Esta es una carta que Blavatsky le escribió al editor de la revista espiritista “Religio-Philosophical Journal” respondiendo a las críticas que los espiritistas le habían hecho sobre las explicaciones que ella dio acerca de los “espíritus”, y esta carta se publicó en esa revista en la edición del 26 de enero de 1878, con el título:
Los puntos de vista cabalísticos sobre los “espíritus” tal como son divulgados por la Sociedad Teosófica
(Nota: en la actualidad la palabra “elementales” hace referencia principalmente a los espíritus de la naturaleza, pero en el pasado se utilizaba para designar de manera general a los diferentes tipos de seres sutiles que hay en el mundo astral: los espíritus de la naturaleza, pero también los espíritus de los fallecidos, los elementarios, etc. Por lo tanto cuando lean la palabra “elementales” en el texto, tomen conciencia de esto para que no se vayan a desconcertar. En cuanto a los elementarios, les explico lo que son en este otro capitulo link.)
Estimado señor:
Debo pedirle que de nuevo me conceda un poco de espacio en su revista para dilucidar una cuestión trascendente acerca de los “elementales” y los “elementarios”.
Es una lástima que nuestros idiomas europeos no contengan una nomenclatura capaz de expresar los varios grados y condiciones de los seres sutiles. Sin embargo, no se me puede culpar por la penuria lingüística mencionada, ni tampoco porque algunas personas elijan no querer entender lo que quiero decir o no logren comprenderlo.
No puedo repetir suficientemente que en este asunto no pretendo ser original para nada. Mis enseñanzas son sólo la sustancia de lo que una plétora de cabalistas han dicho en el pasado y hoy me propongo probarlo con su gentil permiso.
Se me acusa:
1) De “hacer acrobacias” y saltar de una idea a otra. Pero la acusada no se reconoce culpable de eso.
2) Se me acusa también de acuñar no sólo palabras, sino también filosofías extrayéndolas de las reconditeces de mí conciencia. Pero en eso también yo soy inocente.
3) Y también se me acusa de haber afirmado que “en las manifestaciones conocidas como los fenómenos del espiritismo, se ven involucrados no solamente los espíritus de los humanos que han pasado por la experiencia terrenal en un cuerpo humano, sino también por otras entidades”. Pero esto que afirmo es cierto y por lo tanto me considero nuevamente inocente.
4) Y por último se me acusa de haber avanzado en “mis teorías intrépidas y sin aval, más allá de lo que el celebre cabalista Eliphas Levi mismo dijo”.
¿Pero es esto cierto?
Si fuera tan lejos como él (véase su libro “La Ciencia de los Espíritus”) negaría que una sola manifestación llamada espiritista no es más que una alucinación producida por elementales desalmados que Levi llama “elementarios” (véase su libro “El Ritual de la Alta Magia”).
Se me pregunta:
¿Qué prueba hay de la existencia de los elementales?
A lo cual contesto:
¿Qué prueba hay de los “diakkas”, los “espíritus guías”, las “bandas de espíritus” y los “espíritus controles” de los que tanto hablan los espiritistas?
Y a pesar de que no hay pruebas fehacientes, estos términos son sin embargo muy vigentes entre los espiritistas.
En cuanto a los elementales, el testimonio unánime de observadores innumerables y experimentadores competentes dejan constancia de ellos. Pero si los espiritistas no pueden o no quieren ir a los países (en el Oriente) donde se encuentran estas personas y donde las pruebas mencionadas son accesibles, entonces no tienen ningún derecho a tildar de mentirosos a quienes han visto a los Adeptos y dichas pruebas.
Mis testigos son hombres vivos que enseñan y ejemplifican la Filosofía antigua; en cambio los testigos de los espiritistas son esos mismos “espíritus guías” y “espíritus controles”, quienes hasta la fecha y en el mejor de los casos, son hipotéticos y los mismos espiritistas han constatado repetidamente que las afirmaciones de esas entidades seguido son falsas y contradictorias.
