Ley Áurea
Tras una larga batalla de los abolicionistas para acabar con la esclavitud en Brasil en el siglo XIX, el día 13 de Mayo de 1888 finalmente es firmada la Ley Áurea, que tenía por finalidad liberar a todos los esclavos que dependían de los señores de la industria y de la élite cafetera. Hasta la promulgación definitiva de la abolición de la esclavitud, muchas leyes fueron creadas en el sentido de “liberar lentamente” a los trabajadores forzados. En Septiembre de 1871 fue creada la Ley del Vientre Libre, que prohibía el trabajo de negros esclavizados que no habían alcanzado la mayoría; y la Ley de los Sexagenarios, favorable a los esclavos de más de 60 años.
Como regente de Brasil en la época, la Princesa Isabel fue la responsable por firmar la Ley Áurea, después de diversos intentos empeñados por los integrantes de la Campaña Abolicionista, que se desenvolvía desde 1870.
También hubo gran envolvimiento con la libertad de los esclavos de la propia Princesa Isabel. Ella votó a favor a la Ley del Vientre Libre como senadora del Parlamento y financió quilombos y refugios de esclavos con el fin de liberarlos.
El proyecto de la Ley Áurea fue presentado por primera vez una semana antes de ser aprobado por el ministro Rodrigo Augusto da Silva. Pasó por la Cámara y fue rápidamente avanzado por el Senado, para firma de la princesa regente. Fue una medida estratégica, porque los diputados y algunos senadores querían que el proyecto de ley fuese aprobado de cualquier manera mientras el Rey D. Pedro II viajaba para el exterior.
La aprobación de la ley se acabó volviendo una navaja de dos filos para la princesa. Si por un lado ella pretendía impulsar su carrera política, acabó arruinando todas las posibilidades al firmar la Ley Áurea. De hecho, la firma fue un enorme paso dado por los liberales, que un año más tarde irían a derrumbar el sistema monárquico en favor de la Proclamación de la República.
Por más que la liberación de los esclavos representase la victoria de una ardua batalla contra las élites, los negros no fueron absueltos en su totalidad. Primeramente, no hubo un proyecto efecto de integración que permitiese que los antiguos esclavos se sustentasen de forma independiente. Así, muchos continuaron prestando servicios a sus señores para garantizar morada y alimentación.
De todos los países del Continente Americano, Brasil fue el último en abolir la esclavitud. Todavía hoy, más de un siglo después de aprobada la Ley Áurea, el régimen esclavista todavía resiste en agriculturas y grandes pedazos de tierra.
Doña Isabel Cristina Leopoldina Augusta Micaela Gabriela Rafaela Gonzaga de Bourbon Braganza y Orleans, Princesa Imperial y Regente del Imperio de Brasil (1846-1921).
Misa Campal celebrada en Acción de Gracias por la abolición de la Esclavitud en Brasil, 1888, en San Cristóbal, Río de Janeiro.
En el detalle de la foto están presentes la Princesa Isabel, el Conde D’Eu. Machado de Asís, José del Patrocinio, entre otras figuras importantes del imperio.
La Misa Campal en San Cristóbal, en Río de Janeiro, el 17 de Mayo de 1888, fue una celebración de Acción de Gracias por la liberación de los esclavos en Brasil, decretada días antes, con la firma de la Ley Áurea. La festividad contó con la presencia de la Princesa Isabel, Regente Imperial de Brasil, y de su marido, el Conde D’Eu, Príncipe consorte, que, en la foto, está al lado de la Princesa, además de autoridades y políticos. De acuerdo con los diarios de la época, fue un “espectáculo imponente, majestuoso y deslumbrante”, ocurrido en un “día pardusco” que contrastaba con la alegría de la ciudad. Cerca de 30 mil personas estaban en el Campo de San Cristóbal.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.