La Canalización Telepática
La canalización telepática es la posibilidad de comunicarse de manera intencional y consciente con una entidad de carácter espiritual sin la intervención del lenguaje común, sino a través de la mente y de manera conceptual. Teniendo en cuenta que todos los seres de alguna manera somos entidades espirituales, dicha comunicación es posible con seres encarnados o desencarnados, siempre y cuando el nivel de conceptualización o elaboración del pensamiento abstracto sea similar, como ocurre entre espíritus humanos, espíritus elementales, angélicos o planetarios, por compartir en común una identidad individual y de carácter mental.
El proceso de canalizar
Toda entidad espiritual posee diferentes herramientas de expresión en el plano de manifestación física. De la misma manera que tiene la posibilidad – en algún momento- de utilizar un cuerpo físico, puede usar niveles de energía más sutiles tales como su cuerpo etéreo, sus emociones, y sus pensamientos (ideas desarrolladas con energía mental concreta o egoica)-conceptos (ideas sintetizadas similares a una intención o imagen provenientes de la energía mental espiritualizada). Son éstos últimos niveles de energía los que el Alma de un ser conserva de manera más permanente a lo largo de sus diferentes ciclos de vida, y pueden expresarse sin la presencia de un cuerpo físico al ser más sutiles, fluidos y menos limitados por el espacio-tiempo.
Cuando una entidad busca comunicarse con nosotros, y al mismo tiempo nos encontramos preparados y relativamente conscientes para ello, entonces la canalización telepática se da de manera natural. Es aquí donde sus conceptos son percibidos por nosotros y luego interpretados a nuestro propio lenguaje basándonos en el conocimiento previo que tenemos sobre el asunto transmitido. Es por esto que se llama “telepática” ya que existe un trasmisor conceptual y un receptor de dicha información a un nivel mental.
En este sentido una canalización puede ocurrir de manera espontánea y por breve tiempo sin que necesariamente el receptor sea plenamente consciente del proceso. Esto ocurre a veces cuando nuestra Alma intenta establecer una conexión con nuestro ego o personalidad, y algunas veces cuando sentimos empatía por determinada entidad, que a veces tomamos como guía o referente espiritual. Esto explica porque ocurren ciertos fenómenos de comunicación entre personas encarnadas, en que al parecer “leen el pensamiento o la intencionalidad” del otro, cuando lo que ocurre es una simple transmisión entre el Alma de uno con el campo mental del otro. Es este “fenómeno” el que se da comúnmente en una canalización: Un acercamiento de la energía conceptual de un Alma al campo mental de un receptor, cuyo estado de apertura le ha permitido percibir el mensaje.
Sin embargo es muy común que esta comunicación, por la falta de una adecuada preparación y conocimiento de este proceso, se realice con poca consciencia y a menudo se piense que la información recibida o interpretada es producto del propio razonamiento. Muchas personas hoy en día se encuentran en este nivel, y la gran mayoría se encuentran en un letargo espiritual y en un escepticismo tal que incluso esta mínima posibilidad escapa de su realidad.
La capacidad de canalizar no es un proceso dependiente de un alto grado de nivel espiritual, sino mas bien el resultado de prácticas y experiencias asociadas a vivencias pasadas. Es el trabajo activo en el campo espiritual, la constante búsqueda de conexión con el mundo no material y la empatía vibracional con dicho mundo, asociado con la tarea de vida personal, lo que a la larga brinda la posibilidad de desarrollar este tipo de comunicación.
No obstante se requieren ciertas condiciones en el receptor para que esta se dé de manera fluida y consciente. Como hemos dicho, mientras la personas no tenga un mínimo de conocimiento vivencial del mundo espiritual, aunque sea de manera personal y natural, existirá un bloqueo anticipado a la posibilidad de canalizar. Lo que hemos observado de acuerdo a la experiencia, es que una persona puede comenzar a prepararse para la canalización una vez es consciente de que el cuerpo mental actúa permanentemente en todos los seres que lo han desarrollado, como una antena de radio capaz de recibir información de todo tipo y sintonizar la fuente de dicha información. También requiere que además del conocimiento haya tomado relativa consciencia de su comunicación conceptual con ”alguien externo a sí mismo”, aunque no identifique en principio de que guía se trata.
Lo más común en el proceso de canalizar conceptos, es lo que ocurre a nivel colectivo con las formas de pensamiento construidas y fortalecidas entre muchos: llamados comúnmente paradigmas o ideologías. Pero al hablar de canalización telepática, aclarando que se trata de una comunicación más íntima entre dos entidades, es importante resaltar que el receptor debe estar en posibilidad de ampliar “su propia antena” y focalizarla o sintonizarla a cualquier nivel. Así como a nivel de radio el AM o el FM difieren haciendo menos o más clara la transmisión, de igual manera no es lo mismo focalizar nuestro campo mental con alguien cercano (un guía), a realizarlo con un ser desconocido o que ha fallecido o que se encuentra en otro nivel evolutivo, para lo cual requerirá de una “antena” más amplia y de una facultad especial, habilidad que algunos desarrollan con técnicas o mejoran a partir de su innata capacidad tanto biológica como psíquica. Por lo general quien ha logrado realizar dicha conexión con personas que no son necesariamente afines a su vibración espiritual poseen una facultad no muy común acompañada generalmente de habilidades psíquicas. Por otro lado el avance en la conexión con el Alma (sentimientos e ideas superiores) contribuye a que la conexión con el propio Yo Superior (que integra la Chispa Divina y la Conciencia Espiritual) sea más continua y fluida y con el tiempo se va requiriendo menos de la facultad psíquica como tal para lograrlo.
Según nuestra visión, no es necesario que quien canalice sea una especie de “enviado de luz” o un “maestro encarnado”. Hoy en día se encuentran algunos trabajadores de luz que han despertado a esta misión y se prestan de manera sencilla y sin necesidad de protagonismo alguno para esta tarea de ser receptores de mensajes que en muchos casos han transformado la vida de cientos de personas, ayudándoles a elevar su nivel de conciencia actual. Aunque no negamos que es apenas natural que la mejor forma de enseñar es el ejemplo mismo y que el trabajo interno espiritual de un canalizador mejora grandemente la eficacia en la comunicación, especialmente cuando se intenciona a niveles elevados (canalización angélica o de Maestros ascendidos), no desvalorizamos todo mensaje que ayude al crecimiento personal y al mejoramiento de la humanidad.
Por otro lado muchos maestros de la humanidad hicieron un uso de su capacidad canalizadora de manera tan natural que no fue notoria entre sus discípulos, ni se vio de manera separada de la esencia propia del maestro. Es nuestra postura considerar que todo ser “especial” que ha venido a dar un mensaje relevante y que con su mera presencia ha marcado la historia humana, ha roto con la dicotomía de canalizar externamente a sus guías, pues a esta altura evolutiva se ha convertido él mismo en su propio Maestro, ha integrado en sí mismo su Yo superior y su propia capacidad de irradiar la luz de la Verdad hace posible que todo cuanto enseñe sea en constante fluidez y comunicación con la Fuente, con el Dios que lo habita.