Y si mis críticos insisten en que desde el comienzo de la discusión de este tema, jamás se había descrito un alma desencarnada como un “elementario”, bastará leer el número de la revista londinense Spiritualist, publicado el 18 de febrero de 1876, hace casi dos años, en la cual un corresponsal que había estudiado ciertamente las Ciencias Ocultas, dice:
« ¿Acaso no es probable que algunos de los espíritus elementarios de tipo maligno sean estos espíritus que se han desencarnado sólo recientemente y están al borde de una disolución eterna, continuando su existencia temporánea vampirizando a los que aun se encuentran vivos en la Tierra? »
Notad dos cosas: se reconoce que los elementarios humanos existen, aparte de los otros elementales, como son: los gnomos, las sílfides, las ondinas y las salamandras, los cuales son seres puramente elementales. Y además el aniquilamiento del alma es considerado algo factible.
Paracelso, en su “Filosofía Sagaz” dice:
« La corriente de la Luz Astral, con sus habitantes particulares, gnomos, sílfides, etc., se transforma en la luz humana en el momento de la concepción, convirtiéndose en la primera vestidura del alma, su parte más burda. La cual combinada con los fluidos más sutiles forma el fantasma sideral (astral o etéreo) del hombre interno. »
Eliphas Levi, en su “Ritual de la Alta Magia”, en el capítulo sobre el “Conjuro de las cuatro clases de elementarios” escribe:
« La Luz Astral rebosa de almas básicas que descarga en la incesante generación de seres. … Al nacimiento de un niño, influencian sus cuatro temples: el elemento tierra de los gnomos predomina en las personas melancólicas; el elemento fuego de las salamandras predomina en las personas optimistas; el elemento agua de las ondinas predomina en los flemáticos; y el elemento aire de las sílfides predomina en los frívolos y biliosos.
. . .
Estos son los espíritus que englobamos bajo el término de elementos ocultos. … Sí, sí, estos espíritus de los elementos existen. Algunos vagan en sus esferas, otros tratan de encarnarse, otros más se han encarnado y viven en la tierra. Estos son seres humanos viciosos e imperfectos. »
(Observación de Cid: esto último que escribió Levi siento que confunde porque no son los espíritus de la naturaleza los que “han encarnado y viven en la tierra”, sino los elementarios más densos, que son las personas que fueron tan malvadas que no tienen nada para poder ascender al cielo y descansar en el Devachan antes de volver a reencarnar, y es por eso que esos individuos desalmados después de morir vuelven rápidamente a renacer en la Tierra.)
Los elementales viciosos o los elementarios viciosos se sienten atraídos hacia padres viciosos; vagan en su atmósfera, y por lo tanto se les proporciona la oportunidad, mediante los vicios de los padres, para perpetuar en el niño que esos padres engendran, la maldad atávica.
Los “elementales” desprovistos de intelecto se ven atraídos inconscientemente y siguiendo el orden de la naturaleza, como partes constitutivas del cuerpo astral, ellos determinan el temperamento. No pueden resistirse; así como los animálculos no pueden evitar entrar en nuestros cuerpos en el agua que bebemos.
Los ocultistas orientales conocen cientos de diferentes tipos de elementales, mientras que en Occidente solo se conocen unos pocos, y Eliphas Levi habla de un tercer tipo de elementales (a parte de los dos que ya les he mencionado) describiéndolos de la siguiente manera:
« No son ni las almas de los condenados, ni las almas de los culpables; los espíritus elementarios de los que hablo son como niños, curiosos e inofensivos, y atormentan a las personas proporcionalmente a la atención que ellas les prodigan. »
Levi considera a estos últimos como los únicos agentes que actúan en todos los fenómenos físicos insignificantes e inútiles de las sesiones espiritistas. Y estos fenómenos se producirán a menos que estos elementales mencionados no sean dominados “por voluntades más poderosas que las suyas”.
Dicha voluntad puede ser la de un Adepto vivo, pero como no hay ninguno de ellos en las sesiones espiritistas, estos agentes receptivos están a disposición de todo elementario humano fuerte, vicioso y vinculado a la tierra que haya sido atraído a la sesión espiritista por la invocación del médium.
Este tipo de elementario puede usar a estos elementales en combinación con las emanaciones astrales del círculo de participantes y del médium, como substancia con la cual él produce los fantasmas que se materializan en las sesiones espiritistas.
