En la Umbanda hay la firme creencia en la reencarnación, pero no sólo como un concepto sino como parte de una comprobación que deriva del contacto directo con personas dentro de las actividades en el Terreiro. La reencarnación cumple la función de reparar o expiar un error o daño causado; aprendizaje a través de nuevas experiencias vividas por ocasión de que en cada oportunidad el Espíritu se halla en un cuerpo nuevo, familia diferente, ambiente diferente y luchas más o menos diferentes; elevación o progreso como una consecuencia directa de la reparación y el aprendizaje.
En el pasado la reencarnación era una creencia común incluso dentro del cristianismo. Los cristianos primitivos creían en la reencarnación pero históricamente se fijó decreto que procuraba su censura y consideración herética en el Concilio de Constantinopla en 553 y fue substituida por el concepto de resurrección por capricho de Teodora, esposa del emperador Justiniano en su negativa de perpetuarse la idea de que ella podía nacer en la piel de un negro en el futuro. Ahí se disolvió la función pedagógica en el campo de la reencarnación por parte del cristianismo y en su lugar otras denominaciones espiritualistas la acogerían y la harían un concepto al cual familiarizarse en la actual época.
Acá un caso real documentado. El último que supe fue el de un niño que reconoció el incidente de las Torres Gemelas y que señaló dónde vivía específicamente y cómo se llamaba.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.