INCORPORACIÓN NO ES POSESIÓN
El otro día conversaba en chat por Facebook con un amigo el cual me planteaba si acaso su compañero espiritual (no espiritista) podía desarrollar sus facultades del mismo modo que lo hacen estos cultos donde hay un sistema que prioriza el desarrollo y educación de la mediumnidad y le dije que no, ¿cuál fue la razón? Porque su referencia confundía la posesión y la incorporación fruto de la canalización y previa disposición voluntaria del médium que posee un control relativo sobre el fenómeno.
Pues, al final, posesión e incorporación son en apariencia similar aunque se producen por vías distintas. Y mientras que la posesión confiere la facultad transitoria al poseso al disociarse del poseedor pierde toda cualidad sensible a diferencia de lo que ocurre con la mediumnidad, cuyo portador se halla nivelado en su sensibilidad hasta el fin de sus días o hasta que un designio litúrgico o divino establezca su suspensión temporal o permanente.
En la gran mayoría de las religiones, el fenómeno que llamamos como “incorporación” no es algo deseado y, así, cuando alguien entra en trance, generalmente, es algo que va en contra de su voluntad. Esta es la característica de un fenómeno en base al cual el término que le designa es el de “posesión”. En sí, la propia palabra ya implica que algo está siendo tomado a la fuerza, lo cual constituye un tipo de agresión visto desde cierto contexto.
Muchas personas llegan a los Terreiros de Umbanda creyendo que serán poseídos por los guías de Umbanda, creen que serán tomados de sí mismos y que las entidades espirituales van a entrar en sus cuerpos independiente de su voluntad, cosa que es de hecho incierta o falsa; existen excepciones, raras, pero deben ser estudiadas y analizadas, caso a caso, detalle a detalle, para entender lo que de hecho está sucediendo.
En Umbanda, el trance de incorporación es algo deseado, el médium quiera estar incorporado, el médium quisiera vivir esta experiencia, el médium admira y ama a los guías espirituales y desea esta proximidad. Entonces, cuando entramos en esta realidad de Umbanda, en que todos quieren incorporar, nos encontramos con el hecho de que la incorporación no es un fenómeno tan simple, y que, aunque lo sea para una gran mayoría, no es para todos. Todavía así, hay muchas dificultades y bloqueos que impiden la incorporación, pero que pueden ser trabajados y neutralizados con un buen desarrollo y educación mediúmnico.
Es decir, la incorporación se trata de una capacidad facultativa que se desarrolla, crece y educa con fines productivos. El individuo la desea, es participe de su ocurrencia, y además, es capaz de controlarla y neutralizarla. No depende exclusivamente de la voluntad exterior sino del propio esfuerzo y disposición del médium sobre el cual hallan en su libre voluntad impedimentos para obrar libertinamente haciéndose uso inadecuado de su facultad.
Siendo así, se define como “incorporación” para definir al fruto consecuencia del trance durante el rito de los giros en el que el médium está manifestando un guía de Umbanda, lo que también crea otras dificultades con relación a la expectativa y al entendimiento que el médium tiene sobre lo que irá a ocurrir con él en el momento en que su guía espiritual se presente.
La palabra incorporación trae la idea de que alguien va a entrar en Ud. y, de esta forma, la gran mayoría cree que, si alguien va a entrar en alguien, tiene que salir para dar espacio, y de ahí más confusión y conflictos. Al final, la gran mayoría de las veces, cuando incorporamos, nuestro Espíritu no sale del cuerpo (mediumnidad consciente y semiconsciente; incluso se da en casos de mediumnidad inconsciente) hacia otro lugar, ellos cohabitan en el mismo cuerpo, una especie de simbiosis ocurre en donde por sincronía ambos actúan en esta ocasión anulándose el propio Espíritu y obedeciendo por mimetismo las directrices del guía. Por eso es que el médium debe aprender a permanecer quieto y no interferir para que su guía pueda manifestarse.
Hay innumerables polémicas alrededor de la palabra “incorporación”, sin embargo, no hay otra palabra que traduzca mejor lo que ocurre, independiente del hecho de si un Espíritu “entra” o no en su cuerpo, para manifestarse; la sensación de quien está en trance es la de que alguien se está manifestando desde adentro hacia afuera.
A pesar de que el espiritismo traiga mucha luz y estudio sobre las diversas formas de mediumnidad, es muy raro encontrar el trance de incorporación en el medio espirita. Lo que más vemos es la psicofonía, o sea, el habla mediúmnico, que difiere de lo que llamamos como “incorporación”, en la cual el médium queda totalmente caracterizado por la forma de manifestación de sus guías espirituales. La psicofonía apenas se limite a un fenómeno que toca dentro de lo mecánico el habla inspirado o automático usando sólo los órganos de la fonación, ¡así es! El médium espirita por lo general sólo articula palabras en tanto los rasgos de personalización e identidad están exentos y sólo sus ideas transmiten la identidad de quien se comunica.
La racionalización del fenómeno mediúmnico es algo bueno para su entendimiento, pero la racionalización excesiva puede interrumpir más que ayudar, simplemente porque, en el proceso de trance e incorporación, hay momentos en los que lo mejor es olvidarse de todo lo que es racional o cuestionable y apenas entregarse, como un amante se entrega a su amor, sin medidas o cuestionamientos sin fin.
La incorporación es un acto de amor, en el cual el médium tiene la oportunidad de unirse místicamente a sus guías y Orixás. Es un voto de confianza y entrega. Y en las religiones de trance ocurre eso, algo muy especial, sus maestros y sus divinidades vienen a la Tierra y les toman como morada para su manifestación. El médium en sí es un templo vivo recibiendo la visita de las entidades, las cuales él tiene en alta cuenta dentro de lo que es sagrado y divino.
El trance de incorporación es una de las manifestaciones más antiguas y arcaicas de religiosidad y espiritualidad. Mucho antes de haber una historia escrita, los chamanes de todas las culturas ya entraban en trance y recibían a los Espíritus y divinidades por medio de los rituales más variados.
La incorporación no es una invención de Kardec y mucho menos de la Umbanda, o de otras tradiciones actuales. La incorporación es algo ancestral y visceral en el ser humano. Incluso que encuentre una sociedad en que ninguna religión de trance esté presente, siempre habrá personas que entran en trance y tiene algo de positivo como resultado de una incorporación.
Por todo eso y mucho más, podemos decir que la “incorporación” no es una “posesión” y que es, de hecho, algo muy deseado en la religión, antes que más nada, es el pilar de sustentación de la Umbanda. Al final, la propia religión nació de la incorporación de un Espíritu llamado “Caboclo de las siete encrucijadas” en su médium, Zélio de Moraes, el día 15 de Noviembre de 1908. La Umbanda nació de la práctica y no de la teoría, sin embargo, necesitamos y mucho de la teoría para entender mejor esta práctica, pues, ayuda a discernir entre parecidos y errores orales transmitidos y tomados como precepto y fundamento. La mayor parte de los médiums en Umbanda participan de su incorporación ya que por lo general suelen mantenerse conscientes o semiconscientes a la vez que se hallan en simbiosis con sus guías; una minoría pierde la consciencia y hay escepticismo de que realmente suceda ya que ella no necesita de médium consciente sino médium involucrado con sus deberes durante las comunicaciones.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.