Quienes en cambio, estamos en este camino de servir solo de intermediarios, vemos claramente que mientras nuestras acciones se prestan para ayudar a construir ese puente entre lo visible y lo invisible, entre “el cielo y la tierra”, a la vez tenemos la tarea, como cualquier ser humano, de acercarnos paulatinamente a la luz de la cual somos simples receptores. Por lo tanto ningún canalizador es necesariamente un iluminado y por lo tanto, se encuentra en el mismo sendero que la humanidad entera atraviesa, la de aprender a integrar el ego y darle primacía al Alma, a nuestro centro espiritual o “corazón” de nuestro ser representado por la vivencia del Verdadero Amor.
La capacidad de canalizar como facultad
Cuando una persona descubre de manera consciente que los mensajes y orientaciones recibidos no siempre son propios de su carácter básico o personalidad, que dichos mensajes son percibidos de manera inesperada y pueden llegar a contradecir su pensamiento o sus creencias, que coinciden con los sucesos que acontecen posteriormente en el plano material, que motivan su estudio a fondo para poder asimilarlos y no son frutos de su experiencia hasta que son puestos en práctica, que pueden resultar de gran utilidad para los demás y generan una tendencia a ser trasmitidos… es muy probable que esta persona esté canalizando telepáticamente estos mensajes.
Hemos visto que la capacidad de canalizar telepáticamente, si bien no es exclusividad de unos cuantos “elegidos”, sí constituye una habilidad que requiere de práctica y conocimiento para desarrollarse y va depender en gran medida de la disposición biológica del individuo. A medida que hemos entrado en relación con personas que muestran una tendencia clara a la capacidad canalizadora, hemos tenido la oportunidad de encontrar diferentes experiencias, dentro de las cuales las más notorias son las de personas que tienen algún tipo de antecedente familiar, del cual heredan básicamente una alta sensibilidad y una habilidad intuitiva marcada. Algunos son descendientes directos de médiums, otros de “sanadores”, de personas que tienen sueños premonitorios, entre otras posibilidades. De alguna manera hay una especie de “marca” que consideramos biológica, por el hecho de que pone en evidencia un desarrollo del cuerpo mental a un nivel para-normal, debido posiblemente a un mayor desarrollo de la glándula pineal que predispone a dichas habilidades, de la misma manera que un niño puede heredar de su padres su “oído musical” que lo hará capaz de desarrollar a futuro una carrera musical.
Sin embargo es el niño quien elige de grande si dar vía libre a esta habilidad convirtiéndola en vocación personal. Así mismo quien nace con una habilidad psíquica determinada –la capacidad de ampliar la recepción conceptual es una de tantas-, es libre de prestarle la suficiente atención como para entrenarla y utilizarla para un fin determinado. Es por esto que no compartimos la promoción de aquellas técnicas que prometen el desarrollo de la capacidad canalizadora a niveles que difícilmente se pueden lograr sin esta base biológica. Estamos más a favor de quienes por experiencia propia y natural se acerquen a esta habilidad, a través de un proceso de autoconocimiento, con la consecuente oportunidad de vivir experiencias personales que den señal clara de su habilidad y que le evite caer en el autoengaño o en la trampa mercantil del pseudo-esoterismo.
Canalización y Mediumnidad
Dentro de nuestra postura hacemos una diferencia entre la capacidad canalizadora y la práctica mediúmnica, con base en la experiencia con personas con las cuales hemos intercambiado experiencias.
Una de las diferencias notorias entre un canalizador y un médium, es la dificultad de este último para intermediar de manera consciente entre la entidad que se comunica y quienes reciben el mensaje, y por lo tanto resulta a menudo desconocedor del mensaje o la información para la cual fue “vehículo”. Suponemos que esto se debe a que durante el proceso mediumnico la desconexión del médium con sus cuerpos sutiles es drástica y en algunos casos involuntaria. Hemos conocido numerosos casos en los que el médium ha sido “tomado” por la entidad y se ha expresado a través de este, influenciando o dominando completamente los cuerpos emocional y mental del médium. Es apenas obvio notar una cierta tendencia hostil en este accionar y consideramos que quienes se abren de tal manera a ser “manipulados” por una entidad muestran que no tienen un control ni una formación adecuada con respecto al fenómeno en sí, y hemos visto en la experiencia que algunos son, o bien personas con alguna hipersensibilidad psíquica (capacidad no manejada de facultades para-normales, como clarividencia o clariaudiencia) o son “educadas” bajo la guía arbitraria de doctrinas que desconocen las consecuencias en la salud mental y emocional de dichas prácticas.
También reconocemos que algunas prácticas mediúmnicas se realizan bajo la presencia de entidades desencarnadas apegadas al plano físico y por lo tanto de carácter egoísta que buscan establecer contacto sin medir los efectos sobre aquellos que se prestan para dicha práctica. Por otro lado, otros practicantes inexpertos o poco orientados, caen en la creencia de ser “poseídos” por entidades elevadas o poderosas, que en realidad son seres del bajo astral, deseosos de mantener alguna conexión con el plano material y generando el engaño de los incautos que mayormente tienen canales de percepción psíquica abiertos, sin ningún tipo de autocontrol o discernimiento.
De igual manera hemos tenido la oportunidad de conocer médiums que utilizan esta habilidad para realizar trabajos de orientación y de servicio enfocados a la sanación emocional y mental de las personas y que tienen la posibilidad de conectarse con entidades que asumieron un rol importante en la vida de las personas que ayudan, o con seres que han sido “maestros” de la humanidad, que de acuerdo a su rayo de afinidad pueden brindar ayuda determinada a dichas personas. Este tipo de mediumnidad, que consideramos más sana y útil, quizás esté más emparentada con la canalización cuando algunos manifiestan que no pierden totalmente la conexión con la realidad cuando entran en el estado alterado de conciencia, propio de los médiums.
No dejamos, sin embargo, de hacer notorio el riesgo que implica en la estabilidad psíquica la práctica de la mediumnidad en cuanto que en dicha práctica no se integra conscientemente la energía conceptual de una entidad al cuerpo mental del receptor, sino que el receptor permite la influencia plena y con poco dominio del proceso, de las energías emocionales, mentales y a veces etéreas de la entidad con su consecuentes efectos en la dinámica energética del receptor, es decir, una alteración de todo su cuerpo aúrico, razón por lo cual su propia energía debe aislarse o separarse en cada sesión como mecanismo de protección- aunque la influencia sobre el campo etéreo y físico sean inevitables- Dicha práctica, por lo tanto exige un grado mayor de preparación y fortaleza psíquica y física, así como un trabajo interno más exigente de manera que las entidades atraídas sean en realidad afines a la propia vibración espiritual alcanzada, algo que es difícil de realizar disciplinadamente en el actual estado evolutivo humano.
