LAS MEDICINAS MÁGICAS

Destacado escritor y periodista norteamericano, acababa de regresar de un viaje al exterior. Era el verano de 1964 Norman Cousins se sentía ligeramente con fiebre. Una extraña sensación de malestar recorría todo su cuerpo, y no sabía a qué atribuirla. Comenzó a padecer dolores y una fatiga vaga que se localizaron en sus articulaciones, y al cabo de una semana empezó a tener dificultades para moverse. Consultó a su médico y -después de exhaustivos análisis- se le diagnosticó espondilitis anquilosante, una destructora forma de artritis que ataca los tejidos conectivos del organismo. Las víctimas de esta enfermedad son torturadas por la progresiva e inmovilizante soldadura de sus articulaciones en la columna vertebral, las costillas, el cuello y la mandíbula. El caso resultó ser particularmente severo, y sus posibilidades de supervivencia fueron evaluadas en apenas 1 en 500. A pesar de la casi segura sentencia de muerte, el escritor se decidió a librar una lucha heroica contra la enfermedad.
El escritor había leído mucho sobre la historia de la medicina, y siempre había estado intrigado por los estudios sobre el efecto de los placebos esas drogas inocuas sin valor en sí mismas que -a pesar de eso- pueden funcionar por su poder de sugestión, curando a los pacientes que tienen fe en ellas.
El había pensado que las emociones desempeñan un papel activo en el estado de salud. Se había interesado, en la obra clásica de Hans Selyes The Estres of Life (La tensión de la vida), aparecida en 1956, en la que el autor, especialista en química orgánica, analiza el daño que el estrés y las emociones negativas pueden hacer a la química del cuerpo.
¿Qué pasa con las emociones positivas? Si las negativas producen cambios químicos nocivos en el organismo,
¿Podrían las emociones positivas determinar transformaciones químicas favorables?
¿El amor, la esperanza, la fe, la risa, la confianza y el deseo de vivir no podrán tener un valor terapéutico positivo?".
 
EL OTRO ARTE DE CURAR
Cousins se decidió a buscar lo positivo, como antídoto frente al peor síntoma psíquico de su enfermedad: el pánico y la sensación de no poder recibir ayuda de nadie. En colaboración con su médico -seguía administrándole la atención profesional básica-, el escritor desarrolló lo que llegó a llamar "un ambiente propicio para la recuperación"
Uno de esos componentes más interesantes del ambiente su "TERAPIA POR LA RISA": dosis diarias de películas de los hermanos Marx, libros de humor y elementos semejantes, que no sólo lo ayudaron a reducir el dolor y le permitieron muchas noches más tranquilas, sino que también -aparentemente- mejoraron la química de su sangre.
Convenció a su médico a que lo autorizara para abandonar el hospital y trasladarse a un hotel, donde pudo descansar sin que lo molestaran. Ocho días después de que el escritor asumiera un papel activo en su propia curación, el deslumbrado médico ya pudo medir progresos objetivos sobre la enfermedad.
El escritor estuvo en condiciones de volver a su trabajo en forma full time, apenas cuatro meses después de haber iniciado su ortodoxo tratamiento. La recuperación casi total llevó años.


Los escépticos sostienen que la admirable historia de la recuperación de Cousins plantea interrogantes sobre la exactitud del diagnostico inicial. Pero muchos otros piensan que esta experiencia demuestra, vívidamente, los misteriosos caminos a través de los cuales las interacciones de la mente y el cuerpo -y del espíritu, dicen algunos- pueden afectar a la salud.
La conexión mente cuerpo es reconocida por la medicina occidental como uno de los factores en la ecuación de la salud, la misma relación constituye el dogma fundamental en muchas técnicas de curación practicadas fuera de las tendencias predominantes en la medicina.
Bajo la denominación de "Terapias alternativas", estas técnicas van desde procedimientos hace tiempos consagrados como la acupuntura, homeopatía y la imposición de manos, hasta ciertos tratamientos muy de moda en la Nueva Era, como la curación mediante cristales y perfumes. Para mucha gente, todas estas terapias son englobadas bajo el común denominador de "Medicinas Mágicas".
Quienes proponen las terapias alternativas afirman trabajar en armonía filosófica con los "sanadores" de muy variadas culturas, pasadas o presentes.
La mayoría de quienes ejercen esta técnica comparten un pensamiento subyacente: la mente, el cuerpo y el espíritu están inextricablemente conectados.
La salud, de acuerdo con este sistema de pensamiento, es un estado de armonía o de equilibrio entre las fuerzas-energías, dioses o espíritus-, que gobiernan al ser completo. 
La enfermedad es el estado contrario: es el conflicto entre esas fuerzas.
La idea, se remonta a milenarias tradiciones indias y chinas que extraen, la misma conclusión: todas las dolencias, desde el resfrío común hasta el cáncer son síntomas de perturbaciones más profundas en el ser interior.
El objetivo de los sanadores alternativos, es aliviar al individuo sufriente restaurando en él la armonía -que es el estado normal de la existencia- y, con ella, la salud.
Parece estar haciendo falta algún tipo de reconciliación entre los curadores alternativos y los médicos, a pesar del creciente reconocimiento de la conexión mente-cuerpo-espíritu al servicio de la salud, los esfuerzos realizados por muchos médicos para considerar esos tres componentes en sus tratamientos, la posición oficial de la medicina siguió siendo de escepticismo.
Las perturbaciones psicosomáticas -originadas en la mente que se manifiestan en el cuerpo-, pueden desaparecer con sólo un cambio de pensamiento o actitud.
La medicina exige pruebas científicas a estas terapias; mientras que los acupunturistas, herbolarios y curadores en estado de trance señalan sus claros éxitos como pruebas suficientes a la sanación de las enfermedades.