CUALIDADES DE LOS FLUIDOS
La acción de los espíritus sobre los fluidos espirituales produce consecuencias de importancia directa y capital en los encarnados. Siendo que esos fluidos son el vehículo del pensamiento y que éste puede modificar sus propiedades, es evidente que deben encontrarse impregnados de las cualidades buenas o malas de los pensamientos que los ponen en vibración, modificados por la pureza o impureza de los sentimientos. Los malos pensamientos corrompen a los fluidos espirituales, como los miasmas deletéreos corrompen al aire respirable. Los fluidos que rodean o proyectan los malos espíritus son viciados, mientras que aquellos que irradian los buenos espíritus son tan puros como corresponde al grado de perfección moral que ellos posean.
Sería imposible enumerar o clasificar a los buenos o a los malos fluidos o especificar sus cualidades respectivas, visto que su diversidad es tan grande como son variados los pensamientos. Los fluidos no poseen cualidades sui generis, sino las que adquieren en el medio en que se elaboran; se modifican según los efluvios de ese medio, como el aire por las exhalaciones y el agua por las sales de las capas que atraviesan. Según las circunstancias, esas cualidades son, como el aire y el agua, temporales o permanentes, lo que los hace más especialmente apropiados para la producción de tales o cuales efectos determinados. Los fluidos no poseen tampoco denominaciones especiales. Al igual que los olores, son designados según sus propiedades, sus efectos y su tipo original. En el aspecto moral, llevan impresos los sentimientos de odio, envidia, celos, orgullo, egoísmo, violencia, hipocresía, bondad, benevolencia, amor, caridad y dulzura. En el aspecto físico son excitantes, tranquilizadores, penetrantes, astringentes, incitantes, dulcificantes, soporíferos, narcóticos, tóxicos, reparadores y expulsores y se convierten en fuerza de transmisión o propulsión. El cuadro de los fluidos será, pues, el de todas las pasiones, virtudes y vicios humanos, así como el de las propiedades de la materia y los correspondientes efectos que producen.
Como los hombres son espíritus encarnados poseen, en parte, los atributos de la vida espiritual, ya que viven en los dos planos, fundamentalmente durante el sueño y a veces también en el estado de vigilia. Cuando un espíritu encarna conserva las cualidades que le son propias, pues, como se sabe, el periespíritu no está circunscrito por el cuerpo, sino que emite rayos a su alrededor y lo circunda de una atmósfera fluídica. Por su unión íntima con el cuerpo, el periespíritu juega un papel preponderante en el organismo: gracias a su expansión, relaciona al espíritu en forma más directa con los espíritus libres y también con los espíritus encarnados.
El pensamiento del espíritu encarnado actúa sobre los fluidos espirituales como el pensamiento de los espíritus desencarnados. Se transmite de espíritu a espíritu por la misma vía y, según sea bueno o malo, sanea o corrompe los fluidos circundantes. Si los fluidos ambientes sufren modificaciones ante la proyección de los pensamientos del espíritu, su envoltura periespiritual, que es parte constitutiva de su ser y que recibe en forma directa y permanente la impresión de sus pensamientos, debe llevar en ella, en mayor medida aún, sus cualidades buenas o malas.
Los fluidos viciados por los efluvios de los malos espíritus pueden depurarse por el alejamiento de éstos, pero sus peri-espíritus no cambiarán, hasta tanto el espíritu no se modifique. Siendo el periespíritu de los encarnados de naturaleza idéntica a la de los fluidos espirituales, él los asimila con facilidad, como una esponja se empapa de líquido. Tales fluidos ejercen una acción directa sobre el periespíritu, sobre todo porque al expandirse y proyectarse el periespíritu se confunde con los fluidos. Estos fluidos actúan sobre el periespíritu y éste sobre el organismo material con el cual se halla en contacto molecular. Si los efluvios son de naturaleza buena, el cuerpo recibirá una impresión saludable; si son malos, la sensación será desagradable. Si los malos son permanentes y enérgicos, podrán ocasionar desórdenes físicos: ciertas enfermedades no tienen otro origen. Los ambientes donde abundan los malos espíritus se encuentran impregnados por los malos fluidos que se absorben por todos los poros -digamos- del periespíritu, tal como el cuerpo absorbe los miasmas pestilenciales.
