Nsala Maleko manguito
Ante todo un saludo fraternal.
Este es buen tema, aunque hay puntos que son delicados de tratar en forma pública.
Hay una extraña manía reciente, que tu Tata y el mío no tuvieron en su tiempo, de pensar que cualquier socio vale para Nganga. Cualquier entidad sirve para "Lembe Mpungo" y esto no es así. El Nfumbe puede aceptar todos los puntos del pacto, digamos porque sea de interés para él, pero a la hora de la verdad sencillamente no sirva y ya del inicio la propia edificación de la Nganga esté mal.
El Nfumbe antes de aceptar o no un pacto tiene que ser investigado en muchas cuestiones... y cuando las hemos comprobado es cuando vemos si ese, del cual ya sabemos que kuenda para tal o cual edificación, quiere venir con nosotros.
Al caso afirmativo, todo aquello tiene una ceremonia y unas cuestiones para sacar de ahí algo más que una bonita colección de huesos y más nada. Campo Santos, y todos los complejos fenómenos que guardan aquello, requieren de procedimientos.
Eso mínimo... pienso yo.
Luego ya cada Munanzo tiene sus tratados. En el caso de nosotros, por ponerle un ejemplo (siempre se habla mejor cuando se habla de lo propio), no podemos limitarnos a ese lugar... Nfumbe además de camposanto lleva sus cosas a pie Ceiba, y también después en el propio Nzo lleva más cosas. Todo antes de pasar a fondo canasta.
Infelizmente, existen religiosos que creen que por que un Nfumbe diga Kuenda Pacto ya está todo hecho y nada más falta montar una cuestión... sea tratado 7 Rayos, Zarabanda, etc... lo que sea que se propongan a montar. Esto yo no lo comparto y pienso que es riesgoso, y precisamente puede conllevar a que ahí no hay pacto de nada ni aceptación de muchos fenómenos que intervienen en Nganga. Nfumbe es una parte, y no la más importante, de un fundamento.
Ojo... como siempre digo: comparto opinión. Siempre abierta al debate.
Malembe Yaya
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Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
(José Martí, 1891, Cuba)