimentarse de las vibraciones de los que le son afines. En estas condiciones se establece en él el monoideísmo, es decir, idea fija, abstrayéndose de todo lo demás. El pensamiento que le fluye de la mente permanece en circuito viciado, continuamente. Es el monoideísmo auto-hipnotizante. No habiendo otros estímulos, los órganos del cuerpo espiritual se retraen o se atrofian, tal como ocurre a los órganos del cuerpo físico.
2. Desencarnados, en profundo desequilibrio, aspirando a vengarse o portadores de vicioso apego, envuelven e influyen a aquellos que les son objeto de persecución o atención y se auto-hipnotizan con las propias ideas, que se repiten indefinidamente. En consecuencia, los órganos peri-espirituales se retraen, por falta de función, asemejándose entonces a ovoides, vinculados a las propias víctimas que, de modo general, les aceptan, mecánicamente, la influenciación, por sentir culpa, remordimiento, odio, egoísmo, externados en vibraciones incesantes, bajo el comando de la mente. Se configura, en este caso, la parasitosis espiritual.
3. Los grandes criminales, al desencarnar, al verse atormentados por la visión repetida y constante de los propios crímenes, vicios y delitos, en alucinaciones que los vuelven dementes. Los clichés mentales que exteriorizan les vuelve el flujo del pensamiento vicioso, resultando en el monoideísmo auto-hipnotizante. Y tal como en los casos anteriores, pierden los órganos del cuerpo espiritual, transubstanciándose en ovoides.
6. El combate al vampirismo
6.1. Reencarnaciones Expiatorias: son consecuencias de la ley de acción y reacción, constituyéndose en el curso utilizado por la Providencia para devolver el equilibrio a los espíritus, cuando la reconciliación por el amor se vuelve inviable. La familia consanguínea es el instrumento utilizado por la Providencia para promover el rescate de los espíritus envueltos. Inicialmente, reencarna el que tuviera más méritos, siendo iniciado para recibir como madre a alguien que tenía débitos a ser rescatados relativamente a la maternidad, una vez que la gestación traerá el malestar generado por el asedio del vengador. Desde las primeras ligaciones fluidicas del reencarnante al cuerpo físico, pasando por la infancia, adolescencia y hasta alcanzar la fase adulta, el espíritu que retorna continúa padeciendo de la influencia de su desafecto, que le permanece enlazado por la fuerza de sentimientos negativos. Una vez más el instituto de la familia es usado por la Providencia para que el reencarnante, a través de uniones conyugales probatorios, ofrezca a su verdugo un nuevo cuerpo, como hijo consanguíneo, para que el amor de paternal o maternal lo envuelva y promueva el rescate de los equívocos practicados en el pasado.
6.2. Transformación del Ser: el arma fundamental de combate al vampirismo es la transformación del Ser, visualizando las mejores condiciones de su campo electromagnético. Así, quién sufre con tal influencia espiritual negativa puede de ella librarse a través del servicio en el bien, con la práctica del amor al prójimo. Al reconocer su culpa, puede comenzar a construir la cura reajustándose y sirviendo como ejemplo a su perseguidor. Es conveniente recordar las enseñanzas de Kardec cuando afirma que “los espíritus inferiores no pueden soportar el brillo y la impresión de los fluidos más etéreos. No morirían en medio de estos fluidos porque Espíritu no muere, pero una fuerza instintiva los mantenía apartados de allí como la criatura terrena se aparta de un fuego muy ardiente o de una luz muy deslumbrante.” (La Génesis, cap. XIV, ítem 11).
Sin esta transformación, las tentativas externas de desligamiento de las entidades infelices no encuentran suceso. No ayuda el trabajo de retirada de los vampiros, incluso inconscientes, si el encarnado invoca mentalmente las entidades, atrayéndolas nuevamente para su convivio. Lo mismo puede ser dicho con relación a la doctrinación de las entidades. Aunque efectuada con perseverancia y métodos precisos, la medida exige tiempo y tolerancia fraternal, pudiendo encontrar obstáculos en el hecho del encarnado haberse convertido en poderoso imán de atracción.
6.3. Oración: la oración es el más eficiente antídoto del vampirismo. La oración es vibración, energía, poder. La oración provoca un estado psíquico que revela nuestro origen divino y nos coloca en contacto con las fuentes superiores. Dentro de esta realización, el Espíritu, en cualquier forma, puede emitir rayos de espantoso poder. Toda criatura que cultiva la oración, con el debido equilibrio del sentimiento, se transforma gradualmente, en foco irradiante de energías de la divinidad.
En el Capítulo IV de la obra “Misioneros de la Luz”, hay el relato de la oración de Cecilia, que rezando por el esposo, es cercada por luces sublimes, rogando por la iluminación del compañero al que parecía amar infinitamente. Su corazón se transformaba en un foco ardiente de luz, del cual salían innumerables partículas resplandecientes, proyectándose sobre el cuerpo y sobre el alma del esposo con la rapidez de minúsculos rayos. Los corpúsculos radiosos se concentraban en masa, destruyendo las pequeñas formas horripilantes del vampirismo devorador.
