Había una mujer que habitaba en la montaña y tenía un vida arreglada. Ésta deseó saber cuántas fueron las llagas que Cristo nuestro Bien había recibido en su sacratísimo cuerpo, y pidió al Señor con mucha devoción que se le revelase. Se le apareció, pues, y le dijo: has de saber qeu las llagas que recibí fueron cinco mil cuatrocientas cincuenta y cinco: por lo que te digo que todo el que rezare en memoria de ellas quince Padrenuestros y Avemarías por espacio de un año, sacará quince almas del purgatorio, y se le remitirá la penitencia que debía hacer por otros tantos pecados mortales, y además obtendrá la gracia y la confirmación de las buenas obras. Y asmismo, a quien rezare un año entero las oraciones, le daré quince días antes mi cuerpo a comer, y no tendrá hambre, mi sangre a beber, y no tendrá sed; le pondré delante la señal de la Cruz que le servirá de guarda y defensa, y le asistiré con mi Madre Santísima a la hora de la muerte, y recibiré su alma benignamente, la llevaré a los placeres eternos, y cuando la lleve le daré a beber la Divinidad; y a quien tuviere dolor y contricción de sus pecados, cumpliendo con éste rezo por espacio de un año se los perdonaré todos, desde qeu nació hasta la muerte, y le libraré del poder del demonio y de su tentación, y siendo malo se volverá bueno, y continuamente guardaré su alma de las penas del infierno, y lo que pidiere a mi Madre Santísima se lo concederé, dándole la vida pra ir a vivir mi reino, a fin de morar conmigo eternamente. Cualquiera que trajere consigo ésta oración, y la diere a leer, o la enseñare a algunas personas, tendrá en ésta vida placer y galardón. Dondequiera que esté ésta oración, la casa será conservada en paz, así como conservé las pesadas olas del mar. Cualquier persona, sea hombre o mujer, que tuviere ésta oración, no morirá de muerte repentina, ni será perseguida por sus enemigos, ni vencida por ellos en batalla, o en prisión, ni ahogada en el mar, ni abrasadda por el fuego, ni los rayos, ni acometida de gota coral, ni depondrá contra ella ningún testigo falso. Cualquier mujer que se halle de parto, llevando ésta oración, parirá felizmente sin peligro. Ésta oración la trajo de Roma don Juan Cardoso, y se halló en un hombre qeu se había arrojado al mar, con una piedra grande atada al cuello; éste anduvo por espacio de tres días sobre las aguas sin ahogarse, y luego que le sacaron de las olas, le encontraron dicha oración. El que la traiga, sea con mucha fe, porque Dios no sabe faltar, y todos los días dirá la oración siguiente:
"Mi Señor Jesucristo, acordaos de mí que soy pecador. Virgen Santísima, rogad por mí: siempre seréis alabada y bendita. Rogad por éste pecador a vuestro amado Hijo. Preciosa hermosura de los Ángeles, de los Profetas, de los Patriarcas; corona de los Mártires, de los Apóstoles y de los Confesores; gloria de los Serafines; corona de las Vírgenes, libradme de aquella espantosa figura cuando mi alma saliere de mi cuerpo. ¡Oh, santísima fuente de piedad y hermosura de Jesucristo, alegría de la gloria, consolación del clero, remedio en los trabajos! Con Vos, Virgen prudentísima, se alegran los Ángeles. Encomendad mi alma y la de todos los fieles cristianos; rogad por nosotros a vuestro bendito Hijo, y conducidnos al Paraíso eterno, en donde reináis y vivís para siempre; y allí os alabaremos eternamente. Amén. Jesús."
"Soberana Virgen María, madre de Jesús, Hijo de Dios vivo, pues le habéis parido; Rogad por todos los pecadores para que nos perdone. Libradnos del enemigo que nos combate y concedednos la gloria eterna. Amén. Jesús."
"Mi Señor Jesucristo, acordaos de mí que soy pecador. Virgen Santísima, rogad por mí: siempre seréis alabada y bendita. Rogad por éste pecador a vuestro amado Hijo. Preciosa hermosura de los Ángeles, de los Profetas, de los Patriarcas; corona de los Mártires, de los Apóstoles y de los Confesores; gloria de los Serafines; corona de las Vírgenes, libradme de aquella espantosa figura cuando mi alma saliere de mi cuerpo. ¡Oh, santísima fuente de piedad y hermosura de Jesucristo, alegría de la gloria, consolación del clero, remedio en los trabajos! Con Vos, Virgen prudentísima, se alegran los Ángeles. Encomendad mi alma y la de todos los fieles cristianos; rogad por nosotros a vuestro bendito Hijo, y conducidnos al Paraíso eterno, en donde reináis y vivís para siempre; y allí os alabaremos eternamente. Amén. Jesús."
"Soberana Virgen María, madre de Jesús, Hijo de Dios vivo, pues le habéis parido; Rogad por todos los pecadores para que nos perdone. Libradnos del enemigo que nos combate y concedednos la gloria eterna. Amén. Jesús."