Todo el problema del mal es para nosotros extremadamente oscuro. Los más grandes pensadores del cristianismo le han dedicado tiempo y reflexión, por ejemplo San Agustín, Santo Tomás de Aquino. El tema requiere hacer una distinción primero entre el mal físico y el mal moral. El mal físico, es cuando se pierde una pierna o un ojo. El mal moral es al cometer un pecado. Es más fácil explicar el mal físico que explicar el mal moral, la clave podría estar en la frase de San Agustín que dice que Dios permite los males, porque él es tan poderoso para sacar bienes de los mismos males. Es un equivalente de la frase bíblica que dice: Todo coopera al bien de los que aman a Dios. San Agustín agregó, incluso el pecado, porque si una persona ha pecado y se arrepiente, eso lo hace partir más arriba que donde estaba cuando cayó en el pecado. En el fondo, Dios permite el mal, porque del mal pueden venir grandes bienes y la tentación es un modo, un medio, donde el hombre demuestra su fidelidad al Señor.