Espiritismo Venezolano y sus Cortes
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descriptionLa Ciencia lo confirma, nuestra mente puede curarnos de cualquier enfermedad !!! EmptyLa Ciencia lo confirma, nuestra mente puede curarnos de cualquier enfermedad !!!

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Feliz domingo para todos los lectores...

Como el título lo indica y de la mano del Dr. (MD) Joe Dispenza, médico graduado e investigador les traigo este video donde se plantea la creación de nuevas rutas y conexiones neuronales que  le permiten a nuestro cerebro a través de nuestros pensamientos "fabricar químicos intrínsecos" que permitan a nuestro cuerpo sanar de cualquier enfermedad, lo que se conoce como Remisión espontánea de la enfermedad.. Vale la pena ver todo el video..



Espero que sea de su completo agrado y provecho. Mucha Luz para todos, Meredith flower

descriptionLa Ciencia lo confirma, nuestra mente puede curarnos de cualquier enfermedad !!! EmptyRe: La Ciencia lo confirma, nuestra mente puede curarnos de cualquier enfermedad !!!

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Buenas noches:

Aportando un poco más sobre el tema, en el área de salud se llama medicina psicosomática, pero, que es?

Pensamientos, sentimientos e ideas son parte del ser humano y tienen la capacidad de afectar nuestro organismo. Comprender al hombre en sus diferentes facetas –psicológica, social y física– permite tener una visión integral y enfrentar las enfermedades con una nueva mirada.

Algunos se ruborizan en situaciones de incomodidad, a otros les duele el estómago antes de una reunión importante o les sube la presión arterial cuando experimentan estrés. Son manifestaciones físicas evidentes de algo que no se origina en el cuerpo, sino en la mente.

Muchos de estos síntomas son calificados como enfermedades psicosomáticas, para las que, a pesar de los exámenes médicos, pruebas de laboratorio o de imágenes, aún no es posible dar con un diagnóstico que explique lo que la persona experimenta.

El término psicosomático da cuenta de la profunda influencia que las emociones, las experiencias vitales e incluso los procesos cognitivos ejercen sobre nuestro cuerpo.

La medicina psicosomática –subespecialidad de la psiquiatría– considera los factores psicológicos y ambientales que rodean a las personas enfermas de manera interrelacionada y en interacción. No importa solo el síntoma, sino lo que cada cual vive en el día a día: sus relaciones de pareja, su vida laboral, su desempeño social, entre muchas otras cosas.

El cuerpo humano no puede ser considerado una máquina perfecta, sin subjetividad. Más bien es una máquina inteligente en la que todas las partes y piezas funcionan en armónica integración con aquello que no se ve ni se palpa: los pensamientos, las emociones, las ideas.

Es aquí donde la mente juega su mejor papel protagónico, el de sanar o enfermar.  La palabra psicosomática viene del latín psyche, que significa mente, y soma, cuyo significado es cuerpo. Para entendernos, la mente toma el poder sobre el cuerpo y le hace padecer. Esta idea, que ya defendían y argumentaban algunos filósofos clásicos, hoy día se está haciendo evidente gracias a estudios e investigaciones de médicos y psicólogos, quienes han ido observando la existencia de enfermedades donde el aspecto emocional aparece siempre ligado a la mejora o empeoramiento del paciente. He aquí una lista (son sólo algunos ejemplos, hay muchos más, por supuesto) de afecciones de este tipo:

– Enfermedades cardiovasculares (angina, infarto, hipertensión)
– Enfermedades respiratorias (asma, fatiga crónica)
– Enfermedades del aparato digestivo (úlceras, enfermedad de Crohn, colon irritable)
– Enfermedades de la piel (eccemas)
– Alergias
– Fibromialgia
– Enfermedades oncológicas
-  Dolores en la columna vertebral, nervio ciático y otras más.

Ahora imaginemos una situación penosa pero frecuente en las consultas médicas. Una persona acude con una serie de síntomas físicos y por tanto es diagnosticada y tratada con medicamentos y, en el peor de los casos, pasada por quirófano. La persona mejora, sus síntomas se suavizan, pero pasa el tiempo y poco a poco recae a niveles de gravedad anteriores. Entonces vuelven a medicarla, quizás utilizan algún medicamento nuevo, o algún tratamiento médico innovador. Otra vez mejora y, meses después vuelve a empeorar. El problema se ha vuelto crónico, el tratamiento está fracasando.

Desgraciadamente esta historia es representativa de lo que vive mucha gente. Sin embargo, cada vez más, hay médicos que comienzan a sospechar que quizás haya algo más allá de lo físico, algo “de otra naturaleza” que anda contaminándolo todo. Entonces hay una derivación a un psicoterapeuta que trabaja la psique con esa persona y, parece sorprendente, casi magia, pero gente con años de enfermedad, comienzan a mejorar, esta vez de forma estable, gracias a la intervención sobre sus emociones.