Con la canalización este riesgo y esta tarea se minimizan en el sentido de que no compromete de manera directa al receptor. En esta práctica no se trata de “prestar” nuestra vitalidad y nuestro cuerpo aúrico para la toma o influencia energética de una entidad, sino que se asemeja más a una trasmisión, como la que toma una antena capaz de sintonizar un determinado tipo de ondas. No hay separación o aislamiento alguno de nuestro cuerpo mental y emocional para que se de la comunicación, sino que al contrario los empleamos como canales de recepción de la energía de una entidad, energía que nos llega a semejanza de una presencia invisible o un mensaje directo a la conciencia, sea que lo llamemos o no. Es decir, la entidad no impone su presencia o no usa sus cuerpos sutiles para influenciar los nuestros, sino que sus conceptos como formas de energía son enviados y nos “tocan” a nivel mental para ser traducidos al lenguaje común. Por eso casi siempre se “intenciona” a la entidad, en un acto voluntario y en una clara relación de respeto entre entidades y receptores.
Canalización y Psiquismo
Existe una clara relación entre la capacidad de canalizar y la habilidad psíquica de una persona. Aunque no toda persona capaz de canalizar por ejemplo a sus guías, necesariamente tenga una habilidad psíquica desarrollada o marcada, existe como base un cierto nivel de desarrollo a nivel biológico que sirve como base para dicho logro, como hemos mencionado antes.
Pero cuando la tendencia natural biológica es desarrollada con más amplitud, bien sea porque la influencia hereditaria es muy fuerte o múltiple (como los hijos de generaciones enteras de psíquicos, de ambos padres con “facultades”, etc), o bien sea porque el interés por esta tendencia le llevó a una preparación o a una práctica bien encaminada de las habilidades psíquicas, entonces la capacidad de canalizar se fortalece con otras habilidades psíquicas como la clarividencia.
Una cosa es recibir un mensaje conceptual y ser capaz de recrearlo desde el propio cuerpo mental y emocional, dándole de esta manera vida al concepto recibido y que, para ello, se asume la energía como propia, por lo que el mensaje se da en primera persona; y otra cosa es que además de esto se pueda visualizar y participar desde el propio Yo superior en relación al mensaje recibido. Esta diferencia la hemos notado en nuestra experiencia personal en los tipos de canalizaciones efectuadas por nosotros. Mientras que unas canalizaciones son simplemente mensajes conceptuales trasmitidos y algunas veces se logra visualizar conceptos abstractos en forma de imágenes que nos facilitan la interpretación del concepto; en otras canalizaciones se ha tenido la experiencia de poder visualizar íntegramente un suceso determinado perteneciente a una vida pasada o el estado energético de un consultante (a manera de tonalidades y colores propios asociados a rayos o los chakras de una persona, etc), para lo cual la habilidad clarividente es más que necesaria.
Esto explica en parte porque hay más limitaciones en la canalización de un Yo Superior de una persona, que no ha tenido la experiencia de practicar la clarividencia y por lo tanto no siempre está en condiciones de visualizar con claridad todos los aspectos relacionados con la energía de su parte encarnada o por cuestiones relacionadas a otras entidades o personas con los cuales tiene relación, a diferencia de una canalización de consulta con un guía de mayor avance espiritual no encarnado o con el Yo superior de un canalizador con capacidad clarividente, en donde se pueden visualizar más detalles frente a un asunto consultado. También esto explica porque un canalizador-psíquico no requiere siempre de realizar el contacto telepático para conocer el estado general de un individuo y se puede brindar una asesoría directa; aunque es evidente que se puede profundizar más en los casos de los consultantes cuando son abordados también con la canalización.
Tipos de canalización
Canalización de entidades de alto nivel espiritual (Ángeles, Espíritus planetarios, Espíritus maestros) para orientación espiritual.
Canalización de entidades de similar nivel espiritual (etapa evolutiva humana). Puede realizarse con:
- Entidades encarnadas (Yo superior de los consultantes de terapia: La parte del Yo espiritual del ser encarnado, con su alma activa en el plano físico)
- Entidades no encarnadas (Espíritu y Alma o conciencia individual: El ser real unificado que no está proyectado en el plano físico denso o material)
Canalización de entidades elementales
Canalización del Yo superior del canalizador para transmisión de mensajes, o para consultas específicas (si el canalizador es vidente)
Limitaciones de la canalización
La creencia de que el Yo superior de una persona vive en relación completa con un nivel espiritual superior, en comunicación permanente con otros “Yo superiores” e incluso con entidades de elevado nivel espiritual, es un concepto que nuestra experiencia no ha clarificado satisfactoriamente ya que hemos visto múltiples casos en los que los “Yo superiores” expresan dificultad para percibir el estado espiritual de otras entidades o incluso de recordar sus propias vivencias. En relación a esto hemos encontrado asociación entre, la falta de conexión del consultante con las propias intenciones de su Alma, es decir, su impulso espiritual poco consciente, con una tendencia al control dominante de su ego que hasta cierto punto lo incapacita para confrontar las vivencias pasadas. Quizás esto nos indique que estas Almas se encuentran en un letargo mayor que les dificulta su capacidad de salir de su mundo personal y conectarse con el nivel propio de su Espíritu y por lo tanto su conciencia es más limitada.
Un Espíritu encarnado, cuya Alma ha adquirido una conciencia espiritual más despierta y amplia, probablemente podrá establecer –como Yo superior- una conexión más fluida con otras entidades, y tener mayor acceso consciente a su propia historia personal, así como su ego o personalidad podría, a fuerza de trabajo interno e interés por su crecimiento espiritual, mejorar su conexión con su Yo superior escuchando más a su Alma, facilitando así su propio despertar. Estas características propias de cada Yo superior, hace que cada canalización se dé de manera particular y diferente.
Por otro lado, hemos observado en la experiencia, que cuando un Espíritu está encarnado, el Alma está necesariamente influenciada por la vivencia cotidiana del plano físico y por lo tanto está actuando en conjunto con su ego o personalidad encarnada (esto se da de manera natural por la presencia de los cuerpos mental y emocional de la persona), lo cual parece en ciertos casos formar un velo que de alguna manera separa la conciencia del Yo superior con otras realidades espirituales – a menos que esté o haya estado entrenada para ello, siendo capaz en este caso de separar sus experiencias emocionales y mentales primarias para contactar con aspectos más elevados o sutiles de las mismas-. Esto nos ha mostrado cómo cada Yo superior está en realidad más centrado en su tarea evolutiva y su conciencia está más puesta en sus acciones y aprendizajes a través del plano físico que en la de otros seres o en la búsqueda de conocimiento en otros planos de conciencia (astral y mental) como se ha especulado, ya que cada experiencia de vida es una oportunidad de exploración íntima del Espíritu con el mundo material. Es aquí donde la capacidad psíquica del canalizador permite ir más allá de las limitaciones de un Yo superior y ayudar en el proceso de trasmitir su experiencia, visualizando aquellos aspectos que podrían ser evadidos por la entidad (no confrontados) o que no pudo traer a su conciencia en el momento de la canalización.
