Ante la violencia actual, que se presenta en mayor grado que antes, tales como el hambre, la miseria, los dramas sociales, las desavenencias entre familiares, la aparente decadencia de las instituciones valiosas, como el matrimonio, la familia, la religión, hace poco el orador Divaldo Pereira Franco reflexionaba de forma panorámica sobre esos temas e hizo la siguiente pregunta a los buenos Espíritus:
¿Cómo podremos esperar cambios ante esta situación de tanta calamidad? ¿Cuantos siglos serán necesarios para que eso ocurra?
Generosa y pacientemente, ellos respondieron al médium:
"Vivimos hoy el momento más difícil del proceso histórico de evolución de la humanidad, porque están reencarnando en la Tierra los Espíritus que estaban retenidos en las regiones mas densas, además de otros que estaban detenidos en las regiones expiatorias, quienes se comprometieran negativamente en cuanto al ejercicio de los deberes religiosos, y arrastran las consecuencias de ese comportamiento desde hace varios siglos... Otros tantos, que se hicieron famosos por las guerras cruentas y persecuciones impiedosas a que se entregaron, también están de vuelta.
Aguardaban en expiación en regiones dolorosas, a fin de que la sociedad avanzase, tecnológicamente y científicamente, ya que, en la medida en que ese progreso ocurrió, la evolución genética también perfeccionó mucho los cuerpos, gracias a las conquistas en las áreas de la salud, de la higiene, del conocimiento de los valores éticos y comportamientos.
De modo que estamos ante cuerpos llenos de armonía en la forma, pero que son conducidos por Espíritus primarios, que mantienen comportamientos esdrújulos y perturbadores, característicos de su estado evolutivo.
En ese momento, por tanto, las regiones punitivas de la Erraticidad inferior están liberando sus habitantes espirituales, a fin de que tengan su oportunidad de recomenzar y de recuperarse. Se utilizan de cuerpos muy bonitos, sin embargo son Espíritus dominados más por impulsos que dirigidos por la razón. Gran número de ellos está constituido por aquellos que formaban parte de las ardas bárbaras en el pasado, particularmente, los hunos, godos, visigodos, normandos, quienes diseminaron el crimen y la destrucción por Europa y por todos los lugares por donde pasaban.
Ahora vuelven, porque la ley de Dios es de amor, para que tengan la oportunidad de regenerarse y, a la vez, para que aquellos que son fieles al bien, puedan demostrarlo, probando sus valores.
De no ser así, ¿cómo confirmar la excelencia de la luz? Deberá ser, por tanto, durante el período de tinieblas. Además, nuestras virtudes deberán resistir al llamamiento de los vicios, sin lo cual no serían auténticas. Deberemos sembrar entre guijos, preparar la tierra, pues la Divinidad les concede la bendición de la renovación, como lo hace a todos nosotros y aquellos que no la aprovechen, serán trasladados a otros nidos de vida, tal como sucedió en la Tierra hace mucho, cuando los exiliados de otros sistemas planetarios aquí vinieron, encontraron el hombre primitivo y encarnaron en ese cuerpo salvaje para desarrollarle los tesoros del Dios Eterno y fue lo que pasó.
Así que fueron aquellos Espíritus que modelaron el cuerpo humano actual, que le desarrollaron el cerebro, porque eran inteligentes, pero no necesariamente moralizados. Delinearan un cerebro que está por encima de las posibilidades actuales de control y de correspondiente uso mental, preparado para futuras facultades que aún no ostentamos.
Solamente ahora alcanzamos el sexto sentido, que es lo paranormal, y aún nos queda mucho por desarrollar, tales como la intuición, la angelitud, la arcangelitud, que son niveles mucho más avanzados del psiquismo espiritual.
Cuando los Espíritus primarios que ahora están en la Tierra sean exiliados a un planeta inferior, contribuirán de esa misma forma en favor de aquellos que lo habitan.
Desde siempre, especialmente a partir de los años cincuenta de este siglo (XX), la Divinidad también encamina a la reencarnación millares de Espíritus nobles, para que ayuden en la rápida transición del planeta Tierra.
Este milenio (1999-2000) se cierra como un período en que hubo un avance muy expresivo de la ciencia y de la tecnología, pero el primer siglo venidero que se iniciará (XXI), será el del arte, de la belleza y de la religión…
También ya están reencarnando los grandes misioneros, principalmente los que vivieron en el período del renacimiento, no sólo de la escuela italiana - en la cultura y en el arte -, sino también de otros países, porque tales reencarnaciones se llevan a cabo bajo un programa muy bien planificado.
Periódicamente, Espíritus evolucionados, algunos incluso no terrícolas, reencarnarán para promover el progreso de la Tierra.
En el siglo V de Pericles, por ejemplo, tuvimos Tucídides, Esquilo, Sófocles y otros tantos nobles pensadores que ampliaron los horizontes de la humanidad.
Años más tarde conocimos a la élite sin par, representada por Sócrates, Platón, Aristóteles, espiritualistas y Leucipo, Lucrecio, Demócrito, los notables decodificadores de la materia, que trajeron las bases del atomismo griego.
