Basado en El Libro de los Médiums- Capitulo XXIV
No lo dudéis; los Espíritus no engañan sino a los que se dejan engañar. Pero es necesario tener los ojos de comerciante de diamantes para distinguir la verdadera piedra de la falsa; así, pues, el que no sepa distinguir la piedra fina de la falsa, que se dirija al lapidario.
Después de ver en mi peregrinar tantas controversias acerca de este tema, trataré de plasmar extractos de esta obra literaria, basandome en el capítulo 24 del Libro de los Médiums.ALLAN KARDEC Enseña:
Se juzga a los Espíritus por su lenguaje y por sus acciones.
...¿Con qué señales se puede conocer la superioridad o la inferioridad de los Espíritus?
Con su lenguaje, así como nosotros distinguimos a un atolondrado de un hombre sensato.Los Espíritus superiores no se contradicen nunca y sólo dicen cosas buenas; sólo quieren el bien, esta es su preocupación.
Los Espíritus inferiores están aún bajo el Imperio de las ideas materiales; sus discursos se revisten de su ignorancia y de su imperfección.
Sometiendo todas las comunicaciones a un examen escrupuloso, escudriñando y analizando el pensamiento y las expresiones, sondeando el sentido íntimo, examinando sus palabras, pesándolas fríamente, con madurez y sin prevención, como se hace cuando se trata de juzgar una obra literaria, distinguiendo toda separación de la lógica, de la razón y de la prudencia, no puede quedar duda sobre su origen, cualquiera que sea el nombre con que se disfrace el Espíritu.
(…) no hay malas comunicaciones que puedan resistir a una crítica rigurosa. Los Espíritus buenos nunca se ofenden por esto, puesto que ellos mismos lo aconsejan, y porque nada tienen que temer del examen; sólo los malos son los que se formalizan y quieren disuadir, porque lo pierden todo y por lo mismo prueban lo que son.
Los Espíritus buenos prescriben sólo el bien. Toda máxima, todo consejo que no esté estrechamente conforme con la pura caridad evangélica, no puede ser la obra de Espíritus buenos.
Los Espíritus superiores tienen un lenguaje siempre digno, noble, elevado, sin mezcla de ninguna trivialidad; todo lo dicen con sencillez y modestia; jamás se alaban ni hacen nunca ostentación de su saber ni de su posición entre los otros. El de los Espíritus inferiores o vulgares tiene siempre algún reflejo de las pasiones humanas; toda expresión que resienta la bajeza, la suficiencia, la arrogancia, la presunción y la acrimonia es un indicio característico de inferioridad.
Los Espíritus buenos nunca mandan; no se imponen, sino que aconsejan, y si no se les escucha, se retiran. Los malos son imperiosos, dan órdenes, quieren ser obedecidos, pero no se van aún cuando no lo sean. Son exclusivos y absolutos en sus opiniones y pretenden tener ellos solos el privilegio de la verdad. Exigen una creencia ciega, y no quieren sujetarse a la razón, porque saben que la razón les quitaría la máscara.
Los Espíritus buenos no adulan; cuando se hace el bien lo aprueban, pero siempre con reserva; los malos hacen el elogio exagerado, estimulan el orgullo y la vanidad predicando la humildad, y procuran exaltar la importancia personal de aquellos cuya voluntad quieren captarse.
Los Espíritus buenos aconsejan siempre cosas perfectamente racionales; toda recomendación que se apartase de la línea recta del buen sentido o de las leyes inmutables de la naturaleza, indica un Espíritu limitado y por consiguiente poco digno de confianza.
La inteligencia y el conocimiento está lejos de ser una señal cierta de superioridad, porque la inteligencia y la moral no siempre marchan juntas. Un Espíritu puede ser bueno, benévolo y tener conocimientos limitados, mientras que un Espíritu inteligente e instruido puede ser muy inferior en moralidad.
Igualmente es preciso desconfiar de los Espíritus que se presentan muy
fácilmente bajo nombres extremadamente venerados y no aceptar sus palabras sino con la más grande reserva; en esto, sobre todo, se necesita una comprobación severa, porque a menudo es una máscara que se ponen para hacer creer sus relaciones íntimas con Espíritus adelantados. Por este medio adulan la vanidad del médium y se aprovechan de ella para inducirle muchas veces a cosas extrañas o ridículas.
Se renocen también los buenos Espíritus por su prudente reserva sobre todas
las cosas que pueden comprometer; repugnan en descubrir el mal; los Espíritus ligeros o malévolos se complacen en aumentarlo. Mientras que los buenos procuran endulzar las contrariedades y predican la indulgencia, los malos las exageran y siembran la cizaña con insinuaciones pérfidas.
Para juzgar a los Espíritus, así como para juzgar a los hombres, antes es
preciso saberse juzgar a si mismo. Desgraciadamente hay muchas personas que toman su opinión personal por medida exclusiva de lo bueno y lo malo, de lo verdadero y lo falso; todo lo que contradice su manera de ver, sus ideas, el sistema que han concebido o adoptado, es malo a sus ojos.Los Espíritus superiores no tienen otras señales para hacerse reconocer que la superioridad de sus ideas y de su lenguaje.
Ahora, que cree usted? Como usted los identifica???...para más apoyo consulte todo el capítulo y medite, Ojala le ayude en su misionar...