Cuando se trata de canalizar entidades no encarnadas hemos encontrado que entre más alto sea el nivel de conceptualización o amplitud de conciencia de la entidad, mayor es su influencia sobre el campo energético mental del canalizador sensiblemente abierto; pero para que esta comunicación se dé debe existir por parte del canalizador un desbloqueo que le permita liberarse de sus propias limitaciones autogeneradas por sus creencias, o temores, o por sus fluctuantes e inestables cambios emocionales. No está por demás decir que se requiere como en todo la fe, expresada como certeza o convicción de la presencia permanente del guía espiritual o del Maestro a quien le hemos abierto la puerta de nuestro llamado o intención. Cada canalizador puede presentar una relación de empatía con determinada entidad de acuerdo al rayo o línea de trabajo espiritual a la que sus almas sean afines. Es más fácil en este sentido canalizar entidades que vibren en los mismos intereses y tareas de vida que aquellas que no son afines a las mismas tendencias espirituales.
Al intencionar entidades guías, bien sea de nivel angélico o de maestría, hemos encontrado que la falta de integración egoica que existe en la gran mayoría de los seres humanos, incluidos los canalizadores, puede afectar la forma en que es trasmitido un mensaje proveniente de este tipo de Seres ya que la canalización siempre estará influenciada y filtrada por el estado espiritual del canalizador; y dicho estado espiritual va estar condicionado por los ciclos naturales propios de la vida del canalizador: sus pruebas emocionales y kármicas, la claridad lograda en su investigación personal del mundo espiritual, y sus avances en su propio trabajo interno. Puede suceder, por ejemplo que el mensaje sea tergiversado o mal interpretado debido a las creencias espirituales propias del canalizador. Sin embargo, cuando la presencia de una entidad de alto nivel evolutivo es reconocida por un canalizador, es decir, éste percibe su energía, gran parte de su tarea evolutiva pendiente es fortalecida por la entidad superior y de manera progresiva estos “baches” van siendo mejorados, siempre que el canalizador sea trasparente y se deje conducir intuitivamente por el mensaje. Dicho “pulimiento” puede tomar varias vidas.
De todas formas en cualquier tipo de canalización, no se puede dejar a un lado que durante el proceso mismo siempre hay intervención del carácter propio del canalizador, y que es el cuerpo mental y emocional del canalizador los que están mediando el mensaje trasmitido. Lo cual por lógica nos hace comprender que el estilo del lenguaje, así como la interpretación misma del mensaje estará indefectiblemente asociado al conocimiento previo del canalizador y al estudio de los temas que canalice. Por eso entre menos preconceptos frente al tema de la canalización y frente a diferentes asuntos de carácter esotérico o incluso científico posea un canalizador, el lenguaje será más simple, concreto y fiel.
Contrario a lo que comúnmente se cree, los mensajes procedentes de seres de mayor nivel evolutivo al nuestro son más simples y están cargados de un lenguaje más accesible, inspirador y clarificante que las largas y agotadoras exposiciones de una entidad que busca convencer, contrariar, sustentar teorías, etc; esto último está en oposición a la intención sana, noble, unificadora y compasiva de un ser de alto grado espiritual, cuyo interés primordial no es llenar los vacíos de conocimiento que tarde o temprano el hombre está destinado a descubrir, sino a estimular el despertar del Dios interno en cada hombre, del que “Todo lo sabe” en sí mismo. Por eso quien se encuentre en búsqueda y comunión con algún maestro en especial, siempre tendrá la posibilidad de canalizarlo, aun cuando dicha canalización sea primaria o sencilla; porque los Maestros de verdad no discriminan a ningún ser humano que esté con ánimo sincero de acercamiento al conocimiento espiritual. No deja de ser útil, no obstante, el estudio de conceptos básicos y una gran apertura de criterio, en cuanto a tendencias y corrientes de pensamiento se refiere, para que los conceptos recibidos no sean manipulados por el canalizador con intereses personales.
Desafortunadamente hemos encontrado canalizadores que influenciados notoriamente por sus preconceptos y creencias, dan su tinte personal al mensaje marcando la estructura de todos sus mensajes de manera tal que cada canalización sea premeditadamente el sustento y la confirmación de sus capacidades y de la validez de sus teorías. Muchos mensajes se han utilizado incluso para poner en boca de una entidad el deseo de reconocimiento y ocultar la necesidad de control propia del ego del canalizador. La razón por la cual señalamos esto es con el simple propósito de sugerir que todo mensaje canalizado sea tomado por su contenido esencial y clarificado a la luz de la vivencia personal, evitando convertir en dogma todo lo que se diga a través de este medio. Siempre que el canalizador sea humano, la canalización y el mensaje nunca estarán exentos de error, pues ningún mensaje es Verdad Absoluta y ninguna persona que canalice es un ser perfecto.
Así mismo en relación a las canalizaciones terapéuticas sugerimos tomarlas como una guía para la toma de consciencia y encontrar la identificación personal con su mensaje. La experiencia de cada consultante con dichas sesiones es variable, aunque una característica común en las experiencias que han expresado con la terapia que realizamos es una notoria liberación emocional y comprensión de su historia personal. El cambio conductual asociado a engramas va de la mano de que la mente de cada consultante asimile de manera consciente las vivencias relatadas, aspecto en el que influye también la conexión del Yo superior con su ego. A veces el cambio es lento y progresivo por el abismo existente en la comunicación de cada persona con su Alma.
Todos estos análisis explican porque la canalización es totalmente falible e imperfecta. Nuestra postura en síntesis, es que ningún canalizador posee una fidelidad máxima o mínima, sino que dicha “fidelidad” es relativa y dependiente del asunto transmitido, de la facilidad de interpretación del mensaje (para lo cual siempre influye el banco de información previa del canalizador), del momento de la recepción y estado psíquico del canalizador, del nivel espiritual de la entidad y su cercanía (guía o empatía) con el canalizador, de si la entidad está encarnada o desencarnada, o si es un ser de nivel espiritual superior o alguien más próximo a nosotros.
A pesar de todos estos factores que les compartimos basados en nuestra experiencia personal, la canalización telepática es sin duda alguna, uno de los más maravillosos dones que puede desarrollar un ser, especialmente cuando es puesto al servicio de sus hermanos en la búsqueda espiritual. Su perfeccionamiento seguramente hará que con el tiempo sean más y mejores los canalizadores del mundo y su trabajo de luz sea reconocido no con ánimo de protagonismo, sino como parte de una ciencia mayor que establezca nuevos principios y nuevas posibilidades para la sanación y progreso del ser humano.
