APRENDA A CALLAR…
 
Hay mucha necesidad del silencio en los días actuales…
 
Las personas ansiosas por hacerse oír, hablan cada vez más alto, como si eso bastase para que los otros las escuchasen.
 
En restaurantes, shopping, filas, salas de espera, salones de belleza, aeropuertos, se oyen los chismes. Y, para aumentar el ruido, en algunos lugares tienen un sonido ambiente más alto aun…
 
Y, cuando no se tiene a alguien para hablar, el celular sirve. La persona hace una llamada y se olvida de que está dividiendo el ambiente con otros individuos, que no están interesados con el asunto.
 
Es impresionante como las personas hablan mucho, y hablan alto…
Además de ser una falta de respeto a los oídos ajenos, esa gritería torna imposible un dialogo entre personas de voz moderada, en esos ambientes comunes.
 
Más no es solo la falta de silencio exterior lo que asola a muchas personas hoy en día es también la falta de silencio interior.
 
Pocos individuos oyen la propia voz y analizan sus pensamientos antes de exteriorizarlos.
 
El hábito de meditar antes de exponer una opinión o un juicio, es muy poco cultivado en nuestra sociedad.
 
Y eso ha sido motivo de desarmonía e intrigas, de mal entendido y hostilidades.
 
Saber callar, saber oír, ser señor de sus palabras y de sus sentimientos es un desafío que merece ser pensado.
 
Tal vez, fue por haber perdido esa necesidad en nuestro medio, es que un Espíritu amigo nos trajo el siguiente mensaje:
«Aprenda a silenciar la palabra que sale gritando de sus labios, hiriendo la sensibilidad ajena y dejándole a merced de las compañías inferiores.
Aprenda a callar
Aprenda a silenciar la palabra suave, más llena de ironía, que sale de su boca ridiculizando, humillando a quien se dirige y que le intoxica, provocando dolor de estómago, náuseas o jaquecas.
Aprenda a callar
Aprenda a silenciar el murmullo que sale de entre los dientes, destilando la rabia y el rencor y alcanzar el objetivo, que duele como un puñal, al tiempo que fragiliza hasta el punto de no reconocerse, de asustarse consigo mismo.
Aprenda a callar
Aprenda a callar el pensamiento cruel que le inunda la mente y que, por invigilancia en el usted se detiene más de lo que debería. Usted se asustaría si pudiese ver su máscara espiritual destorcida.
Aprenda a callar
Aprenda a callar el juzgamiento que extrapola lo que ve y que no sabe, llevándolo a conjeturar sobre el otro, lo que no sabe, lo que no vio, plasmando ideas infelices que son aprovechadas por los opositores de aquel que es juzgado.
Aprenda a callar
Aprenda a callar todo y cualquier sentimiento indigno, celando por los sentimientos de su corazón, para que no macule y no sea maculado.
Aprenda a callar
Aprenda a vigilar los sentimientos para que cada día, más atento y vigilante, salga de la esfera mezquina a que se aprisiona voluntariamente, y pueda alcanzar vuelos más altos y sublimes.
Aprenda a callar
Y, cuando no consiga dejar de gritar, hablar, murmurar, pensar cruelmente y juzgar, insista en orar en esos momentos. Ni aunque las frases le parezcan inconexas y vacías de sentimiento.
Insista en la oración hasta que, un día, orará no con palabras ni pensamientos, más si será sentimiento por entero, amor, amor puro y verdadero en acción, dinámico, envolviendo a los otros y a sí mismo, como un verdadero discípulo que ha conseguido ser.
Aprenda, definitivamente, a callar».