Si un Espíritu de Luz se me volteara yo pondría bajo cuestionamiento que realmente sea de Luz; sería muy ruin que los mismos no conocieran el concepto de lealtad o sean tan débiles como para dejarse manipular.
Ocurre mucho en la hechicería que se generan maneras de alejar a los protectores de la persona, e incluso al ángel de la guarda para que quede lo más aislado posible. Con energías densas, negativas minan el campo para que sea perfecto para que sean ellos, y no los que le protegen los que se acerquen a la persona y entonces, ahí es donde ellos empiezan a trabajar para que alguien más insista en ayudar a la persona hasta que pueda ser liberada. En el caso específico de la Umbanda, lo primero que hacen las Entidades es acercar el ángel de la guarda de la persona y a aquellos que le protegen; esto lo hacen fortaleciendo a los mismos con fluidos y abriendo camino para acercarlo y establecer la comunión entre el mentor y el tutelado y así, se toma la delantera en esa lucha por el individuo. El laico siempre acusa a que sus guías, protectores y hasta Dios lo ha abandonado y eso nunca ha ocurrido.
No solo los magos negros o hechiceros son responsables de eso, en realidad hay legiones enteras de Espíritus que todos los días salen organizados con planes para estropear la labor de los trabajadores de la luz. Ahí es donde entra la polémica ya que suelen ser Espíritus que levantan cualquier falsa para que la persona les coloque ofrenda a cada rato, así es que obtienen los recursos para llevar a cabo sus malévolos planes.
e¡Saravá!z
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.