WCaboclo TupinambáV


El termino Tupinambá probablemente significa “el más antiguo” o “el primero”, y se refiere tanto a una gran nación de indios, de la cual formaban parte, de entre otros, los tamoios, los temiminós, los tupiniquins, los potiguara, los tabajaras, los caetés, los amoipiras, los tupinás (tupinaé), los aricobés y un grupo también llamado de Tupinambá.
Los Tupinambás como nación dominaban casi todo el litoral brasilero y poseían un lenguaje común, que tuvo su gramática organizada por los jesuitas y pasó a ser conocida como el tupi antiguo, constituyéndose en la lengua raíz de la lengua general paulista y del nheengatu. Sin embargo, normalmente, cuando se habla de Tupinambás, se está a referir a las tribus que hicieron parte de la Confederación de los Tamoios, cuyo objetivo era luchar contra los portugueses, también conocidos como perós.
A pesar de tener raíces comunes, las diversas tribus que componían la nación Tupinambá luchaban constantemente entre sí movidas por un intenso deseo de venganza que resultaba siempre en guerras sangrientas en que los prisioneros eran capturados para ser devorados en rituales antropofágicos. Autores como el alemán Hans Standen (la historia de los salvajes, desnudos y feroces…), y los franceses Jean de Léry (viaje a la Tierra del Brasil) y André Thevet (las singularidades de la Francia Antártica), todos del siglo XVI, más allá de las Cartas Jesuitas de la época, nos dan noticias muy precisas acerca de quiénes eran y cómo vivían los indios Tupinambás.
En todas las tribus Tupinambás era común la observancia a los héroes civilizadores, como llama Alfred Métraux en su libro “La religión de los Tupinambás” que eran divinidades que habían creado o dado inicio a la civilización indígena (Meire Humane e Pae Zomé – mito amerindio común en toda la américa meridional). También era común la intercesión junto a los espíritus de los pajés, el uso de las maracas, sonajas místicas cuyo uso era obligatorio en cualquier ceremonia.
Actualmente existen dos núcleos de indios Tupinambá, en el litoral de la Bahía: Olivença, municipio de Ilhéus, con 20 aldeas y 3864 indígenas; y la aldea Patiburi, municipio de Belmonte, con 199 personas.
Los Tupinambás de la Región Sudeste del Brasil tenían un vasto territorio, que se extendía desde el río Juqueriqueré, en San Sebastían/Caraguatatuba, en el Estado de San Paulo, hasta el cabo de San Tomé, en el estado del Río de Janeiro.
El grueso de la nación Tupinambá se localizaba en la bahía de la Guanabara y en Cabo Frio, o Gecay, el nombre de la mezcla de sal y pimienta que los indios, aunque no consumiendo la sal, vendían a los franceses (mairs, nombre originario de Maíra o Meire Humane), con los cuales se aliaron cuando estos establecieran la colonia de la Francia Antártica en la bahía de Guanabara.
Las tentativas de esclavitud de los indios para servir en los ingenios de la caña de azúcar en el nucleo vicentino, llevaron a la unión de las tribus en una confederación bajo el comando de Cunhambebe, llamado de Confederación de los Tamoios, englobando todas las aldeas Tupinambás, desde San Paulo, Valle del Río Paraíba (San José de los Campos, Taubaté y otras) hasta el cabo de San Tomé, con envidiable poderío de guerra.
Es en este interino que Nóbrega y Anchieta habrían sido llevados por José Adorno en barco hasta Iperoig (actual Ubatuba), para intentar hacer las paces con los indios fronterizos en el local de la actual ciudad de Ubayuba (aldea de Uperoig). Según la tradición, Nóbrega volvió hasta San Vicente con Cunhambebe y el Padre José de Anchieta quedó cautivo de los Tupinambás en Ubatuba. En este periodo, él habría escrito el Poema de la Virgen. Hechos legendarios y fantásticos habrían ocurrido en esta época del cautiverio, como el milagro de Anchieta: levitar entre los indios, que horrorizados, querían que él de allí se retirase pues pensaban se trataba de un hechicero.
