JUAN DE DIOS
 
Juan de Dios fue el apellido generoso que el Papa Juan Pablo II recibió de los brasileños, cuando estuvo en nuestro país por primera vez, en 1980.
 
Un hombre valiente que traía en los ojos la ternura y en el corazón el profundo deseo de ayudar en la construcción de un mundo mejor.
 
Juan Pablo II es, sin duda, un hombre de Dios.
 
Todo hombre que lucha por la paz mundial, por la justicia, por el bien general, es un hombre de Dios. Y el Papa lo fue.
 
Siempre dispuesto, aquel hombre jamás se dejó vencer por el cansancio, por el frío ni por el calor y abrazó a personas de las más variadas religiones, colores y posiciones sociales, en muchos países del mundo.
 
Fue un verdadero cristiano. En sus discursos enalteció siempre la democracia, la libertad, la dignidad humana.
 
Fue agredido con palabras, fue alcanzado por una bala pero ni así se dejó desanimar, pues, creía que el mal es una elección temporal del ser humano…
 
Desde la infancia, el pequeño Karol Wojtyla, tuvo contacto con el dolor de la separación, causada por la muerte.
 
Se despidió, con apenas nueve años de edad, de su querida madre que volvió a la patria espiritual.
 
Experimentó el dolor de la orfandad y, antes de los veinte y dos años ya estaba sólo en el mundo. Su hermano y padre habían fallecido.
 
El joven Karol experimentó la soledad…, pero no se dejó abatir.
 
Hizo lo que su corazón le pidió: buscó, a través de la oración, la ayuda de la venerada madre de Jesús, María de Nazaret, en cuyo corazón encontró aliento y esperanza.
 
Al recibir el título máximo de líder religioso de la Iglesia Católica, el ciudadano polonés hizo muchas renuncias, a comenzar por el propio nombre.
 
Y fue así que Juan Pablo II terminó siendo conocido en casi todo el mundo.
 
El muchacho pobre se volvió el Papa extranjero, en Roma.
 
Como Papa, tuvo un papel importante en la Tierra. Con humildad y firmeza de propósitos, su voz resonó en varios continentes, clamando por paz.
 
Sin duda, un misionero de Dios, como tantos otros que defienden la paz y la libertad del ser humano…
 
Sin duda un hombre de principios, que no vaciló en pedir perdón a la humanidad por los errores cometidos por sus antecesores, que encendieron las hogueras de la inquisición y diezmaron muchas vidas, en nombre de Dios…
 
Para el pueblo brasileño, ese hombre es apenas Juan de Dios…
 
Pero, de todo eso lo que realmente importa ahora es que su herencia ya fue legada en vida. La herencia de amor por la humanidad y su total donación por un mundo mejor.
 
Hoy el cetro del poder reposa en este lado de la vida…
 
Y el pequeño Karol reposa, serenamente, acurrucado en el regazo de la madrecita, que no veía desde los dulces nueve años de edad, en la nostálgica Polonia, su tierra natal…
 
Un breve y merecido descanso para, luego más, iniciar el trabajo nuevamente. Al final, hay mucha cosa todavía a ser hecha antes que la paz mundial sea una realidad.
 
Y para el buen combatiente no hay tiempo a perder, hay apenas una pequeña pausa para restablecer las fuerzas y continuar la noble batalla.
 
No hay porqué lamentar la partida de un hombre de bien, que fue liberado del cuerpo físico, enfermo, por las manos hábiles de esa cirugía llamada muerte…
 
Que en nuestras mentes puedan quedar grabadas estas palabras del Papa Juan Pablo II, dichas en la celebración del Día Mundial de la Paz, el 01 de Enero de 2005:
«El mal no es una fuerza anónima que actúa en el mundo debido a mecanismos deterministas e impersonales. El mal pasa a través de la libertad humana. En el centro del drama del mal y constantemente relacionado con él está precisamente esta facultad que distingue al hombre de los demás seres vivos sobre la Tierra. El mal tiene siempre un rostro y un nombre: el rostro y nombre de hombres y mujeres que lo escogen libremente. Y si el mal es una elección, el bien también puede serlo. Si tenemos la libertad de escoger el mal, tenemos también libertad para escoger el bien. Basta apenas con mover la voluntad y optar por el bien». ¡Piense en eso!

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.