Eso explica los efectos que se producen en los sitios de reunión. Una asamblea es un centro que emite pensamientos, una orquesta, un coro de pensamientos en el que cada cual ejecuta una nota. Resulta, entonces, una cantidad de corrientes y efluvios fluídicos, y cada uno recibe la impresión por medio del sentido espiritual, como en un coro de música cada cual recibe la impresión de los sonidos por el sentido del oído. Pero, así como existen ondas sonoras armoniosas o discordantes, existen también pensamientos armoniosos o discordantes. Si el conjunto es armonioso, la sensación será agradable. Si es discordante, la impresión será molesta. Pues bien, para tales efectos no es necesario que el pensamiento se formule con palabras; la irradiación fluídica existe, sea la idea expresada o no. Tal es el origen del sentimiento de satisfacción que nos embarga durante una reunión simpática, animada por pensamientos sinceros y benévolos. Allí reina como una atmósfera moral saludable en la que se respira con facilidad; se sale reconfortado porque nos hemos impregnado de efluvios fluídicos saludables. Pero si se mezclan algunos pensamientos malos, se produce el efecto de una corriente de aire helado en un medio tibio o de una nota falsa en un concierto. También así se explica la ansiedad y el malestar indefinible que se siente en un medio antipático, donde los pensamientos malsanos provocan como corrientes de aire nauseabundo.
El pensamiento produce una especie de efecto físico que actúa sobre lo moral, y sólo el Espiritismo cuenta con los elementos necesarios para explicar este hecho. El hombre lo siente por instinto, ya que busca las reuniones homogéneas y simpáticas en las que sabe que podrá extraer nuevas fuerzas morales. Se podrá decir que allí recupera las pérdidas fluídicas que tiene cada día por la emanación del pensamiento, como recupera mediante el alimento las pérdidas de energía del cuerpo material. En efecto, el pensamiento es una emisión que ocasiona una pérdida real de los fluidos espirituales y, como consecuencias, de los fluidos materiales, de manera que el hombre necesita sumergirse en los efluvios que recibe del exterior. Cuando se dice que un médico cura a su paciente con buenas palabras, se está en lo cierto, ya que el pensamiento benévolo aporta fluidos reparadores que actúan tanto en el plano físico como en el moral.
Se podrá decir: Es posible huir de los hombres que se sabe malintencionados, pero, ¿cómo sustraerse a la influencia de los malos espíritus que pululan a nuestro alrededor y se deslizan por doquier sin ser vistos? El medio es muy simple: depende enteramente de la voluntad del hombre mismo, que lleva en sí el resguardo necesario. Los fluidos se unen por la similitud de su naturaleza: los fluidos contrarios se repelen; hay incompatibilidad entre los buenos y los malos fluidos, como entre el aceite y el agua. ¿Qué se hace cuando el aire está viciado? Se sanea, se depura, destruyendo el centro de las impurezas, expulsando los efluvios malsanos mediante las corrientes de aire salubre más fuertes. Ante una invasión de malos fluidos hay que oponer otra mayor de buenos, y como cada uno tiene en su periespíritu una fuente fluídica permanente, el remedio lo lleva uno mismo. Sólo hay que purificar esa fuente y darle cualidades que actúen como un repulsivo para las malas influencias y no como una fuerza de atracción. El periespíritu es una coraza a la que conviene saber templar. Ahora bien, como las cualidades del periespíritu guardan relación con las del alma, es preciso trabajar en su mejoramiento, puesto que son las imperfecciones del alma las que atraen a los malos espíritus. “Las moscas se sienten atraídas por la suciedad, y a ella se dirigen; si se acaba con esos focos insalubres, las moscas desaparecen. También los malos espíritus se sienten atraídos por la suciedad, aunque moral, y a ella van. Destruid, por tanto el centro de atracción y se alejarán. Los espíritus buenos, encarnados o desencarnados, no tienen nada que temer de la influencia de los malos Espíritus”.
Alejándome un poco del escenario espirita, sobre este hecho es que se fundamenta dentro del folclore la práctica popular bautizada bajo el nombre de "limpieza" que, no obstante, siendo el pensamiento el agente adulterador de la atmósfera fluídica (que el esoterismo llamará de egrégora) con características unas veces nocivas, otras (y muy raramente) benéficas no encuentra salida ante la nula insistencia de una pedagogía que enseñe a las personas cómo se originan haciéndose capaces de perturbar el ambiente, influir anímicamente sobre los presentes y llegue incluso a causar problemas de salud.
Sobre este principio se fundamenta la propia hechicería que opera a través de un individuo cuyo pensamiento fuerte es capaz de producir modificaciones vigorosas atrayendo a Espíritus afines en la característica particular de manera acentuada y propiciando un efecto generalmente nocivo y eficaz.
Sobre este principio se fundamenta la tan hablada "aura" del ser humano que nos delata en nuestra naturaleza y nos revela tal cual somos ante los demás. Y, ¿cómo no ser así? Ya se ha dicho, el pensamiento del propio sujeto es una constante que adultera el fluido que se irradia al entorno imprimiéndole su naturaleza individual.
