Veamos lo que dice Ramatis al respecto:
LA ALIMENTACIÓN CARNÍVORA Y EL VEGETARIANISMOPregunta: En vista de las opiniones distintas y a veces con¬tradictorias, tanto entre las corrientes religiosas y profanas como hasta en la clase médica, sobre el uso de la carne animal como alimento, os rogamos que nos deis amplias aclaraciones al res¬pecto, a fin de que podamos llegar a una conclusión clara y lógica sobre si el régimen alimenticio carnívoro perjudica o no nuestro organismo o si influye de algún modo para perjuicio de la evolución de nuestro espíritu. En primer término, debe¬mos decir que en Oriente —como afirman muchas personas anti-vegetarianas—, la abstención al uso de la carne como alimen¬to, parece estar sujeta solamente a una tradición religiosa que los occidentales consideran un absurdo, en atención a la dife¬rencia de costumbres que existe entre ambos pueblos. ¿Qué podéis decirnos al respecto?
Ramatís: La preferencia por la alimentación vegetariana en Oriente, se funda en la perfecta convicción de que a medida que el alma progresa, es necesario también que su vestuario de carne armonice con el progreso espiritual alcanzado. Aun en los reinos inferiores, la nutrición varía de acuerdo con la delicadeza y sensibilidad de las especies. Mientras el gusano de¬forme se alimenta en el subsuelo, la poética figura alada del colibrí se sustenta con el néctar de las flores. Los iniciados hindúes, saben que el despojos sangriento de la alimentación carnívora recrudece el atavismo psíquico de las pasiones ani¬males y que los principios superiores del alma deben sobrepo¬nerse siempre a las imposiciones de la materia. Son raras las criaturas que consiguen liberarse de la opresión vigorosa de las tendencias hereditarias del animal, que se hacen sentir a través de su carne.
Pregunta: Pero hay que reconocer que la alimentación carnívora, principalmente en Occidente, es un hábito profundamente estratificado en el psiquismo humano. Creemos que estamos tan condicionados orgánicamente a la ingestión de la carne, que nos sentiríamos debilitados ante la más reducida dieta.
Ramatís: No obstante, tenéis pruebas irrecusables que podéis vivir y disfrutar de óptima salud sin recurrir a la alimentación carnívora. Para probar vuestro equívoco, bastaría considerar la existencia, en vuestro mundo, de animales corpulentos y robustos, de un vigor extraordinario y que, no obstante, son rigurosamente vegetarianos, como el elefante, el buey, el camello, el caballo y muchos otros. En cuanto al condicionamiento biológico por el hábito de comer carne, debéis considerar que el orgullo, la vanidad, la hipocresía y la crueldad, son también estigmas que se forjaron a través de los siglos, pero que tendréis que eliminarlos de vuestro psiquismo. El hábito de fumar y el uso inmoderado del alcohol, también se estratifican en vuestra memoria etérica; sin embargo, no los justificáis como necesidades imprescindibles a vuestras almas.
Reconocemos que a través de los milenios vividos en la formación de vuestras conciencias individuales, fuisteis estigmatizados con el vitalismo etérico de la nutrición carnívora, pero hay que reconocer que ya sobrepasasteis los plazos espirituales demarcados para la continuación soportable de esa alimentación mórbida y cruel. En la técnica evolutiva sideral, el estado psico-físico del hombre actual, exige urgente purificación en el género de la alimentación; ésta debe corresponder, también, a las propias transformaciones progresistas que tuvieron lugar en la esfera de la ciencia, filosofía, arte, moral y religión.
Vuestro sistema de nutrición es un desvío psíquico, una perversión del gusto y del olfato; os aproximáis considerablemente al bruto, en esa actitud de succionar los tuétanos de los huesos e ingerir vísceras en forma de sabrosos manjares. Tenemos la seguridad que el Comando Sideral está empleando todos sus esfuerzos con el "fin que el hombre terrestre se aparte, poco a poco, de la repugnante preferencia zoofágica.
Pregunta: ¿Debemos considerarnos en deuda con Dios, si atendemos a los sagrados y naturales imperativos de la vida?
