kooolll escribió: Si y esas prendas encementadas, :/
Y sobre todo la "teja de nfumbe" por lo que ve que puede decir ngando?
por que en ifa la teja es para atender ancestros y lleva sus signos, pero y en este caso esas firmas con que tiene relacion?
El material del que está hecho la "teja española" (como comúnmente se le suele decir a la utilizaba por los Awos) en sí, sí que puede ser de utilidad en el malongo para determinados propósitos; claro que no en forma de teja y con la idiosincrasia de la propia teja de eggún que entregan en Ifá. Por lo que mi opinión sobre esa teja es más bien que se trata de un sancocho tan lamentable como triste.
Y francamente, es la primera vez que yo veo Nkisi encementado...
Le pongo un ejemplo:
Algunos Tatas, entre los que me incluyo, somos de la lógica de que cuando el Nkisi uria es importante que urie el fondo del caldero. Otros no, pero muchos sí pensamos así. Cada Tata tiene su forma para resolver, hay muchas... Yo en lo personal junto a los Kaguete (imprescindibles en todo Nkisi, en mi opinión) coloco también una caña hueca que conecta arriba con el sello y el secreto que vive en el fondo de todo Nkisi... De ese modo cuando Nkisi uria, gracias a eso también uria fondo caldero.
Antes de un rayamiento, por ejemplo, se le da de comer a determinado elemento del Nkisi y son necesarios preparativos en el Nkisi que hará de receptor de ese nuevo hijo del Nkisi que jurará próximamente. No veo cómo hacer, con todo el fundamento cubierto a cemento.
El Nkisi nunca deja de crecer, se le añaden cosas, va creciendo con el tiempo.
Lo mío al momento de recibirlo era más pequeño de lo que hoy es. Figúrese cómo hubiese podido yo hacer si tengo lo mío cubierto de cemento.
En fin, podría seguir con un larguísimo etc...
Como imaginará, no le encuentro nada de lógica a encementar un Nkisi... No le veo sentido el sentido.
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Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
(José Martí, 1891, Cuba)