Malembe!
En mi opinión debería atenderse y permanecer en lugares distintos.
Ni Osha admite, ni el Palo Mayombe tampoco. Sinceramente ignoro el dato de los Kimbiza, es posible que sea así, pero aún en esas circunstancias que la Regla Kimbiza lo autorizase no significa que la Osha lo haga; supongo. Algunos Iles autorizan asuntos espirituales (Bóveda, muñeco eggun, pagugu ni eggun, etc), otros no, pero la mayoría desaconseja la proximidad de la Nganga.
Hay varios aspectos que se me ocurren, ojalá puedan servir de ayuda al hermano:
- Los Guerreros idealmente deben estar cerca de la puerta de la casa. Por el contrario, Nganga (o lo referido a ella) si no está afuera de la casa o en un patio (lo más idóneo) debería estar en el cuarto más aislado, menos frecuentado, y más ignorado por los ojos indiscretos de la casa.
- He conocido Nganguleros que no han podido hacer esto. Sobre todo aquellos que llegan a un país nuevo y se encuentran en situación de tener únicamente un cuarto, bien porque su enlace con el nuevo país es un familiar, o bien por otro motivo. En esos casos lo que les he visto hacer es delimitar un espacio para el Nkisi, lo hacen con el mismo yeso con el que se hace patipemba, y le dan conocimiento al Nkisi que ese, y únicamente ese, es su espacio. En la parte más separada del cuarto, lo más ajeno posible al Nkisi, colocan cualquier cosa de Osha.
Antes de trabajar arriba del brujo, esperan 24h sin tocar santo, y antes de tocar Osha hacen lo propio con el brujo. Así hacen hasta que ya tienen su casa, etc, y pueden hacerlo todo en su sitio. Atender Matari y Otan al mismo tiempo no. Al menos no en mi opinión, irradiaciones muy distintas. Matari asienta espiritualidad del Nfumbe, cuando se le propicia se le agita. Que luego te escuche darle a un extraño, hablando lukumi, etc mmmmm yo no lo haría.
En fin, espero haberle aportado ideas al hermano.
No obstante, siempre importante, el consejo más válido es el consejo de su Tata.
Que estén bien
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Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
(José Martí, 1891, Cuba)