Ramatís: Los antropófagos también atienden los "sagrados imperativos naturales de la vida", pero no admitís sus cruentos festines de carne humana, como tampoco os regocijáis con sus inmundicias a guisa de alimentación o sus brebajes repugnantes, productos de la masticación del maíz crudo. Del mismo modo que esa nutrición canibalesca os causa espanto y horror, vuestra mórbida alimentación de vísceras y vituallas sangrientas al mojo picante, causa terrible impresión de asco a las humanidades de otros mundos superiores. Esas colectividades se horrorizan ante las descripciones de vuestros mataderos, fábricas de embutidos, carnicerías y frigoríficos manchados con sangre de los animales y el cuadro patético de sus cadáveres descuartizados.
La antropofagia de los salvajes, resulta un tanto inocente en relación con su poco entendimiento espiritual, ellos devoran su prisionero de guerra, en la cándida ilusión de heredar sus cualidades guerreras intrépidas y su vigor sanguinario. Los civilizados, en tanto, para atender sus mesas opíparas y repletas de órganos de animales, se especializan en los caldos epicurísticos y en los requintes culinarios, haciendo de la necesidad del sustento un enfermizo arte de placer. El salvaje, ofrece su maza o espada a su prisionero, para que se defienda antes de ser molido a golpes; después, rasga sus entrañas y lo devora, famélico, bajo el imperativo natural de saciar el hambre; la víctima es ingerida apresuradamente y cruda, sin incurrir en el cálculo de un placer mórbido. El civilizado, por lo contrario, exige los fragmentos cadavéricos del animal en forma de suculentos cocidos o asados al fuego lento; alega la necesidad de proteína, pero se traiciona por el prurito del vinagre, la cebolla y la pimienta; se disculpa con el condicionamiento biológico de los siglos que lo viciaron en la nutrición carnívora, pero sustenta la lúgubre industria de las vísceras y de las glándulas animales enlatadas; requinta el arte de los "menús" de la necrofagia pintoresca y promueve condecoraciones para los maestros del arte culinario animal.
Los frigoríficos modernos que exaltan vuestra "civilización", construidos bajo los últimos adelantos científicos y electrónicos concebidos por la inteligencia humana, multiplican los aparatos más eficientes y precisos, para propiciar la matanza hábilmente organizada. Notables especialistas y afamados tratadistas de la nutrición, estudian el modo de producir en masa el mejor "jamón" o la más "deliciosa" salchicha a base de sangre coagulada.
Los capataces, endurecidos en la lid, dan el toque amistoso y hacen el convite traicionero para que el animal ingrese en la fila de la muerte; matarifes eximios y eruditos en el servicio fúnebre, conservan su fama por la rapidez con que degüellan al animal aun caliente, en las convulsiones de la agonía; veterinarios competentes examinan minuciosamente la constitución orgánica de la víctima y colocan el consabido "sano", para que la ilustre "civilización" no sufra las consecuencias patogénicas del asado o del cocido de las vísceras animales.
Turistas, aprendices y estudiantes, cuando visitan los colosos de la muerte en donde los nuevos "sansones" masacran en masa al servidor amigo, quedan pasmados ante los extraordinarios recursos de la ciencia moderna: aquí, los armazones que bajo genial operación mecánica se yerguen manchados de rojo, lanzan siniestras porciones de vísceras y fragmentos palpitantes; allí, cuchillos perfeccionados movidos por eficaz aparato electrónico, matan con implacable exactitud matemática; más allá, calderas hirvientes, prensas, desolladuras, batidoras y trituradoras, ejecutan la lúgubre sinfonía capaz de horrorizar a los viejos caciques, ¡que sólo devoraban para matar el hambre! En artísticos canales y surcos, construidos con azulejos de exigencia fiscal, ¡corre continuamente la sangre roja y generosa del animal sacrificado para la glotonería humana!
