Tocar el suelo y los nueve planos
Acreditaban a los Nagô que existían nueve espacios (planos) en el más allá. Entre los cuatro superiores y los cuatro inferiores, había un plano intermediario que se localizaba (exactamente) en el espacio ocupado por nuestro planeta; ese sería el plano astral terrestre. Era a través de ese espacio que llegaban a la Tierra los Orixás y ancestrales venidos de los otros varios planos.
Surgían, pues, para los Nagô, los Orixás y ancestros de dentro de la Tierra. Así, cuando desean llamar a los Orixás, los Nagôs tocaban tres veces el suelo (tras el nombre del Orixá ser pronunciado). El suelo delante de los tambores también era tocado (antes o después de tocar con los dedos los propios atabaques), al final, quien llamaba (a través del sonido) los Orixás eran los tambores.
El suelo era siempre tocado tres veces; el tres representa en la cultura Nagô acción, movimiento, expansión… tocar el suelo tres veces era lo gestual que significaba el “así sea”, o cúmplase… entonces cuando, por ejemplo, el nombre de Ogum era pronunciado, todos tocaban tres veces el suelo; “así sea”, “que Ogum venga hasta nosotros”…
En Brasil, los africanos, para consagrar el suelo, para transformar el terreiro en una pequeña África, enterraban reliquias traídas (de África)… transformando (ritualmente) el suelo brasilero en un suelo africano (“tierra” de sus Orixás).
Surgían, pues, para los Nagô, los Orixás y ancestros de dentro de la Tierra. Así, cuando desean llamar a los Orixás, los Nagôs tocaban tres veces el suelo (tras el nombre del Orixá ser pronunciado). El suelo delante de los tambores también era tocado (antes o después de tocar con los dedos los propios atabaques), al final, quien llamaba (a través del sonido) los Orixás eran los tambores.
El suelo era siempre tocado tres veces; el tres representa en la cultura Nagô acción, movimiento, expansión… tocar el suelo tres veces era lo gestual que significaba el “así sea”, o cúmplase… entonces cuando, por ejemplo, el nombre de Ogum era pronunciado, todos tocaban tres veces el suelo; “así sea”, “que Ogum venga hasta nosotros”…
En Brasil, los africanos, para consagrar el suelo, para transformar el terreiro en una pequeña África, enterraban reliquias traídas (de África)… transformando (ritualmente) el suelo brasilero en un suelo africano (“tierra” de sus Orixás).
Quitarse los zapatos
Los esclavos, incluso los que servían de criados en la Casa Grande, todavía que estuviesen uniformados, no podían usar zapatos. Los pies descalzos eran un símbolo de una condición “inferior”.
Los negros libertos que podían, compraban un par de zapatos, una demostración (dentro de los valores de la sociedad blanca) de su nueva condición. Sin embargo, cuando entraban en sus espacios sagrados, sus templos, pequeñas Áfricas, dejaban aquel símbolo (zapatos) en la entrada. Al final, estaban en suelo africano, allí los valores de la sociedad blanca nada significaban.
Es claro que tienden a ver también a ver con respecto al suelo sagrado, acredito, pero esa otra perspectiva es mucho más interesante.
Los negros libertos que podían, compraban un par de zapatos, una demostración (dentro de los valores de la sociedad blanca) de su nueva condición. Sin embargo, cuando entraban en sus espacios sagrados, sus templos, pequeñas Áfricas, dejaban aquel símbolo (zapatos) en la entrada. Al final, estaban en suelo africano, allí los valores de la sociedad blanca nada significaban.
Es claro que tienden a ver también a ver con respecto al suelo sagrado, acredito, pero esa otra perspectiva es mucho más interesante.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.