Te comprendo en eso
@Anubis, sin embargo, incluso ese tipo de proceder es normal. Peor aún, lo condenamos, censuramos y enjuiciamos manejando la hipótesis de ser mejores, ¿pero en qué? Si el disgusto o agite por ese tipo de actuaciones expresa incomprensión hacia la psicología humana. Eso es, desconocer que la mente en sus propios mecanismos confabula para que el individuo termine difamando su anterior opción y defendiendo la nueva.
Esos mecanismos descritos por Sigmund Freud suponen que el cerebro posee mecanismos defensivos contra todas aquellas emociones fuertes con las que no sabiendo lidiar podríamos herirnos. Lo que la mente hace es atenuar o redireccionar ese cúmulo de información en discordia y hallar una válvula de escape; no puede decirse que esto es bueno para la consciencia, es un mecanismo que nos salva la vida y nos protege de manera inconsciente, y es el punto sobre el cual la psicología toma como referencia ciertos cambios etológicos de un individuo para diagnosticar un tipo de situación con la cual la mente no está sabiendo lidiar y hace falta entonces auxiliar con un rito terapéutico sumado a la interacción consciente para transformar conceptos y quitar la malignidad de una idea o emoción reincidente y muy tóxica. Pueden leer un poco al respecto ingresando en el siguiente enlace:
Mecanismos de defensa, ahí encontrarán varios mecanismos utilizados por la mente del sujeto y que son tomados como malos hábitos entre los que desertan y lo hacen mal.
Yo intento explicarlo así: dado que las creencias son parte de la vida íntima y espiritual de la persona, algo arraigado al inconsciente de la persona, cada vez que un individuo arremete cuestionando o insultando un sistema propio, hay una reacción agresiva y fanática en defensa de los propios preceptos y dogmas personales debido a que no es una simple agresión a una ideología sino a algo que está muy estrechamente ligado a la persona y el dejarse destruir su creencia implica perder un pilar fundamental de su vida interna, eso supone un caos interior, una crisis y sufrimiento que la propia mente procura evitar y por ello unos mecanismos conducen a la conducta religiosa compulsiva y agresiva. En procesos de inconsciencia esta es la realidad; en cambio, los que razonan y racionan sus creencias, las han fundamentado dentro de una lógica, en dichas circunstancias se ven con muchos recursos para procesar sus ideas y emociones por vías conscientes más útiles y estos sí pueden manejar mejor la vía por la cual ocurre la separación, el duelo, la transformación sea de lo externo o lo interno.
Entonces, para mucha gente es indispensable convertir algo bueno donde fracaso en un villano de quien debe hablar mal en un intento desesperado de auto-engaño, porque no desea confrontar sus emociones y frustración, otros incluso atraviesan por un ritual más violento que implica la destrucción física de la totalidad de objetos relacionados a esa creencia particular, ello es necesario porque son objetos que enlazados al significado que está contenido en el inconsciente de esa persona, al deshacerse de ellos y rechazarlos con violencia se hace más fácil emplear esa terapia como una válvula que se deshace de todo el maletín psicológico y emocional necesario para que el sujeto en su nueva vida no tenga perturbaciones causadas por su anterior vida e involucro religioso; este hecho no les gusta a los que tienen preconcepto y forman parte del grupo de defensores de los derechos e integridad del yeso que hablan de dar en adopción imágenes, amuletos y otros objetos, maldiciendo la acción de un hombre que procede inconsciente a lo que su inconsciente le pide para divorciarse de algo intrínsecamente ligado a su vida y que también es ignorante de que se haya controlado por un ser abstracto. Estos defensores de la parafernalia y que se dicen ser espiritualistas generosos prefieren que el yeso no sufra, pero poco o nada se preocupan de si el tránsito de la persona ha sido eficiente.
Debido a que las creencias son fundamentales, es indispensable que aquel que va a hacer un cambio de religión lo haga de manera paulatina, lenta y substituyendo un elemento de su sistema de creencia y vida emocional por vez. Existen ritos de paso ofertados para que conscientemente se pueda desertar o cambiar de religión de la mejor manera. Un individuo que hace uso abusivo de estos mecanismos de defensa son personas que no han hecho su transición con eficiencia y son esclavos de su inconsciente, ante eso mejor hacer caso omiso ya que las difamaciones no cambian la verdad, la vida se encargará de encaminarlos y hacerles despertar la consciencia poco a poco para darse cuenta de su gran error y que está usando una válvula nociva ya que funciona a merced de dañar una ideología ajena e incluso a otros seres vivos.
Yo me confieso como uno de los que transitó por los mecanismos inconscientes. Convertí en villanos a muchos, era necesario convertirlos en enemigos para impedir que las emociones dolorosas acabasen conmigo ya que se trataba de religiones y practicas en las que había invertido ideológica y emocionalmente demasiado, y tras recibir varios desengaños y haber salido sin ningún tipo de proceso de transición, salí con una crisis y es natural, la mente amortiguará y drenará esa presión por algún lado; al calmarme, observar que la válvula tóxica seguía funcionando, fue necesario entonces estudiar, comprender, volverme más humano y comprendí aquella máxima de Carl Jung «lo que rechazas te domina, lo que aceptas te transforma» y pude transformar mis ideas y emociones, otorgar mediante el uso de mi consciente, vías de procesamiento más adecuado y logré conciliar la diplomacia disipando los aspectos despectivos a despecho de las fuertes heridas causadas en aquel entonces. Fue un proceso de estudio ordenado y disciplinado, psicoanálisis, exploración, trabajo personal y mucho más lo que me condujo a estar en paz interreligiosamente y liberar las buenas ideas y conceptos que la propia mente había atado y colocado una barrera para que llegados a ese punto, hubiesen convulsiones internas pero no pudieran ser emitidos comentarios positivos sin que se produjera una convulsión o crisis de ansiedad.
El que se fue, ojalá que lo haya hecho bien porque al hacerlo bien, sus malas mañas cesarán. Estos mecanismos no crearán discordia y harán consciente lo inconsciente (como alega Carl Jung) pudiendo tomar el control de sus ideas y emociones y mutarlos a productos más benignos. Si a alguno vemos que sin presionarlos para justificarse, ellos sacan toda clase de afirmaciones que les intentan justificar, hay que preocuparse, porque esa persona se quedó a medio camino y perjudicará a tres: la creencia anterior, la creencia actual y la sociedad. Esa persona no tiene claras sus ideas, su filosofía, sus emociones, y está tan dependiente de sus credos y dogmas que perpetuamente vive ventilando aún cuando no se le obliga a ello, a justificar sus acciones y creencias ¿y es esto necesario? No, considerando que todo lo espiritual y filosófico es íntimo, sólo le interesa a uno y debe aclarárselo a sí mismo, no a nadie más, aún si lo acosan para que dé razón de por qué cree y hace tal cosa.
De todos modos, un aprendizaje y opinión personal. En mi vida el arcano XIII ha estado siempre muy presente.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.