Un ejemplo claro y demostrado de cómo lo emocional afecta a lo físico lo tenemos en los pacientes oncológicos. Una de las premisas, aceptada ya por prácticamente toda la comunidad médica, es que en estos casos, el tratamiento sobre el estado de ánimo es fundamental, si el paciente se encuentra más animado el sistema inmune trabaja mejor. La probabilidad de responder bien al tratamiento disminuye en esos pacientes que se vienen abajo, abrumados por todos los fantasmas del pasado y todos aquellos que despierta su enfermedad.

Pero, ¿que relación hay entre cuerpo y mente?, ¿por qué la mente a veces se dedica a enfermar al cuerpo? Responder a estas preguntas es complejo.Hay que  decir que mente y cuerpo no son dos entes distintos o separados. Son lo mismo. Todo el cuerpo está conectado y depende de dichas conexiones, por ello, la distinción entre el cuerpo y la mente no tiene sentido. Aclarado este aspecto se va a entender mucho mejor todo lo demás.

Personajes como Platón o Aristóteles sostenían el argumento de que mente y cuerpo eran inseparables, sobre todo en lo relativo a la búsqueda de acciones curativas. Si esta línea se hubiera seguido desarrollando, hoy día la medicina sería algo bien distinto. Sin embargo, médicos como Galeno, que planteó con firmeza que era el cuerpo el verdadero foco de toda enfermedad, acabaron arrastrando seguidores, siglo tras siglo. Hoy, muchos siguen defendiendo esta idea. La historia tiene sus caprichos.

Si nos fijamos bien, comprobaremos que las emociones no solo se manifiestan a través de síntomas psicológicos. Por ejemplo, el enfado genera un aumento del ritmo cardíaco, de la tensión arterial y muscular, entre otras cosas. La tristeza, la culpa, el miedo…, todas ellas tienen su correlato físico. La parte psicológica de la emoción se encarga de dar sentido a lo que está ocurriendo y actuar en consecuencia, es decir, yo siento, mi cuerpo reacciona y mi psique le da sentido y actúa. Las afecciones psicosomáticas tienen lugar porque la persona ha bloqueado su parte psicológica, por lo que no permite que sus emociones sean verbalizadas y trabajadas. En definitiva, actúa como si no pasara nada. Niega el conflicto o niega la importancia del conflicto por lo que no puede dar sentido ni elaborar lo que está ocurriendo. En este momento, con la parte psicológica fuera de juego, la parte física se intensifica, se consolida y sigue actuando sobre lo somático, no puede desaparecer sin más.

Los acontecimientos vitales estresantes provocan desajustes emocionales. Queramos o no, sentimos cada cosa que nos pasa, y esas emociones generan tensiones que deben ser resueltas, sobre todo si son intensas o se mantienen en el tiempo. Igual que si me doy un fuerte golpe en la mano genero un daño en mis tejidos musculares, si me doy un fuerte golpe “en la mente” también se producirá una huella. Si esos traumas (palabra que significa daño, ya sea en lo físico o en lo psíquico) son lo suficientemente potentes la lesión está asegurada. Siguiendo con el símil, si no me trato el golpe de la mano y continuo con mi vida normal, como si no tuviese nada, la lesión se agravará y terminará dañando no solamente a la zona traumatizada sino también los músculos colindantes, que se atrofiarán cada vez más. Bien, vamos con el trauma emocional: si vivo una serie de acontecimientos que generan intensas emociones y esas emociones no son canalizadas, es decir, no elaboro esas experiencias y actúo como si no pasara nada, mi cerebro terminará generando patologías. Es fácil entender que este es es el caldo de cultivo perfecto para futuros problemas psicológicos (ansiedad, depresión, etc.), sin embargo, y esto es algo que no resulta tan intuitivo, todo conflicto emocional que no se elabora adecuadamente puede acabar en lo que algunos denominan canal somático. La tensión que la mente no pudo liberar es trasladada a los órganos o a los músculos: se convierte en síntomas físicos. Si el tiempo pasa y continuo sin trabajarme estos conflictos de índole psicológica, el resultado puede ser el desarrollo de una enfermedad psicosomática, o bien el empeoramiento de alguna enfermedad preexistente.

