Todo espiritista debe hacer uso de toda la humildad posible ante sus hermanos, porque la humildad es siempre un ejemplo constante de buenas formas y nunca compromete ni es causa de disturbios ni rencillas; pero esta humildad no debe nunca ser fingida, sino leal y dispuesta a todo servicio,mientras éste sea justo y pueda redundar en bien de alguno de nuestros hermanos. Siempre debe considerarse el espiritista inferior a sus hermanos y dispuesto a ser el servidor de todos, porque ya sabe que el primero debe ser el servidor de todos y, por más que haga y haya hecho, nunca podrá pagar lo que debe a Aquel que es el autor de todo; y, por más que sepa, no alcanzará nunca la infalibilidad: así, pues, siempre podrá equivocarse; por lo tanto, bajo este punto de vista, no hará nunca ni alardes de saber, ni de poseer facultades y menos considerarlas extraordinarias, sino exponer sus ideas y sus opiniones de una manera prudente, sensata y con oportunidad.Si alguna vez se ve importunado por alguno de sus hermanos, procurará contestar en buenas formas, y si no es posible que de momento su hermano entienda la razón, callará, esperando una buena ocasión, para que pueda,con la humildad que debe caracterizarle, convencerle y llevarle a la razón,si esto es posible: así hará uso de la caridad, porque todo espiritista debe ser caritativo con su hermano.
Cuando a uno de nuestros hermanos se le ve extravío en alguna costumbre o manera, tanto en el hablar como en el obrar, no se debe nunca llevar sobre él la murmuración, ni juzgarlo ligeramente, ni abandonarlo, ni echarlo, antes de haber probado los medios posibles de atraerlo. Para más claridad: debemos estudiarnos las cualidades buenas que hay en nosotros, para ver si, con la unión de estas, reparamos defectos. Ahora,cuando sobre un hermano se ha hecho todo lo posible y él no se deja convencer, es necesario, sin ruido, ni sin choque de ninguna clase,separarse o separarlo, procurando no contaminarse, ni que nadie se contamine con él, pero siempre después de haber adoptado todo aquello que aconseja la humildad, el amor, la indulgencia y la caridad.
Así , pues, el espiritista no debe abandonar a su hermano, ni en la crisis, ni en la enfermedad, ni en la miseria; muy al contrario, debe ser para él como un padre o como una madre; consolarle en sus aflicciones, asistirle en sus enfermedades, ayudarle en sus necesidades, protegerlo en su ancianidad, darle la mano en su juventud; en una palabra, debe ser todo espiritista para su hermano, la verdadera providencia terrenal,sosteniéndole hasta donde se pueda, en todos los trances de la vida.
Todo espiritista que haya hecho profesión pública de sus creencias no debe olvidar nunca por donde pasa, a dónde va, y allí donde frecuenta;se nos observa y se nos estudia, para ver cómo obramos los espiritistas, ya que saben que nuestra manera de pensar es muy distinta de la de los que no profesan nuestras ideas. De modo que debemos tener muy presente aquellas palabras de un gran espíritu: Prudencia en el pensar, prudencia en el hablar,prudencia en el obrar, porque, si olvidamos las reglas que el Espiritismo nos prescribe podemos caer en ridículo, por no estar nuestros actos ajustados ala moral que el mundo espera de nosotros, cuya moral, cuando es bien practicada, es el mejor medio de propagar y ensalzar nuestros principios.
Nuestras maneras y costumbres es lo primero que todo espiritista debe emplear en su propaganda; primero obrar, después hablar, a no ser que la necesidad de las circunstancias nos obliguen a hablar primero que obrar. Cuando así deba hacerse, debemos ser muy prudentes y humildes, y debemos dar pruebas de una excelente educación. Pero, si es posible, obrar primero; vale más que nos conozcan primero por las obras que por las palabras; así cuando venga la hora de hablar, nos escucharán con más respeto y seremos mejor atendidos, procurando no entrar en propagar nuestras ideas, sino en ocasión oportuna, empezando siempre por demostrar lo que es la moral del Espiritismo, sus tendencias y sus fines,Si quieres curar a los demás, precisa que tú primero estés curado de tu cuerpo y de tu alma, de lo contrario mal podrás curar a los otros si tú estás enfermo.