Eliphas Levi admite muy poco la posibilidad de que la verdadera persona fallecida vuelva a una forma objetiva y por eso dice:
« Los buenos que han muerto retornan en nuestros sueños; el estado mediúmnico es una extensión del sueño, es sonambulismo en toda su variedad y arrobamientos. Así que explora el fenómeno del sueño y entenderás los fenómenos de los espíritus.
. . .
Según uno de los grandes dogmas de la Cábala, el alma debe hacerse etérea para poder ascender al cielo, e inversamente debe revestirse de la materia para poder descender a la tierra. Por lo tanto sólo una manera para un espíritu recién fallecido de poder manifestarse objetivamente en la Tierra, es de volver a su cuerpo y resucitar.
La nigromancia o la evocación de espíritus materializados es horrible. Constituye un crimen contra la naturaleza. En nuestras obras anteriores hemos admitido la posibilidad del vampirismo y hemos tratado de explicarla. Y es innegable que los fenómenos espiritistas que están aconteciendo en América y en Europa pertenecen a esta temible enfermedad.
Y aunque es cierto que los médiums no comen la carne de los cadáveres (como el Sargento Bertrand) en cambio si inspiran a través de todo su organismo nervioso las emanaciones fosfóricas de los cuerpos en putrefacción o la luz espectral.
Los médiums no son vampiros energéticos, pero los médiums si los invocan y es por esa razón por la que casi todos los médiums se encuentran físicamente depauperados y enfermos. »
(La Ciencia de los Espíritus, p.258, v.o.)
Henry Kunrath fue un cabalista muy erudito y la más grande autoridad entre los Ocultistas medievales. En su obra “El Anfiteatro de la Sapiencia Eterna”, una de las claves contiene una ilustración esculpida de las cuatro grandes clases de espíritus elementarios, según se presentan durante una evocación de magia ceremonial ante los ojos del mago, cuando (después de haber pasado el umbral) levanta el “Velo de Isis”.
Y al describir estos espíritus elementarios, Kunrath confirma lo que dice Eliphas Levi. Nos informa que son hombres desencarnados y viciosos que se han separado de su naturaleza divina, convirtiéndose en elementarios. Se les designa con este término porque son atraídos por la atmósfera terrenal y circundados por los elementos del planeta.
En este caso, Kunrath usa el término “elementario” para las almas humanas condenadas, mientras Levi lo usa como hemos visto, para designar otra clase de la misma gran familia de gnomos, sílfides, ondinas, etc., entidades sub-humanas.
Frente a mí tengo un manuscrito que originalmente estaba destinado a ser publicado, pero finalmente no se imprimió por varios motivos. El autor firma con el seudónimo de “Zeus” y es un Cabalista desde hace más de 25 años.
Este Ocultista experto, un celoso devoto de Kunrath, explicando las doctrinas de este último, dice que los Cabalistas dividen los espíritus de los elementos en cuatro clases que corresponden a los cuatro temperamentos humanos.
Se me acusa, como ofensa monstruosa, que afirmo que algunos hombres pierden sus almas y son aniquilados. Sin embargo la autoridad homóloga, “Zeus”, es igualmente culpable puesto que él dice:
« Los Cabalistas enseñaban que el espíritu del ser humano descendía del gran Océano del espíritu, y por lo tanto es en sí mismo puro y divino. Sin embargo su alma o cápsula a través de la caída (alegórica) de Adán, se contaminó con el mundo de la oscuridad o de Satán (el mal), del cual debe purificarse antes de que pueda ascender de nuevo hacia la felicidad celestial.
Lo mismo ocurre con el espíritu humano. Mientras su rayo esté encerrado en su envoltura o alma, tiene una existencia individual. Pero destruye esta cápsula (el hombre astral que luego se convierte en elementario), y cuya destrucción puede ocurrir por las consecuencias del pecado, en los comportamientos más depravados y vicios, y el espíritu regresa a su morada original: la individualización del hombre ha cesado.
Esto milita con la idea de progresión que los espiritistas tienen generalmente en cuenta. Pero si entendieran la ley de la armonía, verían su error.
Sólo mediante esta ley puede sostenerse la vida individual, y cuanto más nos desviamos de la armonía, más difícil es recuperarla. »
Volvamos a Levi. En su obra “Alta Magia” (Vol. I., pag. 319, v.o.), él observa:
« Cuando morimos, nuestra luz interna (el alma) asciende, conforme a la atracción de su estrella (espíritu); sin embargo debe en primer lugar liberarse de las espiras de la serpiente (el mal terrenal, el pecado), es decir de la Luz Astral no purificada que la circunda y la cautiva a menos que mediante la fuerza de Voluntad se libere y se eleve.
