Malandros en la Umbanda Images?q=tbn:ANd9GcRJVRAfII9kmGzUe6lBDR9qPXuytNshq_GMPG9TerIWDlmAfdsLyA

Línea de acción y trabajo de los Malandros

Las entidades que hoy se manifiestan en esa “nueva” línea de acción y trabajo umbandista, antes llegaban en las giras en las líneas de los Bahianos o de los Exus. A lo poco, fueron siendo aceptados, respetados y procurados, ganando línea propia, comandados por Zé Pelintra.

Se origina en el Catimbó nordestino, con identidad en la pajelança chamanica de los indios brasileros y del culto a la Jurema sagrada, bien antes de la Umbanda. Son el resultado del gran mestizaje cultural y racial brasilero y retratan las poblaciones marginalizadas, desfavorecidas, pobres y sufrientes de las periferias del país, tanto rurales como urbanas.

El Catimbó se desenvuelve paralelamente a la Umbanda, pero ambos se encontraron en los grandes centros urbanos. El termino “Maestro”, usado en el Catimbó, viene de la hechicería europea, principalmente la portuguesa, de la cual adoptó varias practicas, inclusive el uso del caldero y rituales de magia. Es fundamental en el Catimbó el uso de hierbas y raíces, la fidelidad a los dogmas del catolicismo, a los santos, al tercio, al agua bendita y al rezo. El trabajo y la fuerza están en el humo y en las hierbas. El cigarro es especialmente preparado y la magia del trabajo va por el aire, en el tiempo, junto al humo y la bebida.

En general, los maestros son espíritus, curadores que tuvieron muertes trágicas y se “encantaron”. Trabajan para la solución de algunos problemas materiales y amorosos.

Las entidades que se manifiestan en la Línea de los Malandros son un agrupamiento de espíritus que vivieron sus rencarnaciones en la pobreza y en el sufrimiento pero supieron sacar del dolor el humor y el juego de cintura para driblar la miseria y el bajo astral. Por donde pasan llevan alegría y arrancan sonrisas y carcajadas, con su samba en el pie, su remo y malandraje.

Los malandros del astral no son marginales del más allá como muchos suponen. Son espíritus amigos volteados para la práctica de la caridad espiritual y material. Propagan el respeto al ser humano, la tolerancia religiosa, la humildad, los buenos ejemplos, el amor al prójimo, el amparo a los niños desamparados y a los dichosos. Combaten las tinieblas y cortan hechizos y magias negras.

En locales de extrema pobreza y ausencia de asistencia pública y de justicia humana, los malandros están presentes con su misericordia, buscando aliviar el sufrimiento y socorrer a los necesitados, limpiando las lágrimas de los que sufren.
Se manifiestan en la Línea de los Malandros muchos “Zés”: Zé Pelintra, Zé de la Virada, Zé Navalha, Zé Malandrinho, Zé da Faca y otros como Chico Pelintra, Cibamba, Seu Malandro, etc. Son “hechiceros” del bien y presentan gran sentido de humor en sus manifestaciones. Son entidades de la calle encontrados en bares, fiestas, subidas de colinas, etc.

Zé Pelintra es una entidad urbana que puede hasta nada tener que ver con el origen de los maestros pero es llamado maestro Catimbozeiro, doctor, curador, consejero, defensor de las mujeres, de los niños y de los pobres, guerrero de la igualdad social, medico de los pobres, abogado de los agraviados, dueño de la noche y rey de la magia. Tienen gran importancia en los catimbós y en las macumbas cariocas y es el protector de los comerciantes, principalmente de bares, comensales, restaurantes y clubes.

Un saludo para esa línea es: ¡Salve los malandros! ¡Salve el malandraje!

Sus colores son el rojo y el blanco o el negro y blanco. La regencia de los malandros es el Pai Ogum y, por los colores, Pai Omulú.

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.