¿De qué necesita la Umbanda?
Un día de esos, al final de una gira de desarrollo mediumnico, se manifestó el Pai Joao de Angola, el Preto Velho regente de la casa.
Como de costumbre, encendió su cachimbo, saludó a los presentes y llamó a todos para bien cerca de él y, tras acomodarse, pidió que todos respondiesen una pregunta simple:
-¿de qué necesita la Umbanda?
Y así uno a uno fueron respondiendo:
-Más unión…
-Más estudio…
Más divulgación…
Más respeto…
Más reconocimiento…
Más, más y más…
Tras todos manifestar sus opiniones, el Pai Joao sonrió y disparó:
-Mucho se dice de lo que la Umbanda necesita, ¿no es así? Y yo digo que ¡la Umbanda necesita de hijos!
Silencio repentino en el ambiente. Naturalmente los hijos quedaron sorprendidos y ansiosos para la conclusión de esta afirmación. El Pai Joao fumó, pensó, fumó, sonrió y continuó:
-Es eso, la Umbanda necesita sobretodo de HIJOS. Porque un hijo jamás niega su madre, su origen, su naturaleza. ¿Cuando alguien pregunta a ustedes sobre el nombre de su madre, ustedes procuran dar un nombre a ella que no sea el verdadero? Un hijo ni piensa en eso, simplemente revela la verdad. Así es un verdadero hijo de Umbanda, no niega su religión, ni conseguiría, pues sería lo mismo que negar el origen de su vida, sería lo mismo que negar el nombre de su madre. Un hijo de Umbanda, dentro del terreiro, limpia el suelo como devoción y no como una aburrida necesidad de trabajar. Un hijo de Umbanda da lo mejor de sí para y por el terreiro, pues siente que allí él está en la casa de su madre. Un hijo de Umbanda ama y respeta sus hermanos de fe, pues son hijos de la misma madre y saben que por honra y respeto a ella es que necesitan amarse, respetarse y fortalecerse. Un hijo de Umbanda siente naturalmente que el terreiro es la casa de su madre, donde él encuentra su familia y por eso cuando allá no está se siente ansioso para retornar y siempre que retorna es un momento de alegría y placer. Un hijo de Umbanda no necesita aprender lo que es gratitud. Porque su entrega verdadera en el convivio con su madre, la Umbanda, ya le enseña por observación lo que es humildad, ciudadanía, familia, caridad y todas las virtudes básicas que un hijo educado carga consigo. Un hijo de Umbanda no espera ser escalado o designado por una orden superior para hacer y colaborar con el terreiro; él por sí solo observa las necesidades y se voluntaria, pues le es muy satisfactorio agradar su madre, la Umbanda. Un hijo de Umbanda sabe lo que es ser hijo y sabe lo que es tener madre. Cuando la Umbanda agrega en su interior más hijos que cualquier otra cosa, estas necesidades que ustedes tanto señalan como unión, respeto, educación, ética, en fin, no existirán, pues esto solo existe en aquellos que no son hijos de hecho. ¡Tengan una buena noche, mis hijos!
El Pai Joao fumó una vez más y desincorporó. Frente de él, sus hijos, con los ojos llorosos, rostro rubro, agradecían la lección.
¡Saravá la Umbanda¡ ¡Salve la sabiduría¡ ¡Salve los Preto Velhos!
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.