Blanco: Al igual que las hojas de papel o las telas, es sinónimo de “impecable”; “sin mancha”; “puro”. También “paz” o “tranquilidad”. Esto último, porque es el estado natural de las cosas que NO ESTÁN ALTERADAS.
Negro: Simboliza y representa a lo relacionado con “lo que no puede percibirse” aunque también con lo negativo o de muy baja vibración. Lo más frecuente, es que la “oscuridad” aluda a IGNORANCIA (porque no se percibe bien) aunque muchas veces también a “lo que está oculto” al propio conocimiento o entendimiento, el “misterio” o “lo misterioso” por desconocido o solapado adrede.
Rojo: Es el color de la ACTIVIDAD. El que incita al movimiento. En exceso, es sinónimo de violencia. No es casual que la sangre sea roja. Se lo considera como indicio de vida, de que hay actividad, mientras sea dosificado. También se lo asocia con “pasión” porque son precisamente las pasiones, o emociones intensas, las que “nos mueven a la acción” .
Amarillo: Por excelencia, es el color de la sabiduría, pero no del conocimiento simple o erudición, sino de la profunda que está COMPRENDIDA y apreciada. El oro es tan apreciado, más que nada, porque representa precisamente a lo significa el color amarillo puro, que es como un sol “iluminador” de la consciencia. En el caso del oro, no es solamente color. Es el único metal que naturalmente JAMÁS SE CORROMPE en su composición de modo natural. También tiene la suficiente firmeza para no deformarse fácilmente, pero tampoco tan exagerada como para no permitir que se lo trabaje y amolde a las circunstancias que se desea. Siempre brillará incorrupto como un sol. Por todo esto, el verdadero valor y aprecio histórico por el oro, reside más en lo que SIMBOLIZA porque lo recuerda, que por el metal en sí mismo.
Azul: Es el color de lo espiritual. Cuanto más claro más elevado y “puro”. Todo lo que sea azul, está asociado con espiritualidad. Tampoco es “casual” que percibamos al cielo (lo más alto y elevado) de este color.
Combinando a los colores básicos (primarios más el blanco y/o negro) se obtienen los secundarios y terciarios. Sus significados son lo que se deduce de los colores involucrados.
Verde: Es el color de la esperanza, porque está compuesto por amarillo (sabiduría) y azul (espiritualidad). En otras palabras, es: “sabiduría espiritual”. Por esta razón, es de lo más lógico que resulte tener un efecto “relajante” para la mente y “esperanzador”. También puede aludir a “lo inmaduro”, que aún le falta combinar los elementos sabiduría y espiritualidad para SER por completo a lo que ya es pero en esencia. También es el color sanador por excelencia.
Anaranjado: Suele atribuirse este tono a las personas que actúan con sabiduría, porque es la suma de “acción” (rojo) con “sabiduría” (amarillo). Sin embargo, no siempre es así. Hay que recordar qué colores lo componen y por qué está ese tono donde se lo halle, para deducir correctamente la razón.
Violeta: Es el que representa a la actividad espiritual, por su combinación de rojo y azul. Se lo considera al color más potente, poderoso y elevado. Es el color de la transmutación.
Ahora, como continuación de los secundarios, están las combinaciones con blanco y negro:
Rosado: es uno de los más poderosos realmente, porque es PUREZA en acción. Resulta algo contradictorio y quizás hasta paradójico que el color de la “acción” (más bien “violencia” combinado con su casi antónimo “Paz”, “Pureza”, signifique AMOR, ternura, contención afectiva.
Marrón: Surge de la combinación de rojo y negro. Es decir de acciones ignorantes o egoístas. Suele considerárselo un color “negativo” en general, sobre todo si es más bien oscuro. Sin embargo, la madera es marrón y, en tal caso, su significado es muy diferente, dado que alude a los “árboles” y su aspecto benéfico como el de la cálida contención pasiva o “protección”.
Gris: Al igual que los colores que lo componen, es una mezcla de positividad con negatividad. De pureza y suciedad. Siempre alude a lo indefinido, desabrido, o de conducta “ni” (ni bueno ni malo) lo cual puede resultar positivamente en que se tiene la opción de INTENTAR cambiar.
Lila (o violeta casi rosado): Es el color del amor espiritual. Porque es el rosado con un toque de azul. La pureza (blanco) en acción (rojo) dirigida espiritualmente (azul).
Respecto a colores oscuros, debe tenerse presente que la presencia de negro en un tono, no siempre indica “negatividad” sino que puede indicar tanto “ignorancia” (falta de desarrollo o luz) como también que permanece con cierto grado de “ocultamiento”, de mantener como un velo a lo que haya detrás, implicado o asociado.
Aplíquese lo mismo a los colores claros: No siempre son indicadores de “elevado” o “pureza” porque pueden indicar que “están a la vista”, son “muy simples” o similar.
Sólo me restaría agregar que, esotérica y simbólicamente, se asocia al amarillo (sol, oro, yang) con lo masculino y, a lo blanco (luna, plata, ying) con lo femenino.
La razón por la cual tradicionalmente se adjudica el color celeste a los bebés varones y el rosado a las niñas, es bastante obvio: Porque son los tonos de aquello a que más debieran tender lograr en sus propias auras y vidas. Los varones la mayor y más elevada espiritualidad y, las mujeres, la mayor y mejor capacidad relacionada con el amor en su aspecto universal (afecto, contención, etc, más allá de lo puramente asociado a lo sexual). Características que no son exclusivas de cada género, pero a las cuales tienen mayor predisposición o condiciones para lograr por sus naturalezas específicas. O al menos, a las que debieran dar importancia predominante en sus propias vidas.
