Espiritismo Venezolano y sus Cortes
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description¿Al confesar en voz alta nuestros problemas los malos Espíritus se enteran y nos causan más daño? Empty¿Al confesar en voz alta nuestros problemas los malos Espíritus se enteran y nos causan más daño?

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Padre XXXXX: ¿cuándo uno reza solo, encerrado en su cuarto, uno puede contarle con palabras, es decir en voz alta, sus problemas a Jesucristo o a Dios? Una vez me comentaron que eso es malo pues los demonios escuchan y al caer en sus oídos nuestros problemas se hacen más dañinos.
Gracias por todo, XXXXXX.

Ya no recuerdo exactamente cuántos años llevo en guerra espiritual intelectual (es decir, usando el intelecto como arma para combatir) contra los malos Espíritus que me sitian en cada oportunidad que tienen pero a raíz de esos años y como consecuencia de la observación pude constatar patrones en el actuar de ellos de manera que pude descubrir de qué manera actúan, con qué periodicidad, en qué circunstancias especialmente y por qué..., concluyendo que mucho conviene aprender un poco sobre el hermetismo y aplicarlo a la vida diaria.

Seguro que todos han oído ya la frase "habla bajo, las paredes tienen oídos". ¡Cuanta verdad! 

Durante esos años noté que había una especie de maldición periódica, es decir, cada vez que se sucedía un evento especial en mi vida significativo, alegre, los factores confabulaban para hacerlo miserable. Esto se repetía varias veces al año, algunas fechas eran inaplazables, sí o sí atacan en esas fechas. 

Observando logré descubrir el patrón de seguimiento: previo a un suceso importante presencias venían, se les podían sentir de manera muy palpable, estas se recostaban a mí y tomaban control mecánico de mi rostro, movían los ojos y parecían estar observando a la procura de observar algo; esto fue crucial una vez que con mucho esfuerzo dejé de murmurar (hablar en voz muy baja) y comentar a segundas y terceras personas algo que iba a hacer o estaba ocurriendo (también como consecuencia de una angustia o ansiedad de contar a alguien mi intimidad), pues, ya que no lo hablaba, empecé a ver el aumento de frecuencia en donde se me recostaban y perdía la visión, entonces supe que utilizando mis ojos captaban lo que transmitía a través de la escritura. Habiendo descubierto esto diseñé un método para impedirles nuevamente enterarse vía escrita, eso fue, no comentar verbal ni escrito, incluso no pensar demasiado mis estrategias a la hora de hacer algo; esto les trajo mucha inquietud, aumentó la agresividad y empezaron a "encaramarse" en las personas con quienes conversaba y que de manera sigilosa sabían entrever señales y códigos a fin de darse cuenta, intentaban a través de esas personas extraerme la información pero yo consciente de cada movimiento, me negaba.

Sucedió luego de establecerse este hábito (y tras unas recaídas de consecuencias bien amargas) que mi suerte cambió y entonces dado que yo no exteriorizaba sino que empecé a silenciar y guardar mis estados emocionales (que empeoraban al exteriorizarlos), anhelos, planes y proyectos en mente (que se volteaban al exteriorizarlos) e incluso dejé de anunciar la venida de eventos especiales, empezó a suceder que esos eventos importantes llegaban y ellos llegaban después de haber tenido mi conquista. Ventilaban blasfemias e insultos, estaban muy disgustados. Les estaba ganando intelectualmente.

Ya con el tiempo es normal en mí que no diga cómo me siento, lo que pienso, lo que haré, lo que se avecina ni nada parecido. Desde entonces, sus ataques son al azar y no estratégicos sobre puntos claves. Básicamente tendrían que estar al asecho permanente las 24 horas (en vez de ir y venir) por el resto de la vida para intentar predecir lo que iba a hacer. Esto me condujo a la conclusión de que no tenían acceso a mis pensamientos ni sentimientos y que siendo seres oscuros, la única manera de saber sobre nuestro porvenir probable es en cada ocasión que nos influencian a abrirnos y confiar en ellos, por lo que reiteradas veces me convencían a ceder a la consulta espiritual con individuos no debidamente preparados, a partir de ahí obtenían la información necesaria para causarme problemas por un rato.

Tal y como yo lo viví, contemplé la sapiencia de los maestros del ocultismo orientados hacia el hermetismo y ese aire de misterio que los convierte en individuos totalmente impredecibles. Acá en la Tierra, educados y acostumbrados exclusivamente a la materia nos olvidamos de que la primera de las guerras que tenemos es contra las jerarquías espirituales que nos desean mal y confabulan constantemente para sugerir al hombre malos actos que le destruyan su promesa de una existencia paradisíaca cuando sea acogido en la eternidad espiritual, por eso nos preocupamos mucho por enemigos de carne y hueso y descuidamos el hecho de haber legiones de enemigos más peligrosos operando desde el sigilo y el silencio. Tanta persona que habla su intimidad y luego se queja de ir por la vida como en una montaña rusa.

Dice la angeología cristiana que los Espíritus inferiores y demonios, conocedores de la psicología humana que han estudiado a lo largo de milenios pueden predecir el comportamiento humano y anticiparse para obstaculizar aquellas realizaciones que traerán su bienaventuranza, pero no saben lo que piensan, sienten o les depara el futuro. También para arrastrarlos a escenarios desgracias donde la probabilidad de manejarlos y exponerlos al peligro sea mucho mayor, así, mientras lo degradan, se aseguran de que el sujeto puede ser eliminado fácilmente si se pone rebelde a la opresión. No son omniscientes, tampoco omnipotentes, por lo cual su actuación en nuestras vidas depende mucho de un juego psicológico que implica cederles dominio, para lo cual tienen muchas tácticas, inicialmente muy sutiles para ganar confianza y luego sacan las garras cuando es difícil salir del fango en el que se nos ha solidificado la mitad del cuerpo. En cambio los ángeles sí tienen la capacidad de saber nuestros pensamientos y sentimientos sin el estudio analítico, ellos pueden intuirlo y observar nuestro futuro probable por concesión divina. Son seres antagónicos.

Yo diría que los seres o jerarquías del bajo mundo son seres cuyas cualidades primordiales son la astucia. No tienen ningún don particular, no tienen acceso a los poderes celestiales, no obstante, poseen una inteligencia muy dedicada a encontrar las maneras para salirse con la suya. Son como los sátiros de la mitología, criaturas frívolas, hipócritas, escurridizas y a todo prestan atención a la procura de una mejor oportunidad.

Si esto es común a todos, es muy probable que nosotros seamos ingenuamente los informadores y cómplices inconscientes de nuestros verdugos y enemigos espirituales. Hoy día en especial se ha popularizado el hecho de notificar a las criaturas espirituales absolutamente todo, lo cual en parte les otorga un poder particular para controlar los eventos; ya tienen todos los detalles.

¿Qué opinan ustedes? ¿Confesar nuestros planes, anhelos, estados íntimos, estrategias, preocupaciones, problemas y otras cosas de interés íntimo es avisar a los enemigos espirituales para que desarrollen formas de hacernos mayor daño? ¿Les ha ocurrido algo así? ¿Alguna reflexión que hayan tenido tras mi testimonio?

Acá les dejo un enlace relacionado al tema.

_________________
«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.
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