7. Casos de vampirismo en la literatura espirita.
Más allá de aquellos mencionados en el transcurrir del presente trabajo, a título de ilustración, son innumerables los casos de vampirismo narrados en la literatura espirita, con destaque para aquellos ilustrados por André Luiz:
Nuestro Hogar – El caso de la mujer cercada de puntos negros, que, llegada del Umbral, implora socorro del otro lado de la puerta. El socorro es negado, en virtud de tratarse de un fuerte vampiro, cuyos puntos negros representaban cincuenta y ocho niños asesinados al nacer.
Obreros de la Vida Eterna – Escenas de vampirismo en una sala de hospital. “Entidades inferiores, retenidas por los propios enfermos, en gran viciación de la mente, se postraban en lechos diversos, infringiéndoles padecimientos atroces, chupándoles vampirescamente preciosas fuerzas, bien como atormentándolos y persiguiéndolos”.
En los Dominios de la Mediumnidad – (capitulo X) El caso de la Joven Parricida (pág. 71 a 79) y el caso Pedro (capitulo IX) “una convulsión epiléptica, el obsesor ligándose a Pedro, siguiéndose en convulsión generalizada tónico-clónico, con relajamiento de esfínteres. El mentor Aulus afirma ser posesión completa o epilepsia esencial y analiza que, en el sector físico, Pedro está inconsciente, no tendrá recuerdo de lo ocurrido, pero está atento en espíritu, archivando la ocurrencia y enriqueciéndose.”
Liberación – (pág. 140 y 141) el caso de la joven Clorótica, que mantenía una ligación mental con sus obsesores, permitiendo el dominio completo de su mente, que utilizaban como si fuese la de ellos. Se encontraba prácticamente desposeídos de su libre albedrío y sus reacciones no más le pertenecían, pues expresaban la voluntad de las entidades que funcionaban como sus estuches. Y el caso Margarida-Gregorio (p. 110), donde el personaje Gregorio vampiriza la antigua compañera de nombre Margarida, cuando es solicitado por el mentor Gúbio a interrumpir la vampirización que colocaba la vida de Margarida en peligro, afirma tener necesidad del alimento psíquico que solo la mente de Margarida puede proporcionar.
Entre la Tierra y el Cielo – (cap. III) el caso de Odila-Zulmira: la joven señora es Zulmira, y la hermana desencarnada que le vampiriza el cuerpo es Odilia, la primera esposa de Amaro, dolorosamente transfigurada por el celo al que se recogió. Empeñada en combatir a aquella que considera enemiga, se imanta a ella, a través del vehículo periespiritual, en la región cerebral, dominando la complicada red de estímulos nerviosos e influenciando los centros metabólicos, con lo que le altera profundamente el paisaje orgánico.
En el Mundo Mayor – (pág. 37 a 74) el caso Pedro-Camilo, 20 años bajo la actuación de un único obsesor. Durante este periodo, el quimismo espiritual o la fisiología del periespíritu se desequilibró y, consecuentemente, desencadenó disturbios orgánicos, entre los cuales la amenaza de ablandamiento cerebral.
8. Conclusión:
Dias da Cruz, en el libro “Instrucciones Psicofonicas” Espíritus Diversos, a través de mensajes psicografiados por Francisco C. Xavier, afirma ser imperativo el uso de los antisépticos del Evangelio para garantizar la higiene mental-psíquica. Y prosigue:
“Voluntad para con todos, trabajo incansable en el bien, optimismo operante, deber irreprensiblemente cumplido, sinceridad, buena voluntad, olvido integral de las ofensas recibidas y fraternidad simple y pura, constituyen sustentáculo de nuestra salud espiritual.”
(…) Procurando, pues, el Señor y aquellos que lo siguen valiosamente, por la recta conducta de cristianos leales al Cristo, vacunemos nuestras almas contra las flagelaciones externas o internas de la parasitosis mental.”
La práctica del bien rompe los sentimientos inferiores, produciendo, más allá de la propia transformación de quién lo practique, también la de aquellos que a él se agrega por los vínculos del odio y de la venganza, por el ejemplo de fraternidad.
De este modo, los espíritus vengadores, al encontrar la victima transformada por el esfuerzo en la práctica del bien, de la misma forma como fueran atraídos por sus debilidades, serán contagiados por la nueva situación y, en consecuencia, desestimulados a proseguir la persecución.
Es posible concluir que por la práctica de la caridad, es posible obtener la transformación moral necesaria para modificarse y a los enemigos, evitándose dolorosos rescates reparatorios.
Por Fernanda Louro Figueras
BIBLIOGRAFIA
Espiritismo de A a Z, FEB
Evolución en dos Mundos - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Misioneros de la Luz - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Nuestro Hogar - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Obreros de la Vida Eterna - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
En los Dominios de la Mediumnidad - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Liberación - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Entre la Terra y el Cielo - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
En el Mundo Mayor - FEB - F. C. Xavier / André Luiz
Estudiando la Mediumnidad - Martins Peralva
Revista Cristiana de Espiritismo nº 12, páginas 30-32, Marlene Rossi Severino Nobre, Associação Médico-Espírita do Brasil
El Génesis, FEB, Allan Kardec
El Libro de los Médiums, FEB, Allan Kardec
Instrucciones Psicofonicas - Espíritos Diversos, FEB- Francisco C. Xavier/ Dias da Cruz
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.