Pero el éxito de la producción frigorífica se comprueba mejor bajo geniales disposiciones: elevadores espaciosos se levantan impasibles, sobrecargados de cerdos, para depositarlos suavemente sobre el comienzo de los abultados caños de aluminio, inclinados en forma de montaña rusa. Rápidamente, los cerdos son empujados en fila por el interior de esos caños pulidos, deslizándose velozmente en grotescas y divertidas oscilaciones, para sumergirse vivos, de súbito, en los tanques de agua hirviente, con el fin de ajustarse a la técnica y sabiduría científica moderna, que así favorece la producción del "mejor" jamón de moda.
¡Cuántos cerdos deberán deslizarse por la tétrica montaña rusa, creación del mórbido genio humano, para que podáis saborear vuestro "delicioso" jamón en la comida del día!
Pregunta: Esos métodos eficientes y de rapidísima ejecución en la matanza que se procesa en los mataderos y en los frigoríficos modernos, evitan los prolongados sufrimientos que eran comunes en el procedimiento antiguo. ¿No es verdad?
Ramatís: Creemos que el sentido estético de la Divinidad ha de preferir siempre la cabaña pobre que da abrigo al animal amigo, al matadero rico que mata bajo el adelantado procedimiento científico de la fúnebre industria. Las regiones celestiales son parajes adornados con luces, flores y colores, en donde se unen los pensamientos elevados y sentimientos amorosos de sus humanidades cristianas. Esas regiones deberán alcanzarlas también algún día, aquellos que construyen los tétricos frigoríficos y los mataderos de avanzado equipo; pero no podrán librarse de retornar a la Tierra, para cumplir en sí mismos el rescate de las torpezas y perturbaciones infligidas al ciclo evolutivo de los animales. Los métodos eficientes de la matanza científica, aunque disminuyan el sufrimiento del animal, ¡no eximen al hombre de las responsabilidades de haber destruido prematuramente los conjuntos vivos que también evolucionan, tales como los animales creados por el Señor de la Vida! Sólo Dios tiene el derecho de regular sus existencias cuando ofrecen peligro para la vida humana, pero es un mecanismo evolucionado en el orden de la Creación.
Pregunta: Nos sorprenden vuestras aserciones un tanto vivas. Muchas personas no comprenden todavía que esa grave impropiedad de la alimentación carnívora nos pueda causar tan terribles consecuencias. ¿Puede ser así?
Ramatís: El ángel, liberado de los ciclos reencarnatorios, es un tipo de suprema delicadeza espiritual. ¡Su tesitura diáfana y hermosa, y su cántico inefable a los corazones humanos, no son producto de los fluidos agresivos y enfermizos del "paté foie-gras", o pasta de hígado atrofiado, de la famosa chuleta adobada o del suculento tocino ahumado!
La sustancia astral inferior, que exuda la carne del animal, penetra en el aura de los seres humanos y hace densa su transparencia natural, impidiendo los altos vuelos del espíritu. Nunca habréis de solucionar tan importante problema, con la dulce ilusión de ignorar la realidad del equívoco de la nutrición carní¬vora y, quizá, demasiado tarde para la deseada solución.
Os exponemos aquello que debe ser meditado y ponderado con urgencia, porque los tiempos son llegados y no hay subversión en el mecanismo sideral. Es necesario que comprendáis, con toda brevedad, que el vehículo periespiritual es un poderoso imán que atrae y agrega, las emanaciones deletéreas del mundo inferior, cuando persistís en las fajas vibratorias de las pasiones animales, Es preciso que busquéis aquello que se afina con los estados más elevados del espíritu, no olvidando que la nutrición moral se armoniza también con la estesia o sentimiento de lo bello, del paladar físico. Verdaderamente, mientras los lúgubres vehículos manchados de sangre recorren vuestras calles para dejar su contenido sangriento en las carnicerías refrigeradas y atender a las filas que con ansiedad procuran la carne, ¡se harán necesarias muchas reencarnaciones para que vuestra humanidad se libre del desvío psíquico, que siempre ha de exigir la terapia de las úlceras, cirrosis hepáticas, nefritis, artritismos, infartos, diabetes, tenias, amebas o uremias!