En resumen: la humanidad gime, llora, se desespera por lo mucho que sufre; el egoísmo todo lo devora; las víctimas de la maldad se suceden las unas a las otras, las religiones se han desviado del camino; son escasos los hombres de bien, los cuales son siempre intermediarios entre la humanidad y la Providencia. Los espiritistas somos los encargados de traerla luz ya que nosotros sabemos porque la humanidad sufre, por que llora,por que se desespera; sacrifiquémonos, pues, para poderla explicar la causa de sus sufrimientos, de sus lágrimas, de su desesperación; obremos de manera para que sepa que el dolor depura, eleva, purifica, ensalza y así cumpliremos nuestra misión. El espiritista que mucho quiere hacer por sus semejantes no debe perder de vista al Señor cuando le azotaban atado al pilar, cuando le coronaban de espinas cuando llevaba la cruz, cuando consumaba el sacrificio, para saber imitarle en sus actos de amor a la humanidad, de abnegación y de sacrificio.
La Reina Madre bendiga sus espíritus hermanos
Rumbo al 12 de Octubre!!!
Cuando a uno de nuestros hermanos se le ve extravío en alguna costumbre o manera, tanto en el hablar como en el obrar, no se debe nunca llevar sobre él la murmuración, ni juzgarlo ligeramente, ni abandonarlo, ni echarlo, antes de haber probado los medios posibles de atraerlo. Para más claridad: debemos estudiarnos las cualidades buenas que hay en nosotros, para ver si, con la unión de estas, reparamos defectos. Ahora,cuando sobre un hermano se ha hecho todo lo posible y él no se deja convencer, es necesario, sin ruido, ni sin choque de ninguna clase,separarse o separarlo, procurando no contaminarse, ni que nadie se contamine con él, pero siempre después de haber adoptado todo aquello que aconseja la humildad, el amor, la indulgencia y la caridad.
Así , pues, el espiritista no debe abandonar a su hermano, ni en la crisis, ni en la enfermedad, ni en la miseria; muy al contrario, debe ser para él como un padre o como una madre; consolarle en sus aflicciones, asistirle en sus enfermedades, ayudarle en sus necesidades, protegerlo en su ancianidad, darle la mano en su juventud; en una palabra, debe ser todo espiritista para su hermano, la verdadera providencia terrenal,sosteniéndole hasta donde se pueda, en todos los trances de la vida.
Todo espiritista que haya hecho profesión pública de sus creencias no debe olvidar nunca por donde pasa, a dónde va, y allí donde frecuenta;se nos observa y se nos estudia, para ver cómo obramos los espiritistas, ya que saben que nuestra manera de pensar es muy distinta de la de los que no profesan nuestras ideas. De modo que debemos tener muy presente aquellas palabras de un gran espíritu: Prudencia en el pensar, prudencia en el hablar,prudencia en el obrar, porque, si olvidamos las reglas que el Espiritismo nos prescribe podemos caer en ridículo, por no estar nuestros actos ajustados ala moral que el mundo espera de nosotros, cuya moral, cuando es bien practicada, es el mejor medio de propagar y ensalzar nuestros principios.
Nuestras maneras y costumbres es lo primero que todo espiritista debe emplear en su propaganda; primero obrar, después hablar, a no ser que la necesidad de las circunstancias nos obliguen a hablar primero que obrar. Cuando así deba hacerse, debemos ser muy prudentes y humildes, y debemos dar pruebas de una excelente educación. Pero, si es posible, obrar primero; vale más que nos conozcan primero por las obras que por las palabras; así cuando venga la hora de hablar, nos escucharán con más respeto y seremos mejor atendidos, procurando no entrar en propagar nuestras ideas, sino en ocasión oportuna, empezando siempre por demostrar lo que es la moral del Espiritismo, sus tendencias y sus fines,Si quieres curar a los demás, precisa que tú primero estés curado de tu cuerpo y de tu alma, de lo contrario mal podrás curar a los otros si tú estás enfermo.
En resumen: la humanidad gime, llora, se desespera por lo mucho que sufre; el egoísmo todo lo devora; las víctimas de la maldad se suceden las unas a las otras, las religiones se han desviado del camino; son escasos los hombres de bien, los cuales son siempre intermediarios entre la humanidad y la Providencia. Los espiritistas somos los encargados de traerla luz ya que nosotros sabemos porque la humanidad sufre, por que llora,por que se desespera; sacrifiquémonos, pues, para poderla explicar la causa de sus sufrimientos, de sus lágrimas, de su desesperación; obremos de manera para que sepa que el dolor depura, eleva, purifica, ensalza y así cumpliremos nuestra misión. El espiritista que mucho quiere hacer por sus semejantes no debe perder de vista al Señor cuando le azotaban atado al pilar, cuando le coronaban de espinas cuando llevaba la cruz, cuando consumaba el sacrificio, para saber imitarle en sus actos de amor a la humanidad, de abnegación y de sacrificio.
La Reina Madre bendiga sus espíritus hermanos
Rumbo al 12 de Octubre!!!