El 25 de Diciembre escribí en mi cuenta de Facebook la respuesta a una interrogante que yo tuve durante años con relación a una situación angustiosa y tormentosa fruto de la hipersensibilidad que existe en la mediumnidad de prueba y que es la base causar de que tantos médiums lleguen a considerar como un castigo este don que han recibido y que es a provecho de su bienestar espiritual. Lo publico literalmente en respuesta a lo interrogado por @tertuliano en la sala de espiritismo marialioncero o culto a María Lionza y que es la confirmación de las conclusiones a las que llegué reflexionando bajo el yugo de estos padecimientos sensoriales a lo largo de los años que llevo siendo médium.
Con el pasar del tiempo he reflexionado con respecto al propósito útil de la mediumnidad en condición de hipersensibilidad y la única respuesta que obtuve fue que a través de ella Dios ha propiciado al hombre un instrumento a través el cual enterarse de aquellas fuentes cuya naturaleza perniciosa se hace sentir y le inspira el alejamiento, cuando no por la sensata idea de que ello podría hacerle mal lo hace a través de la intensidad de los malestares que le obligan por instinto de conservación a buscar condiciones para revertir esa sensación de desagrado.

Posterior a ello la confirmación llegó en el siguiente párrafo:

«La mediumnidad es para el Espíritu un medio de hacerse conocer; si es malo se hace siempre traición por hipócrita que sea; puede, pues, decirse, que la mediumnidad permite que se vea a su enemigo frente a frente si uno puede expresarlo así, y combatirle con sus propias armas; sin esta facultad obra en la oscuridad y al favor de su invisibilidad puede hacer, y hace en realidad, mucho mal. ¿A cuántos actos no está uno impulsado por su desgracia, y que se hubieron evitado si hubiese habido un medio de ilustrarse?».

La respuesta fue confirmada como correcta. De ahí que lejos de aconsejar combatir y anular la hipersensibilidad, aconsejaría a los médiums la educación para hacerse capaces de actuar de manera correcta ante las circunstancias. El desequilibrio fruto de la hipersensibilidad no tiene el objetivo de causar daño sino impulsar punitivamente al individuo en la dirección que le conviene y le hace bien. He educado, educo y seguiré educando a a otros la par que estudio, aprendo e intento disciplinar mi propio descontrol.

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2. MÉDIUMS SENSITIVOS O IMPRESIONABLES
 
164. Se designan así las personas susceptibles de sentir la presencia de los Espíritus por una vaga impresión, una especie de rozamiento sobre todos los miembros, de lo cual no pueden darse cuenta. Esta variedad no tiene carácter bien marcado; todos los médiums son necesariamente impresionables; la impresionabilidad es antes una cualidad general que especial; es la facultad elemental indispensable para el desarrollo de todas las otras; difiere de la impresionabilidad puramente física y nerviosa, con la que es preciso no confundirla; porque hay personas que no tienen los nervios delicados y que sienten más o menos el efecto de la presencia de los Espíritus, de la misma manera que otros muy irritables no lo sienten.
 
Esta facultad se desenvuelve por la práctica, y puede adquirir tal sutileza que aquel que esté dotado de ella reconoce en la impresión que siente no solamente la naturaleza buena o mala del Espíritu que está a su lado, sino también su individualidad, como el ciego reconoce por cierto instinto la aproximación de tal o cual persona; viene a ser con relación a los Espíritus una verdadera sensitiva. Un buen Espíritu hace siempre una impresión dulce y agradable; la de un mal Espíritu al contrario, es penosa, ansiosa y desagradable; hay como un olor de impureza.

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.