Llegado a este punto, ¿hay quien ejerza un poder magnético maligno y sea capaz de hacer alguna cosa buena? Una afirmación en positivo al respecto sería una burla al sentido común. Nadie puede santificarse para propiciar la cura a través de los fluidos que modifica y dirige y luego convertirse en un demonio para propiciar maldiciones por el mismo mecanismo; por tal razón, o se es bueno o se es malo irreconciliablemente ya que no sólo los Espíritus sino los propios fluidos entran en discordia al hallarse 2 polaridades de manera simultánea en un espacio común.
El tema de los fluidos es esencial entenderlo si se quiere entender la serie de temas que intentan explicar los mecanismos de la hechicería donde Ud. se dará cuenta de que un simple pensamiento es suficiente para producir la "maldición" o la "bendición" respectivamente. Un tema esencial para entender la razón por la cual los "caminos" se cierran constantemente, la "limpieza" caduca, y se pasa factura de difamación al mediador de brindar un remedio ineficaz por no ser permanente, el detalle es que, en tanto el ser humano masivamente se halle centrado en el mal pensamiento, cultivando malos sentimientos nos hallaremos envueltos en una atmosfera (o egrégora) que requerirá permanente "limpieza", apertura de esos "caminos cerrados", la armonización de la familia para que deje de haber pleitos y enfermedades, miserias y problemas constantes y también para que dejen de haber malos Espíritus en abundancia gobernando sobre personas, familias, hogares, terrenos, pueblos, ciudades e incluso países entero como es el caso de la actual Venezuela degenerada en la bajeza que ha fomentado la crisis y que nos ha colocado a merced de fluidos y malos Espíritus que se hacen sentir hasta por los menos sensibles a través del mal presentir y las pesadillas.
Hay muchos abordajes que en el criterio espirita puede hacerse solamente a partir de este tema, no obstante, evitaré desarrollarlos a profundidad aquí a razón de que el Espiritismo no inventó el tema de los fluidos sino que observó los fenómenos y se enteró de los antecedentes de otros y se dedicó a escrudiñar sólo para dar con el principio causar y su mecanismo causa-efecto. Esto lo traigo a colación como una referencia de lenguaje común dado que equivocadamente por múltiples redes adeptos al espiritualismo repiten en coro que la doctrina espirita no explica (ni tiene esa capacidad) la ocurrencia de los "milagros" y sucesos propios de la religión cuando en realidad lo que han hecho es confirmar la dificultad que tienen los grupos simples, no intelectualizados, de realizar una asociación más adecuada del lenguaje a fin de no hallar diferencia en 2 referencias que usando un lenguaje diferente están justamente describiendo exactamente lo mismo.
Mi mayor deseo es que, dado que se ha publicado cada tema respectivo y organizado con intenciones pedagógicas, los que no entiendan sean capaces de preguntar y aclarar, aprovechando la oportunidad y los que han entendido, saquen el mayor de los provechos específicamente a su espiritualidad. Esto a razón de que el espiritualismo es la siembra de los Espíritus intercesores y laboriosos que poco explican pero mucho hacen; ellos compensan toda negligencia con mucho esfuerzo individual o colectivo limpiando, curando, protegiendo, encaminando al que siendo la exclusiva causa de su miseria fluídica (o energética en lenguaje espiritualista) ni siquiera se da cuenta de que su vida, más allá del mal deseo que se proyecta en su dirección, está destruida por la propia marginalidad que posee y que lo hace corresponder en plena sintonía a los fluidos nocivos que halla en el ambiente cuando no es él mismo que los modifique intoxicando el ambiente para él, las demás personas, los animales y hasta la vida vegetal que sucumben estos 2 últimos por la pesadez y malignidad del fluido siendo seres extremadamente sensibles y frágiles.
Así que señores que eternamente necesitan de la asistencia espiritual: si Uds. no se educan para disciplinar sus ideas y emociones, deberían considerar si tienen derecho auténtico de quejarse o buscar culpables afuera a fin de que asuman una adecuada praxis y con ello dejen de sustentar el mercadeo de lo espiritual. Nada más piensen cómo contaminan el mundo y destruyen vidas adjudicándose la condición de victimas mientras tanto van ignorando el veneno sigiloso que van dejando a todo lugar que van.
A la comunidad espirita que pudiera hallarse disgustada por mi comentario que es un abordaje o asociación lingüística a favor de la comprensión de otra población, les doy gracias por permitirme hablar del mismo tema descendiendo a situaciones aisladas de interés popular para que entiendan que esto está hablando de aquello que ellos conocen de este o aquel modo. ¡Muchas gracias!
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.