DANIEL ASAMUYA
La canalización telepática es la posibilidad de comunicarse de manera intencional y consciente con una entidad de carácter espiritual sin la intervención del lenguaje común, sino a través de la mente y de manera conceptual. Teniendo en cuenta que todos los seres de alguna manera somos entidades espirituales, dicha comunicación es posible con seres encarnados o desencarnados, siempre y cuando el nivel de conceptualización o elaboración del pensamiento abstracto sea similar, como ocurre entre espíritus humanos, espíritus elementales, angélicos o planetarios, por compartir en común una identidad individual y de carácter mental.
El proceso de canalizar
Toda entidad espiritual posee diferentes herramientas de expresión en el plano de manifestación física. De la misma manera que tiene la posibilidad – en algún momento- de utilizar un cuerpo físico, puede usar niveles de energía más sutiles tales como su cuerpo etéreo, sus emociones, y sus pensamientos (ideas desarrolladas con energía mental concreta o egoica)-conceptos (ideas sintetizadas similares a una intención o imagen provenientes de la energía mental espiritualizada). Son éstos últimos niveles de energía los que el Alma de un ser conserva de manera más permanente a lo largo de sus diferentes ciclos de vida, y pueden expresarse sin la presencia de un cuerpo físico al ser más sutiles, fluidos y menos limitados por el espacio-tiempo.
Cuando una entidad busca comunicarse con nosotros, y al mismo tiempo nos encontramos preparados y relativamente conscientes para ello, entonces la canalización telepática se da de manera natural. Es aquí donde sus conceptos son percibidos por nosotros y luego interpretados a nuestro propio lenguaje basándonos en el conocimiento previo que tenemos sobre el asunto transmitido. Es por esto que se llama “telepática” ya que existe un trasmisor conceptual y un receptor de dicha información a un nivel mental.
En este sentido una canalización puede ocurrir de manera espontánea y por breve tiempo sin que necesariamente el receptor sea plenamente consciente del proceso. Esto ocurre a veces cuando nuestra Alma intenta establecer una conexión con nuestro ego o personalidad, y algunas veces cuando sentimos empatía por determinada entidad, que a veces tomamos como guía o referente espiritual. Esto explica porque ocurren ciertos fenómenos de comunicación entre personas encarnadas, en que al parecer “leen el pensamiento o la intencionalidad” del otro, cuando lo que ocurre es una simple transmisión entre el Alma de uno con el campo mental del otro. Es este “fenómeno” el que se da comúnmente en una canalización: Un acercamiento de la energía conceptual de un Alma al campo mental de un receptor, cuyo estado de apertura le ha permitido percibir el mensaje.
Sin embargo es muy común que esta comunicación, por la falta de una adecuada preparación y conocimiento de este proceso, se realice con poca consciencia y a menudo se piense que la información recibida o interpretada es producto del propio razonamiento. Muchas personas hoy en día se encuentran en este nivel, y la gran mayoría se encuentran en un letargo espiritual y en un escepticismo tal que incluso esta mínima posibilidad escapa de su realidad.
La capacidad de canalizar no es un proceso dependiente de un alto grado de nivel espiritual, sino mas bien el resultado de prácticas y experiencias asociadas a vivencias pasadas. Es el trabajo activo en el campo espiritual, la constante búsqueda de conexión con el mundo no material y la empatía vibracional con dicho mundo, asociado con la tarea de vida personal, lo que a la larga brinda la posibilidad de desarrollar este tipo de comunicación.
No obstante se requieren ciertas condiciones en el receptor para que esta se dé de manera fluida y consciente. Como hemos dicho, mientras la personas no tenga un mínimo de conocimiento vivencial del mundo espiritual, aunque sea de manera personal y natural, existirá un bloqueo anticipado a la posibilidad de canalizar. Lo que hemos observado de acuerdo a la experiencia, es que una persona puede comenzar a prepararse para la canalización una vez es consciente de que el cuerpo mental actúa permanentemente en todos los seres que lo han desarrollado, como una antena de radio capaz de recibir información de todo tipo y sintonizar la fuente de dicha información. También requiere que además del conocimiento haya tomado relativa consciencia de su comunicación conceptual con ”alguien externo a sí mismo”, aunque no identifique en principio de que guía se trata.
Lo más común en el proceso de canalizar conceptos, es lo que ocurre a nivel colectivo con las formas de pensamiento construidas y fortalecidas entre muchos: llamados comúnmente paradigmas o ideologías. Pero al hablar de canalización telepática, aclarando que se trata de una comunicación más íntima entre dos entidades, es importante resaltar que el receptor debe estar en posibilidad de ampliar “su propia antena” y focalizarla o sintonizarla a cualquier nivel. Así como a nivel de radio el AM o el FM difieren haciendo menos o más clara la transmisión, de igual manera no es lo mismo focalizar nuestro campo mental con alguien cercano (un guía), a realizarlo con un ser desconocido o que ha fallecido o que se encuentra en otro nivel evolutivo, para lo cual requerirá de una “antena” más amplia y de una facultad especial, habilidad que algunos desarrollan con técnicas o mejoran a partir de su innata capacidad tanto biológica como psíquica. Por lo general quien ha logrado realizar dicha conexión con personas que no son necesariamente afines a su vibración espiritual poseen una facultad no muy común acompañada generalmente de habilidades psíquicas. Por otro lado el avance en la conexión con el Alma (sentimientos e ideas superiores) contribuye a que la conexión con el propio Yo Superior (que integra la Chispa Divina y la Conciencia Espiritual) sea más continua y fluida y con el tiempo se va requiriendo menos de la facultad psíquica como tal para lograrlo.
Según nuestra visión, no es necesario que quien canalice sea una especie de “enviado de luz” o un “maestro encarnado”. Hoy en día se encuentran algunos trabajadores de luz que han despertado a esta misión y se prestan de manera sencilla y sin necesidad de protagonismo alguno para esta tarea de ser receptores de mensajes que en muchos casos han transformado la vida de cientos de personas, ayudándoles a elevar su nivel de conciencia actual. Aunque no negamos que es apenas natural que la mejor forma de enseñar es el ejemplo mismo y que el trabajo interno espiritual de un canalizador mejora grandemente la eficacia en la comunicación, especialmente cuando se intenciona a niveles elevados (canalización angélica o de Maestros ascendidos), no desvalorizamos todo mensaje que ayude al crecimiento personal y al mejoramiento de la humanidad.
Por otro lado muchos maestros de la humanidad hicieron un uso de su capacidad canalizadora de manera tan natural que no fue notoria entre sus discípulos, ni se vio de manera separada de la esencia propia del maestro. Es nuestra postura considerar que todo ser “especial” que ha venido a dar un mensaje relevante y que con su mera presencia ha marcado la historia humana, ha roto con la dicotomía de canalizar externamente a sus guías, pues a esta altura evolutiva se ha convertido él mismo en su propio Maestro, ha integrado en sí mismo su Yo superior y su propia capacidad de irradiar la luz de la Verdad hace posible que todo cuanto enseñe sea en constante fluidez y comunicación con la Fuente, con el Dios que lo habita.