Pregunta: ¿Por qué consideráis que el hombre se hace inferior al salvaje en la alimentación carnívora, si usa procesos eficientes que evitan el sufrimiento del animal en el sacrificio? ¿No estáis de acuerdo en que el ser humano atiende también a su necesidad de vivir y se subordina a un imperativo nutritivo que requiere una organización industrial?
Ramatís: El salvaje, aunque feroz e instintivo, se sirve de la carne para nutrirse, sin transformarla en motivos determinados para banquetes y libaciones de naturaleza requintada; mientras que los civilizados, reviven esos mismos apetitos salvajes, pero, paradójicamente, de modo más exigente, sirviendo de pretexto para disfrutar noches de placer bajo las luces fulgurantes de lujosos y modernos hoteles y restorantes. ¡Criaturas ruidosas, alegres, que pregonan estar en posesión de genial intelecto, devoran en mesas festivas, los cadáveres de los animales regados con condimentos excitantes, mientras la orquesta famosa ejecuta melodías que se unen a los olores de la carne carbonizada o del cocido humeante! ¡Pero sabed que las poéticas y sugestivas denominaciones de los platos, expuestas en los aristocráticos menús no libran al hombre de las consecuencias y de la responsabilidad de devorar las vísceras del hermano inferior! A pesar de los floreos culinarios y de la "minuta" de manjares "sui generis", que tratan de atenuar el aspecto repugnante de las vituallas sangrientas, los hombres carnívoros no consiguen ocultar la realidad del desmedido apetito humano.
Aquí, los "menudos a la milanesa” sugestivos, no dejan de ser otra cosa que trozos de vesículas e hígado, disimulando el sabor amargo de la bilis animal; allí, los "apetitosos riñones ensartados", no consiguen sublimar su naturaleza de órganos secretores de la albúmina y de la urea, que aun rezuman bajo el cuchillo mortal. Aunque se quiera elogiar el esfuerzo del maestro culinario, las "patas a la europea", no son otra cosa que las pezuñas del animal sacrificado; la "fabada" es, en realidad, un conjunto de habas cocidas con la inmundicia del chorizo ahumado, compuesto de partículas de distintas partes del puerco, incluso sus tripas, al que se añade la grasa del unto.
Es evidente que se debe disculpar al salvaje ignorante que se somete a la nutrición carnívora y pervierte su paladar, porque su alma atrasada ignora la suma de razonamientos admirables que ha logrado el civilizado en las esferas científica, artística, religiosa y moral. Mientras los banquetes pantagruélicos de los Césares romanos marcan la decadencia de una civilización, la figura de Gandhi, sostenido con leche de cabra, es un estímulo para la composición de un mundo mejor.
Pregunta: ¿Debemos, pues, violentar nuestro organismo físico, condicionado milenariamente a la alimentación carnívora? En la seguridad que la naturaleza no procede a saltos y que por tanto no puede adaptarse súbitamente al vegetarianismo, consideramos que sería peligrosa cualquier modificación radical en ese sentido. Nuestro proceso de nutrición carnívora en sí es un automatismo biológico milenario, que ha de exigir algunos siglos para lograr una adaptación tan insólita. ¿Cuáles son vuestras consideraciones al respecto?
Ramatís: No sugerimos la violencia orgánica de aquellos que no podrían soportar esa modificación drástica: a ellos, les aconsejamos adaptaciones graduales del régimen de la carne de cerdo, a la del buey, a la del ave, peces y mariscos. Después de un ejercicio disciplinado mediante el cual la imaginación se higieniza y la voluntad elimina el ardiente deseo de ingerir el despojos sangriento tenemos la seguridad de que el organismo se hallará apto para ajustarse a un nuevo método nutritivo de elevación espiritual. Es natural que todo exige un comienzo, y si desde ahora no hacéis un esfuerzo inicial —que más adelante tendréis que enfrentar— es obvio que han de persistir, tanto ese alegado condicionamiento biológico, como la natural dificultad para una rápida adaptación. Es inútil que establezcáis subterfugios para justificar vuestra alimentación primitiva, inadecuada a vuestra índole espiritual. Ya es hora de que os aseéis con el fin de adoptar un nuevo patrón alimenticio. Innegablemente, el progreso no será alcanzado por el hecho de sustituir el combustible de vuestros vehículos carnales; será necesario, ante todo, que vuestra alma participe vigorosamente en un ejercicio que lo induzca primero, al deseo de eliminar la nutrición carnívora.