Posteriormente, la sociedad fue tomada por un nuevo grupo de Espíritus sabios y que en Roma tomaron cuerpo como Tito Livio, Salustio, Mecenas y Virgilio, los grandes inspirados que prepararon culturalmente la Tierra para la venida de Jesús.
A partir del segundo siglo de nuestra era, reencarnaron también aquellos que serían los padres de la iglesia, Orígenes, Tertuliano, Proclo, Jamblico, Eusebio, Agustín...".
Luego la humanidad comenzó a decaer. No obstante, una que otra vez, reencarnaba uno que otro Espíritu superior para disminuir las tiniebla reinantes."
HUBO UN GRANDE SILENCIO, EN EL CUAL LOS BENEFACTORES ME DIERON LA OPORTUNIDAD DE COMPRENDERLO MEJOR Y LUEGO CONTINUARON:
"Después de la Reforma, vino la Contra-Reforma y el Renacimiento italiano, promovido por muchos de aquellos misioneros que ya habían estado en el planeta.
A partir de la Escuela de Sagres, en el fin del siglo XV, comenzó el cambio definitivo. Espíritus de alta estirpe reencarnaron en Iberia, abrieron las puertas del mundo a las navegaciones audaces y de ese modo ampliaron las dimensiones de la Tierra, mientras que, en Italia principalmente, Nicolás Copérnico liberó la cultura del sistema egocéntrico, Galileo Galilei demostró el movimiento del planeta, dándoles la oportunidad a Isaac Newton, Tico Brahe y a otros, de descifrar algunas incógnitas del universo.
La humanidad entró en definitiva en un período de franca liberación de la ignorancia, invistiendo contra los dogmas ultramontanos, cuando entonces surgen Descartes, que profundiza el concepto del dualismo, Hobbes, Gassendi, Rock, que resucitan el pensamiento atomista y muchos otros.
En el siglo XVIII, toda una legión de filósofos desagua en la Revolución francesa, a través de Jean Jacques Rousseau, Voltaire, Robespierre, Danton, que terminan por inscribir en las paginas serenas de la justicia, el código de los derechos humanos, aún hoy no respetados...
El siglo XIX es glorioso en todas las áreas de la ciencia y del pensamiento, se destaca por haber recibido, entre muchos elevados mentores, a Allan Kardec, el misionero de la fe razonada, que restauró el Cristianismo y lo liberó de las interpretaciones perturbadoras; a Lázaro Ludovic Zamenhof, el creador del Esperanto y a incomparable pléyade de apóstoles del conocimiento, del pensamiento y del bien.
El siglo XX ha pertenecido a la tecnológica, a la cibernética, a la tecnología de punta, a la informática...
No obstante, la humanidad está cansada de tantos descubrimientos y conquistas. Ahora siente necesidad de belleza, de arte, de religión, de amor, de nuevas formulaciones que esos apóstoles espirituales van a traer.
Todo demuestra que, en pocas generaciones, la transformación moral del planeta estará realizada sin que transcurran muchos siglos, ya que el progreso se multiplica por sí mismo y dado que los espíritus que desencarnen en la perversidad y en la acción del mal ya no reencarnarán en el orbe terrestre, pues serán reemplazados por los buenos, los cuales promoverán el progreso de la Tierra.
Desaparecerán, entonces la violencia, las grandes epidemias, porque la criatura humana ya no necesita los sufrimientos físicos más groseros, en razón del progreso espiritual que le concede méritos para superar las enfermedades degenerativas, aquellas que desgastan el cuerpo de forma cruel.
Nuestros dolores serán de naturaleza moral, como la soledad, las frustraciones, la ansiedad, en el área de los conflictos psicológicos.
En esa Nueva Era, que se acerca, ya no nos reencarnaremos con esos dramas que nos afligen en la actualidad, porque traeremos en lo íntimo la presencia Divina perfectamente lúcida y detectada, que por ahora mantenemos adormecida.
Solos o acompañados estaremos llenos de paz y ricos de espiritualidad".
Añado por mi parte alguna cita:
786. La historia nos muestra a una multitud de pueblos que, tras las sacudidas que los trastornaron han vuelto a sumergirse en la barbarie. En casos así, ¿dónde está el progreso?- Cuando a tu casa la amenaza la ruina la haces demoler para reconstruirla más sólida y cómoda. Pero, hasta que esté terminada habrá molestias y confusión en tu morada. Comprende además esto: eras pobre y vivías en una casucha. Te haces rico y la dejas para pasar a residir en un palacio. Después, un pobre, como lo eras antes tú, se instala en tu antigua choza e inclusive está muy contento, porque hasta entonces había vivido al raso. Pues bien, sabe que los Espíritus que han encarnado en ese pueblo degenerado no son los mismos que lo constituían en sus tiempos de esplendor. Los de entonces, que eran adelantados, han ido a ocupar habitaciones más perfectas, progresando, mientras otros menos evolucionados tomaron su lugar, el que a su vez dejarán más tarde.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.