Muchas personas acuden al camposanto a visitar a sus seres queridos, especialmente en estos días. Pero algunas difuntas y algunos difuntos tienen fieles todo el año

Cementerio General del Sur

En el Cementerio General del Sur, una de las primeras necrópolis oficiales de Caracas, reposan difuntas y difuntos que reciben veneración de muchísimas personas; unas les agradecen favores concedidos, mientras otras les piden porque “dicen que son milagrosos” o les consta que a alguien conocido les cumplieron un deseo.

Francisco Millán, inspector de campo de este osario fundado en 1876, destaca que “todo está en la fe” porque las personas a quienes se les piden favores no necesariamente están en las tumbas a las que les rinden culto.

Tal es el caso de la María Francia, una de las difuntas más visitadas en el cuartel 24 sur de la necrópolis, que -según explica Millán- no reposa en el lugar en el que se le edificó un monumento, sino en otro mausoleo que está en el mismo cementerio (en el cuartel 26 norte) y pertenece a otra parte de su familia.

“Es más, su nombre real es Margot Acosta Francia. Yo la busqué en los libros. Murió un 15 de febrero y la enterraron un mes después. A ella la iban a pasar para acá (lugar donde está su monumento), pero por peleas entre la familia nunca se trasladó el cuerpo”, explicó.

Sobre la historia de esta joven, el funcionario indica que sólo sabe que fue una estudiante muy aplicada que murió a los 15 años de edad. No obstante, Idelfonso Godoy, quien dice que “desde hace años” asumió voluntariamente el trabajo de cuidador del monumento de María Francia, señala que la venerada falleció a los 13 años, días después de haber padecido una embolia mientras estudiaba.

Godoy, a quien cuesta entenderle por su forma de hablar, refiere que empezó a trabajar de jardinero en el cementerio en el año 1956. Desmiente la leyenda que cuenta que María Francia murió mordida por una culebra. “Dicen eso, porque la estatua de su monumento es una joven sentada que, con una de sus manos, toca una serpiente mientras con la otra sostiene unas flores. Pero nada de eso tiene que ver con su historia”, asevera.

Explicó también que su nombre real es Lulú, y lo argumenta mostrando una placa de mármol que está en el suelo, a un lado del monumento; justo a los pies de un altar que se le colocó al profesor Lino Valles, otro venerado que tampoco está enterrado en el lugar (se dice que se encuentra en Chivacoa, Yaracuy), pero se le estableció un espacio contiguo a María Francia, porque supuestamente también cumple favores a estudiantes.

En el Cementerio General del Sur se le dejan diversas ofrendas: birretes, medallas de grado, cuadernos, libros camisas y franelas de distintos uniformes escolares. La mayoría de las placas tienen la inscripción “Gracias por el favor concedido”, pero también hay unas más específicas que dicen: “Gracias María Francia por ayudarme a pasar matemáticas”.

Pocos creyentes tienen claro quién fue, pero están convencidos de que puede ayudarles a lograr un milagro.

Corte Malandra o Calé
DE MALANDRO A VENERABLE

Cerca de María Francia veneran al “Malandro Ismael”, una de las 10 personas que, de acuerdo con el sincretismo urbano, luego de su muerte, pasaron a formar “La Corte Malandra o Calé (también escrito con “k)”. El grupo lo completa la Chama Isabel, seguida de Jhonny, Antonio, Freddi y Ramón, entre otros.

Cabe destacar que este culto se da en Venezuela y Colombia desde los años 60, y con más fuerza; en nuestro país, por ejemplo, su existencia está subordinada al culto de María Lionza, -la adoración de la divinidad de una mujer llamada María Lionza- que es una mezcla entre el catolicismo y las creencias de los pueblos originarios de Venezuela y África.

Francisco Millán también da fe de que el verdadero “Malandro Ismael” no reposa en el lugar, sino en un camino que existe entre los cuarteles 34 y 46 norte, en la parte alta del Cementerio General del Sur. Aclara también que el nombre exacto de este venerado no es Ismael Sánchez, como lo indica la placa emplazada en el lugar, sino Carlos Ismael Urbaneja. “Me imagino que alguien puso ahí una imagen de las que dicen que es él (estatua vestida con pantalón y camisa manga larga, que porta una pistola al cinto, lentes oscuros y gorra de lado) y empezó la gente a hacerle sus rituales”, comenta.

También acota: “Pero el muerto que está ahí también debe ser poderoso, porque vine mucha gente a pagar favores”.

Quienes rinden culto al “Malandro Ismael” no son muy dados a ofrecer declaraciones. En un diálogo amistoso que el pasado domingo sostuvieron dos visitantes de la supuesta tumba del venerado, conversación que en el fondo parecía una competencia de quién sabía más que el otro sobre su sincretismo, trascendió que existen cinco Ismaeles. El Correo del Orinoco solicitó declaraciones a estas personas, pero ambas se negaron.

A pocas tumbas de este lugar están las fosas de Freddi José Saavedra (“El Pavo Freddi”, nacido en 1955 y fallecido en 1982) y de Elizabeth Castillo (Corte Kalé), tal cual lo indica una placa tipo libro y otra plana que es como un mosaico de cerámica. Encima, el sepulcro luce una imagen grande del “Malandro Ismael” y, en menor tamaño, una de la “Malandra Elizabeth”.

