UN REMEDIO SEGURO
Por: Charles Fillmore
(Tomada de UNITY SCHOOL OF CHRISTiANITY)
HE AQUÍ un tratamiento que mediante un procedimiento mental, garantiza la curación de toda suerte de males de que es heredada la carne: Siéntate por espacio de media hora todas las noches y mentalmente perdona a todos aquellos contra quienes has sentido instintiva repugnancia o mala voluntad. Si has reprobado a alguien por injusto, si has hablado mal de algún semejante, si has censurado las acciones o conducta de alguno, revoca lo que hayas dicho con respeto a esa persona y mentalmente pídele que te perdone. Si has tenido riñas con tus amigos, o parientes; si judicialmente estás contendiendo o disputando con alguno sobre algo, haz todo lo posible por poner término a la causa que ha originado separación ente tú y tus semejantes. Mira a todas las personas y cosas como ellas realmente son, como Espíritu puro, y envía hacia éstas tus más fuertes pensamientos de amor. No te acuestes, ni una sola noche, pensando que tienes un enemigo en el mundo.
Guárdate de pensar algún pensamiento o de pronunciar alguna palabra que ofenda. Sé paciente, benévolo, y amoroso en todo. Si eres perseverante en observar la hora de meditación mental o silenciosa, ella te será de gran ayuda para vencer el egoísmo del ánimo carnal.
Este método o procedimiento mental de curación lo rige una ley inmutable: esta es la Ley del Amor. DIOS es amor, manifestándose como vida por medio de todo lo creado. Por eso cuando rechazamos el amor del prójimo para con nosotros, excluimos de nuestra existencia el amor divino, y por lo tanto, la mismísima vida que fluye en común por medio de todos.
Cuando por cualquier motivo nos distanciamos de nuestros semejantes, y de algún modo rompemos el vínculo del amor que a todos nos ata en unidad, cortamos asimismo, las arterias y venas por donde fluía esta vida universal, así que nos convertiremos en un mero manojo de nervios, manifestando a todo tiempo temor, debilidad, y agitación de ánimo, y finalmente pereciendo por la falta de amor divino.
Afortunadamente, al Espíritu Omnipresente de continuo se esfuerza por hacerse manifiesto por medios de nosotros para vivificar nuestras facultades, por tanto, como todos gozamos de un libre albedrío, que admite o rechaza todas las cosas, nosotros debemos de palabra y de hecho dar reconocimiento a esa soberana Presencia, como el único poder en la vida humana.
La adquirida costumbre de condenarse a ti mismo, es otro error que trae como resultado graves consecuencias. Si alguna vez te hubieras reconocido como un ser ignorante, temeroso, enfermizo, ansioso, indigente, colérico, celoso, tacaño, ambicioso en demasía, o débil, o sí fácilmente hubieras cedido a pensamientos de melancolía, por todo, pídele perdón al Padre amoroso, a cuya imagen y semejanza tú fuiste creado y por quien tú gozas en espíritu de perfecta vida. Háblale a esta omnipresencia así:
«DIOS a Ti, Te traigo estas limitaciones humanas, oh Padre amoroso, para hacerme libre. Soy obediente a la ley del ser propio y verdadero, por eso reconozco que en Ti yo soy impávido, verídico, eficaz, sabio, integro, perfecto, vigoroso, próspero, y animoso. En Ti confío completamente, pues eres mi ilimitada riqueza».
Fuente: UNITY SCHOOL OF CHRISTiANITY
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"Que el Gran AMOR Infinito de el DIOS UNO Padre-Madre te envuelvan en la Suprema LUZ Divina. "
Por: Charles Fillmore
(Tomada de UNITY SCHOOL OF CHRISTiANITY)
HE AQUÍ un tratamiento que mediante un procedimiento mental, garantiza la curación de toda suerte de males de que es heredada la carne: Siéntate por espacio de media hora todas las noches y mentalmente perdona a todos aquellos contra quienes has sentido instintiva repugnancia o mala voluntad. Si has reprobado a alguien por injusto, si has hablado mal de algún semejante, si has censurado las acciones o conducta de alguno, revoca lo que hayas dicho con respeto a esa persona y mentalmente pídele que te perdone. Si has tenido riñas con tus amigos, o parientes; si judicialmente estás contendiendo o disputando con alguno sobre algo, haz todo lo posible por poner término a la causa que ha originado separación ente tú y tus semejantes. Mira a todas las personas y cosas como ellas realmente son, como Espíritu puro, y envía hacia éstas tus más fuertes pensamientos de amor. No te acuestes, ni una sola noche, pensando que tienes un enemigo en el mundo.
Guárdate de pensar algún pensamiento o de pronunciar alguna palabra que ofenda. Sé paciente, benévolo, y amoroso en todo. Si eres perseverante en observar la hora de meditación mental o silenciosa, ella te será de gran ayuda para vencer el egoísmo del ánimo carnal.
Este método o procedimiento mental de curación lo rige una ley inmutable: esta es la Ley del Amor. DIOS es amor, manifestándose como vida por medio de todo lo creado. Por eso cuando rechazamos el amor del prójimo para con nosotros, excluimos de nuestra existencia el amor divino, y por lo tanto, la mismísima vida que fluye en común por medio de todos.
Cuando por cualquier motivo nos distanciamos de nuestros semejantes, y de algún modo rompemos el vínculo del amor que a todos nos ata en unidad, cortamos asimismo, las arterias y venas por donde fluía esta vida universal, así que nos convertiremos en un mero manojo de nervios, manifestando a todo tiempo temor, debilidad, y agitación de ánimo, y finalmente pereciendo por la falta de amor divino.
Afortunadamente, al Espíritu Omnipresente de continuo se esfuerza por hacerse manifiesto por medios de nosotros para vivificar nuestras facultades, por tanto, como todos gozamos de un libre albedrío, que admite o rechaza todas las cosas, nosotros debemos de palabra y de hecho dar reconocimiento a esa soberana Presencia, como el único poder en la vida humana.
La adquirida costumbre de condenarse a ti mismo, es otro error que trae como resultado graves consecuencias. Si alguna vez te hubieras reconocido como un ser ignorante, temeroso, enfermizo, ansioso, indigente, colérico, celoso, tacaño, ambicioso en demasía, o débil, o sí fácilmente hubieras cedido a pensamientos de melancolía, por todo, pídele perdón al Padre amoroso, a cuya imagen y semejanza tú fuiste creado y por quien tú gozas en espíritu de perfecta vida. Háblale a esta omnipresencia así:
«DIOS a Ti, Te traigo estas limitaciones humanas, oh Padre amoroso, para hacerme libre. Soy obediente a la ley del ser propio y verdadero, por eso reconozco que en Ti yo soy impávido, verídico, eficaz, sabio, integro, perfecto, vigoroso, próspero, y animoso. En Ti confío completamente, pues eres mi ilimitada riqueza».
Fuente: UNITY SCHOOL OF CHRISTiANITY
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"Que el Gran AMOR Infinito de el DIOS UNO Padre-Madre te envuelvan en la Suprema LUZ Divina. "