Bien, a grandes rasgos vemos cómo un problema emocional puede acarrear consecuencias físicas, ahora veamos qué tipo de actitudes nos ponen en riesgo de sufrir enfermedades psicosomáticas. Hay unos ingredientes básicos que deben darse para que alguien alimente una afección de este tipo:

Personas que cuidan a otras personas de modo absorbente, gente que trabaja de forma brutal y que descansa poco, personas con experiencias emocionalmente desbordantes que nunca expresan sus problemas a nadie… Son muchísimos los ejemplos de casos de este tipo, lo malo es que casi nadie es realmente consciente de que existe esa conexión entre cuerpo y mente, que no saben que son lo mismo. Por tanto, hay multitud de tratamientos médicos que nunca serán efectivos hasta que la persona o el profesional que la atiende no se den cuenta de que la afección que es motivo de consulta necesita una intervención que integre a la parte emocional o psicológica, que anda boicoteando todo el proceso curativo.

Pero no satanicemos a las emociones, ellas solo hacen su trabajo, y muy bien. Nos sirven de chivatos que nos marcan el camino a seguir. Además, también hay somatizaciones positivas para el organismo a las que deberíamos prestar especial atención. Al terminar una actividad física sientes bienestar, el cuerpo te dice “bien hecho”. Al comer sientes placer físico, precisamente para reforzar una conducta que es vital para la vida. Cuando alguien tiene un problema gordo y lo desahoga a un amigo, la sensación es de haberse quitado un peso de encima, una sensación muy física por cierto.

La clave para no sufrir cualquier problema psicosomático es aprender a manejar nuestros estados emocionales, lo que supone entrenar para ser consciente de cómo me hace sentir aquello que viví o aquello que estoy viviendo (relaciones personales o laborales, pérdidas, traumas…) Esto, que se dice muy fácil, puede resultar extremadamente complicado si eres una persona que aprendió desde su infancia a sobrevivir en en este mundo a base de atar sus sentimientos, de comerse los problemas. Hay entornos familiares y culturales donde la expresión emocional, sobre todo la relativa a las emociones negativas, está severamente censurada. “No estés triste”, “no te enfades” o “no se llora” son expresiones frecuentes que sirven como ejemplo del estilo comunicativo que, si se generaliza, termina creando niños que reprimen sus emociones y su capacidad para canalizarlas. Si esto se dilata en el tiempo, dichos niños se convertirán en adultos que han automatizado el mecanismo: ya no detectan ni expresan sus emociones, simplemente las niegan. He aquí el peligro.

Entre otras cosas, todos necesitamos una buena dosis de autoconciencia,, encontrarse entre tanto ruido.  A base de entrenamiento o a base de terapia (que no deja de ser un entrenamiento, aunque más sistematizado y supervisado por un profesional) todos deberíamos aprender a hacer nuestros nuestros sentimientos, téngase bien en cuenta la redundancia. Resulta fundamental escuchar al cuerpo y traer a la consciencia la realidad del mundo interior que burbujea dentro de cada cual y deja sus huellas. Pero que nadie se frustre, cuesta lo suyo detectar nítidamente lo que ocurre ahí dentro y, aunque es una labor cuyo aprendizaje dura toda la vida, no hay nada mejor que podamos hacer por y para el cuerpo, por y para la mente.

Para reflexionar…

EL CUERPO GRITA LO QUE LA BOCA CALLA
La personalidad es un coflicto entre el cuerpo y el alma (Bach)
Muchas veces…El resfrío “chorrea”, cuando el cuerpo no llora.
El dolor de garganta “tapona”, cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago arde, cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes invade, cuando la soledad duele.
El cuerpo engorda, cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza deprime, cuando las dudas aumentan.
El corazón afloja, cuando el sentido de la vida parece terminar.
La alergia aparece, cuando el perfeccionismo está intolerable.
Las uñas se quiebran, cuando las defensas están amenazadas.
El pecho aprieta, cuando el orgullo esclaviza.
La presión sube, cuando el miedo aprisiona.
Las neurosis paralizan, cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre calienta, cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.
Las rodillas duelen, cuando tu orgullo no se doblega.
El cáncer mata, cuando te cansas de “vivir”.
Y tus dolores callados? Cómo hablan en tu cuerpo?
Elige alguien que te pueda ayudar a “organizar las ideas”, “armonizar las sensaciones” y recuperar la alegría.
Todos precisamos saludablemente de “un oyente interesado”.
Pero todo depende, principalmente, de nuestro esfuerzo personal para hacer que sucedan mudanzas en nuestra vida.

Mens sana in corpore sano, y viceversa.

Aury flower

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Excelente aporte y opiniones hermanas reciban mis saludos y respetos. gracias por compartirlas...

Efectivamente los espiirtus de la corte medica nos enseñan que no estamos desconectados, somos cuerpo, somos mente, somos espiirtu, somos moral somos seres integrales y la salud depende del equilibrio armonico y equilibrado no solo de la mente, también el cuerpo, el espiirtu y la moralidad que usemos en nuestras vidas mesmas...


*Paz y bendiciones a todos amen...

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gracias excelente tema que es bueno compartir para que todos nos concentremos en una misma armonia!!!
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