Shango(CHANGÓ)
Shango, Dios del fuego, del rayo, del trueno, de la guerra y de los sagrados tambores bata. Héroe viril, patrón indiscutible de los guerreros. Es trabajador valiente y buen amigo. Adivino y curandero, representa el mayor numero de virtudes e imperfecciones humanas. Es buen padre con sus hijos, mientras el hijo obedese.
Shango tiene pacto con Ozain quien es su padrino. A la vez tiene tres mensajeros, el trueno arrawa, el rayo mana mana y la obscuridad, binia y meye siempre lo acompaña un león que con aliento mata y salva. Shango es el guerrero más bravo de la religión. Su día es el viernes, su numero es el seis y se sincretiza con Santa Barbara. Su fiesta se celebra el cuatro de Diciembre.
Se dice que Changó es el dueño de la religión yoruba y esto se debe a que no hay ceremonial que se realice sin la aprobación de éste oricha, incluyendo las ceremonias a Eggun.
Changó es una de las deidades principales en la regla de ocha. Es el primer hijo de Olofi en la tierra y está relacionado con la virilidad, la belleza masculina, el fuego, la electricidad, los rayos y la fortaleza de carácter.
Se dice que es guerrero debido a las múltiples batallas que sostuvo en la vida, por ello se le pide para que nos ayude a salir victoriosos en la vida diaria. Nadie sabe cómo fue que realmente Changó llegó al mundo, existen múltiples versiones, una de ellas dice que llegó desde el cielo en forma de una bola de fuego, cayendo en una palma real.
Otro relato manifiesta que nació del vientre de Yemayá, luego de ser procreado por Aggayú; ésta es la versión más aceptada. Changó es “el gran testigo de las consagraciones que se realizan en Ocha e Ifá”, por ello es quien tiene mayor influencia en el desarrollo de la religión yoruba. Debido a esto muchos religiosos dicen que es el dueño de la religión, y tienen razón porque no se puede realizar ningún ceremonial sin su presencia.
Debido a su relación con el rayo, el trueno y el fuego, los yorubas lo han visto como el encargado de impartir justicia cuando alguien obra mal ante los ojos de Oloddumare. Existen muchos ejemplos de esto, pero podemos citar la historia de la Torre de Babel, la cual encontramos tanto en la Biblia como en el signo de ifá Ogbe Di, donde fue Changó con sus rayos quien destruyó la edificación con la que el hombre pretendía descubrir los secretos del Cielo.
De todos los orichas, Changó es el que más posee características humanas, y quizás por ello es que las personas se identifican tanto con él, hasta el punto de que muchos quieren ser “hijos de Changó”. Estas características podemos observarlas en los patakíes, y aunque en muchas historias vemos que Changó aparece como ladrón, tirano, promiscuo, mentiroso, borracho, pendenciero y vanidoso, debemos recordar que algunos orichas vivieron una etapa pagana mientras estuvieron en la tierra, desconociendo su esencia divina.
Posterior a dicha etapa pagana, estos seres se convirtieron en deidades gracias a las aptitudes espirituales que desarrollaron. Como divinidad del panteón yoruba, Changó es valiente, gallardo, justiciero, guerrero, varonil, alegre, adivino, fuerte, violento y muy buen bailarín, virtud que adquirió de Orula haciendo un intercambio por el tablero de Ifá.
Al respecto, él no desperdicia ninguna posibilidad para demostrar sus condiciones de bailador cuando “se monta” en alguno de sus hijos al sonar los tambores sagrados.
Los yorubas siempre dicen: “Oni Sango to jo ti ko tapaa, abuku ara re ni”, lo que significa: “Un devoto de Changó que baila sin mover los pies y las piernas se deshonra a sí mismo”. Más allá de ser solamente un ser místico-espiritual, Changó vivió en el plano terrenal.
En muchos relatos los yorubas lo relacionan con el desarrollo de su pueblo, tal es el caso del territorio de Oyo donde se reconoce a Changó como el 4° Alafin (Rey) en su historia. Actualmente en los territorios yorubas, se mantiene la adoración a Changó y a sus descendientes que son reyes en algunos territorios, ellos preservan el linaje real que se ha mantenido durante siglos. La simpatía hacia éste oricha no sólo la viven los seres humanos, el resto de los orichas mantienen una estrecha relación con Changó, tal es el caso de Yemayá, con quien Changó hizo un pacto de respeto cuando se enteró que era su madre.
Otro de los orichas que recibe un trato de profundo respeto de parte de Changó es Obatalá, por ello el collar de Changó lleva cuentas blancas, siendo su color original el rojo. También con Elegguá hay una notable relación, se puede decir que estos dos orichas muestran la imagen de la amistad inquebrantable. Cuando Adsojano fue rechazado por su pueblo, debido a que tenía lepra, Changó fue quien lo ayudó, por ello cuando se realizan ceremonias con este oricha hay que rendirle tributo a Changó también. Orichas como Ochún, Oyá, Obba y Yeguá también se relacionan con esta deidad, ya que ellas vivieron momentos amorosos con el oricha de la virilidad.
En el aspecto religioso Changó se identifica con el color rojo, los tambores batá, la piedra de rayo, la palma real y el oche, que es un hacha de doble filo que en ocasiones se pone sobre su corona. La relación de Changó con los tambores batá se debe a su gran condición de bailarín y a su gusto por las fiestas. Cuando el oricha baja en un güemilere, se puede observar la riqueza creativa que poseen los bailes que efectúa, igualmente esto se puede ver cuando sus hijos o sus devotos bailan.
Los hijos de Changó son personas valerosas y voluntariosas. Gustan de las fiestas y del baile. Son impulsivos, lo que los hace a veces descuidados y olvidadizos. Rechazan plenamente las injusticias. Poseen una gran suerte natural especialmente para conseguir dinero. Son amantes de la buena vida y les gusta mucho comer. En ocasiones no pueden controlar las explosiones de cólera. Las mujeres normalmente presentan características varoniles.
[img]
[/img]