Formando parte del magnetismo personal, encontramos el hipnotismo. La hipnosis se basa en técnicas que ayudan a desarrollar la frecuencia de ciertas ondas cerebrales, tales como las ondas Alpha, ondas Tetha y la ondas Delta. El estado alpha o de relajación en donde la persona se encuentra relajada pero atenta se encuentra entre 8 a 12 Hz y que es cuando nos encontramos descansados, meditando o abstraídos. El estado entre 5 a 8 Hz es el estado denominado Theta, presente durante el sueño e hipnosis; este estado favorece grandemente la imaginación, inspiración, aprendizaje o la retentiva; y menor a 5 Hz se denominada Deltha en donde se realiza el sueño profundo y también los fenómenos paranormales o de poderes ocultos. Los métodos para hipnotizar son inumerables y van desde la mirada, los pases magnéticos, hasta una serie de instrucciones de inducción por medio de la palabra o voz para que el hipnotizado ingrese a través de imágenes mentales al mundo inconsciente y sea guiado en el consciente. Los más comunes y utilizados son:
1) Método de inducción oral
2) Métodos de fijación de la mirada
3) Método de la catalepsia
4) Método de la rigidez del brazo
5) Método de la expectación
6) Método del “engaño”
Ahora bien, la particularidad de la hipnosis consiste en que siempre se requiere la cooperación del hipnotizado para inducir el sueño o trance profundo; ya que sin su consentimiento sería casi imposible lograrlo. Igual sucede con la incorporación e incluso con la posesión, de una forma u otra se requiere del concurso o la entrega de la materia o del poseído según el caso. Debe existir el consentimiento o entrega voluntaria para lograr el sueño profundo y permitir la entrada de la energía espiritual llamada por si o por otro.
1) Método de inducción oral
2) Métodos de fijación de la mirada
3) Método de la catalepsia
4) Método de la rigidez del brazo
5) Método de la expectación
6) Método del “engaño”
Ahora bien, la particularidad de la hipnosis consiste en que siempre se requiere la cooperación del hipnotizado para inducir el sueño o trance profundo; ya que sin su consentimiento sería casi imposible lograrlo. Igual sucede con la incorporación e incluso con la posesión, de una forma u otra se requiere del concurso o la entrega de la materia o del poseído según el caso. Debe existir el consentimiento o entrega voluntaria para lograr el sueño profundo y permitir la entrada de la energía espiritual llamada por si o por otro.