En las fosas contiguas se dice que están otros fallecidos que también despiertan gran admiración: “Petróleo Crudo”, “Isabelita” y “Ratón Pérez”.

En el camposanto, la espiritista Ailes García explicó que el “Malandro Ismael” era una especie de Robin Hood para las y los habitantes de su barrio; cuenta la leyenda que robaba y repartía el botín.

Los rituales básicos son fumarle tabacos y encenderle velas marrones o amarillas, aunque pueden ser de cualquier color, según García. “Hay quienes le fuman drogas, pero es algo que los espiritistas rechazamos porque degrada a la persona como ‘materia”, añadió.

La mayoría de las personas devotas de la “Corte Malandra” buscan protección contra otros malandros. Una de las controversias es la veneración de estos difuntos para pedir protección e irse a cometer un delito. Para algunos santeros consultados, “eso es inaceptable”.
ESTE REPORTAJE TIENE SU POR QUÉ

A diferencia de las demás devotas y devotos del “Malandro Ismael”, Ailes García se mostró presta a declarar porque supuestamente el espíritu del venerado le avisó que iba a encontrar sorpresas.

“Yo estoy aquí porque él bajo en mi cajón (su cuerpo) y me pidió que viniera. Me puso la misión de decirle a todo el mundo que él no está enterrado aquí, sino en otra parte del cementerio”

Y continuó: “No es casualidad que tú estés aquí hoy (indicó al reportero), eres un instrumento para que se sepa lo que él me encomendó. Lamentablemente hoy no podré encontrar su tumba, porque hay que prepararse para ir hasta allá, y venir en grupo”.

-¿Pierden su tiempo los que vienen aquí?

–No, porque en este sitio hay mucha energía, la que produce la fe con que tanta gente ha venido hasta acá- contestó.

En el Cementerio General del Sur también yacen otros difuntos que son venerados por considerarse milagrosos; tal es el caso de “El Varón del Cementerio” (está en el cuartel 24 norte) y “Luis Sánchez”, a quién supuestamente lo asesinó su propio padre.
UN DIFUNTO CONCEDE CASAS

Cerca del “Malandro Ismael” está la tumba de Victorino Ponce. De acuerdo con el señor que voluntariamente le hace mantenimiento, José Ferrer, este venerado nació en Curiepe, Barlovento, estado Miranda, y concede casas.

“Era un albañil que murió el 26 agosto 1980, a los 70 años de edad. Construía casas gratis a las personas necesitadas”, explica.

Ferrer cuenta que una noche soñó con Ponce, y éste le solicitó que fuera a acomodarle su tumba. Asegura que jamás había escuchado hablar de él. Acatando al llamado, dice que se fue sólo al cementerio y sin preguntar llegó derechito a la fosa. Desde hace más de una década le hace el mantenimiento.

A las y los visitantes les cuenta la historia del difunto y les entrega la oración clave para hacerle la solicitud. Está en el sitio de lunes a lunes, y se sostiene con las colaboraciones que le dan.

En el sitio hay un árbol grande, y de él cuelgan casitas de todo tipo. Supuestamente son gracias por favores recibidos. También hay carritos de madera, porque hasta eso supuestamente concede Ferrer.

Placa en agradecimiento al Dr. Mario Ortega

SOBRAN LOS VENERADOS

Al hurgar más tumbas en el Cementerio General del Sur se pueden encontrar muchísimas más cuyos ocupantes son venerados. Incluso, es posible sorprenderse con unas que tienen placas con inscripciones como: “Dr. Mario Ortega / Predicador de justicia / Me entrego en sus manos / Cuánto vale un juez / William Ojeda / 08-12-1996”.

En el lugar de descanso del señor Mario Ortega, quien falleció el 14 de julio de 1952, según su placa, también hay otras figuras públicas que retribuyen auxilios. Tal es el caso del político opositor Leocenis García (director del semanario 6to Poder), que colocó una que dice “Al predicador de la justicia / Dr. Mario Ortega / Gracias por el favor concedido / Tocuyito 06-07-2010”. Esta, particularmente, tiene encofrado un ejemplar del libro Cuando las piedras hablan, que García publicó con el apoyo de la editorial 6to Poder.

Otra dice: “Al Dr. Mario Ortega en agradecimiento por la salida de la cárcel de la jueza María Lourdes Afiuni (9-2-2011)”.

De acuerdo con el inspector de Campo Francisco Millán, Mario Ortega, quien reposa en la primera sección norte del cementerio, fue juez, y durante su carrera profesional ejerció la rama penal del Derecho. No se halló a nadie en la necrópolis que lo venerara o conociera más sobre su vida.

Glorias del deporte nacional, como José Pérez Colmenares, fallecido trágicamente en Barcelona el 25 de julio de 1944 (está en el primer cuartel sección sur ensanche), también reciben ofrendas en acción de gracias.
VOCES DEL PUEBLO


F/ Miguel Gutiérrez