Quienes en cambio, estamos en este camino de servir solo de intermediarios, vemos claramente que mientras nuestras acciones se prestan para ayudar a construir ese puente entre lo visible y lo invisible, entre “el cielo y la tierra”, a la vez tenemos la tarea, como cualquier ser humano, de acercarnos paulatinamente a la luz de la cual somos simples receptores. Por lo tanto ningún canalizador es necesariamente un iluminado y por lo tanto, se encuentra en el mismo sendero que la humanidad entera atraviesa, la de aprender a integrar el ego y darle primacía al Alma, a nuestro centro espiritual o “corazón” de nuestro ser representado por la vivencia del Verdadero Amor.
La capacidad de canalizar como facultad
Cuando una persona descubre de manera consciente que los mensajes y orientaciones recibidos no siempre son propios de su carácter básico o personalidad, que dichos mensajes son percibidos de manera inesperada y pueden llegar a contradecir su pensamiento o sus creencias, que coinciden con los sucesos que acontecen posteriormente en el plano material, que motivan su estudio a fondo para poder asimilarlos y no son frutos de su experiencia hasta que son puestos en práctica, que pueden resultar de gran utilidad para los demás y generan una tendencia a ser trasmitidos… es muy probable que esta persona esté canalizando telepáticamente estos mensajes.
Hemos visto que la capacidad de canalizar telepáticamente, si bien no es exclusividad de unos cuantos “elegidos”, sí constituye una habilidad que requiere de práctica y conocimiento para desarrollarse y va depender en gran medida de la disposición biológica del individuo. A medida que hemos entrado en relación con personas que muestran una tendencia clara a la capacidad canalizadora, hemos tenido la oportunidad de encontrar diferentes experiencias, dentro de las cuales las más notorias son las de personas que tienen algún tipo de antecedente familiar, del cual heredan básicamente una alta sensibilidad y una habilidad intuitiva marcada. Algunos son descendientes directos de médiums, otros de “sanadores”, de personas que tienen sueños premonitorios, entre otras posibilidades. De alguna manera hay una especie de “marca” que consideramos biológica, por el hecho de que pone en evidencia un desarrollo del cuerpo mental a un nivel para-normal, debido posiblemente a un mayor desarrollo de la glándula pineal que predispone a dichas habilidades, de la misma manera que un niño puede heredar de su padres su “oído musical” que lo hará capaz de desarrollar a futuro una carrera musical.
Sin embargo es el niño quien elige de grande si dar vía libre a esta habilidad convirtiéndola en vocación personal. Así mismo quien nace con una habilidad psíquica determinada –la capacidad de ampliar la recepción conceptual es una de tantas-, es libre de prestarle la suficiente atención como para entrenarla y utilizarla para un fin determinado. Es por esto que no compartimos la promoción de aquellas técnicas que prometen el desarrollo de la capacidad canalizadora a niveles que difícilmente se pueden lograr sin esta base biológica. Estamos más a favor de quienes por experiencia propia y natural se acerquen a esta habilidad, a través de un proceso de autoconocimiento, con la consecuente oportunidad de vivir experiencias personales que den señal clara de su habilidad y que le evite caer en el autoengaño o en la trampa mercantil del pseudo-esoterismo.
Canalización y Mediumnidad
Dentro de nuestra postura hacemos una diferencia entre la capacidad canalizadora y la práctica mediúmnica, con base en la experiencia con personas con las cuales hemos intercambiado experiencias.
Una de las diferencias notorias entre un canalizador y un médium, es la dificultad de este último para intermediar de manera consciente entre la entidad que se comunica y quienes reciben el mensaje, y por lo tanto resulta a menudo desconocedor del mensaje o la información para la cual fue “vehículo”. Suponemos que esto se debe a que durante el proceso mediumnico la desconexión del médium con sus cuerpos sutiles es drástica y en algunos casos involuntaria. Hemos conocido numerosos casos en los que el médium ha sido “tomado” por la entidad y se ha expresado a través de este, influenciando o dominando completamente los cuerpos emocional y mental del médium. Es apenas obvio notar una cierta tendencia hostil en este accionar y consideramos que quienes se abren de tal manera a ser “manipulados” por una entidad muestran que no tienen un control ni una formación adecuada con respecto al fenómeno en sí, y hemos visto en la experiencia que algunos son, o bien personas con alguna hipersensibilidad psíquica (capacidad no manejada de facultades para-normales, como clarividencia o clariaudiencia) o son “educadas” bajo la guía arbitraria de doctrinas que desconocen las consecuencias en la salud mental y emocional de dichas prácticas.
También reconocemos que algunas prácticas mediúmnicas se realizan bajo la presencia de entidades desencarnadas apegadas al plano físico y por lo tanto de carácter egoísta que buscan establecer contacto sin medir los efectos sobre aquellos que se prestan para dicha práctica. Por otro lado, otros practicantes inexpertos o poco orientados, caen en la creencia de ser “poseídos” por entidades elevadas o poderosas, que en realidad son seres del bajo astral, deseosos de mantener alguna conexión con el plano material y generando el engaño de los incautos que mayormente tienen canales de percepción psíquica abiertos, sin ningún tipo de autocontrol o discernimiento.
De igual manera hemos tenido la oportunidad de conocer médiums que utilizan esta habilidad para realizar trabajos de orientación y de servicio enfocados a la sanación emocional y mental de las personas y que tienen la posibilidad de conectarse con entidades que asumieron un rol importante en la vida de las personas que ayudan, o con seres que han sido “maestros” de la humanidad, que de acuerdo a su rayo de afinidad pueden brindar ayuda determinada a dichas personas. Este tipo de mediumnidad, que consideramos más sana y útil, quizás esté más emparentada con la canalización cuando algunos manifiestan que no pierden totalmente la conexión con la realidad cuando entran en el estado alterado de conciencia, propio de los médiums.
No dejamos, sin embargo, de hacer notorio el riesgo que implica en la estabilidad psíquica la práctica de la mediumnidad en cuanto que en dicha práctica no se integra conscientemente la energía conceptual de una entidad al cuerpo mental del receptor, sino que el receptor permite la influencia plena y con poco dominio del proceso, de las energías emocionales, mentales y a veces etéreas de la entidad con su consecuentes efectos en la dinámica energética del receptor, es decir, una alteración de todo su cuerpo aúrico, razón por lo cual su propia energía debe aislarse o separarse en cada sesión como mecanismo de protección- aunque la influencia sobre el campo etéreo y físico sean inevitables- Dicha práctica, por lo tanto exige un grado mayor de preparación y fortaleza psíquica y física, así como un trabajo interno más exigente de manera que las entidades atraídas sean en realidad afines a la propia vibración espiritual alcanzada, algo que es difícil de realizar disciplinadamente en el actual estado evolutivo humano.
