Al Oráculo de Biague se le denomina así ya que fue Biagué el primer sacerdote que lo utilizó. A pesar de que muchos piensan que es un Oráculo muy simple, no es así ya que se tiene que tener en cuenta no solo como caigan los cocos sino la posición en que estos caen para que se sepa que Orisha está hablando.
Dice un patakí que había un Awo que se llamaba Biagué quien tenía un hijo que de nombre Adiatoto, a quien le había enseñado su único secreto, que consistía en la manera de tirar los cocos. En la casa de Biagué, habían más muchachos, otros hijos de crianza, muchachos que le obedecían como un padre y él consideraba, como hijos suyos, todos se tenían como hermanos, pero Adiatoto era su verdadero hijo, que era el más pequeño.
Cuando murió Biague, todos aquellos hijos adoptivos le robaron cuanto tenía y su hijo Adiatoto, quedó pasando trabajos, Andando el tiempo el Oba-Rey, del pueblo quiso averiguar a quien pertenecían esos terrenos y ordenó averiguar por sus dueños. Aparecieron muchos supuestos, los hijos adoptivos declararon que el terreno les pertenecía, pero no tenían pruebas que lo acreditasen y que constituía el secreto.
El Rey se vio obligado a publicar por medio de sus voceros el derecho que tenía quien presentara las pruebas. Adiatoto tuvo noticias de que lo andaban buscando. Al presentarse le pidieron las pruebas y como el solamente era el único que las tenía porque su padre se la había enseñado, dijo: "Esto es mío, iré a las murallas que dividen las estancias y desde allí tiraré los cocos a la plaza, si caen boca arriba esa es la prueba de lo que mi padre me enseño".
Así fue, al tirar los cocos, todos respondieron con Alafia, entonces el Oba le hizo entrega de los terrenos que fueron usurpados por los falsos hijos de Biague.
Dice un patakí que había un Awo que se llamaba Biagué quien tenía un hijo que de nombre Adiatoto, a quien le había enseñado su único secreto, que consistía en la manera de tirar los cocos. En la casa de Biagué, habían más muchachos, otros hijos de crianza, muchachos que le obedecían como un padre y él consideraba, como hijos suyos, todos se tenían como hermanos, pero Adiatoto era su verdadero hijo, que era el más pequeño.
Cuando murió Biague, todos aquellos hijos adoptivos le robaron cuanto tenía y su hijo Adiatoto, quedó pasando trabajos, Andando el tiempo el Oba-Rey, del pueblo quiso averiguar a quien pertenecían esos terrenos y ordenó averiguar por sus dueños. Aparecieron muchos supuestos, los hijos adoptivos declararon que el terreno les pertenecía, pero no tenían pruebas que lo acreditasen y que constituía el secreto.
El Rey se vio obligado a publicar por medio de sus voceros el derecho que tenía quien presentara las pruebas. Adiatoto tuvo noticias de que lo andaban buscando. Al presentarse le pidieron las pruebas y como el solamente era el único que las tenía porque su padre se la había enseñado, dijo: "Esto es mío, iré a las murallas que dividen las estancias y desde allí tiraré los cocos a la plaza, si caen boca arriba esa es la prueba de lo que mi padre me enseño".
Así fue, al tirar los cocos, todos respondieron con Alafia, entonces el Oba le hizo entrega de los terrenos que fueron usurpados por los falsos hijos de Biague.