Esta inmersión del alma viva en la luz muerta (las emanaciones de todo lo que es malo, lo cual contamina la atmósfera magnética terrenal, así como los efluvios de un pantano hacen mefítico el aire) es una tortura terrible; el alma se congela y se quema allí al mismo tiempo. »
Los cabalistas representan a Adán como el Árbol de la Vida, cuyo tronco es la Humanidad; las varias razas son las ramas y las hojas son los seres humanos individuales. Cada hoja tiene su vida individual y es alimentada por la savia del árbol; sin embargo puede sólo vivir a través de la rama, y la rama misma extrae su vida a través del tronco-
Y esto concuerda con la Cábala que dice:
« Los malos son las hojas muertas y la corteza seca del árbol. Caen, mueren, se corrompen y se transforman en abono, que vuelve al árbol por medio de la raíz. »
Mi amiga, la señorita Emily Kislingbury de Londres, quien es la secretaria de la Asociación Nacional Británica de los Espiritistas, la cual todos sus conocidos honran, confían en ella y la quieren mucho, me envió una comunicación obtenida en abril de 1877 a través de un espíritu por medio de una joven señorita, una de las más puras y fehacientes de su género. Y los siguientes extractos son particularmente a propósito en lo referente al tema en discusión:
« Amiga, tienes razón. Mantén nuestro Espiritismo puro y elevado, ya que hay quienes quieren degradar su uso, y esto se debe porque desconocen el poder del Espiritismo.
Es cierto desde un punto de vista que el espíritu puede vencer a la carne; sin embargo hay quienes valoran más a la vida carnal que a la vida espiritual y por ello caminan en terrenos peligrosos.
La carne puede eclipsar al espíritu al punto que le retira toda espiritualidad y el ser humano se convierte en una bestia inteligente pero sin ningún poder redentor. Estos son los que la iglesia denomina “los reprobados”, los eternamente perdidos
Sin embargo estos individuos no sufren eternamente en infiernos como nos lo quiso hacer creer la iglesia, sino que simplemente terminan por desintegrarse y ya no son; su luz se apaga y no tienen ningún ser consciente. Alguien preguntó: ¿acaso no es esto el aniquilamiento? Y la respuesta es que si corresponde al verdadero aniquilamiento, ya que pierden sus entidades individuales y vuelven al gran caudal del espíritu, el espíritu inconsciente. »
Al final se me pregunta:
“¿Quiénes son los Videntes entrenados?”
A lo cual yo contesto: son los seres que han sido entrenados desde la infancia en las pagodas para que usen su vista espiritual; esos cuyo testimonio acumulado no ha variado por millares de años en lo referente a los hechos fundamentales de la Filosofía oriental; y el testimonio de cada generación confirma el de la anterior.
¿Deberíamos confiar más en ellos que en las comunicaciones de los espiritistas, cuando cada uno de los cuales contradice al otro de manera tan radical como las varias sectas religiosas dispuestas a degollarse mutuamente?
¿Deberíamos confiar más en ellos que en los médiums, cuando hasta los mejores de los cuales desconocen su verdadera naturaleza y no están sujetos a la dirección ni a la templanza sabia de un Adepto en la Ciencia Psicológica?
Mi respuesta es que sí
No es posible obtener una idea completa de la Naturaleza si no aplicamos la Ley de Armonía y Analogía, tanto en el mundo espiritual como en el físico. “Como es arriba, es abajo”, es el antiguo axioma hermético. Y si los espiritistas lo aplicaran al tema de sus búsquedas, se percatarían de la necesidad filosófica de la existencia, ya sea en el mundo del Espíritu, como en el de la Materia, de una ley de sobrevivencia del más apto.
Respetuosamente,
H. P. Blavatsky.
OBSERVACIONES
Percibo que los cabalistas tienen porciones de los conocimientos que dieron los maestros transhimaláyicos sobre lo que sucede después de fallecer. Pero sus explicaciones son algo confusas debido a que cada cabalista lo interpreta a su manera. Y prefiero las explicaciones que dieron los instructores teosóficos porque estas son mucho más profundas y completas.