Con la canalización este riesgo y esta tarea se minimizan en el sentido de que no compromete de manera directa al receptor. En esta práctica no se trata de “prestar” nuestra vitalidad y nuestro cuerpo aúrico para la toma o influencia energética de una entidad, sino que se asemeja más a una trasmisión, como la que toma una antena capaz de sintonizar un determinado tipo de ondas. No hay separación o aislamiento alguno de nuestro cuerpo mental y emocional para que se de la comunicación, sino que al contrario los empleamos como canales de recepción de la energía de una entidad, energía que nos llega a semejanza de una presencia invisible o un mensaje directo a la conciencia, sea que lo llamemos o no. Es decir, la entidad no impone su presencia o no usa sus cuerpos sutiles para influenciar los nuestros, sino que sus conceptos como formas de energía son enviados y nos “tocan” a nivel mental para ser traducidos al lenguaje común. Por eso casi siempre se “intenciona” a la entidad, en un acto voluntario y en una clara relación de respeto entre entidades y receptores.
Canalización y Psiquismo
Existe una clara relación entre la capacidad de canalizar y la habilidad psíquica de una persona. Aunque no toda persona capaz de canalizar por ejemplo a sus guías, necesariamente tenga una habilidad psíquica desarrollada o marcada, existe como base un cierto nivel de desarrollo a nivel biológico que sirve como base para dicho logro, como hemos mencionado antes.
Pero cuando la tendencia natural biológica es desarrollada con más amplitud, bien sea porque la influencia hereditaria es muy fuerte o múltiple (como los hijos de generaciones enteras de psíquicos, de ambos padres con “facultades”, etc), o bien sea porque el interés por esta tendencia le llevó a una preparación o a una práctica bien encaminada de las habilidades psíquicas, entonces la capacidad de canalizar se fortalece con otras habilidades psíquicas como la clarividencia.
Una cosa es recibir un mensaje conceptual y ser capaz de recrearlo desde el propio cuerpo mental y emocional, dándole de esta manera vida al concepto recibido y que, para ello, se asume la energía como propia, por lo que el mensaje se da en primera persona; y otra cosa es que además de esto se pueda visualizar y participar desde el propio Yo superior en relación al mensaje recibido. Esta diferencia la hemos notado en nuestra experiencia personal en los tipos de canalizaciones efectuadas por nosotros. Mientras que unas canalizaciones son simplemente mensajes conceptuales trasmitidos y algunas veces se logra visualizar conceptos abstractos en forma de imágenes que nos facilitan la interpretación del concepto; en otras canalizaciones se ha tenido la experiencia de poder visualizar íntegramente un suceso determinado perteneciente a una vida pasada o el estado energético de un consultante (a manera de tonalidades y colores propios asociados a rayos o los chakras de una persona, etc), para lo cual la habilidad clarividente es más que necesaria.
Esto explica en parte porque hay más limitaciones en la canalización de un Yo Superior de una persona, que no ha tenido la experiencia de practicar la clarividencia y por lo tanto no siempre está en condiciones de visualizar con claridad todos los aspectos relacionados con la energía de su parte encarnada o por cuestiones relacionadas a otras entidades o personas con los cuales tiene relación, a diferencia de una canalización de consulta con un guía de mayor avance espiritual no encarnado o con el Yo superior de un canalizador con capacidad clarividente, en donde se pueden visualizar más detalles frente a un asunto consultado. También esto explica porque un canalizador-psíquico no requiere siempre de realizar el contacto telepático para conocer el estado general de un individuo y se puede brindar una asesoría directa; aunque es evidente que se puede profundizar más en los casos de los consultantes cuando son abordados también con la canalización.
Tipos de canalización
Canalización de entidades de alto nivel espiritual (Ángeles, Espíritus planetarios, Espíritus maestros) para orientación espiritual.
Canalización de entidades de similar nivel espiritual (etapa evolutiva humana). Puede realizarse con:
- Entidades encarnadas (Yo superior de los consultantes de terapia: La parte del Yo espiritual del ser encarnado, con su alma activa en el plano físico)
- Entidades no encarnadas (Espíritu y Alma o conciencia individual: El ser real unificado que no está proyectado en el plano físico denso o material)
Canalización de entidades elementales
Canalización del Yo superior del canalizador para transmisión de mensajes, o para consultas específicas (si el canalizador es vidente)
Limitaciones de la canalización
La creencia de que el Yo superior de una persona vive en relación completa con un nivel espiritual superior, en comunicación permanente con otros “Yo superiores” e incluso con entidades de elevado nivel espiritual, es un concepto que nuestra experiencia no ha clarificado satisfactoriamente ya que hemos visto múltiples casos en los que los “Yo superiores” expresan dificultad para percibir el estado espiritual de otras entidades o incluso de recordar sus propias vivencias. En relación a esto hemos encontrado asociación entre, la falta de conexión del consultante con las propias intenciones de su Alma, es decir, su impulso espiritual poco consciente, con una tendencia al control dominante de su ego que hasta cierto punto lo incapacita para confrontar las vivencias pasadas. Quizás esto nos indique que estas Almas se encuentran en un letargo mayor que les dificulta su capacidad de salir de su mundo personal y conectarse con el nivel propio de su Espíritu y por lo tanto su conciencia es más limitada.
Un Espíritu encarnado, cuya Alma ha adquirido una conciencia espiritual más despierta y amplia, probablemente podrá establecer –como Yo superior- una conexión más fluida con otras entidades, y tener mayor acceso consciente a su propia historia personal, así como su ego o personalidad podría, a fuerza de trabajo interno e interés por su crecimiento espiritual, mejorar su conexión con su Yo superior escuchando más a su Alma, facilitando así su propio despertar. Estas características propias de cada Yo superior, hace que cada canalización se dé de manera particular y diferente.
Por otro lado, hemos observado en la experiencia, que cuando un Espíritu está encarnado, el Alma está necesariamente influenciada por la vivencia cotidiana del plano físico y por lo tanto está actuando en conjunto con su ego o personalidad encarnada (esto se da de manera natural por la presencia de los cuerpos mental y emocional de la persona), lo cual parece en ciertos casos formar un velo que de alguna manera separa la conciencia del Yo superior con otras realidades espirituales – a menos que esté o haya estado entrenada para ello, siendo capaz en este caso de separar sus experiencias emocionales y mentales primarias para contactar con aspectos más elevados o sutiles de las mismas-. Esto nos ha mostrado cómo cada Yo superior está en realidad más centrado en su tarea evolutiva y su conciencia está más puesta en sus acciones y aprendizajes a través del plano físico que en la de otros seres o en la búsqueda de conocimiento en otros planos de conciencia (astral y mental) como se ha especulado, ya que cada experiencia de vida es una oportunidad de exploración íntima del Espíritu con el mundo material. Es aquí donde la capacidad psíquica del canalizador permite ir más allá de las limitaciones de un Yo superior y ayudar en el proceso de trasmitir su experiencia, visualizando aquellos aspectos que podrían ser evadidos por la entidad (no confrontados) o que no pudo traer a su conciencia en el momento de la canalización.