Sea como fuera, los padres con mucha diplomacia, consiguieron desmantelar la Confederación de los Tamoios, promoviendo la Paz de Iperoig, el primer tratado de paz de las américas. Se dice que después de fechas de pases, Nóbrega advirtió a los indios de que, si volvían atrás en la palabra empeñada, serían todos destruidos, profecía que de hecho se concretizó. Cuando los portugueses atacaron a los franceses del Río de Janeiro, estos pidieron ayuda a los indios, que acudieron a sus aliados. Esto llevó al exterminio de los Tupinambás que vivían en aldeas en torno de la Bahía de Guanabara, en la segunda mitad del siglo XVI. Los que consiguieron salvarse fueron los que penetraron en las selvas con algunos franceses y los indios Tupinambás de Ubatuba que, para no ayudar a los hermanos del Rio y no corrieran riesgos, o se penetraban en las selvas o fueron asimilados por los colonos en Ubatuba, generando la actual población caiçara de aquella región así como la población cabocla del Valle del Paraíba Paulista y Fluminense.
Sin embargo, el golpe fatal al fin de los Tupinambás, fue el ataque a la última fortaleza francesa en Cabo Frio, con la destrucción de todas las aldeas. Todo destruido con fuego y pasado al “filo de la espada”. Los sobrevivientes o se refugiaron en las selvas y migraron para otras regiones o algunos pocos todavía, al final del siglo XVI, podían ser encontrados en una aldea de indios cristianos próxima de la entonces recién fundada ciudad del Rio de Janeiro, local donde murió y fue enterrado el Padre Nóbrega.
Por esos motivos y por algunas declaraciones que denotarían en tesis connivencia con el exterminio indígena, es que el Padre José de Anchieta ha sido considerado muy polémico hasta los días actuales, aunque en otras oportunidades, haya declarado que se llevaba mejor con los indios de lo que con los portugueses. Al final, los padres jesuitas tenían la buena intención y buena fe de recoger nuevas almas para la Iglesia, en el movimiento conocido como Contra-Reforma, háyase visto la Reforma que se había iniciado y se esparció por Europa.
Por el motivo de los Tupinambás tomar casi todo el territorio nacional podemos decir que todos somos descendientes de esos grandes guerreros.
En nuestra Umbanda, cuando comenzaron a legar espíritus de Indios, uno de los primeros fue el cacique Tupinambá, este luego formó la falange de los Caboclos Tupinambá; éste cacique es llamado rey de los indios pues era el que tenía más poderes de entre ellos. Mitos cuentan que de su unión con la Cabocla Jurema nació el Caboclo Siete Flechas comandante de la línea de Oxóssi, muchos médiums que dan pasaje para espíritus de la falange del Cacique Tupinambá son hijos de Oxóssi, pero es nítida la presencia vibracional de la corriente de ogum en estas entidades.
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Caboclo Tupinambá: los caboclos de esta línea son liderados por el Cacique Tupinambá, este fue el patrono y el primer indio a usar este ropaje fluidico en la Umbanda, por eso es el Rey de los Caboclos o Rey de la Selva.
Caboclo Siete Encrucijadas: este caboclo fue el que primero se presentó como caboclo, pero hay relatos que antes de su aparición algunos médiums ya trabajaban con indios, la explicación de su nombre fue dada por él mismo en tierra, es Caboclo Siete Encrucijadas pues no hay caminos cerrados para mí.
Caboclo Siete Flechas: esta falange conocida es el comandante de todos los caboclos puros de Oxóssi, dice la mitología que el caboclo que dio nombre a ésta falange es hijo del cacique Tupinambá.
Cabocla Jurema: no debe hacer confusión con el culto a jurema que es un culto indígena. La cabocla Jurema es una gran jefe de falange, tan grande que ya hay sub-falanges: jurema preta, jurema da bahia, jurema da choeira entre otras. Dice la mitología que es la madre de Siete Flechas, la vibración originaria de la Cabocla Jurema es de Iansá.

e¡Saravá!z

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.