Fuente: Blog esotérico de Cid
Los puntos de vista cabalísticos sobre los “espíritus” tal como son divulgados por la Sociedad Teosófica
(Nota: en la actualidad la palabra “elementales” hace referencia principalmente a los espíritus de la naturaleza, pero en el pasado se utilizaba para designar de manera general a los diferentes tipos de seres sutiles que hay en el mundo astral: los espíritus de la naturaleza, pero también los espíritus de los fallecidos, los elementarios, etc. Por lo tanto cuando lean la palabra “elementales” en el texto, tomen conciencia de esto para que no se vayan a desconcertar. En cuanto a los elementarios, les explico lo que son en este otro capitulo link.)
Estimado señor:
Debo pedirle que de nuevo me conceda un poco de espacio en su revista para dilucidar una cuestión trascendente acerca de los “elementales” y los “elementarios”.
Es una lástima que nuestros idiomas europeos no contengan una nomenclatura capaz de expresar los varios grados y condiciones de los seres sutiles. Sin embargo, no se me puede culpar por la penuria lingüística mencionada, ni tampoco porque algunas personas elijan no querer entender lo que quiero decir o no logren comprenderlo.
No puedo repetir suficientemente que en este asunto no pretendo ser original para nada. Mis enseñanzas son sólo la sustancia de lo que una plétora de cabalistas han dicho en el pasado y hoy me propongo probarlo con su gentil permiso.
Se me acusa:
1) De “hacer acrobacias” y saltar de una idea a otra. Pero la acusada no se reconoce culpable de eso.
2) Se me acusa también de acuñar no sólo palabras, sino también filosofías extrayéndolas de las reconditeces de mí conciencia. Pero en eso también yo soy inocente.
3) Y también se me acusa de haber afirmado que “en las manifestaciones conocidas como los fenómenos del espiritismo, se ven involucrados no solamente los espíritus de los humanos que han pasado por la experiencia terrenal en un cuerpo humano, sino también por otras entidades”. Pero esto que afirmo es cierto y por lo tanto me considero nuevamente inocente.
4) Y por último se me acusa de haber avanzado en “mis teorías intrépidas y sin aval, más allá de lo que el celebre cabalista Eliphas Levi mismo dijo”.
¿Pero es esto cierto?
Si fuera tan lejos como él (véase su libro “La Ciencia de los Espíritus”) negaría que una sola manifestación llamada espiritista no es más que una alucinación producida por elementales desalmados que Levi llama “elementarios” (véase su libro “El Ritual de la Alta Magia”).
Se me pregunta:
¿Qué prueba hay de la existencia de los elementales?
A lo cual contesto:
¿Qué prueba hay de los “diakkas”, los “espíritus guías”, las “bandas de espíritus” y los “espíritus controles” de los que tanto hablan los espiritistas?
Y a pesar de que no hay pruebas fehacientes, estos términos son sin embargo muy vigentes entre los espiritistas.
En cuanto a los elementales, el testimonio unánime de observadores innumerables y experimentadores competentes dejan constancia de ellos. Pero si los espiritistas no pueden o no quieren ir a los países (en el Oriente) donde se encuentran estas personas y donde las pruebas mencionadas son accesibles, entonces no tienen ningún derecho a tildar de mentirosos a quienes han visto a los Adeptos y dichas pruebas.
Mis testigos son hombres vivos que enseñan y ejemplifican la Filosofía antigua; en cambio los testigos de los espiritistas son esos mismos “espíritus guías” y “espíritus controles”, quienes hasta la fecha y en el mejor de los casos, son hipotéticos y los mismos espiritistas han constatado repetidamente que las afirmaciones de esas entidades seguido son falsas y contradictorias.
Y si mis críticos insisten en que desde el comienzo de la discusión de este tema, jamás se había descrito un alma desencarnada como un “elementario”, bastará leer el número de la revista londinense Spiritualist, publicado el 18 de febrero de 1876, hace casi dos años, en la cual un corresponsal que había estudiado ciertamente las Ciencias Ocultas, dice:
« ¿Acaso no es probable que algunos de los espíritus elementarios de tipo maligno sean estos espíritus que se han desencarnado sólo recientemente y están al borde de una disolución eterna, continuando su existencia temporánea vampirizando a los que aun se encuentran vivos en la Tierra? »
Notad dos cosas: se reconoce que los elementarios humanos existen, aparte de los otros elementales, como son: los gnomos, las sílfides, las ondinas y las salamandras, los cuales son seres puramente elementales. Y además el aniquilamiento del alma es considerado algo factible.
