Estimados hermanos, uno de los inconvenientes que presentan los trabajos de magia en general, radica en el hecho de que cuando no se comienzan con Dios, sería como robarle una parte a la naturaleza y dánosla a nosotros mismos; ya que ese poder ha de venir de alguna parte de la naturaleza y viene a nosotros, pero en forma errada o indebida; es decir, si las operaciones mágicas se realizan en los niveles inferiores de la naturaleza, el operador mágico ha de pagar con sufrimiento lo que ha obtenido por medio de su arte u obra. Ahora bien, si se inician con el Ser Supremo, entonces se toman fuerzas no manifestadas y las colocas en manifestación, con lo cual aumentan los recursos del universo y siempre que el mago pueda mantener las fuerzas en equilibrio no se producirá ninguna reacción exterior, ni compensación por medio de sufrimientos a causa de sus poderes mágicos, ya que han sido bien utilizados; eso es lo que se conoce como: “trabajar en perfecta armonía con el creador”.