Cuando se trata de canalizar entidades no encarnadas hemos encontrado que entre más alto sea el nivel de conceptualización o amplitud de conciencia de la entidad, mayor es su influencia sobre el campo energético mental del canalizador sensiblemente abierto; pero para que esta comunicación se dé debe existir por parte del canalizador un desbloqueo que le permita liberarse de sus propias limitaciones autogeneradas por sus creencias, o temores, o por sus fluctuantes e inestables cambios emocionales. No está por demás decir que se requiere como en todo la fe, expresada como certeza o convicción de la presencia permanente del guía espiritual o del Maestro a quien le hemos abierto la puerta de nuestro llamado o intención. Cada canalizador puede presentar una relación de empatía con determinada entidad de acuerdo al rayo o línea de trabajo espiritual a la que sus almas sean afines. Es más fácil en este sentido canalizar entidades que vibren en los mismos intereses y tareas de vida que aquellas que no son afines a las mismas tendencias espirituales.
Al intencionar entidades guías, bien sea de nivel angélico o de maestría, hemos encontrado que la falta de integración egoica que existe en la gran mayoría de los seres humanos, incluidos los canalizadores, puede afectar la forma en que es trasmitido un mensaje proveniente de este tipo de Seres ya que la canalización siempre estará influenciada y filtrada por el estado espiritual del canalizador; y dicho estado espiritual va estar condicionado por los ciclos naturales propios de la vida del canalizador: sus pruebas emocionales y kármicas, la claridad lograda en su investigación personal del mundo espiritual, y sus avances en su propio trabajo interno. Puede suceder, por ejemplo que el mensaje sea tergiversado o mal interpretado debido a las creencias espirituales propias del canalizador. Sin embargo, cuando la presencia de una entidad de alto nivel evolutivo es reconocida por un canalizador, es decir, éste percibe su energía, gran parte de su tarea evolutiva pendiente es fortalecida por la entidad superior y de manera progresiva estos “baches” van siendo mejorados, siempre que el canalizador sea trasparente y se deje conducir intuitivamente por el mensaje. Dicho “pulimiento” puede tomar varias vidas.
De todas formas en cualquier tipo de canalización, no se puede dejar a un lado que durante el proceso mismo siempre hay intervención del carácter propio del canalizador, y que es el cuerpo mental y emocional del canalizador los que están mediando el mensaje trasmitido. Lo cual por lógica nos hace comprender que el estilo del lenguaje, así como la interpretación misma del mensaje estará indefectiblemente asociado al conocimiento previo del canalizador y al estudio de los temas que canalice. Por eso entre menos preconceptos frente al tema de la canalización y frente a diferentes asuntos de carácter esotérico o incluso científico posea un canalizador, el lenguaje será más simple, concreto y fiel.
Contrario a lo que comúnmente se cree, los mensajes procedentes de seres de mayor nivel evolutivo al nuestro son más simples y están cargados de un lenguaje más accesible, inspirador y clarificante que las largas y agotadoras exposiciones de una entidad que busca convencer, contrariar, sustentar teorías, etc; esto último está en oposición a la intención sana, noble, unificadora y compasiva de un ser de alto grado espiritual, cuyo interés primordial no es llenar los vacíos de conocimiento que tarde o temprano el hombre está destinado a descubrir, sino a estimular el despertar del Dios interno en cada hombre, del que “Todo lo sabe” en sí mismo. Por eso quien se encuentre en búsqueda y comunión con algún maestro en especial, siempre tendrá la posibilidad de canalizarlo, aun cuando dicha canalización sea primaria o sencilla; porque los Maestros de verdad no discriminan a ningún ser humano que esté con ánimo sincero de acercamiento al conocimiento espiritual. No deja de ser útil, no obstante, el estudio de conceptos básicos y una gran apertura de criterio, en cuanto a tendencias y corrientes de pensamiento se refiere, para que los conceptos recibidos no sean manipulados por el canalizador con intereses personales.
Desafortunadamente hemos encontrado canalizadores que influenciados notoriamente por sus preconceptos y creencias, dan su tinte personal al mensaje marcando la estructura de todos sus mensajes de manera tal que cada canalización sea premeditadamente el sustento y la confirmación de sus capacidades y de la validez de sus teorías. Muchos mensajes se han utilizado incluso para poner en boca de una entidad el deseo de reconocimiento y ocultar la necesidad de control propia del ego del canalizador. La razón por la cual señalamos esto es con el simple propósito de sugerir que todo mensaje canalizado sea tomado por su contenido esencial y clarificado a la luz de la vivencia personal, evitando convertir en dogma todo lo que se diga a través de este medio. Siempre que el canalizador sea humano, la canalización y el mensaje nunca estarán exentos de error, pues ningún mensaje es Verdad Absoluta y ninguna persona que canalice es un ser perfecto.
Así mismo en relación a las canalizaciones terapéuticas sugerimos tomarlas como una guía para la toma de consciencia y encontrar la identificación personal con su mensaje. La experiencia de cada consultante con dichas sesiones es variable, aunque una característica común en las experiencias que han expresado con la terapia que realizamos es una notoria liberación emocional y comprensión de su historia personal. El cambio conductual asociado a engramas va de la mano de que la mente de cada consultante asimile de manera consciente las vivencias relatadas, aspecto en el que influye también la conexión del Yo superior con su ego. A veces el cambio es lento y progresivo por el abismo existente en la comunicación de cada persona con su Alma.
Todos estos análisis explican porque la canalización es totalmente falible e imperfecta. Nuestra postura en síntesis, es que ningún canalizador posee una fidelidad máxima o mínima, sino que dicha “fidelidad” es relativa y dependiente del asunto transmitido, de la facilidad de interpretación del mensaje (para lo cual siempre influye el banco de información previa del canalizador), del momento de la recepción y estado psíquico del canalizador, del nivel espiritual de la entidad y su cercanía (guía o empatía) con el canalizador, de si la entidad está encarnada o desencarnada, o si es un ser de nivel espiritual superior o alguien más próximo a nosotros.
A pesar de todos estos factores que les compartimos basados en nuestra experiencia personal, la canalización telepática es sin duda alguna, uno de los más maravillosos dones que puede desarrollar un ser, especialmente cuando es puesto al servicio de sus hermanos en la búsqueda espiritual. Su perfeccionamiento seguramente hará que con el tiempo sean más y mejores los canalizadores del mundo y su trabajo de luz sea reconocido no con ánimo de protagonismo, sino como parte de una ciencia mayor que establezca nuevos principios y nuevas posibilidades para la sanación y progreso del ser humano.
DANIEL ASAMUYA