Paracelso, en su “Filosofía Sagaz” dice:
« La corriente de la Luz Astral, con sus habitantes particulares, gnomos, sílfides, etc., se transforma en la luz humana en el momento de la concepción, convirtiéndose en la primera vestidura del alma, su parte más burda. La cual combinada con los fluidos más sutiles forma el fantasma sideral (astral o etéreo) del hombre interno. »
Eliphas Levi, en su “Ritual de la Alta Magia”, en el capítulo sobre el “Conjuro de las cuatro clases de elementarios” escribe:
« La Luz Astral rebosa de almas básicas que descarga en la incesante generación de seres. … Al nacimiento de un niño, influencian sus cuatro temples: el elemento tierra de los gnomos predomina en las personas melancólicas; el elemento fuego de las salamandras predomina en las personas optimistas; el elemento agua de las ondinas predomina en los flemáticos; y el elemento aire de las sílfides predomina en los frívolos y biliosos.
. . .
Estos son los espíritus que englobamos bajo el término de elementos ocultos. … Sí, sí, estos espíritus de los elementos existen. Algunos vagan en sus esferas, otros tratan de encarnarse, otros más se han encarnado y viven en la tierra. Estos son seres humanos viciosos e imperfectos. »
(Observación de Cid: esto último que escribió Levi siento que confunde porque no son los espíritus de la naturaleza los que “han encarnado y viven en la tierra”, sino los elementarios más densos, que son las personas que fueron tan malvadas que no tienen nada para poder ascender al cielo y descansar en el Devachan antes de volver a reencarnar, y es por eso que esos individuos desalmados después de morir vuelven rápidamente a renacer en la Tierra.)
Los elementales viciosos o los elementarios viciosos se sienten atraídos hacia padres viciosos; vagan en su atmósfera, y por lo tanto se les proporciona la oportunidad, mediante los vicios de los padres, para perpetuar en el niño que esos padres engendran, la maldad atávica.
Los “elementales” desprovistos de intelecto se ven atraídos inconscientemente y siguiendo el orden de la naturaleza, como partes constitutivas del cuerpo astral, ellos determinan el temperamento. No pueden resistirse; así como los animálculos no pueden evitar entrar en nuestros cuerpos en el agua que bebemos.
Los ocultistas orientales conocen cientos de diferentes tipos de elementales, mientras que en Occidente solo se conocen unos pocos, y Eliphas Levi habla de un tercer tipo de elementales (a parte de los dos que ya les he mencionado) describiéndolos de la siguiente manera:
« No son ni las almas de los condenados, ni las almas de los culpables; los espíritus elementarios de los que hablo son como niños, curiosos e inofensivos, y atormentan a las personas proporcionalmente a la atención que ellas les prodigan. »
Levi considera a estos últimos como los únicos agentes que actúan en todos los fenómenos físicos insignificantes e inútiles de las sesiones espiritistas. Y estos fenómenos se producirán a menos que estos elementales mencionados no sean dominados “por voluntades más poderosas que las suyas”.
Dicha voluntad puede ser la de un Adepto vivo, pero como no hay ninguno de ellos en las sesiones espiritistas, estos agentes receptivos están a disposición de todo elementario humano fuerte, vicioso y vinculado a la tierra que haya sido atraído a la sesión espiritista por la invocación del médium.
Este tipo de elementario puede usar a estos elementales en combinación con las emanaciones astrales del círculo de participantes y del médium, como substancia con la cual él produce los fantasmas que se materializan en las sesiones espiritistas.
Eliphas Levi admite muy poco la posibilidad de que la verdadera persona fallecida vuelva a una forma objetiva y por eso dice:
« Los buenos que han muerto retornan en nuestros sueños; el estado mediúmnico es una extensión del sueño, es sonambulismo en toda su variedad y arrobamientos. Así que explora el fenómeno del sueño y entenderás los fenómenos de los espíritus.