Muchas almas decididas, que han logrado el comando de su cuerpo físico y lo someten a la voluntad de la conciencia espiritual, han violentado ese automatismo biológico de la nutrición carnívora, del mismo modo que algunos seres extinguen el vicio de fumar bajo el solo impulso de la voluntad. También estáis condicionados al vicio de la intriga, rabia, cólera, celos, crueldad, mentira y lujuria; no obstante, son muchos los que se liberan de esos males, mediante hercúleos esfuerzos evangélicos.
Reconociendo la debilidad del alma humana a fin de liberarse súbitamente, os preparamos psíquicamente procurando influenciar el mecanismo de vuestro apetito, dándoos consejos fuertes y ostensivos, para que os sea más fácil libraros de los exóticos deseos de los asados y cocidos que, realmente, no dejan de ser desperdicios de cadáveres que os deben inspirar náuseas y aversión digestiva. De ahí nuestras preocupaciones sistemáticas en favor de vuestro bien espiritual, para que ante la visión, por ejemplo, de esos menudos "sabrosos" que exhalan el oloroso mojo, reconozcáis los tétricos cartílagos que protegen la región bronco pulmonar del buey, en cuya cavidad se procesan los repugnantes cambios de materia corrompida.
Preciso hacer un corte hasta aquí para anexar unas conclusiones respectivas.
Hasta los momentos hemos podido leer dentro de la concepción de las duras criticas de Ramatis que la alimentación de nuestros hermanos inferiores no tiene justificación dentro de los conceptos de la salud, tanto profesionales de la salud como quienes nos formamos para ello estamos conscientes en la totalidad de los mecanismos que llevan al individuo a sintetizar los compuestos que precisa para las diversas reacciones químicas que tienen lugar durante el metabolismo. Allí únicamente se han citado el ejemplo de animales pero si les resulta tentadora la idea de investigar existen incluso los fisicoculturistas, a quienes se les atribuye el mayor consumo de alimentos derivados de los animales ganando grandes eventos consumiendo únicamente granos y vegetales. La eliminación de la carne forma parte de los desvíos del psiquismo humano cultivado a lo largo de su existencia, por la cual posteriormente todos habremos de pagar mediante la reencarnación y el rescate de las deudas que es la autentica finalidad de la misma. Se disculpa dentro de los salvajes ignorantes que por instinto recurren a la alimentación de las vísceras incluso de su misma especie, pero se aborrece desde lo superior el mantener costumbres alimentarias anticuadas e innecesarias que aterrorizarían incluso al antropófago y que se ha servido de la hipocresía humana para convertir en festín la repugnante practica del consumo de alimentos que hoy día se saben son producto del sufrimiento extremo y el asesinato desmedido.
Ramatis apoya el argumento de las consecuencias reflejadas en el cuerpo espiritual y su discapacidad progresiva para permitir la ascensión del espíritu puesto que lo densifica volviéndolo pesado y poniéndolo en contacto con los espíritus salvajes.
Se torna apasionante la mención de individuos como Gandhi apoyados en el consumo de arroz y la leche de cabra que son propios de la India, como ejemplificación de gran aliento puesto que el materialismo denso del hombre limitado por su evolución sigue buscando los pretextos, Buda fue otro que se sirvió de los granos y la leche, se sabe que parte de las lecciones de Jesús se tergiversaron para apoyar el consumo de la carne animal en esa narración de los peces muertos que han de ser multiplicados, apócrifos cuenta una historia diferente pero el cinismo alcanza limites impresionantes cuando de desfigurar una realidad para conseguir apoyo a una postura se trata.
Y por ultimo reafirma la participación del espíritu y la consciencia misma en el proceso de cambio para promover la implantación de las virtudes adquiridas por el trabajo arduo, producto de la evangelización o no.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.