Negro: Simboliza y representa a lo relacionado con “lo que no puede percibirse” aunque también con lo negativo o de muy baja vibración. Lo más frecuente, es que la “oscuridad” aluda a IGNORANCIA (porque no se percibe bien) aunque muchas veces también a “lo que está oculto” al propio conocimiento o entendimiento, el “misterio” o “lo misterioso” por desconocido o solapado adrede.
Rojo: Es el color de la ACTIVIDAD. El que incita al movimiento. En exceso, es sinónimo de violencia. No es casual que la sangre sea roja. Se lo considera como indicio de vida, de que hay actividad, mientras sea dosificado. También se lo asocia con “pasión” porque son precisamente las pasiones, o emociones intensas, las que “nos mueven a la acción” .
Amarillo: Por excelencia, es el color de la sabiduría, pero no del conocimiento simple o erudición, sino de la profunda que está COMPRENDIDA y apreciada. El oro es tan apreciado, más que nada, porque representa precisamente a lo significa el color amarillo puro, que es como un sol “iluminador” de la consciencia. En el caso del oro, no es solamente color. Es el único metal que naturalmente JAMÁS SE CORROMPE en su composición de modo natural. También tiene la suficiente firmeza para no deformarse fácilmente, pero tampoco tan exagerada como para no permitir que se lo trabaje y amolde a las circunstancias que se desea. Siempre brillará incorrupto como un sol. Por todo esto, el verdadero valor y aprecio histórico por el oro, reside más en lo que SIMBOLIZA porque lo recuerda, que por el metal en sí mismo.
Azul: Es el color de lo espiritual. Cuanto más claro más elevado y “puro”. Todo lo que sea azul, está asociado con espiritualidad. Tampoco es “casual” que percibamos al cielo (lo más alto y elevado) de este color.
Combinando a los colores básicos (primarios más el blanco y/o negro) se obtienen los secundarios y terciarios. Sus significados son lo que se deduce de los colores involucrados.
Verde: Es el color de la esperanza, porque está compuesto por amarillo (sabiduría) y azul (espiritualidad). En otras palabras, es: “sabiduría espiritual”. Por esta razón, es de lo más lógico que resulte tener un efecto “relajante” para la mente y “esperanzador”. También puede aludir a “lo inmaduro”, que aún le falta combinar los elementos sabiduría y espiritualidad para SER por completo a lo que ya es pero en esencia. También es el color sanador por excelencia.
Anaranjado: Suele atribuirse este tono a las personas que actúan con sabiduría, porque es la suma de “acción” (rojo) con “sabiduría” (amarillo). Sin embargo, no siempre es así. Hay que recordar qué colores lo componen y por qué está ese tono donde se lo halle, para deducir correctamente la razón.
Violeta: Es el que representa a la actividad espiritual, por su combinación de rojo y azul. Se lo considera al color más potente, poderoso y elevado. Es el color de la transmutación.
Ahora, como continuación de los secundarios, están las combinaciones con blanco y negro:
Rosado: es uno de los más poderosos realmente, porque es PUREZA en acción. Resulta algo contradictorio y quizás hasta paradójico que el color de la “acción” (más bien “violencia” combinado con su casi antónimo “Paz”, “Pureza”, signifique AMOR, ternura, contención afectiva.
Marrón: Surge de la combinación de rojo y negro. Es decir de acciones ignorantes o egoístas. Suele considerárselo un color “negativo” en general, sobre todo si es más bien oscuro. Sin embargo, la madera es marrón y, en tal caso, su significado es muy diferente, dado que alude a los “árboles” y su aspecto benéfico como el de la cálida contención pasiva o “protección”.
Gris: Al igual que los colores que lo componen, es una mezcla de positividad con negatividad. De pureza y suciedad. Siempre alude a lo indefinido, desabrido, o de conducta “ni” (ni bueno ni malo) lo cual puede resultar positivamente en que se tiene la opción de INTENTAR cambiar.
Lila (o violeta casi rosado): Es el color del amor espiritual. Porque es el rosado con un toque de azul. La pureza (blanco) en acción (rojo) dirigida espiritualmente (azul).
Respecto a colores oscuros, debe tenerse presente que la presencia de negro en un tono, no siempre indica “negatividad” sino que puede indicar tanto “ignorancia” (falta de desarrollo o luz) como también que permanece con cierto grado de “ocultamiento”, de mantener como un velo a lo que haya detrás, implicado o asociado.
Aplíquese lo mismo a los colores claros: No siempre son indicadores de “elevado” o “pureza” porque pueden indicar que “están a la vista”, son “muy simples” o similar.
Sólo me restaría agregar que, esotérica y simbólicamente, se asocia al amarillo (sol, oro, yang) con lo masculino y, a lo blanco (luna, plata, ying) con lo femenino.
La razón por la cual tradicionalmente se adjudica el color celeste a los bebés varones y el rosado a las niñas, es bastante obvio: Porque son los tonos de aquello a que más debieran tender lograr en sus propias auras y vidas. Los varones la mayor y más elevada espiritualidad y, las mujeres, la mayor y mejor capacidad relacionada con el amor en su aspecto universal (afecto, contención, etc, más allá de lo puramente asociado a lo sexual). Características que no son exclusivas de cada género, pero a las cuales tienen mayor predisposición o condiciones para lograr por sus naturalezas específicas. O al menos, a las que debieran dar importancia predominante en sus propias vidas.