. . .
Según uno de los grandes dogmas de la Cábala, el alma debe hacerse etérea para poder ascender al cielo, e inversamente debe revestirse de la materia para poder descender a la tierra. Por lo tanto sólo una manera para un espíritu recién fallecido de poder manifestarse objetivamente en la Tierra, es de volver a su cuerpo y resucitar.
La nigromancia o la evocación de espíritus materializados es horrible. Constituye un crimen contra la naturaleza. En nuestras obras anteriores hemos admitido la posibilidad del vampirismo y hemos tratado de explicarla. Y es innegable que los fenómenos espiritistas que están aconteciendo en América y en Europa pertenecen a esta temible enfermedad.
Y aunque es cierto que los médiums no comen la carne de los cadáveres (como el Sargento Bertrand) en cambio si inspiran a través de todo su organismo nervioso las emanaciones fosfóricas de los cuerpos en putrefacción o la luz espectral.
Los médiums no son vampiros energéticos, pero los médiums si los invocan y es por esa razón por la que casi todos los médiums se encuentran físicamente depauperados y enfermos. »
(La Ciencia de los Espíritus, p.258, v.o.)
Henry Kunrath fue un cabalista muy erudito y la más grande autoridad entre los Ocultistas medievales. En su obra “El Anfiteatro de la Sapiencia Eterna”, una de las claves contiene una ilustración esculpida de las cuatro grandes clases de espíritus elementarios, según se presentan durante una evocación de magia ceremonial ante los ojos del mago, cuando (después de haber pasado el umbral) levanta el “Velo de Isis”.
Y al describir estos espíritus elementarios, Kunrath confirma lo que dice Eliphas Levi. Nos informa que son hombres desencarnados y viciosos que se han separado de su naturaleza divina, convirtiéndose en elementarios. Se les designa con este término porque son atraídos por la atmósfera terrenal y circundados por los elementos del planeta.
En este caso, Kunrath usa el término “elementario” para las almas humanas condenadas, mientras Levi lo usa como hemos visto, para designar otra clase de la misma gran familia de gnomos, sílfides, ondinas, etc., entidades sub-humanas.
Frente a mí tengo un manuscrito que originalmente estaba destinado a ser publicado, pero finalmente no se imprimió por varios motivos. El autor firma con el seudónimo de “Zeus” y es un Cabalista desde hace más de 25 años.
Este Ocultista experto, un celoso devoto de Kunrath, explicando las doctrinas de este último, dice que los Cabalistas dividen los espíritus de los elementos en cuatro clases que corresponden a los cuatro temperamentos humanos.
Se me acusa, como ofensa monstruosa, que afirmo que algunos hombres pierden sus almas y son aniquilados. Sin embargo la autoridad homóloga, “Zeus”, es igualmente culpable puesto que él dice:
« Los Cabalistas enseñaban que el espíritu del ser humano descendía del gran Océano del espíritu, y por lo tanto es en sí mismo puro y divino. Sin embargo su alma o cápsula a través de la caída (alegórica) de Adán, se contaminó con el mundo de la oscuridad o de Satán (el mal), del cual debe purificarse antes de que pueda ascender de nuevo hacia la felicidad celestial.
Lo mismo ocurre con el espíritu humano. Mientras su rayo esté encerrado en su envoltura o alma, tiene una existencia individual. Pero destruye esta cápsula (el hombre astral que luego se convierte en elementario), y cuya destrucción puede ocurrir por las consecuencias del pecado, en los comportamientos más depravados y vicios, y el espíritu regresa a su morada original: la individualización del hombre ha cesado.
Esto milita con la idea de progresión que los espiritistas tienen generalmente en cuenta. Pero si entendieran la ley de la armonía, verían su error.
Sólo mediante esta ley puede sostenerse la vida individual, y cuanto más nos desviamos de la armonía, más difícil es recuperarla. »
Volvamos a Levi. En su obra “Alta Magia” (Vol. I., pag. 319, v.o.), él observa:
« Cuando morimos, nuestra luz interna (el alma) asciende, conforme a la atracción de su estrella (espíritu); sin embargo debe en primer lugar liberarse de las espiras de la serpiente (el mal terrenal, el pecado), es decir de la Luz Astral no purificada que la circunda y la cautiva a menos que mediante la fuerza de Voluntad se libere y se eleve.
