Por: Ginsaumyy Fernandez
Maximiliano González, el ánima de la Yaguara
Son los tiempos tras las lucha de la independencia; Maximiliano González es correo del ejército patriota entre la ciudad de Valencia y la población de Tinaquillo en el Estado Cojedes. Su don de gente y solidaridad hizo que fuera muy querido por los vecinos de la zona por donde viajaba. Al igual que las ánimas anteriores, en uno de sus viajes la fiebre amarilla lo aquejó, la diarrea, la deshidratación y la fiebre lo consumieron y murió en un paraje solitario ubicado entre la quebrada de Barreras y el pueblo de Tocuyito. Sus restos fueron encontrados después de varias semanas debajo de un árbol de yaguaro donde había buscado cobijo para resguardarse. Para sorpresa de todos su cuerpo no se corrompió, ni fue devorado por los ánimales; el sol lo disecó. Fue sepultado en el sitio donde fue encontrado y las mentes campesinas vieron en la conservación del cuerpo un acto milagroso; que originó el culto al ánima del yaguaro, o de la yaguara. A poco de haber sido enterrado, una peste se presentó entre el ganado y un criador viendo el peligro en sus reces rezó al ánima de Maximiliano González. Cuando su ganado se salvó el criador trasladó los restos mortales de Maximiliano González a su hato y construyó una pequeña capilla, donde aun reposan. Años más tardes se construyó una pequeña iglesia al frente de la capilla donde se realiza la misa de los domingos. Pero la cripta de Maximiliano González no ha sido descuidada y siempre se encuentra llena de flores y velas por los favores concedidos.
Se cuenta que muchos años después de su muerte, un conductor pasaba por el lugar y por una lluvia su carro quedó varado en el lodo. Para poder sacarlo el conductor recibió la ayuda de un lugareño que empujo el vehículo junto con el conductor. Tras sacar el carro, el conductor se vuelve para dar las gracias, pero se encuentra solo; tras seguir su camino pregunta por él y descubre que era Maximiliano González el ánima de la yaguara.