Mis respetos vehementes a Todos
No lo dudéis; los Espíritus no engañan sino a los que se dejan engañar. Pero es necesario tener los ojos de comerciante de diamantes para distinguir la verdadera piedra de la falsa; así, pues, el que no sepa distinguir la piedra fina de la falsa, que se dirija al lapidario.
Después de ver en mi peregrinar tantas controversias acerca de este tema, trataré de plasmar extractos de esta obra literaria, basandome en el capítulo 24 del Libro de los Médiums.ALLAN KARDEC Enseña:
Se juzga a los Espíritus por su lenguaje y por sus acciones.
...¿Con qué señales se puede conocer la superioridad o la inferioridad de los Espíritus?
Con su lenguaje, así como nosotros distinguimos a un atolondrado de un hombre sensato.Los Espíritus superiores no se contradicen nunca y sólo dicen cosas buenas; sólo quieren el bien, esta es su preocupación.
Los Espíritus inferiores están aún bajo el Imperio de las ideas materiales; sus discursos se revisten de su ignorancia y de su imperfección.
Sometiendo todas las comunicaciones a un examen escrupuloso, escudriñando y analizando el pensamiento y las expresiones, sondeando el sentido íntimo, examinando sus palabras, pesándolas fríamente, con madurez y sin prevención, como se hace cuando se trata de juzgar una obra literaria, distinguiendo toda separación de la lógica, de la razón y de la prudencia, no puede quedar duda sobre su origen, cualquiera que sea el nombre con que se disfrace el Espíritu.
(…) no hay malas comunicaciones que puedan resistir a una crítica rigurosa. Los Espíritus buenos nunca se ofenden por esto, puesto que ellos mismos lo aconsejan, y porque nada tienen que temer del examen; sólo los malos son los que se formalizan y quieren disuadir, porque lo pierden todo y por lo mismo prueban lo que son.
Los Espíritus buenos prescriben sólo el bien. Toda máxima, todo consejo que no esté estrechamente conforme con la pura caridad evangélica, no puede ser la obra de Espíritus buenos.
Los Espíritus superiores tienen un lenguaje siempre digno, noble, elevado, sin mezcla de ninguna trivialidad; todo lo dicen con sencillez y modestia; jamás se alaban ni hacen nunca ostentación de su saber ni de su posición entre los otros. El de los Espíritus inferiores o vulgares tiene siempre algún reflejo de las pasiones humanas; toda expresión que resienta la bajeza, la suficiencia, la arrogancia, la presunción y la acrimonia es un indicio característico de inferioridad.
Los Espíritus buenos nunca mandan; no se imponen, sino que aconsejan, y si no se les escucha, se retiran. Los malos son imperiosos, dan órdenes, quieren ser obedecidos, pero no se van aún cuando no lo sean. Son exclusivos y absolutos en sus opiniones y pretenden tener ellos solos el privilegio de la verdad. Exigen una creencia ciega, y no quieren sujetarse a la razón, porque saben que la razón les quitaría la máscara.
Los Espíritus buenos no adulan; cuando se hace el bien lo aprueban, pero siempre con reserva; los malos hacen el elogio exagerado, estimulan el orgullo y la vanidad predicando la humildad, y procuran exaltar la importancia personal de aquellos cuya voluntad quieren captarse.
Los Espíritus buenos aconsejan siempre cosas perfectamente racionales; toda recomendación que se apartase de la línea recta del buen sentido o de las leyes inmutables de la naturaleza, indica un Espíritu limitado y por consiguiente poco digno de confianza.
La inteligencia y el conocimiento está lejos de ser una señal cierta de superioridad, porque la inteligencia y la moral no siempre marchan juntas. Un Espíritu puede ser bueno, benévolo y tener conocimientos limitados, mientras que un Espíritu inteligente e instruido puede ser muy inferior en moralidad.
Igualmente es preciso desconfiar de los Espíritus que se presentan muy
fácilmente bajo nombres extremadamente venerados y no aceptar sus palabras sino con la más grande reserva; en esto, sobre todo, se necesita una comprobación severa, porque a menudo es una máscara que se ponen para hacer creer sus relaciones íntimas con Espíritus adelantados. Por este medio adulan la vanidad del médium y se aprovechan de ella para inducirle muchas veces a cosas extrañas o ridículas.
Se renocen también los buenos Espíritus por su prudente reserva sobre todas
las cosas que pueden comprometer; repugnan en descubrir el mal; los Espíritus ligeros o malévolos se complacen en aumentarlo. Mientras que los buenos procuran endulzar las contrariedades y predican la indulgencia, los malos las exageran y siembran la cizaña con insinuaciones pérfidas.
Para juzgar a los Espíritus, así como para juzgar a los hombres, antes es
preciso saberse juzgar a si mismo. Desgraciadamente hay muchas personas que toman su opinión personal por medida exclusiva de lo bueno y lo malo, de lo verdadero y lo falso; todo lo que contradice su manera de ver, sus ideas, el sistema que han concebido o adoptado, es malo a sus ojos.Los Espíritus superiores no tienen otras señales para hacerse reconocer que la superioridad de sus ideas y de su lenguaje.
Ahora, que cree usted? Como usted los identifica???...para más apoyo consulte todo el capítulo y medite, Ojala le ayude en su misionar...
Mis respetos vehementes a Todos