Esta inmersión del alma viva en la luz muerta (las emanaciones de todo lo que es malo, lo cual contamina la atmósfera magnética terrenal, así como los efluvios de un pantano hacen mefítico el aire) es una tortura terrible; el alma se congela y se quema allí al mismo tiempo. »
Los cabalistas representan a Adán como el Árbol de la Vida, cuyo tronco es la Humanidad; las varias razas son las ramas y las hojas son los seres humanos individuales. Cada hoja tiene su vida individual y es alimentada por la savia del árbol; sin embargo puede sólo vivir a través de la rama, y la rama misma extrae su vida a través del tronco-
Y esto concuerda con la Cábala que dice:
« Los malos son las hojas muertas y la corteza seca del árbol. Caen, mueren, se corrompen y se transforman en abono, que vuelve al árbol por medio de la raíz. »
Mi amiga, la señorita Emily Kislingbury de Londres, quien es la secretaria de la Asociación Nacional Británica de los Espiritistas, la cual todos sus conocidos honran, confían en ella y la quieren mucho, me envió una comunicación obtenida en abril de 1877 a través de un espíritu por medio de una joven señorita, una de las más puras y fehacientes de su género. Y los siguientes extractos son particularmente a propósito en lo referente al tema en discusión:
« Amiga, tienes razón. Mantén nuestro Espiritismo puro y elevado, ya que hay quienes quieren degradar su uso, y esto se debe porque desconocen el poder del Espiritismo.
Es cierto desde un punto de vista que el espíritu puede vencer a la carne; sin embargo hay quienes valoran más a la vida carnal que a la vida espiritual y por ello caminan en terrenos peligrosos.
La carne puede eclipsar al espíritu al punto que le retira toda espiritualidad y el ser humano se convierte en una bestia inteligente pero sin ningún poder redentor. Estos son los que la iglesia denomina “los reprobados”, los eternamente perdidos
Sin embargo estos individuos no sufren eternamente en infiernos como nos lo quiso hacer creer la iglesia, sino que simplemente terminan por desintegrarse y ya no son; su luz se apaga y no tienen ningún ser consciente. Alguien preguntó: ¿acaso no es esto el aniquilamiento? Y la respuesta es que si corresponde al verdadero aniquilamiento, ya que pierden sus entidades individuales y vuelven al gran caudal del espíritu, el espíritu inconsciente. »
Al final se me pregunta:
“¿Quiénes son los Videntes entrenados?”
A lo cual yo contesto: son los seres que han sido entrenados desde la infancia en las pagodas para que usen su vista espiritual; esos cuyo testimonio acumulado no ha variado por millares de años en lo referente a los hechos fundamentales de la Filosofía oriental; y el testimonio de cada generación confirma el de la anterior.
¿Deberíamos confiar más en ellos que en las comunicaciones de los espiritistas, cuando cada uno de los cuales contradice al otro de manera tan radical como las varias sectas religiosas dispuestas a degollarse mutuamente?
¿Deberíamos confiar más en ellos que en los médiums, cuando hasta los mejores de los cuales desconocen su verdadera naturaleza y no están sujetos a la dirección ni a la templanza sabia de un Adepto en la Ciencia Psicológica?
Mi respuesta es que sí
No es posible obtener una idea completa de la Naturaleza si no aplicamos la Ley de Armonía y Analogía, tanto en el mundo espiritual como en el físico. “Como es arriba, es abajo”, es el antiguo axioma hermético. Y si los espiritistas lo aplicaran al tema de sus búsquedas, se percatarían de la necesidad filosófica de la existencia, ya sea en el mundo del Espíritu, como en el de la Materia, de una ley de sobrevivencia del más apto.
Respetuosamente,
H. P. Blavatsky.
OBSERVACIONES
Percibo que los cabalistas tienen porciones de los conocimientos que dieron los maestros transhimaláyicos sobre lo que sucede después de fallecer. Pero sus explicaciones son algo confusas debido a que cada cabalista lo interpreta a su manera. Y prefiero las explicaciones que dieron los instructores teosóficos porque estas son mucho más profundas y completas.
Fuente: Blog esotérico de Cid